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Full text of "El Parnaso Oriental. v3"

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EL PARNASO ORIENTAL 
o 

GUIRNALDA POETICA 
DE LA 
REPUBLICA URUGUAYA 



Ministerio de Educación y Cultura 

BIBLIOTECA ARTIGAS 

Art. 14 de ia Ley de 10 de agosto de 1950 

COMISION EDITORA 

Dr. Daniel Darracq 

Ministro de Educación y Cultura 

Juan E. Pivel Devoto 

Director del Museo Histórico Nacional 

Arturo Sergio Visca 
Director de la Biblioteca Nacional 

Abelardo García Viera 
Director del Archivo General de la Nación 



Colección de Clásicos Uruguayos 
Vol. 161 
LUCIANO LIRA 

EL PARNASO ORIENTAL O GUIRNALDA POETICA 
DE LA REPUBLICA URUGUAYA 



Cuidado de la edición a cargo del Departamento de Investiga- 
ciones del Museo Histórico Nacional, Profesora Elisa Silva 
Cazet y Sra. María del Rosario Sánchez de Echave. 



> 



LUCIANO LIRA 



EL PARNASO ORIENTAL 

H ° 

^ GUIRNALDA POETICA 

x DE LA 

£ REPUBLICA URUGUAYA 
> 

Prólogo de 

^ GUSTAVO GALLINAL 

\ 

50 TOMO III 

^ REIMPRESION FACSIMILAR 

MONTEVIDEO 
1981 



PROLOGO 



ELABORACION Y FUENTES DE 
"LA MALAMBRUNADA" 

Bajo el nombre de "La Malambrunaida", de cer- 
vantina estirpe, publicó Acuña de Figueroa, en el tercer 
volumen de "El Parnaso Oriental", los dos primeros 
cantos de un poema jocoserio. Su título recuerda al 
encantador gigante Malambruno, héroe de la estu- 
penda y memorable aventura de la dueña Trifaldi, du- 
rante la estada de don Quijote en el palacio de los 
duques. 

Esta publicación provocó una curiosa reyerta polí- 
tico-literaria que hizo mover las plumas y las lenguas 
en el Montevideo de 1837. Acuri a de Figueroa desem- 
peñaba entonces el cargo de censor ele teatros y oficia- 
ba también de poeta áulico del gobierno de Oribe, co- 
laborando en el periódico "El Defensor de las Leyes". 
Durante la representación de una pieza titulada "El 
diablo predicador", se entretuvo uno de los actores sal- 
picando los diálogos con chistes y payasadas de su 
cosecha. Asistían a la función el vicepresidente de la 
República y una granada concurrencia, quienes, al de- 
cir de los cronistas de la fiesta, sintieron ofendido su 
decoro por las improvisadas gracias del cómico. Las 
protestas contra estas licencias subieron a la prensa y 
rebotaron contra el censor, responsable de la corree-; 
ción y moralidad del espectáculo. Se destacó; entre los 
críticos por la virulencia de sus ataques un versificador 
de circunstancias, Manuel Carrillo, quien con el seu- 



VII 



PROLOGO 



dónimo "El canario" vomitó una andanada de diatri- 
bas contra "el poeta oriental 5 *, título que Figueroa mo- 
nopolizaba en su calidad de autor del himno patrio. 
Salió a relucir la flamante Malambrunaida. ejemplo 
poco edificante de la flojedad del criterio moral del 
guardián oficial de la decencia del teatro. 

Carrillo ridiculizó a Figueroa trocando en sus ar- 
tículos el título solemne del que se jactaba por los 
motes enfáticos de Epico del Arroyo Seco y Cisne del 
Miguelete; lo llamó gran poeta Ronquillo, aludiendo 
a su afonía crónica. Los poetas se han distinguido 
siempre, según el testimonio eternamente válido de 
Horacio, por el genio irritable y la incurable fatuidad. 
No es de extrañar que la rencilla de nuestros versistas, 
cuya virulencia delataba una enemistad anterior a la 
nimia y ocasional discrepancia que la hizo estallar, de- 
generara desde el primer momento, convirtiéndose en 
enconado pugilato verbal. Como los maestros clásicos 
castellanos, los Lope, Góngora y Quevedo, y los neo- 
clásicos más cercanos, los Forner, Iriarte y Samaniego, 
sus discípulos montevideanos se vapulearon con saña 
en prosa y en verso. Figueroa retrucó con una "breve, 
compendiosa y poética contestación a la chocarrera 
carta" de Carrillo, al que colgó los apodos de Panun- 
ció y Cuervo de Lanzarote, cuyo origen ignoro y no 
vale la pena investigar, y se vengó de lo del ronquido 
con referencias infamantes a las taras secretas, físicas 
y morales, reales o calumniosas, de su contrincante. El 
cambio de libelos hizo sudar a las prensas y atizó las 
murmuraciones de las gentes desocupadas de los co- 
rrillos y los cafés a costa de la fama de ambos conten- 
dientes; tanto más cuanto que las pasiones políticas se 
complicaban con las rivalidades literarias. 



VIII 



PROLOGO 



La disputa ae extendió pronto con la llegada de re- 
fuerzos para el bando de Carrillo, Entre los emigrados 
argentinos en Montevideo se contaba Bartolomé Mitre, 
que era entonces un adolescente de 16 años. Radicado 
en la ciudad en compañía de su padre Ambrosio Mitre, 
desde fines del año 1833 o comienzos de 1834, Mitre 
había estudiado en la Escuela Normal que dirigió el 
educador y calígrafo Besnes e Irigoyeu y más tarde en 
la Escuela de Comercio del Consulado. En esos mismos 
días, precisamente el 1 de julio de 1837, había ds in- 
gresar en la Academia Militar. Como muchos de Jos 
hombres superiores de su generación, urgidos a im- 
provisarse obreros de todas las obras útiles para las 
sociedades nacientes a cuyo servicio estaban, era un 
autodidacto y completaba las enseñanzas que bebía en 
las aulas, con largas y afanosas veladas de lectura en 
las más variadas disciplinas. 

En una inolvidable página de los "Recuerdos de Pro- 
vincia", en la que vuelve el pensamiento a los días de 
su infancia, evoca Sarmiento, con la entrañable ternura 
propia de los hombres fuertes en las horas de íntima 
confidencia, al pequeño minero de Copiapó "a quien 
siempre se encontraba leyendo" en los descansos de 
sus rudas faenas: es como el húmedo surco de una 
lágrima cruzando por entre las arrugas que el tiempo, 
los dolores y las pasiones han cavado en un rostro 
varonil. Si menos hermosa, no menos reveladora de la 
vocación precoz y la voluntad indomable que se mues- 
tran desde los primeros pasos de una vida llamada a 
grandes destinos, es la anécdota que presenta a Mitre 
niño, devuelto a su padre por el administrador de la 
estancia del Rincón de López, donde se ensayaba en 
las tareas rurales, con la frase liviana: "es un caballe- 
reo que no sirve para nada; en cuanto ve una som- 



IX 



PROLOGO 



brita se baja de] caballo y se pone a leer". En 1837 
había formado considerable bagaje de lecturas, y, al 
tiempo que balbuceaba en verso las primeras ilusiones 
y esperanzas de la vida, ensayaba en artículos de crí- 
tica y de polémica su ardor combativo. 

Amigo de Carrillo, terció en la polémica llevando 
un doble ataque a "La Malambrunaida" y a la persona 
del autor, desde las columnas del "Diario de la tarde". 
Editaban este periódico montevideano (otro de igual 
título veía la luz en Buenos Aires) Bernabé Guerrero 
Torres y Andrés Lamas. Jactábase la hoja de no militar 
ni con los ministeriales ni con los opositores: "dedi- 
cado a los libres", fue el sugestivo lema que lució su 
primer número y que fue eliminado de los siguientes. 
Desde aquella gaceta se ametrallaba a Figueroa con 
críticas y epigramas, rebotes y jaculatorias, por el es- 
tilo del siguiente, que no es, por cierto, un prodigio de 
ingenio : 

En el Parnaso arrojó 
De basura un esportillo, 
El gran poeta Ronquillo 
Que a Malambruna cantó. 
Suaves tirones de orejas 
Mandó Apolo a discreción 
Pero con la condición 
Que se los dieran las Viejas. 

"El infernal poema" la Malambrunaida (¡no es para 
tanto!) escribió el joven Mitre es sólo un compendio 
de la causa más indecente de la Inquisición; y citó en 
apoyo de su aserto al libro de Llórente, autoridad muy 
llevada y traída por aquellos tiempos, en uno de cuyos 
capítulos, al relatar los procesos por brujería instau- 
rados por los inquisidores de Logroño se describen los 



X 



P R OLO G O 



aquelarres y ritos demoníacos que tuvieron por teatro 
cierto prado del Cabrón. Entre los antecedentes de la 
obrilla mencionó a la Gatomaquia y al Orlando, que 
"por desgracia son buenos' 1 . Reprochó a Figueroa el 
que imitara en el siglo XIX a Quevedo. quien no obs- 
tante sus méritos es calificado de poeta de bodegón 
por Quintana, en cuya autoridad, y en la de Martínez 
de la Rosa se escudaba el novel crítico, que arremetió 
también de paso contra Góngora y trajo a colación 
"La Mosquea" de Villaviciosa para destacar que no 
contiene chocarrerías como las que afean a la Malam- 
brunaida. Si el célebre V oltaire se infamó con publicar 
La Doncella, si la Academia francesa cerró sus puertas 
a Pirón por el delito contra el buen gusto de rimar 
cierta oda innominable, "un pigmeo, coplista y pla- 
giario ¿se engrandece con escribir la Malambrunaida 
en el estilo más soez y menos decente?". Después de 
soltarle este trabucazo a boca de jarro se encaró con 
Figueroa para amonestarlo en tono solemne, "¿quién 
ha dicho que el lenguaje de los dioses es para profa- 
narlo de este modo? El talento divino de pintar en 
verso (dice Quintana), no debió emplearse jamás sino 
en dar atractivos a la verdad y exaltar los ánimos al 
bien y a la verdad". Figueroa era el turiferario del 
gobierno de Oribe y de todos los gobiernos, y Mitre 
concluyó su artículo acusándolo de cometer, además de 
sus pecados literarios, el pecado de adulación, "el más 
vil de todos los abusos que se hacen del talento poé- 
tico, . ♦ Es vergonzoso para los poetas haber tenido en 
todos los tiempos el privilegio de adular sin advertirlo 
ellos y sin que los demás lo extrañen". Puso el dedo 
en la llaga con este "envío" final: por supuesto, que, 
de esta dedicatoria Figueroa no se tuvo por notifi- 
cado. 



PROLOGO 



Para hacer frente a la pedrea que granizaba de tantas 
partes sobre su obra y sobre su persona, replicó Fi- 
gueroa tomando a la chacota al "afiligranadísimo, Nar- 
cisísimo y Delicadísimo señor don Bartolomé Mitre — 
Poético — Trágico — Cómico — Greco latino — An- 
glico — Itálico — Gálico — Hispánico — Antiguo 
— Moderno". Rimó una danza en la que se exhibían 
con burlescos disfraces sus dos principales enemigos: 

Panuncio baila el minué 
y Bartolomé el ondú,.. 

contra Carrillo dos epigramas de venenosas 

Don Cuervo en aire burlón 
Llamó ronquillo a un cliente 
Pensando que tiene el diente 
Tan débil como el pulmón: 
Cuidado con los ronquillos, 
Que hay alguno que en dos verhos 
Sabe desplumar diez cuervos 
y comer a dos carrillos. 
Panuncio grazna o relincha, 
Diciendo con voz menguada 
Que tiene una antigua espada 
Que ya ni corta ni pincha. 
Así el pobre, en la azotaina 
Que le llovió de Helicona, 
Largó la inútil tizona 
Y se quedó con la vaina. 

Los flojos versos de Mitre le ofrecían blanco fácil 
y seguro para sus chanzas. 

En cuanto a la "Malambrunada", sus licencias (y en 
esto tenía razón) son mucho menos graves que las que 
pululan en los poemas burlescos más famosos, como el 
Orlando. "¿Dónde han visto esos zopencos, retrucó, 
que un poema cómico pueda ser escrito en el mismo 



Y soltó 
colas : 



XII 



PROLOGO 



estilo que una anacreóntica?". Quejóse también de 
que las agresiones contra su obra obedecían a una in- 
tención política. 

El "Diario de la tarde" siguió publicando críticas 
contra nuestro poeta. Alguien salió a la defensa de 
Mitre; "ese joven ha marchado 17 años por la senda 
del honor y Vd., señor don Francisco, ha marchado 
50 años por la senda de la degradación". Un oriental 
tomó a su cargo puntualizar sus claudicaciones cívi* 
cas: "¿a qué clase de individuos pertenecerá el que 
fue español durante los dos sitios, portugués bajo el 
gobierno de don Juan, imperial cuando subdito de 
Pedro I y, después bautizado en la sangre de los pa- 
triotas, de todos los que ocuparon la poltrona de go- 
bierno?". Otro, al fin, sacó Ja moraleja en un dístico: 

"Así se vive en puestos y en honores 
Con sólo en la opinión mudar colores". 

Se le dio por difunto rezándole jaculatorias satíricas 
y se le pusieron epitafios a imitación de aquellos en 
los que Quevedo sepultó en vida a Góngora bajo un 
montón de chistes pringosos. Vaya uno para muestra: 

"El cantor ¿1© Malambruna 
Reposa aquí en sueño eterno: 
Por atributo hay un cuerno 
Y por adorno Ja luna'*... 

Al fin, el aporreado vate recurrió a la intervención 
de Ambrosio Mitre, con quien mantenía amistad, obte- 
niendo que éste tirase paternal y públicamente de las 
orejas al novel polemista que se le había subido a las 
barbas y abandonó el combate con estas resignadas re- 
flexiones: "como por una expiación de algún arrebato 
de impaciencia con que babréme expresado respon- 



XIII 



PROLOGO 



diendo a una lluvia de diatribas ijuc debí haber mi- 
rado con impasibilidad, me he propuesto en adelante 
contestar a cada ofensa con una composición poética 
absolutamente extraña a la cuestión, que ya debe haber 
fastidiado bastantemente al público. (¿Ño sería Vd., 
don Francisco, el fastidiado?) Quiera Dios que estos 
insulsos versos merezcan más indulgencia a mis anta- 
gonistas que los de la infeliz Malambruna' 1 . 

Así terminó la polémica, que he extractado al de- 
talle porque muestra cuáles eran las costumbres lite- 
rarias y el estilo de la prensa de la época, abierta a 
las puerilidades y personalismos y también a los desa- 
hogos y procacidades; ningún recurso estaba vedado: 
el mote infamante, la impúdica exhibición de las mise- 
rias o fallas más secretas, la calumnia capa/, de tiznar 
reputaciones o violar el sagrado de la vida íntima; que 
todo llevaba por delante en sus desbordes la pasión 
personal o política. 

Son de imaginar las escandalosas proporciones que 
hubiera alcanzado la discusión si Acuña de Figueroa 
hubiera osado publicar las primeras versiones de su 
poema, que desde años atrás hacía circular manuscri- 
tas, condenándolas, en razón de su contenido, a la di- 
fusión clandestina de las obras non sánelas, Porque 
"La Malambrunaida" del Parnaso era un texto expur- 
gado y corregido. Los manuscritos anteriores que co- 
nozco datan de 1829. Reza así la portada de uno de 
ello?: "Poema épico intitulado/ la conspiración de las/ 
Viejas contra las Jóvenes:/ compuesto por el Ame/ 
ricano D u Francisco Figueroa. Autor/ del Himno 
Oriental de los treinta y/ tres, y de otras produccio- 
nes, entre/ellas, la traducción al Castellano, y/ en her- 
mosas dézimas del sublime/cántico del Te deum Lau- 
damus-/Año de 1829''. Es una composición en un canto 
y en 67 octavas reales. Describe la batalla de un es- 

XIV 



i 



PROLOGO 



cuadrón de viejas contra un batallón de jóvenes, en el 
que figuran , con nombres y apellidos, mujeres de la 
sociedad montevideana de la época. 

La versión trunca del Parnaso, de 1837, ampliación 
corregida de la anterior, tiene por escenario a Monte- 
video, señalándose la llamada Peña del Bagre de la 
antigua ciudad como sitio de reunión de las viejas. En 
ella figura por vez primera Malambruna, que da nom- 
bre al poema, subtitulado "la conjuración de las viejas 
contra las jóvenes". Se introduce también un elemento 
fantástico, los aquelarres de brujas y apunta tan sólo 
una alusión política. Ei poema completo se desarro- 
llaba o proyectaba a la sazón en cinco cantos: "El 
proyecto; — La reunión de las viejas; — - El alista- 
miento de las jóvenes; — El Congreso y la discu- 
sión — Los himnos de guerra y la batalla''. Sólo sa- 
lieron a luz los dos primeros cantos y quedó prometido 
el resto para el cuarto tomo de aquella antología, que 
no fue publicado. 

Paralelamente a este poema montevideano, no sé a 
ciencia cierta si antes o después, presumo que antes, 
Acuña de Figueroa concibió y escribió una obrita muy 
semejante de la que poseo dos versiones. Una de ellas, 
incluida entre los manuscritos inéditos que custodia 
la Biblioteca Nacional, se titula "La Carlinada o el 
triunfo de las doncellas". Es un canto en 79 octavas 
reales y una canción guerrera: la escena se supone 
en San Carlos y el batallón triunfante está formado 
por jóvenes de esa población. En el Instituto Nacional 
de Investigaciones y Archivos Literarios existe una va- 
riante de este poema carolino, "La conspiración de las 
viejas y el triunfo de las jóvenes", poema jocoserio 
fechado en enero de 1829, en 75 octavas y dividido en 
tres cantos: "El levantamiento de las viejas; — El ar- 



XV 



PROLOGO 



mamento de las jóvenes; — La Batalla y el triunfo de 
las jóvenes". También en este texto figuran, con nom- 
bre y apellido, jóvenes de la sociedad de San Carlos, 

"La Malambrunada", con su título y versión defini- 
tivos, en tres cantos, salió a luz íntegramente recién 
en el Mosaico poético de 1857. En ella refundió Fi- 
gueroa el poema del Parnaso y las composiciones Ca- 
rolinas. En nota inédita declara el autoT haber tomado 
muy en cuenta los consejos de Juan Cruz Várela a 
cuyo juicio sometió sus manuscritos. 

Trátase, pues, de un poema cuidadosamente elabo- 
rado, corregido y pulido una y otra vez al través de 
muchos años, como lo prueba la comparación de los 
cinco distintos textos que he enumerado. En este pa- 
ciente trabajo demostró Figueroa como en ninguna 
otra ocasión su destreza de versificador, logrando la 
mayor perfección formal y dando a algunos de sus 
cuadros y figuras, intencionadamente deformadas con 
sentido caricaturesco, un relieve plástico digno de un 
verdadero artista, siquiera manejara la brocha gorda 
más que los finos pinceles y prefiriera la ial gruesa 
a condimentos más delicados. 

El motivo cómico persistente surge desde la primera 
estrofa por el contraste entre la solemnidad de la en- 
tonación épica y la nimiedad del asunto, según la téc- 
nica tradicional de la parodia desde el lejano modelo 
de la Batracomiomaquia: 

No el sangriento combate de Lepanlo 
Ni del Troyano el hórrido destino, 
Ni del griego Jasón la empresa canto 
Arrebatando el áureo vellocino. 
Mas la guerra, los odios y el espanto 
Que vio el mundo en el. bando femenino, 
Por negra envidia e infundadas quejas 
Que alimentaban las tremendas viejas. 

XVI 



PROLOGO 



En sonoras estrofas una doble invocación pone al 
poema bajo el patrocinio del dios de la hermosura y 
de las divinidades infernales: 

En tan duro conflicto, yo os imploro . 
Turbio Plutón, y Apolo esclarecido, 
Porque ora discordante, ora sonoro, 
Imite el varío asunto en el sonido; 
Venga una musa con su flauta de oro, 
O un vestiglo con cuerno retorcido, 
Para hacer resonar en eco alterno 
Unas veces la flauta, otras el cuerno. ' 

Malambruna, vieja sesentona, bizca y hombruna, se 
revuelve en su lecho desvelada por la envidia y el de- 
seo* Aspira a disputar a las jóvenes los triunfos del 
amor y los favores masculinos, revolviendo en su es* 
pírttu planes de lucha y de dominación. 

Introduce aquí Figueroa el motivo político, ausente 
de las primeras versiones del poema. La empresa des- 
tinada a entronizar al viejo bando se iden ifica con la 
Santa Federación: 

Seré la restauradora 
Del viejo bando, exclamaba, 
Y a mi dominio sin traba 
Llamaré. . . Federación. 
Federación, Patriotismo, 
Constitución... vanos nombres! 
He aprendido de los hombres, 
Sólo el mando es lo real..» 
Pondré en las aras mi imagen 
Me ensalzará la Gazeta, 
Que a la virtud con careta 
Aplaude el vulgo servil. 

Se incorpora en el lecho, para poner en acción sus 
planes, vistiéndose apresuradamente. La escena en que 



XVII 



se describe la confusión de Malambruna imita un epi- 
sodio de "La secchia rappitta" del Tassoni: 

Incorpora su mole, y se oye el lecho 
Crujir bajo la masa corpulenta, 

Y esperando sacar honra y provecho 
De su plan endiablado, se calienta 

Y arroja con furente desaliño 

Una mano al jubón, otra al corpino. 
La ropa en el desorden y presteza 
En sus trémulas manos se trabuca, 
Ya lleva un escarpín a la cabeza 
Ya ensaya en una pierna la peluca; 
Vístese finalmente» se espereza 
Salta del pabellón la enorme cuca, 
El elástico muelle da un gemido, 

Y queda un pozo en el colchón mullido. 

El motivo recuerda el sobresalto, la confusión de 
los modeneses ante la invasión boloñesa en el canto 
primero del Tassoni: 

II martellar de la maggior campana 

Fe piú che in íretta ognun saltar dal letto, 

Diedesi a Tarma: e chi balzó le scale, 

Qui corsé alia finestra, e chi al pítale; 

Chi si mise una scarpa e una pianelk, 

E chi una gamba sola avea calzata; 

Chi si vestí a rovescio la gonnella, 

Chi cambió la camicia con Pamata: 

Fu chi prese per targa una padella, 

E un secchio in testa in cambio di celata; 

E chi con un roncone e la corazza 

Corve bravando e minacciando in piazza. 

Sale Malambruna al campo empuñando un cuerno, 
reliquia de su difunto marido, a cuyo sonido acude vo- 
lando un enjambre de brujas, quienes celebran consejo 
bajo la presidencia de Satán, 



XVIII 



PROLOGO 



En un cuadrito que recuerda las aguafuertes fantás- 
ticas de Goya y en el que figuran los versos de más 
color y resalte de la obríta, pinta Figueroa el aque- 
larre y los ritos demoníacos. Arenga Malambruna a 
sus huestes, cuya unión estará simbolizada en los gra- 
nos apretados de la mazorca. Aprueba Satán los planes 
de guerra y parte con su legión de brujas a despertar 
a las viejas. Vuelta a su mansión, se arma Malambru- 
na con grotescos arreos de guerra y sale al campo, 
jinete en un asno, que 

En proyectos asninos 

Tal vez piensa también, y corre y salta, 

Sin errar los caminos; 

Sólo el habla le falta: 

Como a otros viceversa, en sus destinos 

Falta el rebuzno, para ser pollinos. 

Describe el canto segundo el armamento de las vie- 
jas, cuyos escuadrones capitaneados por jefes de so- 
noros nombres lucen extravagantes armas y atributos. 
Curt amona con cien sayones de grotescas figuras, Fal- 
comba mandando un batallón de trescientos marima- 
chos, la fornida catalana Arcisona, la beata Piutonina 
que encabeza un regimiento de mojigatas. Salomona 
con sus mazorqueras. . . Muchas aspiran al mando; 
otras se conforman con los empleos y despojos del 
reparto pensando que les tocará gobernar el tesoro, 
regir la aduana, participar de los contratos y abastos, 
o pescar un ministerio o un comisariato».. Encum- 
brada Malambruna al mando supremo, pronuncia un 
discurso en el que parodia la fraseología vaga y exal- 
tada del romanticismo político: 

"Capitanes, les dice, estas legiones 

Que un talismán satánico convoca, 

A una alta empresa a dirigir me obligo, 

¡Vuestro es el porvenir!" ¡bastante os digoí 



XIX 



PROLOGO 



Santa es nuestra misión; de ensueños de oro 
Surge etérea visión, con blanda brisa; 
Maldición y anatema! ya insonoro 
Ruge el volcán, y el caos se divisa". 
A tales frases, el vetusto coro 
Murmura, este demonio en sus relatos 
Nos dice mucho, y nada, entre dos platos. 

Después de una disputa de Malambruna con Fal- 
comba desfila el ejército entonando una canción gue- 
rrera cuya letra es un remedo de los himnos patrióti- 
cos por el estilo de los que Figueroa componía con 
inexausta vena: 

Amor con sus goces 
Nos llama a la lid; 
Juremos, o viejas, 
Gozar, o morir I 

El tercero y último canto relata el armamento de las 
jóvenes y el triunfo de la hermosura. Al abandonar 
el tema bufo, decae el valor literario del poema: la 
evocación del batallón de jóvenes es enumerativa, la 
descripción pálida y sin brío. Venus da la señal de 
alarma al bando juvenil. Comparecen Citerea seguida 
de las Tres Gracias y conducida en un carro tirado 
por dos blancas palomas; no faltan tampoco mil Cupi- 
dillos que revolotean como mariposas.». Las jóvenes 
tienen nombres convencionales: Cloris brilla como 
una azucena; Lesbia luce como una rosa; Violante 
recibe de la diosa del amor un jazmín; desde luego, 
que la azucena es candida, la rosa, purpúrea y pálido 
el jazmín... La capitana maneja el arco de Cupido 
y la lanza de Mavorte. 

Esta cursi mitología, esta retórica arrugada y seca 
como una pasa, aburren pronto al autor, quien pre- 

XX 



PROLO G O 



siente los bostezos de sus lectores y abrevia la descrip- 
ción intercalando una canción guerrera de festivas no- 
ta». La batalla, salpicada con algunos rasgos picantes, 
concluye con la derrota de las viejas que se arrojan 
en tropel a una laguna donde Plutón las convierte en 
riñas. Y el bando triunfador vuelve a la ciudad entre 
músicas y aclamaciones. 

En un ensayo sobre Figueroa, publicado hace algu- 
nos años, llamé la atención sobre la identidad del tí- 
tulo que ostentaban las primeras versiones del p o emita 
con el de una obra italiana del siglo XIV, de Franco 
S aeche tti: "Quatro cantara de le belle donne di Fi- 
renze, e la bataglia fanno con le vecchie". Entre los 
supuestos antecedentes de "La Malambrunaida" citados 
al publicarse en el Parnaso, nadie recordó el poema 
de Sacchetti, del que Figueroa tomó el tema y algunos 
de los motivos esenciales de su composición. Tratábase 
de una obra rara, aunque corría ya impresa en tres 
ediciones recientes: las primeras, incompletas, fueron 
publicadas en 1819; en 1825 el poema íntegro fue in- 
cluido en una colección de poesías de autores italia- 
nos de los siglos XIV al XVIII, editada en Florencia. 1 



1 La Bataglia/ delle/vecc,hie con la giovani/ canti due 
/di/ Franco Sacchetti / publicati per la prima volta / ed 
illustrati / da Basilio Amati / da Savignano / Bologna / 
MDCCCXIX / Pe' Fratelli Mari e Compagno / Con aproba- 
zione. 

La segunda edición, por el mismo Amati, es de Imola, tam- 
bién de 1819, Fue publicada completa en Saggio /di rime/ 
di/ diversi buoni autori/ che fiorirono / dal XIV fino al 
XVIII secólo /Firenze/ Nella Stamperia Ronchi e C9 / 
MDCCCXXV. 

Los datos sobre estas ediciones se encuentran en las Notas 
a la edición moderna incluida en la colección Scritori d'Ita- 
lia/ Franco Sacchetti /La battaglia delle belle donne /Le 
lettereX Le sposteioni de Vangeli A cura di / Alberto Chiari- 
Bari/ Gius-Laterza FigU/ Tipografía editori- Librai / 1933. 



XXI 



PROLOGO 



Franco Sacchetti, conocido por el renombre univer- 
sal de sus trescientas novelas florentinas, escribió su 
poema en cuatro cantos y en octava? reales. Es una 
exaltación, una glorificación de las doncellas de las 
preclaras estirpes florentinas contemporáneas del au- 
tor, las que desfilan por sus versos adornadas con los 
atributos retóricos convencionales y luciendo las ense- 
ñas de los escudos de las casas nobles y eligen reina 
a Constanza, del tronco de los Strozzi. Sacchetti coloca 
su poema bajo la doble y divergente protección de la 
Virgen María y de la Santa Venus. En sus eruditos y 
bellos estudios sobre la poesía de Dante, Carducci ha 
rastreado los antecedentes de esta obra. Algo de la 
poesía trovadoresca, de las Cortes de Amor y las Ca- 
zas de Diana, sobrevive aún en las mortecinas octavas 
de Sacchetti, El Dante mismo pagó tributo a esta moda 
en los serventesios de su juventud que enumeran las 
sesenta jóvenes más bellas de Florencia. Amor es to- 
davía en los versos de Sacchetti una fuente de valor y 
de virtudes caballerescas. Un eco de los versos del má- 
ximo poeta parece sonar en sus estrofas: 

"Amore in cuor villan no ha suo loco"... 

Pero, en la prosaica concepción del autor burgués 
de la Batalla, se diluyen estos dorados recuerdos de 
una edad pasada, y aparecen apenas como pálidas ale- 
gorías de un mundo ya desvanecido de ilusión y de 
magia. Es una obra de transición, degeneración de la 
antigua poesía trovadoresca basada en el culto a la 
mujer y en el concepto místico del amor. Sacchetti 
desarrolla, luego, una idea curiosa y extravagante: las 
viejas de Florencia, movidas por la envidia a la belleza 
triunfante y glorificada, se reúnen en consejo para 

XXII 



PROLO GO 



tramar la ruina de las doncellas;. La reunión de las vie- 
jas tiene lugar en un easerón "cerchiato da ogni bruttu- 
ra"; en torno de ellas, se agolpan para secundar sus 
propósitos, los representantes de la más envilecida 
chusma. Los escuadrones de viejas, como en "La Ma- 
lambrunada", montan en asnos y otras exóticas cabal- 
gaduras, tremolan grotescos estandartes y se movilizan 
con infernal algazara bajo el patrocinio del demonio 
y de Proserpina, esgrimiendo como armas instrumen- 
tos de toda laya: 

"Erario aúnate d'uncínuli raffi. 

Di palé, coltellacci e di ?chedoni v , . . 

Eligen capitana a una bruja llamada Ghisola, una 
"falsa strega invidiosa", que arenga a sus huestes como 
Mal amb runa: 

"Ghisola si levó con un gran tuono, 
E la su a srrostza pai irosa aprine. 
Dicendo: En nome del crudel dimono. 
Silla, Cariddi, e ttitte alirc ruine 
Adempian oggi il nos tro mal volcrc, 
Si ch' ogni ben si possa far cadere". . . 

Los fieles amantes del amor ideal y platónico, 

"Amore é tanto quanto onesía brama. 
Non giá carnal disio..." 

acuden en socorro de las doncellas. 

Se traba una descomunal batalla en la que las viejas 
y sus escuadrones son derrotados, quedando los cadá- 
veres tendidos sobre el campo para pasto de lobos, 
cuervos y aves de rapiña. Así se consuma el triunfo 



XXIII 



PROLOGO 



del amor y de la hermosura y se cierra el poemita de 
Sacchetti, escrito 

**A onta de le vecchie dolorose 
E degli avari tristi smemorati ; 
A bene e pace de le valoróse 
Leggiadre donne e de gli innamorati" 

El tema, la lucha de las viejas contra las jóvenes, 
no es enteramente original de Sacchetti. En la litera- 
tura clásica griega hay un modelo de superior jerar- 
quía. El contraste cómico aparece en "La Asamblea 
de las mujeres" de Aristófanes, escrita para clavar en 
la picota de la sátira las quimeras comunistas de los 
filósofos. Las mujeres de Atenas, disfrazadas con los 
mantos de sus maridos y empuñando sus bastones la- 
cedemonios, invaden una madrugada al Pnix capita- 
neadas por Praxágoras y se adueñan de la asamblea, 
decretando la comunidad de bienes, comunidad que 
incluye la de mujeres y de hijos, como en la república 
platónica. Una de las escenas presenta a una mujer 
vieja trenzada en ruidosa gresca con una joven por la 
primacía en sus derechos al amor. El tema cómico se 
desprende con clara lógica estética de la concepción 
de Aristófanes y se desenvuelve con chispeante malicia 
y desenfrenada obscenidad. El motivo que había rodado 
con soberano impudor y orgiástica libertad sobre la 
escena de la antigua farsa, se convierte, en el desma- 
yado poema del florentino, en una invención absurda 
y sin sentido, rellena de sentimientos convencionales 
y de recursos truculentos. Que para algo Aristófanes es 
un creador genial y Sacchetti tan sólo un prosaico ver- 
sificador burgués. 

Las mujeres guerreras, tan numerosas en la leyenda 
y la poesía grecolatinas, pulularon en los poemas épi- 

XXIV 



PROLOGO 



eos de la Europa moderna. El tema debía tentar a los 
Horneros bufones, valga el epíteto de Hugo en su reso- 
nante manifiesto romántico, que surgieron al agotarse 
la savia del viejo tronco épico medioeval. Por el mundo 
encantado del Ariosto vagan escuadrones de mujeres 
que militan en la andante caballería y luchan con tanto 
furor en los combates de Marte como en los de Venus, 
protagonistas de lances tan peregrinos y lascivos como 
las aventuras de Flor de Lis y Ricardetto del canto 
XXV del Orlando. Las Clorindas, Doralisas, Marfisas 
y Bradamantes emulan las proezas de las Amazonas, 
Pentesileas y Camilas. No faltan tampoco las viejas 
armadas en guerra» Batallones de doncellas guerrean 
en el poema burlesco de Tassoni. Triunfos y vilipen- 
dios de las mujeres aparecieron en todas las literatu- 
ras europeas, desde el declinar de la Edad Media» 

El espíritu travieso de Figueroa tomó directamente 
de Sacchetti el tema de su intrascendente juguete có- 
mico. Aunque se complació en destacar algunas remi- 
niscencias clásicas de su Malambrunada, se guardó 
bien de citar al autor y a la obra de quienes tomó la 
concepción y los motivos centrales del poema. Segu- 
ramente ninguno de sus críticos de 1837 conocía la 
obra de Sacchetti, exhumada hacía pocos años de vie- 
jos códices y que corría en tres modernas ediciones. 



En sus dos primeras formas, la batalla montevideana 
y "La Carlinada", el poema de Figueroa era una sátira 
local en la que hacía intervenir el autor a personas 
reales, como en el triunfo de Sacchetti» Al refundir 
estos ensayos en la versión del Parnaso de 1837, Fi- 
gueroa eliminó los nombres y apellidos de jóvenes de 



XXV 



PROLOGO 



la sociedad montevideana y de San Carlos cuya publi- 
cación hubiera escandalizado al pequeño mundo lite- 
rario y social de la época. Su obra, a pesar de esas pru- 
dentes podas, fue calificada de cínica y obscena. Los 
rasgos groseros y de mal gusto que la afean, saltan a 
la vista. Sin embargo, Figueroa tenía razón contra sus 
impugnadores cuando protestaba que su obra era más 
decente que la mayoría de los poemas fantásticos o 
burlescos famosos, donde toda licencia y chocarrería 
tienen lugar. "La Malambrunada" es un pasatiempo 
inofensivo si se le pone en parangón con las desver- 
güenzas blasfemas de la Pucelle, la enorme y lujurian- 
te obscenidad de Rabelais, las fantasías libidinosas de 
Ariosto, el cinismo del don Juan de Byron o las licen- 
cias del poema trunco, de estupenda riqueza verbal, 
en el que Quevedo rebajó las fabulosas aventuras de 
Orlando al nivel de un cuento apicarado y tabernario. 

Pero, "La Malambrunada" es un anacronismo lite- 
rario. Dijo Figueroa, y juzgó bien con ello el alcance 
de su obra, que ella era no otra cosa que un juguete tri- 
vial. ¿Cuál puede ser el simbolismo trascendente, capaz 
de dar al poema valor humano y permanente? ¿La vic- 
toria de la juventud y la hermosura sobre la ancianidad 
y la decrepitud? Pensamiento tantas veces expresado 
en los viejos modelos de los Triunfos pertenece a un 
fondo de filosofía vulgar, vieja como el mundo, que 
es ya de todos y de nadie. 

En la última versión dio entrada Figueroa a la sátira 
política y literaria. Tardíamente, cuando Rosas y la 
Federación no eran más que recuerdos históricos, los 
abigarrados batallones de viejas que capitanea Malam- 
bruna, aparecieron en las páginas del Mosaico ento- 
nando himnos federales jocosos, por el mismo estilo 
de los que antes el autor escribiera en serio para las 



XXVI 



PROLOGO 



solemnidades cívicas, y la protagonista parodió las 
ambiciones y las simulaciones de los actores del ré- 
gimen desaparecido, A decir entera verdad^ los tiros 
burlescos de Figueroa no se concentran únicamente 
contra la Federación y el sistema rosista. Cuando arre- 
mete contra ellos no eran más que desvencijados mo- 
linos de viento; su burla alcanza también a las asam- 
bleas públicas, a los vanos nombres de ley, unión e 
igualdad, al voto popular, formas todas, para el des- 
creído poeta, de la mentira política que diera abun- 
dante tema para los sarcasmos de sus epigramas y le- 
trillas. Sería un contrasentido suponer al antiguo turi- 
ferario de Rosas hombre capaz de atacar al sistema 
caduco en nombre de un nuevo ideal político. 

También hace burla del romanticismo, o mejor de 
la exaltación y la vaguedad de alguna fraseología de 
los románticos, porque sería falsear los hechos conce- 
der a esas alusiones superficiales y ligeras la jerarquía 
de una sátira literaria contra el romanticismo. Cita al 
azar, sin que se sepa por qué y para qué, a Ducange 
y a Víctor Hugo. 

El romanticismo era el hecho nuevo y Figueroa el 
sobreviviente de un tiempo pasado que, desmintiendo 
la inmortal melancolía de la copla de Manrique, no 
había sido mejor. En literatura como en política, Fi- 
gueroa fue siempre un conservador apegado al statu 
quo y hundido hasta las cejas en la prosa cotidiana 
de la vida. Es, pues, falso y de mal gusto suponer que 
por esos postizos aditamentos su pasatiempo literario 
pueda alcanzar el valor de alegoría de la lucha entre 
pasado y presente. Mucho más falso todavía presentar 
a Figueroa como campeón del espíritu nuevo, siquiera 
sólo en sus versos y circunstancialmente. 



XXVII 



PROLOGO 



Considerada como sátira "La Malambrunada 1 ' ca- 
rece de interés y de sentido. La burla de la vejez, de 
sus aspectos físicos e intelectuales tristes o deformes, 
fue uno de los temas que nuestro Quevedo oriental ex- 
plotó con más frecuencia. El poema está marcado por 
cierto sello de vulgaridad, o, si se prefiere, de insensi- 
bilidad humana y moral. Todo satírico de verdad es, 
por definición, moralista. La sátira social, política, 
literaria, cabe dentro de la mejor tradición de la pa- 
rodia burlesca. Los ejemplares más vivos del género 
conservan interés actual o humano, o por lo menos 
histórico, gracias a la fuerza y empuje demoledores de 
su concepción satírica. La reyerta entre los canónicos 
de una iglesia de París por un facistol que narra Boi- 
leau en "Le lutrin", no es tema capaz de rozar nuestro 
espíritu ni nuestra sensibilidad: la obra es, en defini- 
tiva, de soporífera lectura, a pesar de su frío y acica- 
lado estilo. En cambio, la guerra entre boloñeses y 
modeneses por trofeo tan insignificante como un reci- 
piente de agua no es más que un pretexto para el des- 
borde de una sátira agresiva y multiforme, que se 
rompe en espumarajos alrededor de los hombres, las 
costumbres, las instituciones de la decaída Italia del 
siglo XVII. Juzgó con ligereza Voltaire en su Guerra 
de Ginebra al autor de "La secchia rápita" cuando lo 
apostrofó: 

" j O Tassoni, plus Iong dans tes discours 
De vers prodigue et d'esprít fort avare!". 

El poema eroisatiricómico al que Tassoni se jactaba 
de haber dado ciudadanía en la república de las letras 
no es sólo una parodia bufa de las formas de la epo- 
peya renacentista ya en plena degeneración. Es una 

XXVIII 



PROLOGO 



caricatura de la sociedad italiana del 700, humillada 
bajo la dominación española, de una sociedad que 
había perdido su alma y era incapaz de concebir el 
mundo heroico del Tasso o de soñar de nuevo las fan- 
tasías maravillosas del Ariosto. Al través de sus mas- 
caradas, más allá de las feroces venganzas personales 
que animaron al autor y crearon al estrafalario conde 
de Culagna, su mirada lúcida y burlesca nos muestra, 
con variedad de estilos y en abigarrada confusión, el 
espectáculo de una nación en decadencia, vacía de 
ideales y de aspiraciones superiores. "Si no crea for- 
mas nuevas y vitales, escribe Francisco Mannucci, uno 
de sus editores y críticos modernos, les deja el campo 
libre, triturando las antiguas con el martillo de la co- 
micidad". 

El poema de Figueroa es un puro anacronismo lite- 
rario. Su embotada sátira no hiere a nada y a nadie 
que merezca ser herido. Imita y prolonga a un género 
ya caduco. Toda la obra de Figueroa es eco de formas 
y géneros literarios destinados a desaparecer junto con 
el régimen político y social al que pertenecieron. En 
sus epigramas y letrillas hay más, mucho más, de imi- 
tación de géneros cultivados por los clásicos, que de 
sátira nacida de la observación de la realidad y dis- 
puesta a enfrentarse a ella para aleccionarla y sacu- 
dirla rudamente. 

Los poetas españoles del siglo XVIII habían escrito 
memoriales como aquellos suyos, no desprovistos de 
algunos granos de ingenio, en los que pide auxilio a 
los poderosos de la época para remediar crónicas pe- 
nurias económicas; ya en el fondo del siglo XV espa- 
ñol Menéndez y Pelayo ha iluminado la silueta de 
aquel Antón de Montoro que practicaba la mendicidad 



XXIX 



PROLOGO 



poética, extendiendo las manos pedigüeñas con mano- 
jos de rimas: 

Si vuestro buen remediar 
Non viene con manos llenas, 
HaLrá de ir a acompañar 
A las que Dios faga buenas... 

Las profecías del año por entrar que escribió Fi- 
gueroa tenían asimismo modelos abundantes en las le- 
tras europeas. Ya siglos antes Rabelais había escrito 
los pronósticos pantagruelmos ciertos, verdaderos e in- 
falibles, cuya paternidad atribuía al Maestro Alcof ri- 
fa as. Mientras la sociedad se renovaba en torno suyo, 
Figueroa divirtió sus ocios rimando en "La Malam- 
brunada" una imitación de un viejo poema italiano. 
Fue primero algo así como una crónica local escanda- 
losa por la presencia en ella de personas de carne y 
hueso, a costa de las cuales obtenía fáciles efectos có- 
micos en los corrillos de la ciudad por los que circu- 
laba clandestinamente. Luego fue depurando su obra, 
larga y premiosamente trabajada. Introdujo en ella el 
tema fantástico y de brujería. No era una novedad, 
¡desde luego!, en la literatura universal. Ni siquiera 
en la escasa literatura platense: Echeverría había es- 
bozado en 1832 la descripción de un aquelarre de bru- 
jas en su romántico engendro ""Elvira o la novia del 
Plata". Pero no podrían compararse los versos ramplo- 
nes de Echeverría con las octavas de Figueroa. No vale 
la pena discutir si tomó de Llórente o de cualquier otra 
parte, incluso los libros que cita, los datos en que se 
basó para diseñar la escena. 

Esta tiene pintoresco relieve y acertados toques de 
plasticidad y de color. Las estrofas bien buriladas 
abundan en los dos primeros cantos de "La Malambru- 
nada". Supuesta la índole propia del género, los efec- 

XXX 



PROLOGO 



tos de bufonería son por momentos de buena ley y de 
la mejor cepa clásica. Las partes mejor trabajadas del 
poemita, las más ingeniosas y de más valor artístico, 
el aquelarre del canto primero y los estrafalarios es- 
cuadrones vejestorios del segundo, son las que presen- 
tan más escabrosidades y crudezas; la deformación 
caricaturesca era propia del asunto, como lo es tam- 
bién de la opereta cómica que tiende a lograr efectos 
análogos. 

Zum Felde ha señalado acertadamente que el poemita 
cuyos dos primeros cantos vieron la luz en el Parnaso 
Oriental es en conjunto más armonioso y mejor con- 
cluido que la versión posterior; aunque hay algunos 
aciertos parciales en las correcciones, por ejemplo, la 
sustitución de la peña del bagre por el campo abierto 
como escenario de una parte de la acción. Figueroa 
varió la versificación en sus versiones últimas obede- 
ciendo al influjo romántico; tampoco mejoró con ello 
el poema; poeta fácil y excesivamente fluido ganaba 
Figueroa sometido a la ceñida disciplina de la octava 
clásica. Para vencerla y ayudar a su fantasía, puso a 
contribución lo mejor de su cultura clásica y acertó a 
dar a sus fantásticos cuadritos y evocaciones una rea- 
lidad casi palpable. 

Si crítico tan dotado del don de simpatía por los 
maestros españoles de la edad de oro como Pfandl 
califica de fruslería poética a la Gatomaquia de Lope 
de Vega, a pesar de su ingeniosa invención, de la ele- 
gancia y graciosa soltura de sus silvas, bien puede 
afirmarse que "La Malambrunada" de Figueroa, des- 
pojada, como corresponde, de cualquier sentido sim- 
bólico y trascendente, es nada más que un juguete li- 
terario. Cuando se publicó su primera versión, Acuña 
de Figueroa era ya el representante del tiempo pasado, 



XXXI 



PROLOGO 



ajeno a las ideas, a las aspiraciones, a las Inquietudes 
políticas, sociales y literarias de las nuevas generacio- 
nes. Brisas de renovación comenzaban a orear el am- 
biente de la aldea colonial. Tras la primera emigración 
unitaria, la tormenta política arrojaba a las playas de 
Montevideo los dispersos de una nueva generación, ni 
unitaria ni federal, que buscaba elaborar una doctrina 
propia para alzarla como lábaro de combate. Se rom- 
pían los secos y rígidos moldes del clasicismo de Luca 
y de Juan Cruz Várela que diera su acento a los pri- 
meros himnos y las primeras odas a la libertad y a la 
independencia. Los jóvenes se reunían en salones y so- 
ciedades donde se comentaban libros recién llegados 
de Europa en cuyas páginas bullían ideas que hacían 
vislumbrar horizontes intelectuales desconocidos y bajo 
cuyo influjo proclamaban dogmas de contenido revo- 
lucionario más profundo que el de una revolución po- 
lítica. Al conjuro mágico del romanticismo, la virgen 
naturaleza de América se ostentaba revestida de des- 
lumbrante belleza. Se exhumaban las reliquias del pa- 
sado para intentar por vez primera la reconstrucción 
de su historia, Echeverría proclamaba la misión "so- 
cialista" del arte. La pluma del escritor era un arma 
siempre afilada para el combate. 

En este escenario social sacudido hasta los cimien- 
tos, entre este trágico y fecundo torbellino, Acuña de 
Figueroa, como en los quietos días del antiguo régi- 
men, gastó su más reflexivo y prolongado esfuerzo en 
un poema burlesco, volcando lo mejor de su ingenio 
en las formas caducas de un género muerto, * 

GUSTAVO GALLINAL 

• Publicado en "Revista Histórica". Tomo XVI, págs. 503- 
588» Montevideo. 1948. 

XXXII 



TOMO TÜROKEO 



Se hallará de venta en Montevideo. — Librería del Sr. Don 
Jaime Hernández. 

En Buenos Aires. — Librería de Jus SS. Mompié a Isac, 
calle de la Reconquista 72. 



Al presentar al Pueblo Oriental e¡ Tercer volumen del Par- 
naso, me es grato tributarle las más expresivas gracias por la 
protección que ha dispensado a mi tarea. He Querido hacerme 
acreedor a tan distinguida merced* reuniendo lo que me ha pa- 
recido más digno: si me he equivocado en la elección, cúlpese 
sólo a mi insuficiencia y no a mis deseos, porque éstos han sido 
los de agradar, y para ello no he perdonado sacrificio. 

Me parece haber cumplido el compromiso que contraje, aún 
más allá de mis ofertas, constando este tomo de 334 páginas de 
verso, cuando sólo había ofrecido 320 y a pesar de este aumen- 
to, debo decir: que quedan en mi poder un gran número de 
composiciones métricas que me ha sido imposible registrarlas 
en este volumen, la mayor parte de la distinguida poetisa la 
Sra. D* Petrona Rosende de la Sierra; si apareciere el 4<> 
volumen, en él serán insertadas, como también la conclusión del 
Poema joco-serio del Sr. D, Francisco A. de Figueroa, que 
cierra éste. 

Montevideo, 25 de Mayo de 1837. 



EL EDITOR. 



EL 

PARNASO ORIENTAL, 



GUIRNALDA POÉTICA 



MONTEVIDEO. 



imprenta ORIT5WTAI., — S. Fernanda n» 11* 

1837. 



BC PARNASO ORIENTAL. 



3 



EN EL 25 DE MAYO DE 1836. 

ODA 

Dedicada al Exmú* Sr. Presidente de la República, Brigadier General 
Dom U andel Oribe. 

(Por D. Francisco Acuña de Figueroa) 

Helo al astro bridante ! 
Con qué esplendor del Orizonte sube, 

Y en el docél de rozagante nube 

Se ostenta rutilante ! 
Magestuoso se oncumbfa 

Y el almo suelo de la Patria alumbra, 
Pareciendo que absorto considera 
Su imagen celestial en su bandera. 

Tal con pompa brillo nuncio divino, 

Cuando con pecho fuerte 

Lanzó el bravo Argentino 

El éco grande LIBERTAD ó MUERTE ! 

Que aterrara al León. — A sus campeones 
Allí entre fiero espanto y convulsiones 

Como heridos del rayo 
Los vio qao misino Sol, el Sol de. Mayo. 

Tornan eti sí, y retumba 
Fiero el rugido del León de España 
Del Potosí en la aurífera montaña 

Y en los Valles de Otumba : * 



* Célebre Valle en Méjico, donde las tropas de Huma* Curié* 
lucieron un lio rtible dwtrizo en*l Ejército de lew luiiicir. (¿Vrtft M ' 
Autor) 



£L PARNASO ORIENTAL* 



AI horrendo fracaso 
Es fama que en el alto Chimboraso 
Se vió un fantasma recorrer la sierra 

Y con roncos acentos griiar GUERRA! ( ! 

Crece el furor, y crece el ardimiento, 

Y al éco de venganza 

De furores sediento 
Empuña Marte la ominosa lanza ; 
Hace rodar el carro furibundo, 

Y a! descender estrepitoso al mundo 

Retiembla el alto Cielo 

Y se inclina su bóveda hasta el suela 

Como eléctrica llama 
Cunde en los libres el celeste rayo 
En tanto que á los hijos de Pelayo 

Igual rencor inflama ; 

Así con varia suerte 
Vaga la destrucción, vaga la muerte, 
Cual si la Patria fuera, en su amargura, 
A sumirse en su inmensa sepultura. 

Todo es furor y sangre.. J Al fin dichosos 

En las playas de Oriento 

Los libres victoriosos 
Postran la ira del León rugiente, 
Que espirante sucumbe á tanto arrojo, 

Y dando contra el suelo con enojo 

La sangrienta melena, 
Clavó las duras garras en la arena^ 

Trozadas sus prisiones 
Se alzó la Patria al disco do la Luna 



EL PARNASO ORIENTAL* 



5 



Con pompa y con honor ; y la fortuna 

Ornó con sus bhzoncB 

AI que hoy yaoe en olvido 
En tierra esclava, y en dolor sumido. * 
Así Icaro en las auras se alucina 

Y paga su confianza con su ruina. 

Mas oh caso cruel ! un pueblo hermano 

Con política ingrata 

En agresor tirano 
Se convierte, y los vínculos desata ! ! 
En la lid detestable victoriosa 
Do quier la Patria fué ; mas ya horrorosa 

Fatídica trompeta 
Empezaba é anunciar torvo cometa. 

En tan mísero estado 
Ay t oh Patria, ya suenan tus prisiones ; 
Ya el Lusitano apresta sus legiones 

A la lid preparado : 

Ya cual fiero torrente 
Se tanzan en los campos del Oriente, 

Y del mar los espacios cristalinos 
Cubre una selya de flotantes pinos. 

Todo cede y sucumbe. — Semiviva, 

Y anegada en su llanto 
^ Vi á la Patria cautiva 
Trozado el cetro, y desceñido el manto : 
Ora abatida en triste desconsuelo 
Las manos aherrojadas alza al cielo : 

El* ! SeB^r D, Jopé Artiga*, primor Gfln*ral que lavo la Patrio, 
primer garojieon de su libertad, (Nota del Autor.) 



& 



EL MftfTASO ORIENTAL* 



Ora con honda ira 
Por un heroico vengador suspira. 

Nneve veces c» vano 
Opaco el Sol do Mayo oyó sus prccef r 
Y las tristes Hyadas nueve veces 

Inundaron el llano 

Con su urna inagotable, * 
Hasta que e) héroe invicto é indomable 
Que saltó á nuestras playas el primero 
Pué ef anuncio de muerte al estrangero. 

Lavalleja inmortal ! Tu „ombre y fuma, 

Y la de mil valientes 
iQue allí tu ardor inflama 
Respetarán atónitas las gentes, 
Cese ya el ostracismo * ven dichoso 
Como nuevo Temístocles virtuoso, 

No quiera el hado insano 
Hacer de un Escipion un Coriolano. # * 

¿ Y quien los altos hechos 
De Rivera dirá cuando animoso 
Vibro en Haédo el brazo poderoso? 

O bien cuando deshechos 

Los fieros escuadrones 
Del potente opresor, salvó á Misiones ? 
¿ Quien al estrecho verso circunscribe 
La inmensa gloria del excelso ORIBE ? 

* Ln» Ityadap, hJjia de Allaa y de EUieria, lloraran tanto la 
muerto de eu hermano Hyap, que loa Dín*e-> íhs Iranífonnamn pn as- 
ir^ lluvioso?, y presiden á nierta esiaeton de) ailo. (Nota del Autor.) 

Esta Oda fué hecha en Mayo dd 1830, hallándose emigrado en 
B jeno* Aires el 8r. General La val I ej^, (Del mismo ) 



EL PARNASO ORIENTAL. ' 

No mas tremendo ante Ilion armado 

Se vio Aquíles furente 

Cuando acia atrás turbado 
Volvió el undoso Xanto su corriente, 
Que en Sarandí se viera, y en e! Cerro 
Aquel héroe blandir el duro hierro : 

El hierro que en sus manos 
Será siempre el terror de los tiranos. 

Oh Sarandí glorioso ! * 
La falange Oriental en tu rivera 
Destruyó á los valientes : allí fuera 

El choque «anguinoso, 

Allí el lidiar tt emendo, 

Y hubo cabeza que con golpe horrendo 
Dividió desús hombros la cuchilla, 

Y fué á espirar sobre la opuesta orilla. 

Con mas furor en Jtuzáingo á mares 
La sangre so derrama, 
Allí Branzen, Bezares, 

Y otros, logran muriendo eterna fama. 
Fatal Mavorte que dó quier invade 
Siembra el espanto; y porque no se apiade 

En tan tremendo duelo 
La muerte con sus alas tolda el cielo. 

Al fin cual nueva estrella 
Se alza la Patria libre : ya en su solio 
De la Ley en el sacro Capitolio 

Preside Thémis bella ; 

* Acción memorable ganada por ni Sr. G?nernl Lwalltsja; dontln 
también ee halló el Sr. G mcral 1>. Manuel Ohibe, (Mi 'a del autor) 



8 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Nacer ciudades véo, 
Se fomenta el saber, se nlza un Liceo, 
Y el alcázar tonante de Belona 
Es el vergél de Céres y Pomona. * 

Viéronse en él los Lusos ostentando 

Sus relucientes mallas, 

O el bronce fulminando 
O cual sombras vagar en sus murallas; 
De cañones, de brutos, y de gente 
Gimió oprimido el levadizo puente, 

Mas boy ya transformado 
Es templo á la Abundancia consagrado. 

Ese arco que en la altura 
Domina por su forma prominente, 
Fué la mansión fatal, do el delincuente 

Entre horror y amargura, 

O el heroico patricio 
Esperaron la hora del suplicio, 
Parece aún que vagan en su techo 
Tristes gemidos que lanzara el pecho* 

De allí salió al cadalso el atrevido 

Que en deserción honrosa 

Se viera sorprendido 
AI ir acia la Patria, acia la esposa ; 
Víctima inulta! ! en tan amarga pena 
Grabó haciendo cincél de bu cadena 

Con pulso mal seguro 
El triste adiós /♦♦.. en el espeso muro. 

* Alusión ¿ la CiücMela transformada últimamente en un magní- 
fico Mercado público, (Nota del Autor.) 



EL PARNASO ORIENTA!/. 



9 



Todo do quier florece ; 
El numen que produjo al sacro olivo 
Nos cubre con su egida, y el cultivo 

A las ciencias ofrece/ 

Aquí el árbol frondoso 
De Libertad se eleva, y delicioso 
Fructifica feliz porque recibe 
Cuito y respetos del invicto ORIBE. 

Con su hálito fatal jamás la envidia 

Sus laureles marchite, 

Ni con baja perfidia 
La adulación acia el error le excite, 

Y tú, 6 Sol, que al Oriente patrocinas 

Y á su nave entre sirtes iluminas, 

Deja que con acierto 
Entro Scyla y Caribdis llegue al puerto. 



T031 3 



EL PARNASO ORIENTAL, 



EN EL 25 DE MAYO DE 183t>. 




ror 9¡ Dr. D. Carlos G. Villademor*, 



CORC 

Soldé Mayo, tu luz refulgente 
¿I la tumba del héroe airije, 
y las letras eternas alumbra. 
Que laglona en su lápida escribe. 

Haz que el hijo, en los huesos sagrados 
De su padre se goce orgulloso, 
Que allí estudie del hombre los fueros, 
De los cielos el don mas precioso. 
Que allí aprenda a* morir ó ser libre 
A empuñar el acero ominoso, 
Pero grande, de palmas cubierto. 
Cuando el pais le donó, en su socorro. 

Coro, &c. 

Haz que traiga á au mente agitada 
El recuerdo de siglos heroicos, 
Que compare á los hechos dé Mayo, 
Y mas grandes, esclame, vosotros 
Descendientes del Inca! mayores 
Os mostrasteis, que fueron famosos 



EL PARNASO ORIENTAL. 



ti 



Escipiones, Anníbalee, Bruto?, 
Eq los tiempos de Roma gloriosos, 

Coro, &c. 

A la voz imperiosa que disteis 
A ese grito, a] tirano espantoso 
La opresora cerviz endereza 

Y se observa vencido ya y solo. 
El gran dia de América truena, 
Parte el rayo é hiriendo al coloso, 
En mil partes sus miembros divide 

Y ora yacen envueltos en polvo. 

Coro, &c* 

A esa voz imperiosa, los hijos 
De Capac,con la carga agoviados, 
Lanzan gritos de rabia, y conmueve 
Al Eterno su noble entusiasmo. 
EL carcax á sus hombros, la pica 
Otra vez del indígena al brazo 
Recostada se mira, y espera 
Con robusto talante ei estríigo. 

Coro, &c. 

Otra vez la montana escarpada, 
Otra vez las llanuras de Arauco, 
Ven la sangre correr á torrente?, 
Ven al indio do sangre empapado. 
Todavía á la voz del combate 
Muestra cí bárbaro indómito alzado 



12 



EL PARNASO ORIENTAL, 



El pujante bastón de la guerra, 
Que sintiéran Valdivia y Pizarra 

Coro, &c» 

Mas ahora el esfuerzo, corona 
Del Dios grande la benigna mano, 
Y en mil partes un grito se eleva, 
En mil partes resuena, triunfamos. 
Manes nobles que esconde el sepulcro l 
A gozar de las lucos de Mayo 
No podéis ya venir, mas los héroes 
A otros goces están reservados. 

Coro, &c. 

Entretanto, si ol canto algún din 
De Aqucrón la rivera ha pasado, 
De alabanzas y gloria resuenen 
Por vosotros los Elíseos campos. 
Allí vaya a cubriros la palma, 
Caiga allí en las cabezas el lauro, 
La corona que tejen ansiosos 
Vuestros hijos y riega su llanto. 

Coro. 

Sol de Mayo,, tu luz refulgente 
Ala tumba del héroe dirije, 
Y las letras eternas alumbra 
Que la gloria en su lápida escribe. 



tL PARNASO ORIENTAL» 



13 



A LAS ORIENTALES 

EL DIA 25 Dfí MAYO DE 1606. 



Por la Sra. Da. Petrona Rotende de la Sierra» 



Jíoy es vuestro dia, 
Domas Orientales, 
Lucid vuestras gracias 
Y elegantes tulles. 

Pasead por loa prados. 
Hermosead las callea, 
En risas y gozo 



El canto festivo, 
El baile, el teatro, 
En el Veinticinco 
Ostenten su encanto* 

Coro, &c. 

Este dia grande 
El sécso festeje, 
Pues también el séeso 



HIMNO. 



3& 



Coro. 




t-ibcitad le debe; 



EL FARNAS0 ORIENTAL* 



Hoy los vuestros lazos 
Estrechad activas, 
De amistad constante 
Con fraternos vivas. 

Coro, &c. 

El amante pecho 
En patriota llama 
Arda el Veinticinco, 
Deleitando el alma ; 
Pues que el SOL benigno 
Os brinda obsequioso 
Las luces de Mayo 
En paz y reposo. 

Coro, frc. 

Recordad ufanas 
Que respiráis libres 
Las suaves esencias 
De Mayo en sus timbres 
Mirad sus trofeos, 
Cantad sus victorias, 
Y oid á la Fama 
Cantando sus glorias. 

Coro, &c. 

Mirad á ta Patria 
Sus dichas gozando, 
Con airosa planta 
Coronas hollando : 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Vedla ya en su templo 
Elevando altares 
A Astréa y Minerva 
Diosas tutelares. 

Coro, &c. 

Ved al Dios guerrero 
Del templo arrojado, 
Desceñido el "hierro* 

Y el broquel trozado ; 
Mirad enlutada 

Y en lúgubre llanto 
A la vil discordia, 
Transida de espanto. 

Coro, &rc. 

Ved á la anarquía 
Sagaz ocultando, 
Las sierpes que rije 
Con nefanda mano : 
Hoy, en fin, confusos 
Mil séres tiranos 
Yacen abatidos 
A la luz de Mayo. 

Coro, &c, 

Ved que vuestros padres 

Y esposos amados 
Por este gran dia 
Libres se miraron : 



EL PARNASO ORIENTAL^ 



Peí férreo yugo 
Todos se escaparon, 

Y en voz unisona 

SER LIBRES JURARON* 

CORO^ &C. 

Este juramento 
Todas repitámos, 
El faustoso di a 
ue libres loámos : 
amas Orientales 
Hoy es vuestro di a; 
Lucid vuestros talles 

Y gracias divinas* 



EL PARNASO ORIENTAL. 



17 



DECIMAS. 

(Por D. Francisco A. de Figueroa) 
« 

Cuando con doble Canción 
Canta Safo al Sol de Mayo, 
Hiere un eléctrico rayo 
Las fibras del corazón, 
Tal numen y elevación 
Do quier en bus versos brilla. 
Que de Aganipe en la orilla 
Gritó la turba confusa, 
Esta es ¡a décima Musa 
O la octava maravilla. 

Entre giros y figuras 

La veo elevarse al ciclo, 

Cual mira absorto el mochuelo 

Al águila en las alturas, 

Allí las centellas puras 

Robó al fuego celestial, 

Y esclamó Jovc inmortal 

Con voz que las auras htende. 

"Esta es PETROJVjÍ ROSENDE. 

"Esto es la SJFQ QRfEJVTJL ! ! ! 



TOM 3 



FX PARNASO ORIENTAL, 




AL ASOMARSE EL SOL DEL 25 DE MAYO DE 
(Por D, L de M.y 



Coro. 

Hoy al Sol luciente 
La América ameno \ 
Jazmín y azucena 
Tribute obsecuente. 

Ya asoma el reflejo 
Del Astro brillante, 

Y el libre, incesante 
En jubilo esté : 

Su dorado carro 
Ya su curso empieza, 
Ya naturaleza 
Ri sueña se vé. 

Coro, &c. 

El canon fogoso, 

Y Euterpc armoniosa. 
Ta salida hermosa 

Va anuncian, oh Sol ? 



EL PARNASO ORIENTAL» 



Y grata fragancia 
Los prados de Flora 
Rinden á tu aurora 
Y hermoso arrebol. 

Coro, &c* 

Filomena bella 
En dulce concento, 
Saluda el momento 
En que tu luz viéra ; 

Y la hija de Féba 
Su antorcha apagando, 
Solo á tí rayando 
Deja en alta esfera. 

Coro, &c. 

Naces magestuoso 
Del Plata en la cumbre, 
Desde dó tu lumbre 
Llega á electrizar, 

Al hijo de Oriente 
Hoy de honor enchido ; 
Mientras abatido 
El déspota está. 

Coro, álc* 

A este Pueblo hcróico ; 
Dó opaco luciste 
Un dia, y le viste 
En grillos gemir, 



EL PARNASO ORIENTAL. 

Hoy con faz serena 
Ves su frente ornada 
De palma alcanzada 
En reñida lid. 

Coro, &c. 

Tus rubios cabellos, 
¡Fébo luminoso ! 
El Orbe espacioso 
Doran por igual : 

Pero preeminente 
En tu luz suntuosa, 
La región hermosa 
Del Plata Oriental 

Coro, 8rc. 

De oliva á la sombra, 
De Oriente el nativo 
Descansa apasivo 
En dicha y quietud : 

Cada pecho, un muro 
Forma impenetrable, 
Al férreo excecrable 
De la esclavitud. 

Coro, &c 

De Libertad, el arbo! 
Sagrado y frondoso, 
Conserva precioso, 
Conserva feliz : 



EL PARNASO ORIENTAL. 

Feliz á sus hijos 
Que lauro obtuvieron, 
Cuando á sus pies vieron 
La indigna cerviz* 

Coro, &c. 

De Hébea las ninfas, 
i Oh astro radiante ! 
Guirnalda fragante 
Te ofrecen, y amor : 

Y mil himnos patrios 
Por do quier cantando, 
Irán celebrando 

Este día de honor. 

Coro, frc. 

Y de ésta mi Patria 
El nombre preclaro 
Luce en MAYO caro 
Con amenidad : 

Pues que ya sus hijos, 
En su fiel regazo, 
Diéronse el abrazo 
Do fraternidad. 

Coro, &c. 

Desde el alto Empíreo 
Dó reinas suntuoso 
Vela cuidadoso 
Por Ja Libertad : 



EL PAIWASO ORIENTAL. 

Y eii mis compatricios 
Haz que torne luego 
Aquel sacro fuego 
De unión y amistad. 

Coro. 

Hoy al Sol luciente 
La Jlmérica amena, 
Jazmín y azucena 
Tribute obsecuente. 



FX PARNASO ORIENTAL. 



23 



OCTAVAS. 

Por D. Francisco A, de Figueroa. 

En la exhibición teatral á beneficio de la Sra. Justina Piaccenlim, 
Cantatriz <te nuestro Coliseo» 



1* 

Pueblo noble del mundo admirado, 
Generoso, leal, y valiente, 
Que en la esfera con brillo fulgente 
Resplandeces estrella Oriental : 

Goza, goza deMauro sagrado 
Que tus sienes augustas corona, 

Y publique Minerva y Belona 
Tus virtudes, tu gloria inmortal. 

Hoy Justina rendida te ofrece 
Esta fiesta que aceptes propicio, 
Ella forma su gran Beneficio, 

Y es la ofrenda que pone en tu altar : 
Beneficio será si merece 

El honor de tu noble asistencia, 
Beneficio si obtiene indulgencia. 
Beneficio si logra agradar. 



EL PARNASO ORIENTAL. 

3 ? 

Si m¡ voz con anhelo pretende 
Los encantos de Euterpe y Talía, 
Si gozosa á la dulce armonía 
Me dedico con ansia y ardor : 

Nunca un fuego mas vivo me enciende, 
Nunca el pecho tan grato se inflama. 
Como cuando con himnos proclama, 
Pueblo heroico, tu gloria y honor. 

bal ve, oh Pueblo grandioso, dó quiera 
Que la euerte arrebate a Justina, 
No es posible memoria tan fina 
De mi pecho poderla estinguir : 

Mas que digo primero quisiera 

Que sensible en la tumba me llores, 
Quiero siempre cantar tus loores 
Y en tu seno gozar y morir. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



AL FAUSTO DIA 

DEL 

EXMO. Sa. PRESIDENTE DE LA REPUBLICA, 

BRIGADIER GENERAL 

DON MANUEL ORIBE- 



HIMNO. 

Por D. Francisco A. Je Figuerca. 



El Ciclo 
Con bellas 
Estrellas, 

LUCÍ6 ; 

Y el numen 

Escribe 

Oribe 

Nació, 

La Patria 
Triunfante 
Brillante 

La sien 
E! nombre 
Pronuncia 

TOK 3 



Que anuncia 
Su bien. 

La noche 
No viste 
Su triste 

Capuz ; 
Que alumbran 
Zafiros 
Con girog 

De luz. 

Un brillo 
Preclaro 
De raro 

Fulgor, 



EL PARNASO ORIENTAL, 



Matiza 
Con galas 
Las alas 

De amor. 

Ya escucho 
Las aves 
Suaves 

Trinar ; 

Y en lira 
Sonora 
Su aurora 

Cantar 

Ya miro 
Las flores 
De amores 
Vestir ; 

Y al astro 
De Oriente 
Fulgente 

Lucir. 

Del aura 
Descienda 
La ofrenda 

De amor ; 
El mundo 
Le ame 

Y aclame 

Su honor. 



Apolo 
Pulsando 
El blando 

Laúd ; 
Al héroe 

Y al dia 
Envía 

Salud. 

El Genio 
Que ampara 
Su clara 

Bondad: 
Al mando 
Le eleva 
Cual nueva 

Deidad. 

Osaron 
Mil fieros 
Los fueros 
Herir, 

Y él solo 
Nos pudo 
De escudo 

Servir 

Si torna 
Nefando 
El bando 
Cruél ; 



ÍX PAllNASO ORIENTAL. 



A Oribe 
Volemos 
Trwnfémos 
Con él. 

A siervos 
Humilla 
Mancilla 

Futa! ; 
A libres 
Abona 
Corona 

Triunfal, 

Si es fuerza 
Muramos ; 
Perdamos 

{Que honor! 
Cual nuevos 
Leónidas, 
Las vidas 

En flor. 

Quien honra. 
Prevenga 
Quien tenga 

Virtud ; 
La tumba 
Reclame, 
No infame 

Salud. 



Prefiera 
Guerrero 
Primero 

Morir, 
Que en torpe 
Cadena 
Con pona 
Gemir, 

Vosotros 
Valientes 
Las frentes 
Alzad: 

Y el himno 
Sonoro, 
En coro 

Cantad.. 

Heroico 
Recibe 
Oribe 

Loor ; 

Y goces 
En calma 
La pata a 

De honor. 

Fortuna 
Que amiga 
Te siga 

J)ó quicr; 



EL PARNASO ORIENTAL* 



Sus alas 
Estienda, 
Defienda 
Tu ser. 

En paces 
En guerra,. 



Por tierra 
Por mar; 

Ensalze 
La historia 
Tu gloría 

Sin par. 



EL PARNASO ORIENTA!. 



29 



Por D. Prancitco A. de Figueroa. 

Í VIVA £L SBÑOH PRESIDENTE DE IVA REPVBLIOA. 

nOJV JUjIJVUEL, ORIBE! 

VIVA!! * 

Sí ciudadanos j venturoso viva 
De nuestra patria el hijo predilecto, 
El inmortal ORIBE, en cuyas sienes 
Inmarcesibles lauros puso el cielo. 
Viva el bravo campeón, que denodado 
En Sarandt con gloria, y en el Cerro 

Y en cien combates, con heroico brazo 
Alcanzó inmenso honor. — Los libres vieron 
El Sol que tremolaba en su bandera 

A las estrellas eclipsar venciendo, 

Y del verde estandarte transformarse 
Las esmeraldas en rubí sangriento. 

Mas sublime en la paz, y mas grandioso, 
Que ciñendo el laurel de Marte fiero, 

* Eeta Oda fué recitada en el Teatro en una función de aficiona. 
¿os, que celebraban con una exhibición teatral el cumple-años del 
&xino. Sr. Presidente do la República. Uno de el loe debia dar la voa 
de— Viva el Exrm. Sr. Presidente, <fr,a— y después de cata entra 
la.de— Sí, Ciudadanos. 

El Editor. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Hoy la Nación le admira, y fiel le aclama 

Su gloria y sus destinos presidiendo, 

Para salvar la Patria, revestido 

De la gran suma del poder supremo, 

Nunca mas inviolables se guardaron 

De nuestras Leyes los sagrados fueros. 

De sus bellas virtudes el tesoro 

Brilla en todo esplendor. „ ♦ . Allí le vernos 

Cual Numen Tutelar la bienandanza 

En torno difundir ; y siempre excelso 

Con sencillez republicana y noble 

Ser sin ostentación, grande y modesto : 

Alas todo le realza. . . .y si desdeña 

La vana pompa del mandón soborvío ; 

Si al entusiasmo popular se esquiva, 

Es como el Sol que a su Cénit subiendo 

Cuanto mas se retira y disminuye, 

Tanto mas resplandor tiene, y mas fuego. 

¿ Y quien no habrá de amar al héroe digno 

Por su excelsa virtud ? Sí, lo amaremos 

Hasta exhalar la vida en su defensa..., 

Y de esta ofrenda del amor eterno,. 
Es ara digna el corazón constante* 

Y templo puro el ardoroso pecho ! 
También esos valientes que animosos, 

Corrieron á la lid esos guerreros 

Que impulsados de afecto indestructible 
La dura muerte y su furor horrendo 
Osaron afrontar Todos le amaban, 

Y por las Leyes, y por él murieron ! ! 
Murieron, sí ! i\las cu la tumba fria 
'Val fosfórica llamad patrio fuego 



EL PARNASO ORIENTAL. oí 

Reanima sus manca ; y allí amando 
En ]a funérea ofrenda de su afecto, 
Es el altar su polvo inanimado, 

Y su sepulcro pavoroso, el templo ! 

Viva pues voces mil, el fausto dia 
Que hoy entusiasta solemniza el Pueblo, 
El dia que recuerda aquel dichoso 
En que los casos del futuro viendo, 
Para ser de la Patria firme atlante 
Tan soberano don nos mandó el ciclo. 
Hiendan Jas miras los alegras himnos 
De las ninfas do Oriente; y con estruendo 
Cual nuncios de placer, do quicr se escuchen 
Alegres vivas repetir los ¿eos. 

Y vosotros también, hijos de Marte, 

Que en los combates con marcial denuedo 
Seguísteis por la senda que glorioso 
Os alumbraba su fulgente acero; 
Vosotros, ciudadanos, que á sus glorias 
Supisteis contribuir, y que á su cgcmplo 
Del patriotismo y cívicas virtudes, 

Hacéis digno biazon Todos ;í un tiempo 

Con la efusión del alma enardecida 
Repetid ante el mundo, y ante el ciclo, 
Viva la Libertad, vivan las Leyes ! 

Y viva ORIBE, protector del Pueblo f r 



EL PARNASO ORIENTAL* 



ODA 

Por el Dr. D. Carlos G* Villademoros. 

RECITADA EL 17 DE DICIEMBRE EN UNA FUNCION DE AFICIONADOS. 

** 

Salve Pueblo feliz ! Ennegrecido 
Viste un instante el cielo, 

Y tu ferace suelo 

Un solo instante ha sido 
Del uracan violento sacudido. 

Violento y proceloso ! el orbe entero 

Te observaba rompiendo 

Ominosas cadenas, y al estruendo 

Del bronce postrimero 

Te observaba formando 

Sábia Constitución, y ya marchando 

Con planta m^gestuosa, 

A la cumbre costosa 

Donde viejas naciones, colocaron 

Con su gloria, mil anos que arrastraron. 

No era bastante aqüeso ; era preciso 
Respetar lo pactado, 

Y una vez pronunciado 
El sacro juramento, 

Con la sangre sellar su cumplimiento* 



EL PARNASO ORIENTA L- 



Y sangre se vertió ; mil nobles pechos 
En la Carpintería palpitaron 

Por la postrera vez ; allí dejaron 

Sus miembros corrompidos y deshechos : 

Allí la cristalina 

Agua del río quo su nombre diera 
A Ja fatal batalla, convirtiera 
En turbia y purpurina 
Su corriente abundosa; 

Y un cadáver sobre otro, allí reposa. 

Manes de los leales ! : Cuanto ejemplo 

De virtud habéis dado ! 

Ay ! como se han grabado 

En nuestros corazones 

Tan heroicas lecciones ! 

Sí; cada pecho un templo 

Será á vuestra memoria, 

Que volará de allí para ía historia. 

Recibid entretanto, aquesta prueba 

En mezquino tributo 

A mérito tan alto : él es el fruto, 

Es hijo del ardor ; entusiasmado 

El pecho no iguala, 

Poro afanoso exhala 

La voz de la alabanza; 

Y es cuanto el pecho, en vuestro obsequio al- 

canza. 

Alí Gobierno ilustre, tan dichoso 
En elegir guerreros, 
A quienes los aceros 
Del mando confiasteis ; 

TOM, 3 & 



2 



EL FAENAS O ORIENTAL» 



A tí, que generoso 
Al triunfar perdonaste, 

Y hallar mas bien quisiste desgraciados 
Entro tus enemigos, que malvados ; 

A tí, loor y gloria repetida, 
Te tributa la Patria agradecida. 

Y vosotras, oh bellas del Oriente, 
Por quienes ardoroso 

El guerrero fogoso, 

El pecho latir siente : 

Vosotras que al valiente 

Ceñís la espada, con que lidia y vence : 

Tejed, tejed hermosas, 

De laurel y de rosas, 

Coronas para aquellos 

Que á vuestros ojos bellos 

Y á vuestros pies volvieron : 

De luctuoso ciprés, á los que fueron. 




EL PARNASO ORIENTAL. 



35 



AL SOL DE JULIO. 

ODA 

Por D> Manuel Araucho. 

iSSz> 

[. 

Brillante antorcha de la faz viviente ! 
Tu ser nítida, hermoso 
Alumbra con el rayo omnipotente 
Al Oriento dichoso. 

Dorando el bosque y las amenas vegas 
De nuestra Patria amada, 
Nos das la luz que niegas 
A la mansión obscura y contristada 
Del esclavo infeliz des talleciente 
Aprisionado en torpe tiranía ; 
Y tu calor fecunda eternamente 
De la Patria Oriental la< lozanía. 

¡ Oh Sol de Julio ! \ Obláropara divina 1 
Aparece esplendente 
En las grandes regiones que domina 
Tu carro refulgente. 
El ámbito do todas las Naciones 
Lustre tu faz preciosa ; 



36 



EL PARNASO ORIENTAL, 



Las pesadas prisiones 
De la Patria de esclavos numerosa, 
Que hoy oprimen los déspotas insanos 
Trozadas mires arrojar al viento ; 

Y el grito : • se acabaron los tíranos " 
Llegue desde la tierra al Firmamento. 

III. 

No de otra suerte en Julio venturoso 
Alumbró sol radiante 
Al gran Pueblo Argentino valeroso 
En Tucuman triunfante ; 

Y después de tres siglos de penuria 
Alzó el éco sagrado 

Contra el solio del Turia 

Quo le oprimió orgulloso y despiadado. 

Cundió la voz flamígera y augusta 
De "Libertad" por el antigno Mundo.... 
¡ Voz celestial que al mercenario asusta, 

Y aJ preso débil torna en iracundo ! ! 

IV. 

El éco truena en los patricios lares 

Y en contorno retumba. 

Alia en el otro lado de los mares 
Un trono se derrumba ; 

Y de América pingáe y generosa 
La esclavitud funesta 

Se ahuyenta pavorosa. 

¡ Vedla que enseña de lamcl enhiertra 



El* PARNASO ORIENTAL 



37 



Al proclamarse libro en el instante 
De todo el Universo? erguida frente ; 

Y jura valerosa y arrogante 

O morir, ó vivir Independiente. 

V. 

La dméríca del Norte soberana 
So ostentó en Juko augusto ; 

Y Buenos-dires el terror y el susto, 
En su aurora lozana? 

Esparció entre las huestes del Britano* 

Igual en Juko vence 

El Liberal Hispano. 

Sobre el cristal del Rio Bonaerense 

Brown marino de América famoso, 

Que al peligro y horrores desestima? 

Triunfa del brasilero valeroso 

Y en Julio triunfa Sm-Mariin en Lima* 

También ¡ oh Sol de Julio ! tu luz pura 
En la márgen del Sena 
Disipó de la Francia la amargura? 

Y rompió la cadena 

Que del décimo Cárlos toleraba 
En silencio horroroso. 

Allí al Francés hablaba 
Luis Felipe con éco magestuoso 
Incitando á venganza su cor age ; 
» Al arma Compatriotas ! (él decía) 



38 



EL PARNASO ORIENTAL. 



» j Habrá quien sufra e! inaudito ultragc, 
» Y aun mas respire en servidumbre impía ? 



» Romped, hombrea opresor eae yugo 
}) De esclavitud amarga, 
n Y aniquilad a) mísero verdugo, 
w Que en servidumbre Jarga 
n Tantos años os tiene sumergidos- 
n Partid esa cadena 
n Que arrastráis aflijidos ; 
n Y alzando el éco que los aires llena 
" De Libertad, veréis como fulmina 
w Asoladora la terrible Parca 
n El rayo de venganza con que arruina, 
n Y estalla en el sitial de ese Monarca. n 



Y estallo. . . .Ycl destino inescrutable 
De Francia antes opresa, 
En página dorada e inmutable 
Esculpióla grandeza. 
Desde entonces, ¡ oh Sol ! al vislumbrarte 
El libre de aquel suelo, 
Se postra á contemplarte 
Cruzando la ancha bóbeda del ciclo; 
Y estático' te adora y reverente 
De placer inefable poséido, 
Hasta que tu áureo globo reluciente 
En Insolas del mar se haya escondido. 




VIL 



VIII. 



EL PARNASO ORIENTAL. 3fí 

IX, 

El Oriental en Julio vé elevarse 
También el monumento 
A la Constitución sábia ; y prestarse 
Este fiel juramento : 

* Antes exhale nuestro ser la vida, 
» Y hasta el último espire, 

}) Que en la Patria querida 

H Algún trono despótico se mire ; 

} > Y sobre todos Dios omnipotente 

* Un rayo destructor primero vibre. 

" Que el Oriental no viva independiente, 
w Que el Oriental no muera heroico y libre. » 



40 



EL PARNASO ORIENTAL. 



25 DE MAYO. 

Por la 8ra. Da. Petrona Rotende de la Sierra. 

¡Día de gloría ! que en recuerdo grato 
Haces respire el patriota pecho !.... 
Sigue propicio deleitando el alma 
Que te venera. 

De las victorias precursor fuiste, 
De los tiranos terror y espanto, 
Porque su orgullo siempre humillaste 
Constante y fuerte. 

Al acercarte de horror trancidas, 
Sus fieras huestes se desmayaron, 

Y Jos alfanges trémulo el brazo 

Ya no movían. 

Y si arrojados por brío ó saña 
En las batallas triunfar quisieron, 
Yertas falanges ó dispersiones 

Tú presenciaste. 

Tú viste ufano trepar los Andes 
Al génio osado del héroe invicto, 
Que en cien combates venció al Ibero 
A tu luz pura. 



EL PARNASO OLUEKTAL, 

Mi cara Patria libre blazona 
Porque a tu egida trozo. sus grillos, 
Trozó diademas, tomo laureles* 
Que orlan su frente. 

Yo te ví activo colmar de lauros 
A los campeones que libertaron 
A los que esclavos tristes gemían 
En duros hierros. 

Faustos anuncios, triunfos, victorias, 
Canto ia Fama de polo á polo ; 
En blanco mármol, en bronce escrito, 
Se vé tu nombre. 

Absorta Europa miró tus glorias : 
Al suelo Indiano absorta dijo : 
Gozad por siempre el don precioso 
Que habéis ganado. 

El trono mismo que fue TIRANO 
En solio JUSTO hoy convertido 
Tus altos triunfos ya RECONOCE 
Con faz risueña. 

Mira, en Oriente, cuan son felices 
Sus bravos hijos por tu prestigio ; 
Pues á tu nombre todos se inflaman 
En fuego patrio. 

Mira al anciano que ha envejecido 
En los combates contra el tirano, 
Aunque se mira sin » subsistencia, * 
Pobre se goza. 

3 



42 



EL PARNASO ORIENTAL, 



Mira los jóvenes, como fogosos 
A tus trofeos himnos entonan, 
Porque á tu influjo saben que fueron 
Libres sus padres. 

Oye á los niños, que en el regazo 
Son adormidos, en su dialecto 
Ya pronunciando al Veinte y cinco 
Vivas gracias. 

£1 Etiope que esclavo llora 
Hoy con los libres su voz levanta, 
Víctores dice al dia grande 
Con labio alegre. 

Los hombrea libres de otras regiones 
También te rinden sus homenages ; 
Por holocaustos hoy te presentan 
Gratos sus pechos, 

j Oh si mi lira fuera templada 
Por el Dios mismo que el Pindó mora ! 
¡ Cómo cantara tus faustos timbres 
Con voz excelsa ! !..., 

Mas ya que k tanto llegar no puedo 
Mi débil pecho, recibe ¡ oh dia ! 
Los sentimientos del amor patrio 
Que tú me inspiras. 



me 



EL PARNASO ORIENTAL. 



ODA. 

A! ccrrtrso loa trabajos parla rnen la rioa de la 2 X Legislatura 
Constitucional. 

{Por D. hidoro de María.) 

Cumpliéronse tus votos, Patria mia*..! 
Férreo y nefando el siglo ya pasára : 

Y la prójonio cruel que te oprimía, 

¡ Cuan en el día temblara 
fin que los hijos tuyos 
No ya como los suyos 
En grillos existieran ; 
Pues la muerte á sus grillos prefirieran. 

De Libertad! el grito sacrosanto 
Con ardor entusiasta se entonara ; 

Y fué tal el terror, tal el espanto 

Que al tirano causara, 
Que tembló el trono Ibério ; 
Y ante el nuevo hemisferio 
De la América aména 
Bamboleó su cetro y su diadema. 

En valdc opuso falanges numerosas 
Al furor patrio del hijo del Oriente, 
Que supo veces mil alzar gloriosas 
Con mano prepotente, 



1 



EL PARNASO ORIENTA Ih. 



Tus banderas doradas ; 

Y que viera humilladas 
Las protervas legionés 

Que remachar quisieran tus prisiones. 

Cada Oriental, un nuevo Aquilea fuera 
En la sangrienta lid ; á do su espada 
Sobre opresores solo la esgrimiera* 
Por conquistar la ansiada 
Libertad ya perdida, 
Por darte ¡ oh Patria ! vida 

Y plácida existencia^ 

Y leyes, paz, unión é independencia. 

Empero el dia pasó oto que de Marte 

Rodando la carroza, era teñida 

En la sangre humanal ; y cuando ol arto 

De lidiar en reñida 

Pelea, cual soldado 

En la guerra versado, 

El patriota ejercía; 
Por darte lustre, honor y nombradla* 

Al Imperial, al Luso, y al Hispano, 
Destruyó de tus hijos Ja tizona ; 

Y transmitiendo por el largo Occeana 

De una Zona á otra Zona* 
La Fama vocinglera 
Tu gloria duradera 
Ornarán los anales 
De tu historia, sus proezas inmortales. 

Entonces el saber tomó su asiento; 



EL PARNASO ORIENTAL. 



V auxiliado de Thémis y de Astréa 
Leyes sábias dictó; .y un juramento, 

(Que violado no séa 

De tu prole tan cara) 

Tu suerte asegurara 

En la ságrada Carta : 
Obra digna de Atenas y de Esparta. 

Por lustro y medio tú, bajo su egida 
Venturosa has vivido y admirada; 
Siendo tu ley por siempre sostenida, 
Tu fama conservada; 

Y ofreciendo á tu suelo 
Sus dones con anhelo, 
Céres, Pluto y Minerva, 

Tu lustre inmarcesible se conserva. 

Progresa tu comercio* Y á mil regiones 
En brazos de Neptuno, se transportan 
Tus mas ricas y bellas producciones ; * 

Donde el precio que importan 

Nuevo impulso ic diera ; 

Y que activado fuera 
Cuando vea mejorando 

La gran Dársena á tu puerto blando. 

Mientras el alma Patria se engrandece 
De estos anuncios á la vista grata ; 
Génio del canto ! mi musa hoy apetece 

Y con ahinco trata* 
Do tributar loores 

Pensamiento del Sr. A'Ufe. . y^pTN 




46 



EL PARNASO ORIENTAL. 



A ]o9 Legisladores 
Que el asiento dejaran, 
Donde los Pueblos un dia les colocaran, 

A su celo y prudencia, 

Y á sus luces debemos altos bienes ; 

Debemos leyes, Patria y existencia. 

Ciila Jóve a sus sienes 

De dorada corona ; 

Los hijos de Helicona 

En cantos deleitables 
Do qaicr entonen sns nombres venerables. 

La Nación debe á vuestro digno tino, 
Ver de Supremo Gefe del Estado 
A un Patriota eminente, y su destino 

En sus manos confiado. 

Que conservará dichoso, 

Si ante la ley celoso 

Humilla su cerviz y fuerte pecho, 
Cual su ilustre antecesor lo ha hecho. 

Desde el recinto de legislar, sagrado* 

Al dulce seno de la privada vida 

Ya vais a descender ; ya os ha llegado 

La clausura debida, 

Que la toga dejando 

Y al trabajo tornando, 

Cual otro Cincinato 
Honor de Roma, sed su fiel retrato. 

Fin á vuestras tarcas legislativas, 
Do Junio en 15 el Código poniendo, 



EL PARNASO ORIENTAL» 



Gratos los Pueblos en alegres vivas 
Os saluden diciendo : 
* Pues con nobles afanes 
)} Habéis sido guardianes 
n de nuestras libertades, 

" Vuestra memoria veneren Jas edades 

Ex-Tribunos, salud! — Si en este dia 
El plectro de marfil pulsar pudiera, 
Y dar al canto aquella melodía 

Que el Mantuano le diera, 

Mas dulce os saludara ; 

Mientras eternizara 

El buril mas pulido 
El renombre de ilustres merecido. 



48 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Versos repartidos en una función teatral, exhibida á fines del olio 33 
por varios individuo* que en Noviembre del mismo ano vinieron 
de Buenos Airee, con el objeto de organizar una Compañía Dra- 
mática. Los Líricos poseían el Teatro, y como los Dramáticos 
juzgaron por tal rezón no poder trabajar, pensaron irse, y al 
efecto circularon oorao para despedrad loa versos que siguen. 
Su autor — Hilarión M. Moreno, 



HEROICO JPUEBLO ORIENTAL* 

LOS ACTORES DRAMATICOS, 



¡ Salve, Pueblo de Oriente, denodado ! 
Paladium de la gloria y del civismo, 
Al Pegáso voló tu nombre loado, 
Las Naciones admiran tu heroísmo : 
Admite el homenage, que acendrado 
Os brinda el corazón y el patriotismo, 
De los que por Talía hoy inspirados 
Sus preces rinden ante vos postrados. 



Al cerrar nuestra taréa 
Gratas gracias os rendimos, 
Y si complacer pudimos, 
Nuestro único premio sea 
INDULGENCIA : os la pedimos. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



4Í) 



EL DIES 1RJE. 

TRADUCIDO BS VERSO 

Por D. Francisca A. de Figueroa. 

Con los textos sagrados en que ha fundado sus ampliaciones el 
iraduct©'* 

El limo, Sr. Obispo de Buék js Ayres, Dr. Z>. Ma- 
riano Medrano y Cabrera, por Rescripto de 2 de Abril de 
1835, ha concedido 40 dias de indulgencia por la lectura 
de cada una de estas décimas del Dies Ir ce. 

Diea ira?, dies illa 
Solvet ¿teclum in favilla 

En el día del furor, 
En aquel día temido ; 
Será el orbe convertido 
En pavesas, y en horror ; 
Chocaránse con pavor 

Los astros en fiera lid, * 

Clamando el Angel.... >} Salid 
Sombras del sepulcro helado ! ! 
'Asi lo han vaticinado 
La Sibila con David. 

Teste David enm Syb'Ula. 
* laaia?, cap. 13, veré. 13. 



tom 3 



7 



EL PARNASO ORIEKTAL. 



Qutntua tremor eet futuros, 
Quando Judex eat venturua : 

(M, cwan/o será el temblor 
Cuando el Juez venga iracundo, 
Y sangriento alumbre al mundo 
El sol con triste esplendor!... * 
Envano allí el pecador 
Querrá esconderse en su fosa, 
O entre la turba luctuosa 
A un Dios tremendo evitar. 
Que todo ha de examinar 
Coré rectitud rigurosa» 

Cuneta Mtricíé discuisurus. 

San Matíieo, cap, 24, veré. 29, 
Joé), cap. 2, vera. 31 



Tuba mirum gpargens eonum 
Per sepiliera regionum. 

La trompeta sonará 

Con tremendo eco en la tierra 

Y en los sepulcros que encierra 

Espanto difundirá ; 

En sus cóncavos se oirá 

£1 pavoroso estridor 

De despojos que entre horror. 

Ruedan, chocan, y animados * 

Son por el éco impulsados 

Ante el Trono del beñor. 

Coget omnes ante Thronum. 
S. Pablo 6 loa Corinth, Ep. I», cap. 15, vera. 53. 



*L PARNASO ORIENTAL. 

Mora etupebit et natura 
Cum resurgeL creatura ; 

Atónita la natura, 

Absorta la misma muerte, 

Verán de su polvo inerte 

Alzarse la criatura ; 

Que al mirarse tan impura 

Azorada temblará, 

Y aunque a su lengua pondrá 

El pavor nudos amargos, * 

No hay remedio...! de sus cargos 

Allí al Juez responderá ! ! 

Judicanti responsura. 
Sophomas, cap. 1* veré. 14. 



Líber scriptus proferehir 
In rjuo totutu contiucLur- 

El Libro estará patente 

Donde todo se halla escrito, 

Desde el mas grande delito 

Hasta el mas leve incidente ; 

Allí verá el delincuente 

Su página registrar, 

Y ante el mundo publicar 

Su infamia, su horror, su exceso, 

Porque el libro es el proceso... 

Dó al mundo se ka de juzgar. 

Unde mitndus judtc€lur> 



Apocülíp. cap. 20 vers. H. 



52 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Judex ergo cum eedebit 
Quidquid latet, aparebit. 

Quando el Juez torne su asiento. 
Todo cuanto yace oculto 
Saldrá á luz... y no habrá indulto 
Ni valdrá arrepentimiento ! ! 
Serán suspiros al viento, 
Serán lágrimas al mar í 
Presentes allí han de cstár 
Crimen, víctima, y testigo, 
Y aparejado el castigo... * 
Nada impune ha de quedar!! 

Nü inullum remanehib. 
* S. Math. cap. 25, vera. 44. 



Q'jíd sum, mieer ! tune di churas ? 
Q,uem piltro num rogaturus ? 

Mísero entonces de mí ! 

¿ Qué podré allí responder ? 

¿, A qué protector volver ? 

Si no hay protector allí ! ! 

Al ver del Dios que ofendí 

El semblante airado y duro, 

Al verme manchado impuro, * 

Al resonar las cadenas, 

¿Que he de esperar...? cuando apenas 

El justo estará seguro ! ! 

Cum vixjusíus si¿ sccarus* 

* Job. cap. 23, vers. 15, 



EL PARNASO ORIENTAL, 



Rex tremencte mejestatis 
Qui ealvandoe, salvas gratis, 

Rey de majestad tremenda, 
Qfce á aquellos que has elegido 
Salvas poT piedad.... yo pido 
Que esa gracia á mí se estienda ; 
Doite el corazón en prenda, 
El esta impuro*..., es verdad, 
Mas lávele tu bondad 
Hasta no dejar señales...., * 
Y sálvame en tus raudales 
Fuente de inmensa piedad. 

Sálvame, fons pietatk. 
Salmo 50 p vers. 18.— Idem idem, vers. 3. 



Recordare» Jesu píe. 
Q,uod Bum causa tute via). 

Recuerda, 6 Jesús piadoso, 
Que por mí al mundo has bajado, 
Y no destruyas airado 
La obra que alzaste amoroso ; 
Deja que en llanto copioso 
Apague al rayo inmortal, 
Vé en tu pecho paternal 
Cuantas finezas me acuerdas...., 
Vé tu sangre.... y no me pierdas 
En aquel dia fatal. 

Ne me perdas illa dic. 
Pablo á loe Hebr., Epist. 9, ver*, 14. 



IX PARNASO ORIENTAL. 



Querensme, acdwti Uatus, 
Kedemuti crucem passua. 

En mi biism fatigado 
Te sentaste, u luz de l«z, 

Y al fin sufriendo en la cruz 
Me redimiste enclavado ; 

Y aun no estaré rescatado 
Con precio tan superior ? .... * 
¿ Gozaráste vengador 
Después de ostentarte pío ? 

¡ Ah, no ss pierda, Dios mió, 
Tanta pena, tanto amor ! 

Tantus labor non $ü ca$sus> 

Apoca!, cap. f>, vera. 9. 

ü< Pab. t Epiat. L fl á loa Corinl.h. cap. 6, verg. SO 

» Porque comprados fuisteis por grande precio.» 



Justo Ju<lex uItion¡9, 
Dunum fue reiaisioma. 

Justo Juez de las venganzas, 
Dame por gracia el perdón, 
Y haz que sufra en expiación 
Desprecios, odios, mudanzas ; 
Circundado de acechanzas 
Sienta horror, pena, y dolencia 
Depurando en la paciencia * 
Mis postrimeros instantes; 
Porque así me absuelvas antes 
Del dia de la sentencia. 



Ante diem r adonis. 

láaia?, cap. 30, vers. 1SL 
Uclcaiaeticop caí). 2 vers, o, 



EL PARNASO ORIENTAL, 



Ingemieco tanquaro reua, 
Culpa rubet vuUub meuu. 

Gimo cual reo, el delito 
Cubre mi faz de rubor, 

Y caigo cual yerta flor 
De su vastago marchito ; 
Cantar tus himnos medito 

Y endechas el alma llora. 
Una sombra aterradora 

Se interpone entre los dos ; .... * 
Caiga á tua plantas / oh Dios ! 

Y perdona al que te implora. 

Suplicanti parce, Deus* 

Gereraiafi, Liment. cap. 3, Samech. veré. 24.— ^Pusiste nube 
delante de ti para que no pasase oración" 



Preces mpue non *?unt digna*, 
Sed tu bonus fac benigné. 

Dignas mis preces no son ; 
JUas tú, centro de bondad. 
Harás con benignidad 
Meritoria mi oblación ; 
Cual paloma del halcón 
Perseguida, á ti me entrego.... * 
Triste, herido, ansioso llego, 
Tú ahuyenta a Luzbel de mí, 
Y pues para él no nací.... ** 
JVb arda yo en su eterno fuego. 

Ne perenni creemer igne. 

Salmo 142 vera. & 

San Pablo á los Hora, cap* 14 vera. B. 



56 BL FARflASO ORIENTAL. 



Q'ji Miriam abaolviati 
fct Jatrooum exaudisti. 



Tú a Magdalena absolviste 
Y escuchaste al buen ladrón, 
Tú á la fé del Centurión 
Con ud prodigio acudiste ; .... 
Si Israél lloró, y le oíste 
Renovándole tu alianza,.*.. * 
Yo espero que tu venganza 
Con lágrimas templaré,.... *' 
Pues como me diste fe 
También me diste esperan**. 



* San Math. cap. 8 vera. 13. 
** Exodo cap. 2, veré. 24. 
*** HecL de los Ap. cap* 3 vers. 10. 



Entre tu retiño amado, 

Y de los que has reprobado 
Apártame por tu amor ; 
No en el mar de tu furor 
Dejes tu ira satisfecha.... * 
Cuando en tempestad deshecha 
Mi débil barca se agite, 

Y has que mi naufragio evite 
Poniéndome á tu demha. ## 



* Salm. 6. vera. I. ° 
*♦ San Matheo cap» 25 veri. 33, 



Mihiquoque spem dedistu 



Inter oven locara preifta 
Et ab httdig me aequeetra, 




Statutni in parte dextrá. 



%h PARNASO ORIENTAL. 



57 




Los réprobos que desamas, 
Y que á las voraces llamas 
Se entreguen dando alaridos, 
Ni se oigan roncos gemidos 
Del hondo abismo exhalados, 
Cuando en los coros sagrados 
Resuenen himnos de amor, 
Llámame entonces, Señor, ## 
Con tus bienaventurados. 



* Lib. de la 8abid* cap. 5 vera. 3» 
** San Matheo, cap- 25 vera. 34» 



Con el corazón contrito 
Hasta elpolvo % y mi delito 
Aun no me ha desesperado, 



Me abres los brazos amante; 
Deja, deja que anhelante 
Bañe con llanto tus pies, 
Y si allí espirar me ves, 
Cuida de mi último instante. 



Voca me cum benedictis. 



Oro aupplex et aceito is 
Cor contritum quaei cinis. 





Gfere cvram meifínis. 



* SaJm. 144 veré. S. 



TOH 3 



EL rAUNASO ORIENTAL. 



J.acrinoofia diee illa 
Quá resurget ex;fmlla 
Judicandus homo reus ! 

Dia de llanto angustiado 

En que cual reo el mortal 

De su polvo sepulcral 

Se levante á ser juzgado ; 

Relámpago inesperado 

Te aparecerás, Señor,.,,. * 

Lanzando devorador 

Piedra, torbellino y llama.... ** 

Mus al que rendido te ama 

Perdónalo, 6 Dios de amor. 

Huic ergo parce Deus, 

* San Miitheo, cap. 24 v^re. 27. 
** Isaías, cap. 30 vers. 30. 

Pie Jesu, Domine, 
O Jesús Señor piadoso, 
Si ante tu esplendor brillante 
Con sus alas el semblante 
Cubre el ángel temeroso, 
¿ Cómo los hombres glorioso 
Aquí te gozan, te vén ? .... * 
Será porque tú también 
No has sido ángel y fuiste hombre ; 
Por amor pues de este nombre 
Dales el descamo : Amen. 

Dona eis réquiem : Amen. 

* Su lm. 143 vers. 3. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



39 



8KB 

ELEGIA. 

Por D. Francisca A. Figueroa* 

¿ Cómo es que solitaria está sentada 
La opulenta Ciudad, de pueblo henchida? 
Cual viuda abandonada, 

Y en dolor sumergida, 

De cien provincias la ínclita Señora 
Sin regia pompa, y eulutada llora ! ! * 

Ya se fue la hermosura 
De la excelsa lsraél : sus anchas puertas 

Derrumbadas, desiertas 
Publican su desastre, y su amargura, 

Y en fúnebres querellas 
Gimen sus Sacerdotes y Doncellas. 

A la hija de Sión, ó Dios tremendo, 
Cubrió de obscuridad tu mano airada, 

Porque, á tí desoyendo,. 

Corrió desenfrenada, 
Y al tocar de sus crímenes la cumbre 
Probó aflicción, y dura servidumbre* 

* El fondo do esta estrofa, y las trea b i guie tuca, ca aaci'Jo de la» 
htneotacioaes de Jeremía?. 



60 



EL PARNASO ORIENTAL* 



Sus maros dominantes 
La Virgen de Judá mira enlutados, 

Ni cánticos sagrados 
Resuenan en su Templo.»., Oh caminantes 

Decid, yo os desafio, 
Si hay un dolor, que iguale al dolor mió !! 

Así en Jerugalen desamparada 
Sus ruinas el Profeta contemplando 

Con voz acongojada 

Se lamentaba, cuando 
El Dios de las venganzas porcastigo 
La abandonó al furor de su enemigo. 

Y tú, ó Patria aflijida 
Del contagio cruel : ¿ á quien lamentas ? 

¿ Cómo librar intentas 
Los hijoa de tu amor, cuando estendida 

Miran la espada fuerte 

Y en la respiración beben la muerte ? 

¿ Cómo al Juez vengador en desagravio 
No levantas, ó mísera, tús preces ? 

Mas ay, sellas el lábio, 

Atónita enmudeces ; 

Y el remedio á tu inmenso desconsuelo 
Lo buscas en la tierra y no en el Cielo ! I 

<; No oyes cuan doloroso 
Do quier suena el clamor ? ,~. Allí una viuda 

En su aflicción aguda 
Se abraza del cadáver del esposo 

Le estrecha, y aflijida 
Quisiera con su aliento darle vida. 



EL PARNASO ORIENTA I» 

Aquí una madre on bárbara amargura 
Exhala bu dolor, y delirante 

Con ardor y ternura 

Besa al hijo espirante, 
Que así transmite á su materno seno 
Con el último aliento su veneno. 

Allá gime afligido 
En torno á un atahúd el triste esposo; 

Aquí mas clamoroso 
El tierno infante con acento herido 

Llora, porqueha quedado 
En mísera horfandad desamparado. 

Con fatal estridor cruzar se miran 
Los carros de la muerte pavorosos, 

Que ya cansados tiran 

Los brutos vagarosos ; 
Anunciando su fúnebre troféo 
Los obscuros penachos del arreo. 

Nadie en el ansia fiera 
Osa espirar el aire inficionado ; 

Mas oh inútil cuidado, 
Si de improviso asaltan por doquiera 

Al débil, como al fuerte 
Los feos parasismos de la muerte. 

En la desolación, é inmenso duelo, 
Ya el triste llanto, y queja lastimosa 

Desoye airado el Cielo ; 

Y la muerte horrorosa 
Para tragar mas víctimas, hambrienta 
Su vientre ensancha y su furor aumenta. 



62 



EL PARNASO ORIENTAL» 



Ya en las auras tremendo 
Vibra su espada el ángel del espanto ; 

El abismo entre tanto 
Lanza un clamor de gozo, recibiendo 

Las numerosas almas, 
Y la profundidad bate sus palmas, * 

De una joven en féretro enlutado 
Miro el cadáver lívido y adusto ; 

Cual la han abandonado ! ! 

Con horror y con susto 
Nadie se acerca en torno de la quedantes 
Era tan bella, y tuvo mil amantes ! ! 

¿ Do está la faz serena 
La gracioaa sonrisa, el rojo lábio ? 

¿ Quien, con bárbaro agravio, 
Mudó en cárdeno lirio la azucena ? 

¿ Do está el dorado lecho ? 
Los que ayer la servían, ¿ qué se han hecho ? 

Así, de mil terrores aflijidos, 
Todos en larga noche se estremecen, 

Y apenas se adormecen, 

Cuando ya en los oídos 
Suena, al primer albor déla mañana, 
El eco funeral de la campana* 

Quien despierta, y su pecho 
Viendo de rojas manchas salpicado, 

Al punto horrorizado 
Escarlatina ! csclania desde el lecho ; 

* Imitación del Profeta Hubacuc; oración, verso 10 — El abismo 
dio su vos ; ia profundidad alzó aua manos. 



EL PARNASO ORIENTAL. 63 



Y á su voz repentina 

Todos huyen grita d<ío.....escaiilatin t a ! ! 

La prole de Esculapio disidente 

Se vé en contradicción y choque duro, 

Y el misero paciente 
¿ Cómo estará seguro 

Si los hijos del arte en competencia 
Divagan en las sombras de su ciencia ? 

En tal aflicta suerte 
Cercada de la parca y sus despojos. 

Vuelve, ó Patria, los ojos 
A aquel que es solo sabio, solo fuerte, 

Y es acertado medio 

Que el que te ha dado el mal, te dé el remedio. 

Vuelve ya presurosa ; en su amargura 
Vé cual sustenta al triste Israelita 

Que humilde le procura, 

Pero también medita 
Que le dijo con eco tempestuoso : 
" Soy el Seriar tu Dios fuerte \y [celoso. >} # 

Porque en su fe confia 
Vence David al bárbaro Gigante ; .... 

El concede triunfante 
A Jehú las victorias ; mas la impia 

Jezabél obcecada 
Fué por hambrientos perros devorada. 

Con diez plagas que anuncian sus furores 
Intima á Faraón, que endurecido 

* Exodo, cap. 20, ver.*, 5. 



454 



EL PARNASO ORtEtftAt* 



Se obstina en sus errores, 

Y cuando al escogido 
Pueblo va á devorar con torpe enojo 
Le sepulta en las olidas del Mar Rojo, 

Allí el tirano mismo 
Sus carros, sus caballos y guerreros 

En remolinos fieros 
Bajaron como el plomo al hondo abismo* 

Que henchido de repente 
Estendió rebramando sü corriente. 

Así tú solo, o Dios, grande y piadoso 
A mi Patria infeliz salvar pudieras 

Porque oyes bondadoso 

Las preces lastimeras, 
Mas, ay del pueblo ingrato á quien desamas, 
Si en el furor tu indignación derramas! ! 

Oye pues el lamento, 
Y el hondo cáliz de tu grande ira 

Retira, ó Dios, retira 
Purificando el aura con tu aliento, 

Porque en tu Templo Santo 
Resuene de alegría el dulce canto. 



COMEDIA EN UN ACTO 

Titulada : — 

LA TONTI1&& * 

ó 

EL ESPIRITU DE CUERPO. 



ESCRITA EN FRANCES EN PROSA 

POR ALAIN RENE LE-SAGE ; 

Y PUESTA LIBREMENTE EN VERSO CASTELLANO 

Por D. MANUEL ARAUCHO. 

(HIJO DE MONTEVIDEO ) 



* Fondo vitalicio, en el que (i proporción que mueren los capila* 
listas se aumenta el situado de Ivs <pie sobreviven 



tom 3 9 



3 



PERSONAGES. 



TRU6GALANT, Doctor Médico. Sr. Fernando Quijano 

BOLUS, Boticario Sr* Manuel Martínez 

ERASTO, amante de Sr. Máximo Ximenez 

MARIANA, hija de TWgulant. . Sra. Matilde Diez 

CRISl'IN, criado de Era-to Sf. Juan Villarino 

AMBROSIO, pupilo de Trueg Sr. Bernardina Hernández 

FllOSÍNA, criada de Mariana, . . Sra. Petronila Serrano. 
Soldador — 



La Escena te en París *n casa de Trusgalant. 



EL PARNASO ORIENTAL 



ESCENA PRIMERA. 

Trusgalant, Bolús. 

Bol. — Vos sois muy hábil sugeto 
Mi querido Trusgalant^ 
Y desde treinta y cinco año* 
Que ejersomi facultad* 
Juro á fe de Boticario 
(Que es juramento formal) 
Nunca haber visto Doctor 
Que razone tan cabal 
En solidéz como vos. 

Trusg. — Aunque poseo, en verdad, 
Con perfección mis autores; 
Aunque el arte de curar 
Lo sé á fondo y que ninguao 
Me ha superado jamás 
En penetrar los arcanos 
De la ciencia natural, 
Me fastidian los elogios. 
Dejadlos. Os quiero hablar 
De un negocio de importancia- 
Dispense vuestra amistad 
El que ante todo me informe 
Si me han venido á llamár 

Mientras falté de mi casa 

Frosina, . . .Frosina * Está 



* Lie man do recia 



C8 



EL PABWASO ORIENTAL, 



Sin duda muy descansada, 
Frosina ! 

ESCENA SEGUNDA, 

Dichos, Frosxnú. 

Fros. — ¡ Como gritáis 

Jesús ! ¿Señor que queréis? 
Trusg, — Me ha mandado procurar 

La Señora Baronesa 

Del tronco del Ananás? 
Fros> — No Señor. 
Trusp. — Mucho me alegro, 

Porque es muy cierta señal 

De que el ultimo remedio 

La habrá mejorado ya. 

¿Y el pobre de Bonnegrif 

M^mdó? 
Fros. — Acaban de estár. . , , 
Trusg. — Para decirme, sin duda, 

Quo la tisana especial 

Refrigerante que Je hice 

Tomar ayer, ya lo habrá 

Curado radicalmente 

De su tisis pulmonar. 
Fros. — Si Señor. . . . Ya está enterrado 

El pobre llegó á espirar 

Esta noche. Su escribiente 

Como una furia infernal 

V 7 ino á daros esta nueva 

Y á maldecir ademas 



EL PARNASO ORIENTAL» 



Peí modo mas espantoso 
A Bolús y á Trusgalant. 
j Qué lengua tan vipérína ! 
Cuando yó quise tomar 
Vuestra defensa, me puso 
De oro y azul. Es verdad 
Que yó estoy acostumbrada 
Y lo escuché con frialdad. 
Con que así, . . . 

Trusg, — ¿ De qué pretende. 

Quejarse ese Don Pascual? 

Yó he sangrado á Bonncgrif 

Veinte y dos veces 6 mas; 

Lo he refrescado. Jo he helado-. 

¡Se debía de curar 

Según todos los autores 

Modernos de nuestra edad» 

Fros* — Y morirte según todos 
Los antiguos ea matar! 

Trusg. — ¡ Vete de aquí impertinente ! 
¿Habrá lengua mas procaz? 
¿Tú te atreves miserable 
Fámula á vilipendiar 
Los grandes médicos? Deja 
Ese cuidado esencial 
A todos los cirujanos 
Que mejor que tú lo harán. 

ESCENA TERCERA. 

Trusgalant, BqIús. 

Bol — Aquí para entre los dos, 



70 EL PARNASO ORIENTAL. 

Mi querido Trusgalant, 
No formo buena opinión 
De esa tisana especial 
Que para los pulmonarios 
Me mandáis elaborar. 

Trusg. — Decís bien. La tal tisana 
Me ha muerto ya sin piedad 
Una docena de enfermos 
De esa clase, sin entrar 
El infeliz Bonnegrif 
En la cuenta. 

Bol — Y ademas 

De vuestra difunta esposa 
Aquién os la hizo enterrar 
el año pasado. 

Trusg. — Es cierto. 

Bol— Eso nos merece ya 
Alguna atención. 

Trusg. — ¡ Locura! 

Aquí en la gran Capital 
Sigue el buen Médico siempre 
Su marcha. Se arredrará 
Porque la prueba destruya 
Un principio medical 
Como los que yo profeso 
Desde la ilustrada edad 
En que empuñé el escarpelo, 
Y en que aprendí á recetar? 

Bol — Esa es otra cosa. 

Trusg, — ¡Bueno ! 

¿Y qué pensabais ? Jamái 
Variaré resolución. 



EL PARNASO ORIENTAL» 



Bol, —Sabéis sabiamente obrar; 
hacéis bien. 

Trusg. — Dejemos eso 
Vamos al negocio ya 
De que pensaba instruiros. 
Buen Bolús, vos no ignoráis 
De que siempre os he tratado 
Con la mayor amistad. 

Bol — Me hacéis en eso justicia. 
En la cruel enfermedad 
De que murió vuestro padre 
Le hice el bien de administrar 
Todos los medicamentos 
Hasta aquel punto fatal 
En que su alma venturosa 
Descansó en la eternidad. 

Tru$g* — Yo os estoy agradecido, 

Y jamás perderé la 
Ocasión de complaceros. 
Receto en gran cantidad 
Los remedios. 

Bol — Eso sí. 

Trusg. — Tengo cuidado en purgar 
Vuestra Botica de todo 
Lo que es de inutilidad; 

Y cuando es indispensable 
El tenér que* recetar 
Drogas caras ¡oh! entonces 
Diez escrúpulos de mas 
O doce aumento. 

Bol— Y yó bajo 

Diez ó doce, o trece o mas; 



72 



Eh PARNASO OEIBNTAL» 



Coa eso salto la vida 
Del enfermo al conservar 
Vuestra fama al mismo tiempo. 
Trusg* — Pero como estamos yá 
Convenidos, yo prescribo 
Remedios de voluntad 
Diciendo que no los hay 
Sino en vuestra casa* Amas, 
Yo pondero la eficacia 
La limpieza, la bondad 
De vuestras composiciones 
Farmacéuticas. 
Bol. — Bien va, 

Porque también por mi parte 
No desperdicio jamás 
La ocasión de acreditaros 
Como testigo ocular 
Que soy de mil curaciones 
Que hacéis en la Capital 
En todos, principalmente 
Los de tisis pulmonar; 
Y también desacredito 
Cuanto puedo á Jos demás, 
Sin eceptuar á ninguno, 
Ni ai mismo Monsieur Le Ruá. 

Trusg. — En fin los dos nos rendimos 
Con tan mutua afinidad 
Todos aquellos servicios 
Que un Médico el mas zagáz 
Con un Boticario in sólidum 
Se acostumbran prodigar; 
Que para que no dudéis 



EL PARNASO ORIENTAL. 



De todo lo que es capáz 
Mi afecto de adelantaros, 
No podréis adivinar 
Lo que yo acabo de hacer, 
Hoy coloqué un capital 
De diez mil francos.... 

Bol. — ¿En donde? 
¿En la Tontina? 

Trusg. — En verdad. 

No en mi nombre, por supuesto, 
Sino en el de un militar 
Retirado, que no pasa 
De una regular edad.... 
Sesenta anos, y parece 
Que tiene treinta á lo mas ; 
Mi dependiente de campo....; 
¡ Qué comptecsion de zagál ! 
Vigorosa, fuerte, sana, 
Fortificada ademas 
Por diferentes campañas 
Que hizo sirviendo á Murat 
En Italia y Alemania. 

Bol — Está bien. 

Trusg. — ¿Pues no ha de estar? 
Ante todo, se ha otorgado 
Por el escribano Armand 
Escritura do convenio 
Entre los dos, por la cual 
El cede á mí y á los míos 
Cuanto le hado redituar 
La Tontina ; y por mi parte 
Me obligo á recompensar 

T03L a 



BX PARNASO ORf&NTAI*. 



Esto, con darle mi casa, 

Mantenimiento, y demás 

Toda su vida, aunque viva 

Mas que nuestro padre Adán* 
Bol — No está mal pensado eso. 
Trusg. — Un mozo do aquella edad 

V de su naturaleza, 

Conmigo será inmortal* 
Bol — ¿Quien lo duda? 
Trusg. — Supongamos 

Que este hombre no vive mas 

Que (pensemos lo mas malo 

Siempre) cíen años de edad 

Por ejemplo. 
Bol.— Sí; (pensemos 

Lo mas malo) cien no mas. 
Trusg. — ¿No es cierto que en quince ó veinte 

Anos, será el principa), 

El primero de su clase? 
Bol — Lo creo sin vacilar, 

Trusg* — Cinco aííos después, no queda 

JEu la Tontina otro mas 

Que él, y por consecuencia 

Entonces entro á gozar 

Por veinte años, cuaudo menos, 

Todo el rédito. ¿ Que tal ? 
Bol — Es brillante pensamiento 

De colocar un caudal ; 

Ni empleado en hipotecas 

De reforma militar 

Es mejor. 
Trusg. — Mucho me alegro 



EL 1>AKNA$0 ORIENTAL. 

Ver del modo que aprobáis 
Mi proyecto de fortuna, 
Porque os ha de interesar. 
Tengo resuelto casaros 
Con mi hija única. 

Bol — ¿ Es verdad ? 

¡ Tanto honor ! j tan gran fortuna 

Trusgi — Cumplimientos son demás. 
Por dote la he destinado 
Justamente )a mitad 
Del rédito pingue, inmenso 
Que no se os podrá escapáis 
Voy á mostraros el joven 
De que hablo ; á admiraros va ; 
Es la masa mas compacta. 

ESCENA CUARTA. 

Bolús, solo. 

!Qué genio tan doctoral l 
Hay personas que lo creen 
Algo loco, pero van 
Con lo que acaba de hacer 
A advertir- . . - 

ESCENA QUINTA. 

Trusgalant, Bolús y Ambrosio. 

Trusg.— Considerad 

Este mozo : es el que os dije. 



70 



EL PARNASO ORIENTAL» 



¿Vos habéis visto jamhs 

Un cuerpo mas bien formado? 
Bol— Nada es mas proporciona!. 
Trusg, — ¿Qué me decía de sus ojos? 
Bol — Ni en vívoras de coral 

Los he visto mas brillantes. 

Trvsg. — ¡Sus carnes! Tocad tocad 

Bol— Admirablemente bellas. 

Trusg. — * Abre la boca . — algo mas* 

¡ ** Mirad que dientes tan sanos! 

tan limpios! 
Bol — Y tan cabal 

La dentadura. 
Trusg. — Tu voz 

Haznos oir. 
Jmb. — Bran! bran! bran:!! 
Bol — ¡Es un trueno! Santa Bárbara 

qué fuerza! 
Trug*— Ahora tomad 

El pulso siempre lo tiene 

Tan firme, y aun tan igual. 
Bol — Según todas las señales 

Vivirá una eternidad. 
Trusg. — Mirad que pecho! 
fíoi — ¡Qué anchura! 

Doctor, ya no hay que dudar, 

Habéis hecho un buen negocio. 
Tmsg. — Nos vamos á macerar 

Entre el dinero, Bolús. 
hol — Es un Banco nacional 

Lo que nosotros tenemos. 



A ilmbroeío. 



EL PARNASO ORIENTAL 

Truag, — * Dime, anoche al descansar 

Tardaste mucho en dormirte? 
Amb* — En cuanto me acosté, zás, 

Ya me dormí. 
Trusg. — Tiene un sueño 

Con tanta facilidad 

Jlmb. — Y hasta las once del dia 

No me pude despertar, 
Trug. — Muy profundo. El apetito 

Siempre lo conserva igual, 

Aunque tengo gran cuidada 

De sometérselo á las 

Reglas mas sobrias. Por eso. . . . 
Amb. — Por eso no ha de faltar, 

Porque usted me hace vivir 

Escasamente. . . . ah.... ah.... ah.... 
Trusg. — ¡ Cómo ! ¿ bostezas ? Amigo 

Ese es un signo fatal : 

Denota la plenitud 

De nervios, al estirar 

Los músculos, estensíon 

Del diafragma, y contumaz 

Impedimento de todo 

El espíritu animal 

Es preciso corregir 

Los síntomas, con la mas 

Copiosísima sangría. 
Amb. — # * ¿Aun me va usted á sangrar? 

¡Misericordia! Por Dios 

Doctor, tenga usted piedad. 
Trusg. — Antes una lavatiba 

* A Ambrosio . ** Llorando. 



78 El* PARNASO ORIENTAD 

Compuesta recibirás 

De lacsantes y emolientes, 

Que sin duda impedirá 

E! que los sucos groseros 

Comienzen a circular 

En vez de la sangre. Usted 

Bolas, con celeridad 

Tráigase el clister. 
Bol — Al punto, 

Estoy de vuelta. 
Trust?. — Lo mas 

Pronto vuelva usted ; lo espero, 

Que esta grave enfermedad 

Es muy serosa, y requiere 

Diligente actividad. 

ESCENA SEXTA. 
Trusgalant) ¿Imbrosio. 

.2mb. — ¿No os cansáis de atormentarme 

Señor Doctor? No hace mas 

Que tres dias naturales 

Que con vos estoy, y ya 

Me habéis sangrado tres veces* 
7'rusg. — La sangre está muy demás 

Para conservar la vida. 

Yo se lo que hago. ¡Pensar 

Que tomo poco interés 

En que vivas! ¡Garrafal 

Desatino! Me interesa 

Mas que á tí mismo. Aun no habrán 



El, PARNASO ORIENTAL* 



Acabado la sangría, 

Y ya mi cariño hará 

Te desayunes muy bien. 
J¡mb. — Por fin algo es algo mas» 
Trusg. — Yo quiero darte una vianda 

Apetitosa, especial. 

Al caso. ¿Qué comerías 

Tú con gusto? La verdad, 
Jlmb. — Un guiso de las patitas 

De cordero. 
Trusg. — ¡Voto á tal ! 

¡Hombre, estás endemoniado ! 

c r Qüe genio de Satanás 

Te arrastra á que incauto pidas 

Tan detestable manjar? 

¡Una carne tan viscosa, 

Tan indigesta además 

Para el estomago ! 
Jlmh. — Entonces 

¿Como la convertirán 

ün pastas los Boticarios? 

Trusg. — Aunque ellos la hacen pasar 

(Aquí para entre los dos) 

Por vianda medicinal, 

No nutre, y es indigesta. 
¿Imb. — Pues entonces, ordenad 

Que pongan al horno un pavo. 
Trus». — Jlbsü ! Eso es mucho mas 

Difícil de digerir. 
Jlmb* — Tal vez me aprovecharán 

Unas salchichas, un poco 

De jamón. 



80 EL PARNASO ORIENTAL. 



7Wg. — ¡Qué necedad! 

Alimentos tan salados 

Jlmb. — Salados, dulces, sin sal, 

Indigestos, digestivos. . . . 

¿Por vida de San Froilan! 

¿Qué diablos me manda usted 

Para que pueda almorzar? 
7Vuá#.--Una onza de queso fresco, 

Sólita, sin pan* 
— Amb. ¿Sin pan? 

¡Qué nutritivo alimento! 
Trusg. — Acompañada de mas 

De dos vasos de tisana 

Hepática* 
Amb. — Inmortal 

Dios de Israel! En tus manos 

Mi espíritu queda ya, 

RequiescarU inpace, amen. 

ESCENA SEPTIMA. 

Los místaos, Frosina. 

Fros. — Señor : os viene á buscar 

Un hombre. 
Trusg. — Hiremos á ver 

Lo que me quiere. 

ESCENA OCTAVA. 
Ambrosio^ Frosina. 
Amb.— Ah! ah! ah! 

Fros.— ¿Tú suspiras? ¡Pobre Ambrosio! 



FX PARNASO ORIENTAL 



81 



¿La causa no me dirás 
De tu aflicción? 

Jlmb. — Todavía 

El Doctor me va a sangrar 
Y echarme una lavativa. 

Fros. — ¿Y cual es tu enfermedad? 

j m f Jm — Es t;! ostensión del diafragma, 
Los músculos, y otras mas 
Dolencias que me atribuye 
El Doctor, aunque cu verdad 
No siento nada, 

ir oí .—Peor es 

Cuando no se siente el mal . 

Amb. — Desde que estoy por desgracia 
En esta casa de Anas, 
He derramado mas sangre 
Sin haber necesidad, 
Que no en todas las batallas 
De mi vida militar. 

Fros. — Ya lo creo, ¡Pob recito! 

Amb. — El tal doctor Trusgatant 
Pretende que sobreviva 
En mi clase á los demás'; 
Pero se dá tanta prisa 
En lacsarme y en sangrar, 
Mis venas, que temo mucho 
iSo llegar ni á la mitad. 

Fros i — Eso es cosa muy posible. 

Jimhi — Mas bien segura dirás; 
¿Si escapo de las sangría?, 
Del clister cómo escapar? 

Fros. — De cierto reina en tu mesa 



ron ü 



U 



82 



EL PARNASO ORIENTAL. 



La mayor frugalidad. 

Jlmb. — ¿Y cómo diablos poder 
Resistir? Me tiene ya 
Encerrado, y me calcula 
Enfermo de gravedad ; 
Cuenta y <corta mi alimento ; 
Me priva el estomacal 
Vino añejo, cual si fuera 

Mi enemigo ¡Barrabás 

Cargue con toda su ciencia! 
En lugar de ese infernal 
Método, mejor aería 
Que en mise dejase obrar 
La naturaleza» 

Fros. — Cierto. 

Es la misma absurdidad 
Quitar el vino á un rentero 
Que como tuya es de la 
Tercera clase, que lo és 
Impertinente privar 
A un hor^bre de la segunda 
De mi genero. 

Amb. — Es verdad* 

Frosina, cara Frosina, 
¿De lástima eres capaz? 

Fros,— Sin eluda. ¿Qué puedo yo 
Hacer por tí? 

Amb. — Tu bondad, 

(Ya que dispones de todo) 
De auxilio no me dará 
Una botella do vino 
Antes de verme espirar? 



ÉL PARNASO ORIENTAL. 



83 



Fros>^- A y Jesús ! Dios me preservo ! 

Cuando te privan de tal 

Liquido, os cosa sabida 

Que te hará daño. 
Amb. — A besar * 

Me arrodillo humildemente 

Tus plantas. 
Fros. — ¡Qué necedad! 
dmL — Dame siquiera una cuarta. . . . 
Fros. — Ni una gota. 
Jlmb.-rQué crueldad ! 

Si yo de veinte y cinco afioa 

Fuera, y no tuviese nías, 

La bodega . . ♦ . 
Fros. — No me atrevo 

Lo contrario á asegurar ; 

Levanta ; no hay compasión. 

ESCENA 9, * 

Los mismos, Trusgalant. ** 

Trwg. — Ola, Ambrosio, con que estás 
En amores? Me parece 
Que no debes preparar 
Tu cuerpo de esa manera 
Para seguir el compás 
Después con la lavativa. 
Retírate á descansar 
De esa grave agitación ; 
Boíús ira por allá, 

* So arrodilla. 

Sorprendiendo á Ambrosio a loa pica íJc l'Yoaiiia, 



84 EL PARNASO ORIENTAL, 

ESCENA 10.* 
Tntsgalanty Frosina. 

Trusg. — ¡Qué tal el militarcíto 

Para el amor! 
Fros, — Ignoráis 

Sin duda lo que pedia 

De rodillas, 
Tnisg.— Acertar 

No es difícil conociendo 

Al tunante militar. 
Fros. — Por supuesto. El me quería, 

Con su lenguagc falaz 

Seducir, pero no es fácil 

Que me pudiera engañar. 
Trusg- — Haces bien en resistir 

La humana fragilidad* 
Fros, — Antes primero lo hubiera 

Observado agonizar, 

Que darle lo que pedia. 
Trusg.—Sí. Te debes de guardar 

Mucho, porque yo pretendo 

Viva con una moral 

Fros. — Ya lo entiendo. 
Trusg. — Y bien, Frosina ; 

¿No me han venido á buscar 

Para ver aquel Sochantre 

De la fiebre catarral, 

Que la preciosa tisana 

No ha querido? - . . .Pero hablar 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Antes de salir deseo 
Con mi hija. 

ESCENA II. 

Trusgalant. 

Trusg. — Mucho mas 
Adelantado partido 
Qui-iera proporcionar 
A Mariana, que Bolús. 
Por ejemplo : un Senescal 
Arruinado ; un Consejero ; 
Mas tendría que pagar 
Las deudas de uno, ó las cargas 
Del otro ; con que así mas 
Barato es el colocarla. 

ESCENA 12. 

Trusgalant, Mariana, Froszna. 

Mar. — ¿Qué me manda usted, Papá? 

Trusg. — Voy á darte una noticia 
Muy agradable en verdad. 
He resuelto que te cases 
Con un novio de mi edad 
Que te he elegido. Es un hombre 
Que te proporcionará 
Cuanto placer imagines. . . . 
Hombre de zagacidad, 
Y que entiende de su oficio 
Como nadie. 



86 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Mar. — ¡Oh cielos! 1 
Fros.—i A y ! 2 

Trusg. — Tiene toda la prudencia- 
ba/-. — ¡Habrá suerte mas fatal* ! 3 
Trusg. — En el genio es una malva, 

Y tal materialidad 
Mar. — ¡Infeliz de roí,.... qué anuncio !■ 4 
Trusg. — Qué quiere significar, 
Hija uña, tu semblante ? 
Aun no he dicho la mitad 
Del asunto; ni aun el yerno 
He nombrado; no he hecho mas 
Que hablar de él, y la noticia 
Recibes con tal pesar? 
Fros. — No es el bien que usted nos dice 
Causa de nuestra ansiedad, 
Sino solo la desgracia 
Insoportable, fatal... 
Trusg. — ¿Qué desgracia? 
Fros. — Sí Señor, 

Porque debemos juzgar 
Que es un viejo, en atención 
A la buena calidad 
])o su genio. Si usted hace 
Un bosquejo mas cabal, 
El do un mozo, por ejemplo, 
Le escucharemos con mas 
Gusto. 

Trusg. — Pero ¿quien os dice 

Que el novio es de mucha edad ? 
Sabed, por fin, que es Bolús. 



1 Aparto. 2 IJem« 3 Idem. 4 Idem. 



EL PARNASO ORIENTAL, 



Mar. — ¡Bolús! 
Fros. — # Precioso zagal ! 
Trusg* — Sí Señoras. Es Bolus, 
Tendrá cincuenta á lo mas, 

Y entonces recien se empieza 
A valer. 

Fros. — Un hombre tal 

No la conviene á la niña, 

Y yo lo voy á probar. 
Para juzgar del valor 
De un esposo tan cabal, 
Es preciso que la esposa 
Tenga alguna antigüedad 
También de fecha; y el genio 
Mas maduro, mas formal 
Que el de la niña. Si usted 
La diese un joven galán, 
Dentro de unos veinte años 
Ella podrá tolerar 

Su razonable marido. 
Trusg. — Buena máxima le dás. 
Una hija virtuosa 
No debe de examinar 
El novio que la propone 
Su padre. El amor filial 
De este modo Be acredita. 
Lo has oido ? Al regresar 
De vuelta á casa, que encuentre 
En Mariana voluntad 
De obedecerme. Sobre eso 
No volver á replican 

* Aporte. 



80 



EL PARNASO ORIENTAL. 



ESCENA 13. 

Mariana, Frosimt. 

Mar. — ¿Has visto, Frostna, has visto 
¡Mayor infelicidad 
Que la mia? ¿No me basta 
Resignarme ii la fatal 
Pérdida de la esperanza 
De roí Erasto, sino aun inris, 
Que es preciso me resuelva 
A ser de Bolús? 

Fros.— Y la 

Pildora no puede ser 
Mas amarga, á la verdad. 

Mar. — Erasto, mi caro Erasto, 
¡Cual se desesperará 
Cuando sepa tal noticia ! 

Fros. — A y ! ya lo miro llorar 
Y aflijirse con usted, 
¡Qué vivo dolor habrá 
En sus bellísimos ojos! 
¡Que lágrimas correrán 
De los vuestros! Justo cielo! 
Cómo comienzo á temblar 
Por el viejo Boticario! 

Mar. — Frosina, ¿te burlarás 
Tan fuera de tiempo? 

Fros.— Yo 

No me burlo. Es calcular 
(Como usted lo hace también) 



KL PARNASO ORIENTAL 

En lo futuro, aunque acá 
Yo pienso muy diferente. 
Usted no vé pino la 
Desesperación, el llanto; 

Y yo la felicidad 

Y en lo posible el consuelo- 
He sido mas perspicáz 

En leer el porvenir 

Que Usted; y me agrada mas . . . 
Mar. — Te engañas, amiga mía. 

Es tal mi desgracia ya, 

Que no dejare de ser 

De Bolús. Debo penar 

En silencio. Mi deber 

Sin duda respetará 

A mi padre. La virtud 

Solo puede acrisolar 

El sacrificio, 
Fros. — Lo sé. 

Sé que resplandece mas 

La virtud en la desgracia ; 

Pero llega caso tal 

Que se deja sucumbir \ 

El tiempo nos lo dirá. 
Mar. — Silencio, que viene alguno. 

ESCENA 14. 

Los mismos^ Erasio, Crispin. 

Fros. — Señorita, está ya aquí 
Vuestro Erasto. 



TOM 3 



90 



EL PARNASO ORIENTAL* 



Crisp. — Y tú frosina 

Aquí tienes á Crispin, 

Frosu — Llegan ustedes a tiempo 
Para inventar un ardid 
Que nos libre sin tardanza 
De un golpe de bisturí 
Que nos amenaza* El amo 
Acaba de decidir 
El dar á bu hija á Boltís. 

Crtsp. — ¿A quien? ¿Al viejo cerril? 
¿A ese chato,-que se pone 
Anteojos en la nariz, 
Para hacer los gatuperios 
En su Botica? 

Fros.~- Es así, 

Erast. — ¿Es esto cierto, Mariana? 
Fros. — ¿Qué si es cierto la decCs? 
El casamiento ha de ser, 
Y muy pronto. 
Erast. — ¿Permitir 

Podéis, querida Mariana, 
Que os lleguen á conducir 
Al altár, sin haber hecho 
Algún esfuerzo por mí ? 
Mar. — ¡Qué esfuerzo, querido Erasto, 



Lo que habéis de hacer? Oíd. 
Seguidnos á nuestra casa; 
Hay caballos prontos, y, . . . 
Llevaremos é las dos. 
Fros. — Muy bien pensado» Eso eí; 




Crisp. — Señora : ¿queréis saber 



EL PARNASO ORIENTAL* 



Nos dejaremos llevar 

Señorita. El delinquir 

Una vez es perdonable. 
Mar. — Es un delirio, Crispin, 

De Frosiim. 
Fros* — Yo te ruego 

inventes para impedir 

Esta unión funesta, alguna 

Cosa como tuya, 
Crisp. — Así.... 

No vá bien . . • • así . . . • tampoco. 

Me canso de discurrir. 

Tú, Frosina, por tu parte 

Piensa también^ pues á tí 

Nunca te faltan recursos 

Para embroJIár. 
Fns* — Convenir 

Debemos en apurar 

Nuestro talento sutil. 
Cnsp. — Veámos que inventas? A! caso. 

¿Qué es lo que imaginas? Di. 
Fros. — Ten un poco de paciencia. 
Crisp. — Quita alM. No has de decir 

Nada de provecho. Vo 

El tiempo no lo perdí. 

Hallé el mejor espediente...* 
Fros. — Veámos, pues. 
Crisp. — En mi sentir 

Es embrollará Bolús 

Con el Doctor. Este ardid 

Desbarata el proyectado 

Consorcio. 



92 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Fros> — ISo hay duda, 
Erast—Sí ; 

Me parece bien pensado. 
Crisp. — ¿Os parece bien? A mí 

Las embrollas no me cuestan 

Mas que inventarlas, 
Fros. — Mas di 

De qué manera se hará. 
Crisp, — El modo de conseguir • . . . 

Esperad, . - «¿No se habrán muerto 

A sus manos por aquí 

Ha poco algunos enfermos? 
Fros. — Diarin mente. D. Luis 

Bormegrif, el papelista, 

Se lo acaba de morir. 
Crhp.— ,Qué suerte tan decidida J 

Es necesario decir 

Al medico Trusgalant, 

Que ha sido muy incivil 

Bolús, en andar contando 

Que la tisana sutil 

Que le dio, ba sido la causa 

De privarle de existir; 

Y al mismo tiempo es precise* 

A Bolús el consentir, 

Que el médico !e atribuye 

Un peligroso desliz 

En la receta, que causa 

La muerte de Bonnegríf. 
Erast. — Me agrada la idea, 
Fros.— Nado. 

Vale al menos para mt 



EL PAHNASO ORIENTAL. 



Jtiat. — ¿Porqué? 

Fros. — Porque nada sirve? 

Las razones vais á oir. 

Son el Doctor y Bolús 

Unidos como el marfil; 

Y hacen al menos diez años 
Que nos matan, sin mentir, 
A los muchachos mas bellos 

Y galantes de París, 
Sin incomodarse el uno 
Con el otro, ni reñir. 

¿Y queréis que su amistad 

Se rompa por 3onnegrif ? 
Crisp, — Ah! Ya me ocurre otra idea. 

¿No ha puesto el Doctor diez mil 

Francos en el nombre de otro 

En la Tontina ? 
Fros. — Sí. 
Crisp. — Sí ? 

Pues eso me inspira un medio 

Seguro de dirimir 

La contienda. Podré hablar 

Con ese sujeto? 
Fros.— Allí 

Es la puerta de su cuarto; 

Muy solo está el infeliz. 
Crisp, — Dejadme hacer. Eso basta. 

ESCENA 15. 

EraslOj Mariana, Frosina. 

Mar. — Cual estratagema urdid 



94 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Habrá podido? 
Fros.— No sé, 

Es un pillo este Crispin, 

Y no dudo que la empresa 

Salga de un modo feliz. 
Erast. — Y yo espero que Frosina 

Nos ayude a conseguir 

La industria. 
Fros. — Podéis contar, 

Que si no es posible en fin 

Librarnos del casamiento, 

Cuando menos diferir 

Para después se podrá. 
Mar. — Tú me haces volver en mí. 1 
Erast.— ^-Transportado de placer 2 

En mi pecho revivir 

Siento la esperanza. 
Fros. — Bien 

Veo que así lo sentís. 
Mar. — Oh! cuanto te deberé 

Si llegas á arrepentir 

A mi padre de casarme 

Con Bolús ! 

Fros. — Pues será así. 

Erast. — ¡Qué dulce es la obligación 

De agradecerte el unir 

A mi ternura la bella 

Mariana, y vería feliz! 
Fros. — 3 Pobres muchachos ! Los dos 

Jamás pudieran sufrir 

1 La abraza. 2 Lo mismo. 3 Aparte. 



EL parnaso oriental. 

Ser separados. No piden 
Mas que estar juntos. 
Krast. — Aquí 

Viene Crispin. 

ESCENA 16. 

Dichos, Cttspzn. # 

Cri$p.— Vos haced 

Cuanto acabo de decir, 

Y saldréis de entre las manos 
Del tirano- Adiós. 

Fras. — Crispin 

Ya has quedado concertado 

Con Ambrosio ? 
Crisp. — Le advertí 

Lo poco que era preciso; 

Su papel ha de salir 

Como lo mejor del mundo- 

La Señorita puede ir 

Ya contándose segura 

Y libre de ese mastin 
De su novio el Boticario; 
Será de mi amo. Y á tí, 
Frosina, te doy permiso 
Que te eleves hasta mí. 

Fros.~ Y ¿cómo picosas hacer 
Estos milagros, Crispin ? 
Crisp, — Yo imagino disfrazarme 

* Alealir. 



9G 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Do Coronel vengo aquí 

amo será mi mayor. 
Vuestro pudre presumir 
Nada puede, pues ignora 
Quienes somos, porque si 
Venimos, es cuando sale 
De su casa, y va á asistir 
A sus enfermos. Vendremos 
A consultar con ardid 
Una enfermedad supuesta 
De alguno de los dos, y , . . . 
Frosina, ¿nada me elogias 
Lo que acabo de decir? 

Fros, — Yo lo apruebo, y eso basta. 

JSrast* — Pero ¿qué vas á hacer? Di. 

Crisp. — Ya lo sabréis. Vamonos 
El enredo a prevenir; 
El tiempo es lo mas precioso 
Y no hay que perderlo así. 
* Hasta luego, nina hermosa. 
## Hasta luego Serafín. 
Vamonos, Señor Mayor. 

ESCENA 17. 

Mariana, Frosina, 

Mar. — Di me, podrás responder 
Que la industria deCrispin 
Tendrá buen efecto? 

* A Mariann. ** A Frosina. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Fros.—Es él 

Tan tunante ! 

Mar. — No me tengas 

Mus tiempo en tal padecer; 
Dirne. - . . 

Fro$. — Callad, que los dos 

Han hecho algo mas que bien 
En irse, porque ya veo 
Venir sin duda á saber 
Vuestro gusto el Boticario. 
Es preciso que esta vez 
Le tí n jais estar dispuesta 
A desposaros con él. 

Mar. — Qué tormento! 

fro5.— No se queje 

Usted, Señorita, al ver 
Que se libra tan barato 
Del fiero Matusalem. 

ESCENA 18. 

Lasmisma», Bolus, 

Pros. — Buen dia, señor Bolús. 
Acabamos de saber 
Las noticias que se corren. 
No dudamos que está usted 
En vísperas de casarse 
Con mi ama* 

Bol — Ya se vé, 

Al doctor se le ha infundido 
Que por fuerza así ha de ser. 

TOM 3 



4 



EL PARNASO ORíENTAt* 



Por mi parte no lo hubiera 
Pensado, porque es sandez 
Viendo la desproporción 
De las edades. 
firos.— Usted 

Le llama desproporción ! 
Ya debemos conocer 
Que es broma; pues todavía 
La frescura de su tez 
Es de un joven, y de aquellos 
Que desea una muger. 
Bol. — En cuanto á eso, me creo 

Aun bastante verde. 
Fros* — A ver ? * 

Me parece muy amable; 
Tiene tanta brillantéz 
En su rostro . . . . y los colores 
Del mas bello rosiclér. 
Aire noble. Sus maneras 

Tan finas De laaltivéz 

Y elegancia do su tallo 
Bien puede juzgar usted. 
¿Qué me decís, Señorita? 
Mar. — Es un cuerpo hecbo á pincél, 
Fros. — Oh! esa geringa le sienta 

Admirablemente. 
Mar.— Y es 

Mejor que cualquiera espada. 
Fros. — Un manto como el del Rey 
Hérodes, no le estaría 

* Le quita la copa y queda con un mantel alado en la cintura; 
y en él una seringa. 



EL PARNASO ORIENTAL» 



Mejor queelhJanco mantel 
Que le envuelve la cintura. 

Jllar. — Le está lindo, tan bien ! 

BoL — Me es, amable Señorita, 
Muy placentero tcnér 
Esta ocasión de escuchar 
De vuestra boca de miel 
Las palabras que despiertan 
En mi memoria esta vez 
Recuerdos afortunados. 
Sí, palomita sin hiél : 
Para Usted todo el amor 
Ahora siento sin dobléz 
Que gozó de mis entrañas 
La difunta mi mugér. 
¿ No os han dicho de que modo 
Los dos vivimos ? 

Jijar. — No sé. 

BoL — Jamás hubo un matrimonio 
Mas perfecto en el querer 
Que el nuestro. 

Fros. — Contadnos algo 

De eso si queréis. A fe, 
Tengo tal gusto en oir 
Hablar del dulce placer 
De los buenos matrimonios! 
Son tan raros ! 

Bot — No penséis 

Así. Madama Bolús 
Tubo un corazón tan bien 
Acostumbrado. . . .tan dulce*! 

fros. — Yá lo merecía Usted 



100 EL PAItNASO ORIENTAL» 



Bol — Por mí parto no dejaba 

Nunca de corresponder 

A su ternura cuidando 

Mucho de su robustez. 

Jamás en toda su vida 

Fui tan necio que aguardé 

A que me cayera enferma 

Para sangraría del pié 

O darle algo. Y asi todos 

Los dias por precaber 

Sus males, la hacia tomár 

Algún remedio* 
Fros. — \ Qué buen 

marido ! 
Bol — Y á la maa leve 

Indisposición, beber 

La hacía en aquel momento 

Algún elicsir. Mas él 

Tiempo al cabo la llegó; 

Ay ! poco la pude ver 

En mis brazos, á pesar 

De mi cuidado fiel. 
Fros. — Lo creo. 
Bol — De complecsion 

Fué delicada; de fé 

Os protesto, que no ha sido 

Por faltarle ni una vez 

Los remedios. 
Fros. — No; yo creo 

Que la abundancia mas bien.... 
Bol — Mientras que conservó un soplo 
De vida, yo creo que 



EL PARNASO ORIENTAL. 



No le han faltado las drogas 

De mi botica* 
Fros.— Oye Usted, 

Señorita, quemando! 
Mar. — Sí; merece poseer 

Los ansiosos sentimientos 

Que he concevido por él. 
Bol — Usted me elogia ángel mió. 
Fros. — No Señor, justicia és. 
Bol— Para Usted bella Mariana 

El mismo esmero tendré, 

Y las mismas atenciones 
Que tube Con mi mugér. 

Mar. — O que agradables promesas! 
Bol — Muy luego las cumpliré 

Y en las mañanas y noches 
Como os presento veréis 
Recetas dulees. 

Fros. — Tendrá 

En eso tanto placer! 

Bol — A Dios bello Astro del dia, 
Hermosísimo clavel 
De á onza. Rosita de bomba. 
A Ambrosio me voy á ver. 
¡ Cuanta es la impaciencia roía 
Por llevaros de una vez 
Al altar ! Solo en pensarlo 
Me comienzo á enloquecer. 

Fros. — Sí. Yo creo que le obrada 
Muy principalmente á Usted 
E! gusto de la memoria. 

fio!, — El tópico es mas placer. 



102 El* PARNASO ORIENTA fc- 

ESCENA 19. 

Maiiana^ Frosina. 

Fros. — Picaro viejo insolente! 
Mar. — Frosina, mas grande es 

El horror que á Bolús tengo, 

Qae el cariño que mi fe 

Le profesa al bello Erasto. 
Fros. — Yo lo creo . . ♦ .ya se vé. 
Mar. — Y primero exhalaría 

El suspiro postrimer 

Que unirme con eso monstruo. 
Fros. — Conservad vuestra esquivéz 

Que no será en vano. Acaso 

La cosa so puede hacer 

Mas honestamente? 
Mar. — Calla 

Loca, porque allí se vé 

A mi padre. 
Fros. — Continuemos 

Haciendo el mismo papel. 

ESCENA 20. 
Las mismas, Trusgalant. 

Trusg. — Frosina, di: Se ha resuelto 
Por fin el obedecer? 

Fros. — Se ha resuelto, y no podrá 
La Señorita esta vez 
Desmentir los sentimientos 



EL PARNASO ORIENTAL 



Que le ha sugerido Usted 

Con sus juiciosos discursos. 

Querido amo: Ya sabéis 

Quo nos ha podido entrar 

El gusto á los viejos. 
Trusg.—Es 

De verás, sin repugnar? 
íros. — Preguntárselo podéis 

Vos mismo al Señor Bolús; 

Ya no queremos ni vér 

Otra cosa mas que viejos. 
Trusg. — Si tú hablas formal no sé. 

Mas sin trepidar te digo, 

Que es mas sensible perder 

Un esposo adelantado 

En anos que un mozo que.*.. 
Fros. — Mil veces. Si sucediera 

Que me diesen á escoger 

De un lado un buen viejo, y de otro 

Un barbilindo doncél, 

No habia de vacilar 

En la elección. 
Trusg.— Yo lo sé. 

Un hombre viejo es capaz 

Mejor de condescender 

Con su esposa. 
Fros. — Y mientras tanto 

Los jóvenes, ya sabéis 

Nos tienen por sus vecinas. 

Un viejo nos deja bien; 

Y los otros nos lo comen 

Todo, y se mueren después. 



104 EL PARNASO ORIENTAL- 



Trusg.— Esta muchacha discurre 

A veces con solidez. 

En fin; hija mia estoy 

Muy contento con saber 

Que no tienes repugnancia 

A Bolús. 
Mar. * Antes me dén 

Doscientas mil puñaladas. 
Trusg. — Que es lo que dices, muger* 

Entre dientes. . - «¡puñaladas! 
Fros. — Lo que dice es solo que 

Se dará de puñaladas 

Sino lograse tener 

Por novio al Señor Bolúsí 

Si ella está loca por él. 
Trusg. — Asi la pasión domina 

El alma en la doncellez, 
Fros. — Es legitima. 
Trusg. — Muy fuerte 

Frosina, y debo temér. . • ♦ 
Fros. — Si le hubiera probivido 

Vuestra paterna esquivez 

El ser del Señor Bolús 

Mas lo había de querer. 

ESCENA 21. 
Los mismos, Eraslo, Crispin. 
Trusg. — ¿Qué gente es esta que llega? 

* Aparte. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Frot. — Dos oficiales. 

Crisp. — ¿Qüied es 

£1 médico Trusgalant? 

Me lo han dado á conocer 

Por señas. Cara muy grande . . ♦ • 

Muy tenebrosa . . . • Es usted * 

Sin duda. 

Trusg. — Yo soy. 

Ct Pues venga 

Un cordial abrazo, que 
Ya en el mundo no se habla 
De otra cosa, Muy bien sé 
Que su habilidad es mucha, 
Sin dejar de poseer 
Muy bien el latín. 

YViwg.— Señor. . 

Crisp. — Y esta tan preciosa ¿quien 

Es? . . . ♦ Y esta otra? 
Trusg* — Esta es mi hija. 

ISsta otra muchacha es 

Su criada y su confidenta. 
Crisp.— Quiero abrazarlas también! 

Para mostraros que estimo 

Todo lo que es vuestro. A ver. * - 
Trusg. — Alto, Señor Oficial. 
Fros* — Parece somos los tres 

Sus huéspedes. ** 
7Vtwg.~Esta gente 

Muy familiar debe ser. 
Crísp.— ¿Y no tenéis mas que una hija? 

* A Trusgalant. ** Aperte. 



tom 3 



106 U, PARNASO ORIENTAL. 

Trusg. — No tengo mas. 

Crisp. — Por mi fé 

Que es peor* Siendo tan lindas 
Como esta, es fácil vender 
El género. 

Trusg. — Y con la ayuda 

De Dios, pienso en este mes 
Unirla con un amigo 
Boticario. 

Crisjh — Está muy bien* 

Así los enfermos pueden 
Prepararse á conocer 
Los clisteres y purgantes; 

Trusg. — Muy bien creo que no les 
"Faltarán. 

Crisp.— Cuanto mas miro 
Vuestra niña, copia fiel 
De vuestro rostro la creo, 

Trusg. — Usted me hace enrojecer 
O se burla. 

Crisp. — Por mi espada 
Que vuestro retrato es 
En miniatura. Los mismos 
Ojos; no se hecha de ver 
Mas variedad que el color; 

Y el color, no es mucho, ¡eh! 

Y su pequeña nariz 

Con el tiempo ha de tener 
Como la vuestra, el tamaño 
Enorme, y la robustez. . . . 
La cara larga y redonda; 
Confesar es menester 



EL PARNASO ORIENTAL. 



107 



Que hay semblantea muy cstraños 
En ciertas castas 
Trusg. — Podéis 

Decir, si gustáis, Señor, 
El objeto que traéis 
A mi casa? ¿De que modo 
Os sirvo? 

Crisp. — Oh! tiene usted 

Una criada, que me mira 
Mucho. Yo sin duda he 
Nacido para formar 
La fortuna y el placer 
De las mugeres, pues todas 
Me miran. 

Trusg. — No querrá usted 

Decirme el nombre de entrambos? 
Crisp. — Sí: yo soy el Coronel 

Y el Sr. es mi Mayor. 
Mar. — Señor, nos dispensareis, . . . 
Crisp. — ¿Y porque se van ustedes? 
Fros. — No so quiere ella imponer 

De vuestra conversación; 

Quedad con Dios. 

ESCENA 22. 

Trusgalanty Erasto, Crispin. 

Crisp. — Sepa usted, 

Doctor, que sin alabarme 
Soy hombre de tal poder 



108 EL PARNASO ORIENTAL» 



En la tropa, como sobre 
Los enemigos, 

Trusg. — Hacéis 

Muy bien, y yo os felicito, 

Crtsp. — El ataque mas eruel 
Que mi General dispone 
Al contrario, siempre se 
Lo confia á mi valor; 
Y preguntarlo podéis 
Al Mayor. 

Erast — Es la verdad. 

Trusg. — Y yo lo creo, 

Crtsp. — Me veis 

Todo cubierto de gloria;' 
Pero, amigo, nuestro ser 
No es de hierro, 

Trusg. — Ciertam ente- 

Crtsp. — Aquí donde vos me veis, 
Yo traigo desde Alemania 
Una asma húmeda, que 
Adquirí en persecución 
Del enemigo, 

Trusg. — Pues es 

La causa mas que gloriosa. 

Crísp. — El modo de contraer 
Este mal, oid : Un dia 
Cerca de un bosque encontré 
Una gran partida. Ataco 
Tan solo con unos diez 
Que llevaba. Se resiste; 
Redoblo mi intrepidez; 
La destruyo. . . ,1a derroto 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Completamente . . ♦ . Aquí fué 

Cuando ya me vi obligado 

£1 furor á contener 

El aliento me faltaba; 

Y desde entonces quedé 

Asmático. 
Trusg* — * Este se viene 

A consultarme, por ver 

Si se divierte conmigo; 

Pero yo lo haré con él. 

** Querrá usted algún remedio 

¿No es verdad ? 
Crisp. — ¿No ho de querer? 
Trusg. — Pues yo tengo uno infalible 

Mas no se lo doy. 
Crispo ¿Porqué? 
Trusg. — Vaya le doy el consejo 

De que para su asma usted 

Solicite una pensión. 
Crisp. — Bien está: lo seguiré. 

ESCENA 23, 
Los mismos^ Ambrosio, Bolas. \ 

Amb Fuego, agua, socorro, agarren 

Al ladrón, á este cruel 

Matador : misericordia ! 
Trasgo— Pero qué gritos ! ¿porqué? 
Bol — Aunque grites, no hay remedio 

* Aparte. ** A el. 

1 Detrae de Ambrosio con in gerirga en la mano. 



110 



EL PARNASO ORIENTAL* 



La has do recibir. 

Crisp. — ¿No es él, 

Mayor? ¿No es esta la cara 
De la Rosa? ¿No le veis? 

Erost. — El mismo. Este era soldado 
De nuestro cuerpo; este os 
Un desertor. Ah bribón! 

Amb. — Es verdad. Señor tened 
Pieda d de mi. * De rodillas 

Crisp. — Quita vil. En esta vez 
La pagarás, 

Amb. — Mi Mayor 

Pedidle á mi Coronel 
Por mí. 

Crisp. — Di me, bigardón, 

Porqué dejaste, porque 
El cuerpo sin mi permiso? 

Amb. — Señor, tanto que llevé 
De mano del Capitán 
En estas costillas, fue 
La causa. 

Crisp. — Cómo, atrevido! 
Abandonar á su Rey 
En el campo de la gloria, 
Tan solo por no poder 
Sufrir unos cuantos palos! 
¡Y para vengarte de 
Tu Capitán, no esperaste 
Una batalla! Ola: haced 

Se arrodilla. • 



EL PARNASO ORIENTAL 



Mayor, que entre aquí la tropa 
Que está en la puerta. 

ESCENA 24. 

Los mismos 9 menos Erasto. 

Trusg. — Porqué 

No me dijiste, demonio, 

Que eras desertor francés? 
dmb.— Nunca me hubiera atrevido 

A decirlo. 
Trusg. — Y tú no vés 

El compromiso en que estoy, 

Maldito? 

ESCENA 25. 
Los mismos, Erasto y soldados. 

Uno. — Mi Coronel .... 

Crisp. — Fusilar en el momento 

A este hombrees menester. 
Trusg. — Señor, por amor de Dios 

Os pido lo perdonéis, 
Crisp. — Siento en el alma, Doctor, 

No poderos conceder 

La gracia que me pedis, 

Porque tocante á la ley 

Soy inecsorablc. 
7W— Yo 

Prometo restablecer 



112 EL PARNASO ORIENTAL, 



A V, S. si lo perdona. 
Crisp. — No; me he pensado valer 

De la asma, por conseguir 

Una pensión. 
Bol — Yo oa daré 

Gratis todos loa remedios 

Que gaste vuestro cuartel 

De invierno. 
Crispo No, no: muchachos # 

Cargad las armas, y ved 

De despachar lo mas pronto 

A cenar con Lucifer 

A este infame desertor. 

Muy fácilmente veréis 

Que en mis manos dura menos 

Que en las vuestras. ** 

ESCENA 26. 

Los mismos, JUariana 9 Frosiná* 

Fros.—A saber 

Venimos lo que sucede. 
Afnh. — Frosina, besa los pies 

Del Coronel, que me quiere 

Fusilar, y pídele 

Por su desertor. 
Fros. — Señor, 

No lo dejéis en poder 

* A los Soldados, 
** Al Doctor* 



fct PARNASO ORÍENTAt. 



113 



De mi amo por el amor 
De Dios. 

Mar. — Señor, conceded 

Su vida. Yo os lo suplico 
Por ser quien sois. 

Crisp. — No hay cuartel. 

Trusg. — Dejaos ablandar, Señor. 

Fros. — Postrados á vuestros pies . * • . 

Crisp. — No me rompáis la cabeza* 
Guardia : al punto !e prended. 

Trusg. — * Haciéndoles una oferta 
A todos, puedo tal vez 
Salvarlo. Oidrne, Señor : 
Os doy al momento cien 
Doblones de oro. 

Crisp* — Yo soy 
Incorruptible. 

Fros. — Podéis 

Señor, á tan buen regalo 
Resistir, y al ver correr 
Nuestras lágrimas amargas ? 

Crisp. — ¿Y preguntáis si podré? 
¿Acaso soy abogado? 

Fros. — El señor doctor, ayer 

Ha puesto unos 10.000 francos 
En la Tontina también 
En nombre del desertor. 

Trusg. — Y esa es la causa porque 
Ts T os interesamos tanto. 

Crisp. — No sé qué hiciera por él. 



* Aparte. 

TOM 3 



114 EL FAWUiO OR1RNTAL. 



Fro& — Si V, S. le quita la vida 

Nos reduce fe perecer 

A todos. 
Crisp. — Pasaré á todos 

Por las armas, si queréis. 
Fros. — Gracias os doy por mi parte: 

Mirad, Señor Coronel, 

Me ha ocurrido buena idea 

Para poder componer 

Las cosas, 
Crisp. — ¿Qué idea es esa? 
Fros. — Casaros 

Con mi ama. 
Crisp. — Quien? 

Yo? No quiero, amiga mia; 

Si no ha descubierto usted 

Otro medio, el tal La-Rosa 

Dá el salto mortal y. . . - amen. 
Erast — Basta de rigor, señor 

Dejaos enternecer. 
Crisp. — Es el decirlo muy fácil, 

Pero hacerlo, no lo es; 

Poneos en mi lugar, 

Y por cierto no usareis 

De semejante lenguaje. 
Erast. — No, á fe de Mayor» 
Crisp.— Pues bien, 

Casaos vos, que á este precio 

Solo puedo conceder 

La vida al culpable- 
Fros. — Vamos, 

Señor Mayor, mire usted 



EL PARNASO ORIENTA!» 



La hermosura de mi ama» 
^mL— Por el Santo Portuguéz, 

Por San Antonio, Señor. 
Erast. — Yo soy enemigo del 
Matrimonio; pero puedo 
Tan solo por complacer 
Al Doctor tomar estado 
Con la niña, siempre que 
Con dote considerable 
Se la ponga en mi poder, 
Pues no esta muy etn razón 
Que sin nada me la dé. 
Crisp.— Eso es muy justo, Doctor, 

Y el hacerlo es menester 
Siquiera por gratitud, 
Aunque no sea mas que el 
Rédito de vuestros bienes. 

Tru$g. — Yo soy servidor de usted; 
Pero mejor lo será 
A Ambrosio el ir & beber 
En la Estigia. Mas barato 
Me saldrá. 

Fros. — Mas vos debéis 

Ser, Mayor, mas generoso 

Y contentaros también 
Con la mitad del producto 
O rédito de los diez 

Mil francos de la Tontina. 
Trusg. — Así me convengo; bien. 
Erast. — Y yo roo presto gustoso 

Solo por daros placer. 
Bol — Y yo, Señor, no me opongo* 

Doctor, 1c devuelvo á usted, 



] 1 6 JEL FAKKAM OR1Í NT AI* 



Para que no ha ja tropiezo 
La palabra. 

ESCENA 27. 

Los mismos, menos Bofas, 

AmL — Y á mi quien 

Por último me mantiene? 
Trusg* — Yo siempre, y te trataré 

Como hasta aquí. 
Amb. — Pues prefiero 

El morirme de una vez. 

Que me pasea por las armas 

Al momento. 

Efast. — No ha de ser, 

Que yo me encargo de tí. 
Doctor, yo me empleare 
En conservar su salud, 

Y me atrevo á responder 
Que estará mejor cuidada 
Que por vos, 

Crisp, — En esta vez 

Me ha venido un gran deseo 
De casarme yo también 
Lo mismo que mi Mayor, 

Y tú has de ser mi muger, # 
Sin remedio, en este instante, 

Tt usg.-~ ¡Cómo, Señor Coronel ! 
Así tan sin mas ni mas 



• AFrotint 



EL PARNASO ORIENTAL» 



117 



Con la criada os casareis 
Habiendo dejado al ama? 

Fros. — ¿Porqué no? 

Crisp. — Lo vais á ver. 

Vengan los cinco fregones; 
Toca, empieza á ennoblecer; 
Te hago de triste criada 
La esposa de un Coronel 

Fros. — Y no es nueva esta mudanza 
Pues cada dia se vé 
Aquellos que valen menos 
A mejor puesto ascendér. 



Fia ds i*a. Comedia. 




118 



[EL PARNASO OR1KNTAL. 



ODA 

A LA APERTURA DEL MERCADO. 
Por el Dr. D. Carlos G. Villademoros. 

¡ Salve, muros sagrados ! 
Silenciosos peñascos ! derruidas 

Y en polvo convertidas, 

Vuestras inmensas moles, la venganza 

Sintieron de los libres, que arrastrados 

De en medio á la matanza, 

Los rencorosos hados 

A esclavitud amarga condenaron, 

Y á bárbara cadena sujetaron. 

En el recinto lóbrego, espantoso, 

De impenetrable muro, 

Del déspota cruel y cauteloso 

El tratamiento duro, 

Tus hijos, cara Patria, soportaban 

Y sangre derramaban 

Las heridas aún no bien curadas , 
Manchan el pavimento, 

Y sus quejas al viento 
Lanzados en el suelo, 
Fueron á resonar al alto cielo. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



119 



Al alto cielo fueron 

Las déla desolada triste madre; 

Y las del triste padre 
También ny ! se sintieron, 

Y al cielo conmovieron; 

Y justo en sus decretos, el Eterno 
El sentimiento tierno 

Escuchara, y ordena al tiempo mismo 
Que caigáis y que caiga el despotismo. 

Ruje el León de España, y su rujido 
Mas allá de los mares aun aterra; 

Y libre está la tierra 

De Colón deseada; y el gemido 
Que lanza la opresión desesperada, 
Pone fin á la guerra ; 
Fin también halla el brasilero impío; 

Y en su sepulcro frió 

Las artes brotan, y la industria crece, 

Y el bastión aterrador perece. 

Ya no es el ronco son del bronce horrendo 
Quien torrentes de fuego vomitando, 

Y la muerto llevando, 

El oído lastima ; ni el estruendo 

De la falange indómita, movida 

A la voz homicida 

Del capitán en lides educado : 

No ya el feroz soldado 

Trillará este recinto, 

Ni obscuro, ensangrentado, laberinto 



120 EL PARNASO ORIENTAL, 



Formarán los escombros, la ceniza 
Nielay! se sentirá del que agoniza. 

No ya el guerrero con la faz serena. 

De cicatrices hondas señalado, 

Ocupa las almenas, 

Ni el bruto desbocado 

Relinchos lanza ni corcobos fieros, 

Ni á la puerta el ginete 

Valeroso arremete, 

Ni el sable vibra ni la dura lanza, 

Ni llama á la venganza, 

Ni la muerte, impiadoso, se promete. 

No saldrá de ta seno 

Ya del huérfano mísero el espanto, 

De viuda amargo llanto, 

No : que el semblante ameno 

No manchará el dolor; y el alimento 

Que en medio del contento 

La madre ofrezca al hijo 

Con cuidado prolijo, 

Con mano, de alabastro, cariñosa 

De hoy mas aquel, entre placeres, goztu 

Finalizó el horror, y la pisada 

Del tardo y laborioso 

Buey, se verá estampada 

Solo, y del afanoso 

Labrador los productos, 

De la tierra los frutos 

El suelo ocuparán que antes el carro 



EL PARNASO ORIENTAL. 



121 



De guerra asoladora 

Que resonando en torno, aterradora* 

De Céres desecaba 

De Pomona los doñea destrozaba. 

Los cantos de alcgria 

Del que se acerca al lecho deseado, 

Y del que con la aurora lé ha dejado, 
Suplen desde este dia, 

¡Oh, feliz Patria mía ! 

La voz del centinela vigilante, 

El mover bullicioso 

De la tropa en cuarteles encerrada, 

Y la orden respetada 

Del Gefe que la ordena presuroso. 

Salud, pues, y mil veces* 

Lugar de muerte un tiempo» hoy de riqueza. 

Salud ! que con largueza 

Prémio el Eterno justo, bondadoso 

Al Gobierno benigno, cuidadoso, 

Por quien ahora ofreces 

A todos la abundancia apetecida. 

Salud, Géfe Político ! la vida 

Os deberán un mil de desgraciados. 

Y en bendiciones mil seréis pagados. 



122 EL PARNASO ORIENTAL. 



LA IXOCENTE, 

Por LK Francisco A* de Figueroa* 

Pues que sabe tanto, 
Diga, mama mia, 
¿Qué santo seria 
D. Código Santo? 
En prosa y en canto, 
JSo hay quien no lo alabe; 

Todos Jo idolatran; 
— Eso Dtos lo sabe! 

Será joven bella 
La Patria, mamita ? 
Pues cada cual grita f 
¡La vida por ella! 
Dichosa su estrella 
Es en cuanto cabo, 
Con novios tan finos? 
— Eso Dios lo sabe! 

Ese despotismo 
Será cosa adusta. 
Que nadie de é] gusta. 



EL PARNASO ORIENTAL 



Sino es en sí mismo; 
Vaya al hondo abismo, 
Dijo un hombre grave, 
Porque lo aborrece; 
— Eso Dios lo sabe! 

De igualdad completa 
Nadie hay que no hable* 
Los hombres de sable 
Y los de chaqueta; 
Todo se sugeta 
A la ley suave, 
Que á todos iguala; 
— Eso Dios lo sabe! 

La ley y el derecho 
Guardemos^ decían; 
C -Dó ia guardarían, 
Adentro del pecho? 
O por mas provecho 
Debajo de llave 
En algún baulito? 
— Eso Dios lo sabe! 

¿Serán los jurados 
Santos muy seguros, 
En jamás perjuros, 
Ni ménos malvados? 
No habrán paniagudos, 
Ni empeño que trabe 
Su justa conciencia? 
— kso Dios lo sube! 



124 EL PARNASO ORIENTAL, 



Diz que do se cuantos 
Habrá tribunales, 
Con mas oficiales 
Que en el cielo santos; 
Con pilotos tantos 
Nuestra hermosa nave 
Irá viento en popa? 
— Eso Dios lo sabe ! 

Oh, que monumqnto 
De arreglo y firmeza, 
Siendo Ja cabeza 
Mayor que el asiento, 
Con poco cimiento, 
Y mucho alquitrave, 
Tendrá consistencia? 
« — Eso Dios lo sabe ! 

¿Qué habrá sucedido 
A los escritores? 
Los nías parladores 
Han enmudecido; 
Se habrán adormido 
Con algún jarave, 
O tendrán cuartana? 
— Eso Dios lo sabe! 

Y hay quién les d¡r$ 
Con zonga y cariño, 
Arrorró mi niño, 
Que viene el guá guá ; 
Que gusto será 
Cuando el sueño acabej 



EL PARNASO ORIENTAL, 



125 



Verlos cuán valientes ; 
— Eso Dios lo sabe! 

Dirán sentenciosos 
Por toda descarga, 
La verdad amarga 
A los poderosos : 
Mama, que famosos 
Serán para el clave, 
Con tanto tecleo ; 
— Eso Dios lo sabe! 

Oh, por vida mia, 
Hábleme mas claro: 
¡Qué animal tan raro 
Será la anarquía! 
¿O es alguna arpía 
Con lanza y trabuca, 
O será mandinga? 
— Hija^ ese es el Cuco. 

Virtud, se me antoja, 
Ser cosa muy bella, 
Pues diz que sin ella, 
Tata Dios se enoja: 
¿Es vestido en oja, 
Muñeca bonita, 
O en fin, es un ángel? 
—Esa es lapapita. 

¡Ay! mi mema, qué papita. 




126 EL PARNASO ORIENTAL» 



LA SALIDA DEL SOL. 

Por D. Jf. M. Carrillo. 
INEDITA. 

m 

Cuando Apolo, ínclito príncipe 
De los planetas Olímpicos; 
Cuando trisca con el látigo, 
Como cochero solícito, 
Azotando los Bucéfalos 
Del claustro solar magnífico; 
En rauda carrera rápido 
Tiende su esplendor vivífico, 
Su rayo penetra el ámbito 
Por entre celages nítidos, 

Y desparece á su tránsito, 
Fugaz crepúsculo lívido; 
Rásgase de noche lúgubre 
£1 negro manto fatídico ; 
Esconde su faz el Cárabo, 

Y cesa su canto rispido. 
Su lozanía en los cármenes 
El jazmín ostenta tímido, 
Viendo la rosa k su término 
Ornar su color bellísimo. 
Feliz labrador benéfico 

La reja hiende solícito, 
Para que la tierra mágica 
Brote sus dones prolíficos. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Salta el corderillo estólido 
Alegre el redil encíclico. 
Naturaleza de jubilo, 
Colma sü fulgor purísimo, 
Y el dorado sol flamígero 
Con su influjo azás nurífico, 
De la omnipotencia armónica 
La inmensidad regla místico. 



ODA 

(Por D. Isidoro de Marta.) 

Febo ya había el azulado Oriente 

Con su brillo dorado ; 

Y en concurso las aves saludado 

Su nacer refulgente 

Cuando yo contemplando la natura, 

Gozaba de un ameno prado la frescura. 

Del jilguerillo el canto delicioso 
Placentero escuchaba; 
Cuando de rama en rama, vi, volaba, 
Modulando así airoso 



128 



EL PARNASO ORIENTAL* 



Dulces trinos, que el escuchar placia, 

Y llenaba de ¿j-ozo el alma inia. 

Mas ay! cuando eaa calma 

El corazón gozaba dulcemente, 

La campana sonara roncamente; 

Y la aflicción al alma 

El funeral anuncio le legara, 

Pues nuevas luctuosas me anunciara. 

Seis infelices de la Prole mia, 
Se hallaban atacados 
De escarlático mal; y mis cuidados 
En ellos los tenia ; 

Y herido ya del fúnebre sonido, 
Temilo todo, de dolor enchido. 

Incierto vuelo á los paternos lares 

Certidumbre buscando^ 

Dó solo ayes y quejidos encontrando 

Aumentó niia pesares; 

Pero el golpe temido allí no fuera, 

Otro infeliz mortal ¡ay! lo sufriera. 

¿Quien sabe si de un virtuoso padre 

El hilo de su vida 

Atropos cruel cortara vengativa? 

¿O si de un hijo ó madre 

Terminara la carísima existencia, 

Horfandad legando, viudez é indigencia? 

Aquí se escuchan del pobre los gemidos, 
AUí se vé al inocente padeciendo; 



RL PARNASO ORIENTAL» 



Aquí se mira á un hijo pereciendo, 

Y á sus infortunados padres que ailijidos 
Recursos buscan; y entre el desconsuelo 
Piedad imploran hasta al mismo Cielo. 

¡Oh escarlatina cruel! — Cuanto disgusto, 
Desgracias y dolores 
Causado habéis, en pos de los rigores 
De tu ceno adusto* 

(Seis lustro* ha que aquí no apareciera, 
Pero hoy volvió cual nunca tan severa). 

En triste soledad yo tus ardores 
Sufriera con paciencia; 

Y cual tu víctima rendida á la dolencia, 
Pase mis sinsabores; 

Pero mis juveniles fuerzas recobrando, 
Hoy me veis tus efectos deplorando. 

Todos te temen y huyen azorados, 

Cual de fiera temible, 

Al escuchar ese nombre horrible 

Que los trae aterrados: 

Tal es de tus hazañas la potencia, 

Que los vivientes te rinden reverencia. 

De Esculapio en valde los hijos ilustrados 

Contener han querido 

El contagio fatal; el ha cundido, 

Dejando anonadados 

Al niño tierno, al cano, á la belleza. 

A quienes hiere sus dardos con fierozn. 



5 



EL PARNASO ORJBUTAU 1 30 



¡Oh gran Dios! — Ese azoto inmerecido 

Para un pueblo inocente, 

Que vuestros decretos siempre reverente 

Respetar ha sabido, 

Cese ya por piedad; que él os merezca 

Ver que ese mal de su seno desparezca. 

Sí, Supremo Hacedor; ya veo postrado 

AI huérfano inocente, 

Que alza sus manos, y hace tiernamente 

Súplica igual; y podrá el Hado 

Que de la humanidad es padre amable, 

A sus ruegos mostrarse inexorable? 

No: jamás. — Que el Dios Omnipotente 

Al mortal en su choza, 

Le estiende siempre su mano cariñosa 

Piadosísiraamente; 

Y el clamor de la inocencia hoy escuchando 
El cscarlático mal irá menguando. 

Del contagio fatal las acechanzas 
Perderán su potencia ; 

Y entonces preces á tu gran clemencia 
E himnos de alabanzas, 

Te ofreceré cual hoy, oh Ser divino l 
Pues mudasW Ja faz de un cruel destino. 



131 el parnaso oriental. 



A LA MUSICA. 

ODA 

Por la Sra* Fetroiw Rosendc 4c (a Sierra. 
INEDITA. 

jOh, consuelo de! hombre que padece! 

¡Oh música divina! 
Tú emltelezas el alma, y la ennoblece 
De tu suave armonía el placer puro, 

Elevando la mente 
A la región sublime, omnipotente. 

Tu mágico poder todo lo abraza; 

A todos docilizas; 
Te rinde el poderoso su homenage: 
El que suda afanoso, su labor suspende 

Cuando hieres su oido, 
Por gozar tu cadencia embebecido. 

En el dorado alcázar, y en el humilde techo. 

Influyen tua encantos: 
Con igual imperio ejerces Lu dominio 
Donde reina el pesar, do la miseria inora, 



EL PARNASO OJUENTAL. 



132 



Desterrado el tormento, 
Esparciendo el placer, paz y contento. 

AI miserable enfermo que el mal postra 

En doliente lecho, 
Llega tu voz, y al dolor mitigas, 
Cual bálsamo al espíritu postrado 

Le confortaá y animas, 
Mientras te escucha, su esperanza avivas. 

El que encerrado gime de cadenas cargado 

Agoviado del crimen, 
O sufriendo quizá, venganza ó fuerza, 
Oye tu acento, y su estado olvida, 

Y la obscura morada 
En deleitable asilo es transformada. 

Hasta en el infelice que en demencia 

La razón volvióse, 
Tienes tu influjo, y á la ciencia pasas, 
Causando efectos, que ella no ha alcanzado 

Tus acordes sonidos, 
Volviéndole propicia los sentidos* 

Pero ¿cual es el ser que no tributa 

A tí su vasallaje? 

¿Cua!, que no deja el llanto, el duelo, 
Que la cruda Parci al sensible pecho 

Imprime impía, 
Oyendo tus cadencias y armonía ?, . . . 

Tú estrechas de la unión los dulces lazos; 
Haciendo a los mortales 



133 el Parnaso orícntal. 



Suavizen sus costumbres y su trato. 
Alternando el descanso, y los afanes 

De intrincados negocios, 
Gustando nobles y agradables ocios. 

A todo et que te estudia y te venera 

Sugetas al dominio 
De tus gratas cadencias musicales; 
El príncipe, el letrado, el filosofo, 

Y al valiente guerrero, 
Humillas al nivél del ser postrero. 

£1 nombre de divina á competencia 

Te dió la China, 
La Pérsia, Arabia y la Asíria, * 
No por capricho, no por ligereza^ 

¡Divina te llamaron! 
Sí, porque por "divina te adoraron ! M 



* Las INecionee mencionadas rindieron odoraciones & 1* música 
erigiéndole templos y altares. (Nota de la autora. ) 



m 



EL PARNASO ORIENTAL. 



134 



DISTICO * 

De D, Manuel Martínez* 



Corto mi numen, mi talento escaso; 
Poco valor en la elocuencia mia, 
Temo, no sin razón, aqueste dia 
Dejenere mi pluma en el Parnaso : 
Propenso á complacer en todo caso, 
Me privé de placeres y alegría, 

Y en el feliz momento que servia 
Elogiaba mi error á cada paso; 
Si por servir sufría algún fracaso, 
A mi juicio al momento yo acudía, 

Y este gozoso á mi entender decia, 
Haz lo que puedas en favor del hombre; 
Nunca vaciles cuando á hacer bien fueres, 

Y escudado serás en lo que hicieres 



Que sirve de introducción á lo composición siguiente del mismo 



135 



EL PARNASO ORIENTAL. 



y 



LAS RESULTAS DE UNA INTRIGA. 



Dialogo entre Antonio y Juman. 
INEDITO- 

(Del mismo.) 
• 

JÍ.— Qué cosas tienes, Julián! 

¿Porqué te apuras así? 
J. — Déjame con Barrabás, 

Reniego de mí y de tí. 
A. — Pero ¿qué adelantarás 

Con cabilar y sentir? 
/• — Maldecir y blasfemar 

El momento que te vi. 
Ji. — Pero aclara tu pesar 

O el motivo que te di. 
J. — Así pudiera fraguar, 

Pues que lo quieres oir t 

Te viniera mayor mal 

Que el que carga sobro mí. 

Esa tu intriga infernal 

Me ha llegado á destruir; 

Desbarataste mi plan, 

Y entre tus redes caí; 

Perdí la tranquilidad, 

Los medios con que vivir; 

El aprecio y amistad 

De mis amigo* al fin! 



Et PARNASO ORIENTAL 



136 



Me vi espuesto á mendigar 

Y sonrojos á sufrir; 
Alterné con tu maldad, 
Todos mis bienes perdí; 
Quien pudiera imaginar 
Que ese tu ingenio sutil, 
Me hubiera de superar 
En astucia y en fingir! 
Mis intrigas apesar 
Siempre realizadas vi, 

Y de ellas pude sacar 
Todo cuanto apetecí: 
Con ellaa pude lograr 
Lo que á mi ver concebí; 
Todo plan desbaratar, 
Contrario á mi discurrir. 
Ahora llego á palpar 
Cuando á tu ra¿on cedí, 
Desgracias de par en par, 
Desaires do mil en rnil. 
¿Con qué te hiciera pagar 
El mal que me atraes, di? 

A. — Bien pudiera contestar 
Sin discrepar ni mentir, 
A tus quejas infundadas 

Y tu molesto exijír; 

Pero ya que asilo quieres 

Y me insultas sin medir, 
Quiero que sin ofuscarte 
Reflexiones para tí, 

Si alguna vez concebiste 
Plan que no fuera ruin, 



EL PARNASO ORIENTAL» 



137 



Intriga baja y soez 
O proyecto valadí : 
La ambición en tí reinaba 
Como residia en mí: 
Tu ansioso por hacer mal, 
Mi ambición superó á tí: 
El triunfo que apetecías 
Yo me lo apropiaba á mí; 
Ni tú ni yo lo logramos 
Pues se vino á descubrir; 
Si males te ocasioné, 
Males también te debí, 
Conformémonos, Julián^ 

Y no demos que decir; 
Todo el que camina mal, 
Su mal se atrae por sí; 

No hay mas medio que aguantar, 
Disimular y sufrir. 
J. — j Ah! jque tarde reconozco 
Lo que llegas á advertir ! 
Ojalé que mi ejemplar 
De norma pueda servir, 

Y antes de dañar á otros. 
Se dañen primero á sí. 

A.— Si aqueso pudiera ser 
El mundo fuera feliz. 



18 



EL PARNASO ORIENTAL 



EL RECIBO DEL CLAVEL DEL AIRE. 

Por D. M. M> Carrillo. 
I N EDITO. 
Celina a Dai^miro. 

Me envaneces, Dalmiro, 
Con tu graciosa ofrenda. 
En un clavel del aire 
De condición estrema; 
Porque al céfiro blando, 
Sin tiesto ni maceta, 
O at aquilón soberbio, 
Su lozanía ostenta. 

Ven al bosque, Dalmiro, 
A do ta mano diestra 
Grabó en un verde tronco 
De tu amistad la prueba ; 
Veróisle como asido 
En derredor so muestra* 
Orgulloso y sensible 
A tan grata presea. 

Allí de frescas flores 
Ornara la maleza, 
Cuando de sus primicias 
Nos colme Primavera. 
Entonces sí, Dalmiro, 
Adornaré mis trenzas, 
Con sus rojos capullos, 
Y con la flor primera, 



EL PARNASO ORIENTAL. 



1 



A MAS 013 LA MEDIA NOClílí, 
LA LUZ. 

{Del mismo,) 
INEDITA. 

Kra alta ya la noche, y desvelado 
Vi que apenas la luz confusa ardía ; 

Y con dudosa lumbre consumía 

El fulgido esplendor que había gozado. 

La luz en un momento revivía, 

La luz en un momento amortiguaba, 

Mecida por el airo vacilaba, 

Y su agitado esfuerzo interrumpía. 

Pálida, débil y el calor perdido, 
Que sus sombras opacas circundaba 
Ora lucía, ora se apagnbá 

Y dio por fia el último estallido. 

Las tinieblas mi lecho rodenron, 

Y en éxtasis mi espíritu oprimido, 
Vagando el pensamiento distraído 
Mil imágenes tristes .ino cercaron. 

Vierte Morfco su letal beleño ; 

' Igual a aquella luz será mi suerte, 

Término do los males es la muerte ; 
f)ije, y entrego mi penar al sueno. 



140 EL PARNASO ORIENTAL. 



A LA PAZ DE 27 DE AGOSTO DE 1828. 
SONETO- 

(Por el mismo.) 
INEDITO. 
« 

Del alma Paz al éco sonoroso 
Rompe Marte su carro reclinante; 
Fiero el tirano oculta su semblante* 
Y sus aguas sosiega el Plata undoso. 

De la Paz al influjo poderoso 
Muestra la Libertad su faz radiante, 
La sien ceñida de laurel triunfante, 
Fija á la Patria su existir precioso* 

A su sombra de Céres y Amaltéa, 
Opimos frutos al Oriente ofrece, 
Junto á la esteva el albo vellocino* 

Orientales, unión ! y el mundo véa 
Como tu gloria inmarcesible acrece, 
La Paz ornando tu blazon divino. 



EL PARNASO ORIENTA!,. 



Por el Dr. &. Carlos O* Villademoros. 

m 

Allá en tiempos de entonces t 
Que ahora no recuerdo, 
Ciertos animalitos 
Formaron un congreso* 
£1 que la voz llevaba 
Les dijo, caballeros ; 
Tengo acá en mi caletre, 
Que podría ser bueno 
Formar una República 

Y un general Gobierno. 
Crearnos Leyes sábias, 
Dictadas con acuerdo 
Que alejen el abuso 

Que por desgracia hacemos 
De los bienes, que justo 
Nos concediera el cielo* 
Leyes que nos mejoren, 
Que impidan los escesos, 

Y nos hagan felices 

De ahora para in internum, 
Que prohiban (perdonen) 
Al Burro, por ejemplo, 
Rompernos la cabeza 
Con rebuznos eternos, 



742 



EL VAUNASO ORIENTAL*. 



De la rapace Zorra 
Defiendan los polluelos^ 
Del Tigre la becerra, 
Del Lobo los corderos. 
Que el que tenga el gañote 
Sobre-manera hambriento, 
Trabaje y eche el alma 
Para lograr sustento. — 
Así dijo, que entonces 
No paraban en términos, 
Ni sabian que fuera 
Un producir grosero, 
Apellidar ganóte 
A lo que en nuestros tiempos 
T raqui-arteria se llama 
Con atiplado acento* 
Abriendo tanta boca 
Le escuchaban atentos, 
Todos los animales 
Que fueron al congreso. — 
Y él creyendo aprobado 
Su sublime proyecto, 
Una señal les hizo 
De espedida. En esto, 
Un Zorro que escuchaba 
Con enfadado gesto, 
Alto alia ! elijo, falta 
Lo mejor : yo concedo 
Perder de las gallinas 
Los regalados huevos : 
No comeré mas pollos ; 
Puro, per vida, quiero 



EL PARNASO ORIENTAL. 



143 



Que no ande tan holgado 
Ese fatal Gobierno, 
Que turba mis regalos. 
Mis inocentes juegos. 
Yo quiero que un partida 
De entre nosotros, luego 
Se forme, que se llame 
Opositor. Reniego 
Del que camina siempre 
Sin encontrar tropiezos. 
¡Qué gracia será entonces 
£1 practicar lo bueno! 
¿Ni qué esperanza queda 
A mí de mis polluelos, 
De su becerra al Tigre, 
Al Lobo de corderos, 
Si siempre han de mandarnos 
Los que no quieren eso? 
No señor, al partido 
Opositor roe atengo. 
Y eso ¿qué significa? 
Le pregunto el mostrenco 
Que como Gcfe hablaba 
En la reunión. Al menos 
Nos diréis ¿á qué cosa 
Oposición haremos? 
A lo que sea malo? 
Muy justo y me convengo. 
Pero no hay para que 
Según lo que yo creo, 
Formar aquí un partido, 
Con ese solo objeto. 



144 



EL PARNASO ORÍENfAL, 



Seamos todos hermanos 
Y así, cuando olvidemos 
Nuestros deberes, todos 
Nos lo recordaremos. 

Si pues . . . , Eh! . . . , dijo el Zorro, 

Tras que ni yo me entiendo 

Pues 4 quería decir. ♦ . * 

Así .... pues .... por ejemplo 
Por ejemplo T la Liebre, 
Esclamó, que ni un bledo, 
Gustan á maese Zorro, 
Las Leyes ni el congreso, 
Ni que haya, en esta tierra, 
Jamás un buen Gobierno. 

Vil IV 

De Z>. Aí. Jtf, Carrillo. 
INEDITA. 

A una Dama en su balcón; 

Y mas atrás su marido; 
Pasa un quídam que rendido* 
La dice con espresion, 
"Estoy por Usted perdido." 

GraVe al oírlo el Esposo, 
Con el otro se encaró: 
" ¿Qué decíais?» preguntó; 

Y el contestó con reposo 

11 Con Usted no hablaba yó. j) 



EL PARNASO ORIENTAD. 



145 



ESPLICACION MITOLOGICA 

DE LOS 

DOCE SIGNOS DEL ZODIACO* 

Por D. Francisco A* de Figueroa. 
INEDITA* 



MES DE ENERO. 




ACUARIO. 

Acuario, signo lucido ; 
Ganimédes se llamó, 
AI que Jove arrebató 
En águila convertido ; 
Habiendo á Hébc succedido 
Sirvió el néctar delectante, 
Mas luego estrella brillante 
Lució en los cielos serenos, 
Pues no podia ser menos 
El Copero del Tonantc. # 

* Ganimédes fue hijo de Tros, Rey de Troya, 
de quien tomó el nombre esta ciudad, que antes se 
llamaba Ilion. — Jove, el Tenante, y Júpiter, son 
una misma persona, es decir, el Dios Supremo del 
Olympo mitológico. — Bebe, diosa de la juventud, 
era la que servia á los dioses el néctar, licor maravi- 
lloso, hasta que dejó aquel cargo avergonzada por 
haberse cuido con las copas delante de las deidades. 

TOM a 19 



140 



EL PARNASO ORIENTAL. 



FEBRERO. 




PISCIS. 



En dos peces protección 
Venus y Cupido hallaron, 

Y en el Eufrates lograron 
Huir del fiero Typhón ; 
Con écos de indignación 
Atruena aquel la rivera, 

Y desde que libre fuera 
Cypria del torpe Gigante, 
Los Peces signo brillante 
Son de la celeste esfera. 



* Typhón, uno dolos Titanes que escalaron el 
Cielo ; arrebatado de una pasión brutal persiguió á 
Venus ; mas esta se salvó atravesando el Eufrates 
sobre dos peccs ? llevando consigo á su hijo Cupido. * 



* Toja» las nota? que v¿n a) pie de rula una de estas décimas ex- 
pücalcua*, ecm del autor. (Nota del Editor.) 



£L PARNASO ORIENTAL* 



117 



MARZO. 




AKIES. 



El Aries era un carnero 

Con toisón de oro por lana, 

En que huyó Fryxo y su hermana 

Del pueblo de lolcos fiero ; 

En Cólchida al Dios guerrero 

Dedicó el áureo vellón, 

Y del carnero oblación 

Presentó á Jove inmortal, 

El cual hizo al animal 

Celeste constelación. * 

* Fryxo, hijo do Athamantc y hermano de Hc!c> 
iba á ser injustamente sacrificado con su herma mi 
en lolcos, cuando se les presento entre unas nubes 
un carnero cuya lana era de oro, y loa recibió fugiti- 
vos en su espalda» Al pasar sobre ol mar se asustó 
Hele y cayó en las ondas, de donde tomó su nom- 
bre el Helesponto. — El vellón de oro que Fryxo de- 
dicó á Marte, es el que después conquistó Jasón, 
matando al dragón monstruoso que lo guardaba. 



143 



EL PARNASO ORIENTAL 



ABRIL. 




TAURO, 



Eso Toro iluminado 
Que en circo de estrellas topa, 
Es el mismo en el que á Euro 
Robo Jovo disfrazado; 
Lloró Agenor desolado 
De su hija e! rapto violento, 
Mas Júpiter al momento 
Que gozó tanta hermosura, 
De aquel Toro la figura 
Colocó en e) firmamento. * 



* Europa, Princesa de Phenicia y hermina de 
Cadmo, dio su nombre á una parte del mundo 
donde llegó, habiendo surcado el mar sobre el divi- 
no Toro. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



149 



MAYO. 




GEMIMS. 



Los Gemélos, no te asombre, 
De Leda y Jove nacieron 
DeDtro de un huevo, y tuvieron 
Castor y Polux por nombre; 
Polux simplemente un hombre 
Nació, y Castor inmortal, 
Mas este don por igual 
Dividieron como hermanos, 
Y ni divinos ni humanos, 
Son un signo celestial. * 



* No pudiendo Júpiter seducir á Leda, muger 
de Tyndaro, se transformó en Cisne, y jugando la 
engañó á las orillas del Eurotas, donde se estaba 
bañando : Léda parió, ó puso dos huevos, del uno 
salieron Elena y Clitemnestra, y del otro Castor y 
Polux. 



130 



EL PARNASO ORIENTAL. 



JUNIO* 




CANCER. 



Al Cáncer Juno celosa 

Mandó que a Hercúlea mordiese,, 

Porque vencer no pudiese 

A. la Hidra de Lerna odiosa, 

La mordedura enconosa 

Causó al héroe ta! dolor 

Que entre sus pies con furor 

Mató al crustáceo reptil, 

Y Juno aunque feo y vil 

Le dio de estrella el honor. 



* La diosa Juno, esposa de Júpiter, miró mucho 
tiempo con rencor y celos á Hércules, por ser este 
hijo adulterino de su marido y de Alcmena esposa 
de Amphitrion ; y continuamente le presentaba 
monstruos y le suscitaba peligros, que todos supo 
vencer y superar el indomable semi-dios. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



151 



JULIO. 




LEO, 



Sucumbió el León rapante 
De Neméa en lucha horrible, 
A manos del invencible 
Hijo de Alcmena y Temante; 
La pintada piel triunfante 
Vistió Alcidcs por blazón, 
Mas Juno en su indignación 
Tan tenaz como iro poten te. 
Pidió a su esposo infidente 
La apotheósis del León, * 



* Alcides es Hércules, que también tenia aquel 
nombre por ser nieto de Alcéo, marido de Hippo- 
ménes, que eran los padres de Alcmena. 



152 



EL PARNASO ORIENTAD 



AGOSTO. 




Virgo, 6 la Virgen campea 
En la estrellada región, 
Y como constelación 
Es la misma Diosa Astréa; 
Bajo cual digna preséa 
Para el humano consuelo, 
Mas del criminoso suelo 
Huyó, dejando gustosa 
De ser en el mundo diosa 
Por ser estrella del cielo. # 



* Astréa, hija de Júpiter y de Thémis, dejo el 
cielo por venir a gobernar la tierra durante el siglo 
de oro, mas después escandalizada de los vicios se 
retiro al cielo, y se coloco de signo en aquella parte 
del Zodiaco. 



EL PARNASO ORIENTAL* 1S3 



SETIEMBRE. 




LIBRA. 



El signo Libra ó Balanza 
De Astréa emblema y decoro, 
Recuerda del Siglo de oro 
La dichosa bienandanza, 
A la inocencia y templanza 
Succedió el dolo y sevicia, 
Y aquella señal propicia 
Que voló á región mas pura. 
Solo en el cielo asegura 
La equidad y la justicia. * 



* Otros mitologistas dicen que aquellas balan- 
zas son las de Thémis, diosa de la Justicia y madre 
df> Afltréa. 



TOJH 3 



154 



EL PARNASO ORIENTAL* 



OCTUBRE. 




ESCORPION. (1) 



Vengó el pérfido Escorpión 
A Diana soberbia y bella, 
Porque á competir con ella 
Se atrevió el incauto Orion, 
Su insensata presunción 
Costó al cazador la vida 
Y la deidad ofendida, 
Cuando al rival destruyó, 
En loa astros colocó 
A aquel icptíl homicida. # 

* Orion fué hijo de Júpiter, Neptuno y Mercurio, 
quienes sin concurso de muger lo hicieron nacer de 
un cuero de buey empapado en agua; para conten- 
tar los anhelos de Hyeréo que deseaba tener un hijo 
sin faltar á la fidelidad jurada á su difunta esposa. — 
Se dedicó a la caza, y por haber desafiado á Diana 
en su mismo ejercicio, tuvo tan desastroso fin* 

(1) Por una equivocación se ha puesto aquí la viñeta del Cáncer 
en lugar de la del Escorpión ; y en el mea de Junio en lugar del 
Cáncer se colocó la que representa el Ebcohpion. (Nota del Edit.) 



EL PARNASO ORIENTAL. 



NOVIEMBRE. 




SAGITARIO. 



El Sagitario espantoso 
Biformc constelación, 
Era el Centauro Chirón 
De Aquíles ayo famoso; 
Por descuido un venenoso 
Dardo de Hércules le hirió, 
Y tanto á Jove pidió 
Morir, aunque era inmortal. 
Que por termino á su mal 
En astro lo transformó. * 

* Ciaron, á quien Ovidio llama Biformis y Scmrfcr. 
nació medio hombre y medio caballo, fué hijo do Sa- 
turno, que tomó la figura de caballo para ver á la 
ninfa Phílyra. Fué Chirón maestro de Aquilea, en- 
señó a Esculapio la Medicina, y á Hércules la as- 
tronomía. — Un dardo de este tenido en la sangro de 
la Hidra le cayó p*or acaso en un pié, y le causo in- 
decibles tormentos, hasta que logró su metamorfosi» 
cu constelación. 



136 



EL PARNASO ORIENTAL. 



DICIEMBRE. 




CAPRICORNIO. 



El Capricornio brillante 

La cabra Amalthéa ha sido, 

Que con su leche ha nutrido 

A Júpiter tierno infante; 

El de Saturno triunfante 

La alzó á la estrellada estancia t 

Y dando mas importancia 

Al acto que solemniza, 

De una asta de su nodriza 

Formó el Cuerno de Abundancia. # 

* Júpiter fué hijo de Saturno y de Rhéa, la cual 
lo ocultó al nacer para que Saturno no lo devorase, 
como acostumbraba hacer con todos sus hijos va- 
rones. Rhéa entregó el niño á los Corybantes ó 
Dáctilos, Sacerdotes de Cibéles, los que bailando al 
son de ruidosas sonajas de bronce, iropedian que los 
lloros del niño llegasen á los oidos de Saturna : lo 
dieron á criar en Creta á la Cabra Amalthéa, y 
cuando Júpiter tomó posesión del reino del cielo* 
premió el beneficio que había recibido de aquella 
Cabra, colocándola en el Zodiaco ; y de uno de sus 
cuernos formó el de la Abundancia. 



Et PARNASO ORIENTAL. 



157 



DECIMAS. 

{De incierto aulor,) 
INEDITAS. 
« 

Cuarteta que envió el autor 9 una Senoriln paro que la potara. 

^í«<¿i cuarteta dichosa 
A presentarte humillada, 
A que le glose una J?iosa 
Y una Poetiza extremada* 

Gloga. dgi* Actor. 

Traviesa producción mía 
Que de la noche de errores 
Quieres ver los resplandores 
Que solo refleja el dia, 
¡ Qué copiosa fantasía 
En tus renglones reboso > 
Cuando apeteces ser glosa 
De un numen particular ! 
Mas pues te quieres honrar. 
Anda, twrtela dichosa. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Lo grosero de tu ser, 

Tu mal formada cadenciíi 

Resaltarán a presencia 

De la rima de muger, 

Mas yo debo conocer 

Que la pintura realzada 

Hace á la sombra agraciada 

Cuando ésta en sí solo asombra. 

Así poesía anda por sombra 

A presentarle humillada. 

Adquirirás tal valor, 
O cuarteta destituida, 
Por ir en el verso unida 
De un numen de tal primor, 
Que serás como una llor 
Que en bello jardin repoda, 
A quien marchita, liacc hermosa 
La vega tan seductora, 
Así trovo mustio, ve ahora 
(¡lie le glose una Diosa. 

Tu en mi poder estás triste, 
O cuarteta verdadera, 
Pues la gracia lisongera 
Te falta que cu otras visto, 
Til otro numen descubriste 
De ciencia privilegiada, 
Mas dentro, versos, de nada 
Seréis lindos, sin reserva, 
Glosándoos una Minerva, 
Y una Poetiza extremada. 



KL PARNASO ORIENTAL. 



OTRA GLOSA 

De la Señorita a quien fue dirijida la anterior. 

Errante pluma detente, 
Suspende pl curso a que anhela 
Tu rapidez, porque vuela 
A altura muy eminente, 
Cuando un talento excelente 
La dirije y saca airosa : 
Pero si no, compendiosa 
J)í solo, a la que ayer vino, 
Por ese mismo camino 
Jinda cuarida dichosa. 

Dile á tu autor elegante 
Te reciba por piedad, 
Que ¿i efecto de su bondad 
Te devuelve una ignorante, 
Que no se estima bastante 
A hacerla glosa encumbrada. 
Que merece tu ilustrada 

Energía diré en suma, 

Anda tú, infelice pluma, 
A presentarte humillada* 



160 



EL PARNASO ORIENTAD 



Te di el verdadero nombro, 
Pues tus toscos caracteres 
No podrán, aunque quisiéres, 
Complacer sin que te asombre 
Ver, que hablas con un hombre 
De una ciencia prodigiosa, 

Y así recurre ingeniosa 
A alguna Musa discreta, 
Díle que ahí vá esa cuarteta 
A que ¡a gfost ima Diosa, 

Concluye, que ya es cansar 
La atención de tu lector, 
Mira que es todo un doctor 
Que no quiere confesar, 
Que solo él podrá glosar 
Lo que á tu muy limitada 
Pericia, tiene angustiada, 
Mas, cuando esperas dudosa 
Te socorra alguna Diosa 

Y una Poéiiza tttremada. 



EL PARNASO ORIENTAL* 



161 



RESPUESTA DEL AUTOR 



Gloaando la cuarteta en loa mismoa cooionantes» 



¡ Talento pobre detente ! 
¿ A qué ta locura anhela ? 
j Acaso lo humilde vuela 



Quiere extender su bondad 
Elogiando á un ignorante. 
Sabia Safo, ¿no ee bastante 
Que vencieras de encumbrada ? 
Esa alabanza ilustrada 
Me la dejarás en suma¡ 
Así irías contenta pluma 
A presentarte humillada. 



TOM 3 21 




Cuando una poesía, excelente 
Te saca» cuarteta, airosa, 
Yo volveré compendiosa 
A lo que tan fértil vino f 
Mas pues no hallo otro camino, 
Anda cuarteta dichosa. 




6 



EL PARNASO ORIENTAL- 

No es infelice tu nombie^ 
Pluma, y con tua caractéres 
Aunque humilde no guistéres 
Justo es que el mortal se asombre. 
Habrá en el mundo, acaso, hombre 
Que en obra tan prodigiosa 
Pueda alabar la ingeniosa 
Décima Musa discreta, 
Que dice ándate cuarteta 
JÍ que te glose una Diosa ? 

OVni 

¿Y yo me había de cansar, 
Pobre ignorante lector. 
Sin ser, ó sábia, el doctor 
(que aun no debo confesar) 
Viendo á una Diosa glosar 
M\ cuarteta limitada ? 
Mas vuelve rima angustiada 
A esa Musa no dudosa, 
Dile que es discreta Diosa 
Y una Poetiza extremada. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



163 



OTRA GI.OSA 

De la misma cuarteta por el mismo autor, 

■ 0 

En mil cuidados metido 
Que acompañan nuestra vida, 
Mi mente queda abatida, 
Mi cuerpo queda dormido, 
Cuando, ved, soy conducido 
A una mansión deliciosa. 
De entre nueve una preciosa 
Presenta á un hombre un papel, 
Lo toma y principia él, 
Anda cuarteta dichosa. 

0 

Al trovo muy brevemente 

Puso fin, y se calló; 

La glosa luego empezó 

Y vuelve á leer nuevamente, 

" Errante pluma detente, » 

Aquí forma su parada, 

Repitiendo en voz alzada, 

Tú, del papel conductora, 

Al que este verso hizo, vé ahora 

A presentarte humillada. 



O 



164 



EL PARNASO ORIENTAL, 



Agachada la cabeza 
Salió la pobre muger, 
Porque ya no podia oir leer 
Versos de tanta belleza; 
Vuelve el hombre con presteza 
A aquella poesía armiosa, 
Vé que en primores rebosa, 

Y esclama ¿quien formó esto? 
Mas repitió, ¿no está puesto 
A que te glose ma Diosa? 

Luego esta es Diosa, ha esclamado, 

Y así os mando como Apolo 
Que del uno al otró polo 
Elogiéis su honor realzado* 
Andad, Musas, con agrado 

Y traedme acá coronada 
A esa sabia celebrada 
Le daré el primer asiento, 

Por ser mas que Clío en talento, 

Y una Poetiza extremada* 



EL PARNASO ORIENTAL. 



165 



Por la Sra. Da. Petrona Rosende de la Sierra. 
INEDITA. 



¡Los diaahan corrido, y en mi Tríente 
La imagen adorable siempre fija, 
Del objeto que Atropos despiadada 
De mi vista robo con mano activa, 
Consume y acibara mi existeucia 

Y cual llama voraz que el viento agita 
En cenizas convierte mis anhelos 

Y mis aspiraciones debilita ! 

Las delicias, los gustos, los placeres, 
Con que halaga al mortal la triste vida, 
Son todos despreciables á mis ojos, 
Son flores sin olor que el sol marchita: 
Sola con mi dolor, y el triste lloro 
Que me arranca la pena que domina 
Todas las afecciones de mi alma, 
Paso la3 noches y angustiosos dias: 
¡Oh si el dolor matase, cuantas veces 
El oficio de muerte ejercería 

El que mi pecho encierra delirante 

Y el recuerdo alimenta con porfía! 

¡Ay! ... .¿y podre nombrarte, cara prenda? 
¡Podrán mis labios pronunciar un, .hija!! 
Sí : : : ¡yá lo han hecho! y un licor amargo 
Por el alma circula y se desliza, 



166 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Que ennegrese mi sangre, emponzoñando 
Todos los sentimientos que me animan. 
¡Hoy se cumplen tres años que la Parca * 
Corto el arbusto tierno de tu vida 
En el tálamo triste que Himeneo 
Alumbró con su antorcha pocos dias! 
¡Ohí y cuan breves momentos te vi ufana 
Ostentar tu gallarda lozanía, 
Sin que tu corazón me revelase 
En tétrico mirar cuanto sentia; 
Bajo el prudente velo que á tu engaño 
Pusiste, el horrible pesar se traslucía, 
Poniendo al transparente cuanto el alma 
Eu tiempos anteriores predecía; 
¡Oh incauta y desgraciada prenda cara! 
Tú fuistes el consuelo do mi vida, 
Todo mi amor, mi bien, y mi ternura 
En tí sola cifrado se veía, 
Mientras á mi regazo aproximada 
Gozabas mis halagos y caricias, 
Penetrando mi voz hasta tu pecho 
Que libre de pasiones se nutria 
En doctrinas morales que grabadas 
En tu preciosa alma se leían; 
Obediencia y respeto fue tu lema; 
El candor y modestia tu divisa; 
El estudio, tu gusto dominante; 
El saber, tu deseo y tu codicia: 
¡Cuanta fue tu virtud, tanta es la pena 
Que me atrajo tu muerte intempestiva, 
Tanto el amargo llanto y la congoja 

* Doco de Febrero de 1837. 



EL PARNASO ORIENTAL 



167 



Que mi pecho traspasa noche y dia! 
Tu imagen esculpida en mi memoria 
Es agudo puñal que el tiempo afila. 
Hiriendo y destrozando mis entrañas 
Por minutos, por horas, y por dias, 
Pues lejos do embotarse mas se aguza 

Para ahondar activo mis heridas! 

¿Quien será la persona que te nombre 
Sin que mi triste aspecto no Je diga, 
De que clase es la angustia y el tormento 
Que mi existencia abruma y aniquila?, . , . 
¿Cual, la que al ver mis ojos anegados 
En lágrimas ardientes, mis mejillas 
Convertirse en torrentes continuados, 

No conoce el dolor que el alma agita? 

¿Quien no siente en su pecho que soy madre, 

Y que lloro la muerte de una hija 

Adornada de dones y virtudes 

Que formaban ini bien, placer y dicha ? 

El mal que infausto lecho te condujo, 

No fué solo la causa primitiva 

Del catástrofe horrible que lamento 

Estando tú en cenizas convertida. 

En la mansión celeste donde moras 

Orlada de la palma y de la oliva 

Ante el excelso trono del Eterno 

Se aclararán sin duda los enigmas, 

En el dia terrible en que los muertos 

Tornarán á gozar de nueva vida; 

Allí cito y emplazo á los fautores 

Del trágico ejemplar para otras hijas, 

Que al crédulo candor de su inocencia, 



168 EL PARNASO ORIENTAL. 



Sin oir la razón, se precipiten 

Eligiendo á su antojo un Himonéo, 

Que, aunque casto ios forme eterna ruina. 




Jí UJV FjIJVFARRQJV . 



De D. M. M. Carrillo. 
INEDITA. 



De un Endriago á la túrgida gravura, 
Aflijida la tierra se espantiza, * 
Y á todo vicho le entra tal pabura 
Que en lo mas intrincado se escondiza. 
Cabe á la su persona hay gente fura 
Que anonada, y aterra y confundizo, 
¿Quien resistir podrá tanta pujanza? 
¡Ay me! ¡Qué desventura! ¡Que estrujanza!!! 

* Nota á los poetas adustos y escrupulosos. — No pertenecen á la 
Neologítt las voces que se le parezcan á esta sino al capricho, al ridí- 
calo, sin salir de la índole de la lengua castellana. (Nota del autor.) 



EL PARNASO ORIENTA!,. 



(Por D. Francisco A, de Fiifueroa) 
as 

P 

SUPLEMENTO A LA TORAIDA, 

Publicada en el segundo tomo del Parnaso Oriental. 

Cante el divino Homero en plectro de oro 

AI furibundo Aquíles; y el Mantuano * 

Inmortalice con clarín sonoro 
La catástrofe horrenda, del Troya no; 
O el Argentino Cisne envuelta en lloro 
Nos pinte á Dido y su dolor insano; ♦ ♦ . . ** 
Mientras yo al son de gaitas y panderos 
Solo canto Toratdas y Toreros. 

Si atiendes al clamor de un mal poeta, 
O tú del Helicón numen eterno, 
Si tanta empresa quieres que acometa 
Dame del Aries ó del Tauro un cuerno ; 

* Virgilio natural de Mantua, y oulor del inmortal poema de !a 
Eneida, donde se refiero In destrucción do Troya. 

** El Sr: I). Juan Cruz Vnrela autor de Ja» hermosas trogedins la 
Dido y la Algia, y do otrna obras clásicas. 



22 



170 



EL PARNASO O MENTAL. 



Al son tic la estrambótica trompeta 
Resonarán los huecos del averno, 

Y Juanchos y Romeros en cuadrilla 
Prepararan la espada y banderilla. 

En plena posesión corao unos reyes 
Estábamos del circo, en paz profunda, 
Cuando violando las taurinas leyes 
Se amotinó una plebe furibunda, 

Y sobre si eran toros ó eran bueyes 
Hubo escándalo, asafto y barabúnda, 
Hasta que al fin volar vieron mis ojos 
Tablas, sillas, y bancos por despojos. 

Yo vi ultrajada en el saqueo ¡ufando 

La pica de Palanca, ¡ó caso fiero! 

Pica que honrára al mismo Villandrando, 

Y en que manos — . ¡en manos de un lechero ! ! 
Vía una ninfa en gran riesgo reclamando 
Contra el vulgo fonético y grosero, 

Víla sobre un tablón que se derrumba 
Como al ángel de luz sobre una tumba. 

A Repollo y Vtolin llamaba airado 
El vulgo en el furor que le enagena, 
Mas el violin estaba destemplado, 

Y el repollo cual blanda berengenn; 
Asustados los dos bajo el tablado 
Quien sabe Jo que hacían en tal pena; 
Ay, no salgas! escóndete Repollo, 
Que eso sería echarle trigo al polla 



EL PARNASO OMKNTAT* 



171 



Allí vendióse en bárbara subasta, 

Y á precio vil, la espada de Garcia; 
Dulces vi por el suelo en caldo y pasta, 

Y una lluvia de almendras y arropía; 
Un confuso tropel de varia casta, 

A la mosca ! y al mono ! repetía, 

Y al boletero asaltan con encono, 

Mas ya estaban en salvo mosca y mono 1 ! 

Por esto fuminóse providente, 

De »JVb mas Toros» el fatal decreto, 

Decreto que Horaron tristemente 

El rico, el pobre, el necio y el discreto; 

Y basta los mismos del rnotin furente 
Llenos ya de pesar y de respeto, 
Decian clamoreando como gansos, 
Vuelvan los toros aunque sean mansos!! 

Pues bien, ya los tenéis. . . .cesen los lloros; 
Ya cuatro circos instalarse veo, 
Cubaltitos, pelota, gallos, toros, 
Todo es zambra feliz! todo es buréo! 
Do quiera imitan infantiles coros 
El mugido, el relincho, e! cacareo, 
Mas el profundo observador bien nota 
Que prefieren el toro y la pelota. 

¿No los veis con manoplas ó paletas 
Echando bu arrayúa á lo estrangeros, 



* Xa voz boletera qon no trae el diccionario caRtelinnn, y las tío 
snoeca y ¡mono significando dinero, son locuciones de Iup qu«¿ r,o es 
reeponü&ble el auior Bino c! vulgo que las proferí*. 



172 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Con riesgo de narices y peinetas 
A la pelota retozar ligeros? 
¿No veis otros con giros y gambetas, 
Cabalgando en escobas, ó carneros, 
Jugar al toro, y con horrenda grita 
Imitar á Palanca y Coronita? 

O espectáculo bello y democrático 
Que amalgama á las clases diferentes! 
Donde al entrar depone el mas cismático 
Necio orgullo, y pasiones insolentes; 
Un talismán divino, un goce estático 
Une en fraterno lazo á los valientes 
Que acompañaron á los tres Campeones 
De Sarandí, del Cerro, y de Misiones. 

Mientras llega la hora y sale el toro 
Una música dulce el tiempo engaña, 
Que en grato alegro y á compaz sonoro 
Preludia la festiva media-caña; 
La comparsa del bronce haciendo coro 
Allí do alumbra Febo la acompaña 
Y batiendo las palmas plácentela 
Entona media caña, caña entera. 

Allí las bellas ninfas con finura 
Conquistan con mirar a mil amantes, 
Realzando del cuadro la hermosura 
Los sombrerillos, plumas y turbantes; 
Allí la vista absorta se figura 
Con colores mas vivos y elegantes, 



EX PARNASO ORIENTAL. 



173 



Un aéreo jardín de flores bellas, 
O rutilante círculo de estrellas. 

Allí el fulgido Febo. . . «mas no incumbo 
A mi aliento el clarín, sino la gaita, 
Ni tampoco pretendo que me zumbe 
El apolíneo coro, y gruña el taita; 
Toquemos nuestro cuerno que retumbe 
En Amburgo, Pekin, y Cotagaita, 
Anunciando en mugido á fuer de toro 
(¿ue ya ha tornado al mundo el siglo de oro. 

Ya Coronitade embajada pasa 

En hombros de Neptuno al occidente, 

A hacer la adquisición del gran Zaraza, 

Zaraza sin mojar pieza excelente!! 

También el joven Juancho vendrá a casa 
Que su noble prosapia no desmiente, 

Y es en lo astuto, impávido y despierto, 
De tan excelsa rama digno enjerto. 

Otro ilustre emisario á fuerza de oro 
Recorre la campaña en este instante, 
Porque pueda con pompa y con decoro 
Traer á Meloncito el ambulante, 
El cual si alguna vez lo atraca el toro 

Será melón de olor y algo fragante, 

Pues suele aquella bestia en su bravura 
Con los cuernos hacer la catadura» 

Ya me imagino ver al toro adusto 

Y ú Palanca gritándole acá hijiió! 



174 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Con aquel vozarrón que inspira susto 
Retumbando en los ecos del distrito: 
Loa cuernos baja el animal robusto, 
Bufa espantoso, y acornóte al grito, 
Puja y puja el campeón, las piernas cierra, 

Y el toro y el rocín besan la tierra. 

Llueven luego cumquibus ó pesetas 
Sobre el rocín que sale dando coces, 

Y los hijos de Apolo cien cuartetas 
Preparan encomiásticas y atroces; 
Porque solo ofrecemos los poetas 

En lugar de cumquibus^ nuestras voces. 
Que aunque suene á prefacio el verso intonso* 
Mejor es un prefacio que un responso. 

Venga el fiero bicorne de Pasife 

Que engendró al Minotauro horror de Creta, 

O el toro que llevara á fuer de esquifo 

A su ninfa bogando á la gincta. . . . * 

Preséntense; y al Ínclito alarife 

Cada cual por su banda le acometa, 

Y de repuesto Alcidcs con su tranca, 

Y verán todos tres quien es Palanca ! ! ! 

¿ Y no miras, no sientes, no te lato 
£1 corazón de orgullo y de contento 
Al ver que un racional resiste, abate, 

Y postra al fin de un bruto el ardimiento? 
¿Y quién, al ver el hórrido combate 

* Jupiter con vori ido en Toro por U ninfa Europa h roU'-, y car» 
gandoia en gus Jomas te arrojo con c!la bI már. 



el paknaso Orienta i,. 



17* 



De una parte el furor, de otra el talento, 
Aunque el grave espectáculo le asombre, 
No saldrá envanecido de ser hombre? 

Si á esto llaman locura, otras mayores 
Hacen gentes ilustres y preciadas 
Que cuál gallos preparan gladiadores 
Para el solemne circo de trompadas; 
Roma vio cuatrocientos Senadores 

Y á un Soberano andar a las puñadas, 
Contemplándose aquellos muy felices 

Con perder solo un ojo ó las narices * 

Los riesg09 que ponderan. .desatinos 
Son que un ciego terror se forja en vano; 
Mas victimas se llevan los pepinos 
O el agua fria en tiempo de verano; 
De mil formas se muere, los destinos 
No es dado contrastar al triste humano; 
¿Y quién sabe si á veces son los bueyes 
Fatídicos ministros de las leyes? 

Mas vuelvo al circo, y miro de repente 

A Repollo, y aquel de voz de pito. 

Ya á sus capas se lanza el Toro ardiente 

Entre aplauso y estrépito infinito; 

No diré yó cuál sea el mas valiente 

Porque en reglas de gusto no se ha escrito, 

Hay hombre que prefiere el congrio al sollo, 

Y otros dan por un rábano un repollo. 

* El Emperador Cómodo eolia descender al Circo para hiclnr 6 
andar á invadas. 



176 £t PARNASO ORIENTAL. 



Sale en esto á plantar su banderilla 
£1 veloz Meloncito, ó paso tierno! 
Mas de pronto al crujir ta chaquetilla 
Vuelve el toro cuál furia del averno; 
Préndese la garrocha en la espaldilla, 
Ah, corre corre! que te pincha el cuerno. 
Conserva el melonar, pues si te espones 
¿Adonde iremos á buscar melones? 

Embiste el animal con choque horrendo 
A la valla, y el circo se estremece, 

Y el inflamado globo con estruendo 
Le azota el cuello, y su furor acrece; 
Humo y sangre respira, y tan tremendo 
La dura tierra escarba, que parece 
Que llama á su enemigo con bravura* 
O que empieza a cavar su sepultura* 

Acércase Repollo con recato, 
Mas oyendo un bufido desalienta, 
¿Y quién le pone el cascabel al gato? 
¿Quién al furioso Toro se presenta? 
Campea el animal un largo rato 

Y el agitado pueblo se impacienta, 
Cuando suena el tambor, y la alegria 
Se pinta en todos al salir Garcia. 

Ornan su chaquetilla rozagante 
Recamos y melindres de oro y plata, 
En la diestra el acero centellante 

Y en la siniestra el manto de escarlata; 



EL PARNASO ORIENTAL» 



177 



Una banda lucida y elegante 
£1 ceñido calzón sujeta y ata. 
Llega, y llamando al animal valiente 
Le agita el manto ante la torva frente» 

La sangrienta cerviz entumeciendo 
Al purpureo cendal embiste airado, 
Maa le evita García, y revolviendo 
Torna á llamarlo en el opuesto lado; 
Otra vez acomete el bruto horrendo 

Y con mortal herida traspasado 
Bambolea un instante, desfallece, 

Cáe á su3 pies, y el suelo se estremece. 

Con entusiasta ardor inmensas voces 
Se elevan á García proclamando, 
Mientras su alma se inunda con los goces 
De un placer entre duro y entre blando; 
En caballos ariscos y veloces 
Luego entran dos ginetea, que arrastrando 
Sacan al toro convertido en yelo 
Surcando con el asta el duro suelo» 

O Ignacio, Paraguay, Veauis, García 
Malagueño, Violin, Repollo, Palma, 
Casavalle, y Corona ! ! en este dia 
Diez coronas os diera con el alma 

Y á tí inmortal Palanca te alzaría 

Por signo hasta el Zodiaco, donde en calma 
En estrellada esfera, en circo de oro 
Dieras lanzadas al celeste Toro. 



TOM 3 



EL PARNASO ORIENTAL. 



SEGÜJVD& 

A la CELEBRE CORRIDA del DOMINGO 39 Me NOVIEMBRE. 



O deidad que presides refulgente 

Del bicorne Parnaso en las dos cumbres, 

Alúmbrame benéfico indulgente, 

Pero por las costillas no me alumbres; 

Y del licor de ta castalia fuente 

Concédeme, si quiera, un par de azumbres; 

Porque ornado de inmenso perifollo 

Brinde un lauro á Palanca, otro á Repollo. 

Lució el fulgido Febo, rayó e! dia 
De la solemne fiesta sin segunda 
(Que en los taurinos fastos á fe mia 
No la ha habido mejor, ni mas jocunda) 
Cuando escucho un tambor. . . *el alma mia 

Siente una sensación grata y profunda . 

Ya no cantaban gallos ni serenos, 
Mas dudo si es tambor, ó si son truenos. 

Acércase el rumor; ya reconozco 
La querida señal, y un sentimiento 
Que unos llaman pulido y otros tosco 
Me hace saltar del lecho en el momento; 
Imaginóme oir . . . .al negro! al hosco! 
Ya miro del concurso el lucimiento, 
Mientras el pecho en su ilusión se agita 
Divagando entre Palma y Coronita. 



EL PARNASO ORIENTAL 



179 



Todo el pueblo se llena do contento 
Un nuevo ser le anima; y hay alguno 
Que cual camaleón papando el viento 
Se dirije al Cordón estando ayuno; 
Dirá un censor adusto en el momento 
Eso no es ser cristiano, es ser moruno! 
Muy bien. , . «sean cristianos, sean moros, 
Nadie piensa en comida cuando hay toros. 

En el alto zenit resplandeciente 
El caFro la de luz divide al dia, 

Y ya una inmensa procesión de gente 
Al hermoso espectáculo acudiii; 
Corre ef joven y el viejo juntamente; 

Y las ninfas vendiendo lozanía 

Con la mano en el moño van con tiento- 
Poniendo el peincton a sotavento. 

Otra el pulido talle ostenta ufana 
O el nuevo sombrerillo de alta copa, 

Y mas allá la esbelta cortesana 

Se mece cual bajel con viento en popa; 
Una turba de niños corre insana 

Y cada uno cual toro brinca y topa, 
Mientras que a sus hermanas en secreto 
Les ofrece un galán dulce y boleto; 

Tal era la vistosa perspectiva 
Del camino del circo el dia hermoso 
En que una multitud varia y festiva 
( 'oiría al espectáculo grandioso; 
Talcos* gradas, cazuela, abajo, arriba, 



180 



EL PARNASO ORIENTAL* 



Todo llena el concurso numeroso 
Que impaciente y ansioso en su deseo 



Brama encerrado el toro, y entretanto 
Que los chulillos á la lid se ofrecen, 
Bate el cuerno el toril, y por encanto 
Las esperanzas y el temor acrecen, 
Con pulsaciones de placer y espanto 
Del corazón las fibras se estremecen, 
Tira el cerrojo el flaco guarda-ropa, 

Y sale el toro, y á Palanca topa. 

Un simultaneo aplauso y un cohete 
Con estrépito suben hasta el cielo, 
En tanto que el magni6co ginete 
Con su honorable espalda bate ol suelo; 
García echa su capa, y arremete 
A Repollo veloz que toma el vuelo 

Y por detras el animal cornudo 

Dio, por darle un bufido, un estornudo. 

Para vengar su honor bien adquirido 
Torna el bravo Palanca á la palestra, 
Acométele el toro embrabecido, 

Y cede al brio de su heroica diestra; 
También dio Casavalle distinguido 
De su arrojo y valor hermosa muestra, 
Cuando admirando el Pueblo su pujanza 
Sostuvo al toro hasta rompér la lanza. 

iMasno quiero estenderme en dar loorea 
A los toros, tampoco á los toreros; 




palmotéo. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



181 



Que si aquellos han sido los mejores 
Estos fueron valientes y ligeros; 
Fueron el negro y blanco, superiores, 
Lo mismo los del medio y los postreros, 
Mas el cuarto ó el quinto fué un torillo 
Que bailó sin cesar el fandanguillo. 

Tienta el diablo á Repollo muy orondo 
A hacer un grande lance sin recelo. 
Cuando embístele el toro, y cáe redondo, 
Mas no en la tentación, sino en el suelo; 
El vio un caneé!, y dijo aquí me escondo, 
Que hasta escondido se le eriza el pelo, 

Y para no incidir en otro antojo 

Se apareció después, fingiendo el cojo. 

Sale luego otro toro y gritan, este 
Es otro que bien baila. . . .y no bailaba; 
Porque era en animal bárbaro agreste 
Que no entendía el baile y corneaba, 
A Coronita en el calzón celeste 
Con furioso encontrón las puntas clava, 

Y si la suerte al infeliz no abona 
Saca el toro los cuernos con corona. 

Líbrelo Dios! y dando de soleta 
El y todos se salven de un aprieto, 
O aprendan de Repollo la discreta 
Precaución con que guarda su coleto; 
Mas en caso funesto, cual poeta 
Con dolor de mi alma ya prometo, 
Que al primero que caiga, en verso záfio 
Tengo de hacer el mísero epitafio. 



J82 



EL PARNASO ORIENTAL. 



TAÜRI-POETICO, 

ó 

TORAIDA CON MORRION. 
Tercera. 

Llegó el ansiado día; oh cuan sereno 
Despejado el Oriente se engalana ! 

Y de Amphitrite en el undoso seno 
Brillan reflejos de esmeralda y grana; 
Sube Febo á su trono, un dia ameno 
Nos premia el largo afán de una semana, 

Y el tamboril que en gozo rnc enngena 
Taráu tan plan, taráu lan plan resuena. 

Sigue y sigue tocando con aliento 
O atezado tambor, ingerto en chino! 

Y atruene á todo el pueblo ese instrumento 
Nuncio del espectáculo taurino; 

Corren en pos de tí con ardimiento 
Cien jóvenes que envidian tu destino, 

Y el mismo Apolo, si del Pindó baja, 
Cambiaría su plectro por tu caja. 

Así en andrajos 
Tú me pareces 
Mejor cien veces 
Que el Dios de amor: 



EL PARNASO ORIENTAL. 



> 

183 



No mas trabajos 
Penas y lloros. 
Ya de los toros 
Suena el tambor. 

A los balcones 
A verse asoman 
Ninfas que toman 
Hombres que dan: 
Los corazones 
Salen del centro 
Latiendo adentro 
Tarán tan tan. 

^ ni pensar en potajes ni en cocina 
Inmensa multitud corre a la Plaza, 
No menos que otro tiempo en Palestin*- 
Cuando tocó á mil hombres por hogaza; 
Oh ayuno meritorio, oh pasión fina! 
Que de mayor prodigio tiene traza 
Pues estos con el ansia y los afanes 
No han comido entro todos cinco panes. 

Van en lucidos coches preparados 
Los que tienen favor ó patacones, 
Mas en duros carruages apilados 
Niños; viejas, muchachas y barbones; 
Así cualtomatina misturados 
Con el calor, aprieto y trompicones, 
Se encueutran en la tosca carretilla 
Ellas hechas pastel, ellos tortilla. 



Las ninfas de la pesca, de antemano 



134 EL PARNASO ORIENTAD 



Ya tienden bu palangre al tonto ó ciego, 
Que el falso halago y e) afecto vano 
Con el palco y los dulces paga luego; 
Solo tira ventajas e) que insano 
Desabrocha mas pronto bu talego, 
Porque al diablo de ogaño se le antoja 
Que solo tire mas quien mas afloja. 

Mas luego á deshora 
Conoce el desfalco, 

Y al toro y al palco 
Maldice á la vez: 

Y ella que traidora 
Chupóle la sangre, 
Recoge el palangre 

Y busca otro pez. 

Si á alguno le poga 
La sátira oculta, 
Apolo me indulta 
Do pena y de mal: 

Y en vano reniega, 
En vano se enoja 
Si al tira y afloja 
Perdió su caudal. 

Mas ya en eí circo estoy, en dulce coro 
Canta il populo multo, y mil clamores 
Repiten con ardor, que salga el toro, 
O excitan á los bravos lidiadores; 
Dorina ostenta allí sus trenzas de oro, 
Aquí Filis sus diges y sus flores, 



EL FAIlffASO ORIENTAL, 



Revoleando ea torno á sus zarcillos 
Con amoroso afán rail cupidillos. 

El apuesto y gallardo Malagueño 
Con gitano donaire se presenta 
Y preparado al generoso empeño 
Hacer alarde de su garbo intenta; 
Allá junto al toril con torvo ceño 
Cabalgando un bucéfalo se ostenta 
Ancho de encuentros recogida el anca 
Con su potente pica el gran Palanca- 

A competencia se van 
£1 caballo y el ginete, 
Pues si el uno sorbe el mosto, 
El otro los vientos bebe. 
Sus ojos do quier vagando 
Se inflaman o se obscurecen 
Con crepúsculos de luz 
Entre opacos y entre alegres. 

Descubren de cuando en cuando 
Süs greñas que el viento muevo 
Las cruzadas cicatrices 
Que su figura ennoblecen: 
¡Oh cuantas veces el circo 
A impulsos del cuerno aleve 
Barrió con la noble espalda, 
O hirió con la heroica frente ! ! 

Allí todo es placer; todo es motivo 
De entusiasmo y ardor; si salta un perro 
Atolondran al timpano auditivo 



186 EL PARNASO ORIEFTAl. 



Los sil vos, la algazara, ó el cencorro; 
El mas libre de lengua es mas festivo, 
Que erigirse en censor fuera gran yerro, 
Cando se ensanchan, por virtud del toro» 
Las melindrosas trabas del decoro. 

Poco airoso Coello aunque atrevido, 
Anda el circo con pasos desiguales 
Y en ajustadas calzas entumido 
Muestra los polvorosos calcañales; 
A la par va Arel laño que ha sabido 
De valor y destreza dar señales; 
Mientras sobro un cancel el buen Repollo 
Se dá en espectacion como un pimpollo. 

Ya la redonda pierna 
Bamboléa festivo, 
Ya al son del instrumento 
Salta airoso en el circo: 
Y las mórbidas formas 
Del volumen rollizo 
Le tiemblan agitadas 
De agradables sálticos. 

Muy chulo andas Repollo, 
Pero luego al torito 
A retaguardia y lejos 
Lo tratas con desvio: 
No mueres de cornada, 
Ni yo tendré el martirio 
De inscribir en tu fosa 
El epitafio digno. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



J«7 



Mas allá por el circa se pasea 
£1 ambidextro Palma din capilla 
Luciendo ante la estática asamblea 
El cuerpo chulo y gruesa pantorilla 
Coronita también lucir desea 
Ornado manto y nueva monterilla 
Confiando en la fama que pregona 
El sobrenombre ilustre de Corona. 

Allí se mira á Bequis que ha jurado 
Con los toros la alianza mas discreta,, 

Y el prudente García preparada 
A buscarle la nuca en Ja paleta; 
En esto llega un héroe acrisolado 
Estribando cual moro á la giteta 

Y se entra per el medio abriendo calle- 
En su bridón el bravo Casabal le. 

Sobre la atezada frente 

Tostado y crespo el cabello 
Indica el" mixto linage 
De africano y de europeo 
El impaciente corcel 
Tascando espumoso el freno 
Con el resonante callo 
Quiero castigar al suelo. 

Y en las anchas federicas 
De fuerte y lustroso cuero 
Al soberbio bruto abitan 
Dos acicates sangrientos; 
BlaiKlicnuo la enorme pica 



188 EL PARNASO ORIENTAL. 

Junto á Palanca se ha puesto 
Porque pretende igualar 
Las glorias de su maestro. 

Mas ya el Juez se presenta; en el momento 
Dá la seña el tambor con un redoble; 
Sube un cohete á la región del viento 

Y apareja Palanca el duro roble; 
Sale un toro feroz y corpulento, 

Y al ver del héroe la presencia noble 
Baja la frente horrífica y cornuda 
Como quien reverente le saluda. 

Viendo que no !e embiste al vente hijilo^ 
Que al paternal cariño se hace ingrato, 
Le suelta aquel requiebro favorito 
Con que ofende al oido y al olfato; 
Al rudo acento, al injurioso grito 
Lo asalta el animal con arrebato, 

Y allí Palanca con desdoro y mengua, 
Pagó las demasías do su lengua. 

No resisten al choque tremendo 
El rejón ni la fuerza del brazo, 
Que el gincte con fiero porrazo 
Hizo el suelo y el circo temblar : 
El caballo le oprime y muriendo 
Con su cuerpo le sirve de escudo, 
Mientras tanto que impávido pudo 
Mal ferido del riesgo salvar. 



El dios Baco dio un grito mirando 
Que ya el toro lo prende y lo agarra, 



EL PARNASO ORIENTAL. 



180 



Y asustado con hojas de parra 
Por no verlo sus ojos tapó : 

Y la fama voló publicando 
Con acento patético y tierno, 

¡Oh mal hayan el toro y el cuerno! 
Ya Palanca su gloria eclipsó!! 

A y, cual cundo el terror! y huyen el bulto 
Al animal tan grande como un rancho, 
A cuyos fieros cuernos diñeulto 
Que pudiera atreverse el mismo Juancho; 
Viendo el porrazo de Palanca inulto 
Gritaban sus parciales, ¡esto es gandío! 
Mas dá tres toques el tambor sonoro 

Y salió, á fuer de bravo, libre el toro, 

Preséntase el segundo adusto y fiero 

Y envisten Casavalle, que animoso 
La ofensa de su ilustre compañero 
Supo vengar mas diestro ó mas dichoso; 
Una furia bicorne era el tercero 

Que con bramidos atronaba el coso, 
iMas en medio del circo su pujanza 
Postró dos veces la ominosa lanza. 

Fué el toro primero 
Y los sucesivos 
Los siete pecados 
Que dá el catecismo: 
Sin ser maragatos 
Cargaban con brío, 
Cornudos en forma, 
Mas no consentidos. 



190 



EL PARNASO ORIENTAL» 



Oh cuantos aplausos 

Y cuan repetidos, 
El héroe valiente 
Obtuvo en el circo. 
En tanto que otros 
Con befa y con silvoe. 
Siendo corredores 
Quedaron corridos. 

¡Qué es ver á Repollo 
Andar pavorido, 
Perdiendo capillas, 
Ganando escondrijos! 

Y luego que al toro 
Lo enlaza Chivico, 
Bailarle á la cola 
Con muecas y brincos. 

No permitió á García e! liado insano 
Sostener el honor de su tisona, 
Pero él supo guardar como cristiano 
El quinto mandamiento, y su persona; 
Un toro de los siete por su mano 
Alcanzó del martirio la corona, 
Cada cual á la espada le acomete 
Mas no dirán que ha sido un mata-sietc. 

Aquí llegaba mi poema; y cuando 
Me negaba Talía sus raudales, 
Aparece el Relámpago surcando 
Del cerúleo Ncptuno los cristales; 
Zarpa el veloz esquife, y en llegando 
Se presentan dos héroes á los cuales 



Eí< PARNASO OIUNETAL. 



191 



La redondez del mundo viene escasa, 
El insigne Patricio, el gran Zaraza, 

Salve Patricio, tu valiente padre 
Tigres y toros domeñar sabía, 
Siendo trofeos do su heroico brazo 

Uñas v cuernos. 
Célebre Juancho, la ominosa frente 
Alza si puedes de la tumba fria! 
Vé cual se muestra del honor paterno 

Digno tu hijo. 

Salve otra vez, Patricio, hijo y tocayo 
Del vencedor de un tigre; Jove asista 
A tu brazo y espada, á cuyo rayo 
No habrá cosa con cuernos que resista; 
Si airoso sales del primer ensayo, 
(Voy á usar la expresión de un financista) 
Verás llover do quicr con mano franca 
En Jugar de papeles plata blanca, 

Y tú, ilustre Zaraza, distinguido 

En el Pueblo feliz que baña el Plata, 
Que llegas de la fama precedido 

Y délos hechos que su voz relata, 
Si te portas dichoso y atrevido 
Daréte por refresco alguna orchata, 

Y porque al mundo mi largueza asombre 
Un sayo de la tela de tu nombre. 

Mas aquí ya el Pegaso 
Fatigado y molido, 



192 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Me arroja de sus lomos 
Con fatales corcobos y relinchos: 

Y concluyendo apenas 

Este patagorrillo 

Recíbalo el que quiera 
Como don de amistad corniftorido* 



A LA CORRIDA DEL 29 DE ENERO. 

TORAIDA RABONA. 

Cuarta. 

9 

Salve al bravo Palanca; en hojas de oro 

Pueda su nombre eternizar la historia! 

Gloria á Cejas, que fuerte y con decoro 

Mantiene de su lanza la memoria ! ; 

Al ilustre Patricio que es del toro 

El terror y la muerte — ♦ salve y gloria! 

V. á A rellano, Corona, y Bequis diestro, 

Salve también con gloria y padre nuestro, 

Si te burlas, lector, con faz toruna 
De mis versos en forma de novena, 
Deja al menos que toque parte alguna 
A Zaraza y Repollo en esta trena; 



EL PARNASO ORIENTAL, 



Los alzaré á los cuernos de la luna 
Coronados de hinojo y de verbena, 
Porque entre Tauro y Capricornio eternos 
Sean los dos constelación con cuernos. 

Y si la crítica 
Sin causa sólida 
La frente estólida 
Pretende erguir: 

Yo con política 
Su inteuto exótico 
Por estrambótico 
Sabré eludir* 

Pida un acólito 
En tono ascético 
Que amor patético 
Premie su afán: 

Que yo en insólito 
Metro romántico 
Pido en mi cántico 
Toros y pan. 

Y oyó Jove mi voz. .! Jove que implora 

Y que debe implorar todo chulillo, 
Porque á la ninfo Europa antes de ahora 
Hizo clamor en forma de novillo; 

Dio sobre el parche la señal sonora 
El tambor narigudo y amarillo, 

Y a cada golpe de su ronca en ja 
Respondía mi pecho cual sonaja. 

tom 3 213 



7 



194 



EL PARNASO ORIENTAD 



Oh que paisage tan lucido ostenta 
El Circo ante mis ojos: allí ufano 
Preparado á !a lidia se presenta 
Cada chulillo con su andar gitano; 
Allá está Coello que sus triunfos cuenta, 
Repollo mas acá salta lozano, 
O prendido á un cancél cual lagartija 
Bambolea sus piernas de botija. 

Aquí junto al toril tocan un cuerno, 
Allá haciendo de un trapo banderola 
Maestro Juan se prepara echando un terno 
A plantar sus rejones por la cola; 
Alza junto al patriarca sempiterno 
La gaya gente inmensa bataola, 

Y en la salza de gracias y dislates 
No escacean los ojos y tomates. 

Acá miro á Patricio reluciendo 
Del vestido bordados caracoles, 
O los ojazos revolver tremendo 
Como dos pesos patrios con sus soles; 
Zaraza allí los labios relamiendo 
Difunde cierto olorá vino y coles, 

Y Bequis pero basta, pues ya véo 

Que anuncia el primer toro el palmoteo. 

Sale un toro cargador 

De gran morrillo y piel blanca, 
Que ciego embiste á Palanca 
Con pujanza y con furor, 
Mas le alumbra con valor 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Por si encandilado está, 
Y hubo quien dijese ya T 
(Salvo su honor y decoro) 
í¿ue él alumbra bien al toro 
Cuando alumbrado no está* 

Cejas, que la gente llama 
Con apodos diferentes, 
Mostró en acciones valientes 
Ser digno de heroica fama; 
Viva D.Sancho! conclama 
La turba de rancho y gaucho, 
Mas el hace el pecho ancho 
Al apodo impertinente, 
Probando así justamente 
Que al buen callar llaman Sancho. 

¿Y quien las banderillas animoso, 
Se atreverá á plantar con mas despejo? 
Quien, sino Coronita que glorioso 
Sabe arriesgar su fama y su pellejo? 
Corunita que alienta generoso 
Corazón juvenil en cuerpo viejo 
Da el ejemplo al valor; luego Arcltano 
Le planta dos con la siniestra mano. 

Emulando a su digno compañero 
Desempeña Zaraza su destino, 
Dando el grito de atrás al toro fiero 
Con voz discorde y ensopada cu vino; 
Encendido en furor parte ligero 
El animal, y el otro que es ladino 



196 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Con pié veloz» aunque parece enclenque. 
Se salva entre los biombos del palenque. 

Suena luego el tambor, y como un dardo 
Vuela Patricio á la señal de muerte, 
Tira el sombrero al suelo; y sin retardo 
Llama al fiero animal con eco fuerte; 
Este asalta furioso, mas Duardo 
Hierra una vez, y á la segunda suerte 
Lanzando á volapié dura estocada 
Deja a la fiera ante sus pies postrada* 

O que gozo, 
Que alborozo 
De cualquiera 
Se apodera, 

Y al momento 
Sube al viento 
Un cohete 
Volador; 

Grandes, chicos, 
Pobres, ricos 
Todos gritan 

Y se agitan; 
Todos llaman, 

Y proclaman 
A Patricio 
Vencedor: 

De negra piel y bárbara figura 
Sale el segundo toro por contraste, 
Poniendo al gran Palanca en apreutar 



EL PARNASO OKIENTAt. 1 f)7 



Que apénas su pujanza y ciencia basto, 
A Cejas acomete con bravura 

Y dá D. Sancho con su cuerpo al traste, 
Mas quedando sangriento el toro negro 
La música en su honor tGcó un alegro. 

A este fiero animal, y otro de cuenta 

El último y mejor de la jornada, 

El gran Patricio que su fama aumenta 

Los mató á cada cual de una estocada. 

En vano el odio ó la cabala intenta, 

Bravo Duardo deslustrar iu espada, 

De cobre es tu color, mas tu alma es de oro, 

Y el corazón ♦ • . ♦ mas grande que el del toro, 

Deja bramar la envidia: asi arrastrando 
En torno al poste rustica cadena 
El sañudo mastín se altera, cuando 
Diana con su esplendor los cielos llena; 

Y dá tristes aullidos, redoblando 

Su ladrar impotente mas serena 

Derramando la luz que le importuna 
Sigue su curso la esplendente Luna, 

Mas ay, que olvidaba, 
Y fuera injusticia 
Que intento y malicia 
Pudieran llamar: 

De dar á los chulos 
El lauro debido, 
Con que han merecido 
Sus Trentes ornar. 



EL FAKNABO ORIENTAL. 

Mostraron en lances 
De honor y osadra 
Valor este dia 
Visto á toda luz: 

Coello el de las piernas 
En forma de. . ..Xi 
Y el ínclito Bequis 
De garvo andaluz* 

Rompió sus calzones 
Repollo, y al cabo 
Sacó un tapa-rabo 
Con casto pudor : 

El es de los chulos 
La flor y el cogollo, 
¡Oh cuando Repollo, 
Serás coliflor! 

En fin caballeros 
De la órden del asía,, 
Guardaos, y basta 
Aquí para nos: 

Toraida rabona 
Es esta que acabo, 
Hasta otra con rabo, 
Toreros . . . .adiós. 



EL PARNASO ORINETAL. 



199 



TORCIDA !>*: ALELUYA. (*) 

Quinta* 

& 

No canto al bravo Cejas de ancha espalda, 

Ni al gran Patricio de tremendos ojos, 

JNi al digno Coronita la guirnalda 

Pienso ofrecer de táuricos despojos; 

Yá los subí al Parnaso. . . .allá en su falda 

Clío los recibió puesta de hinojos; 

Ora voy á cantar con mas acierto 

A Domínguez, M acias, Luque, y Puerto. 

Después de tres semanas, no lo dudo, 
No habrS lector curioso ni indulgente, 
Porque ya el bello sécao, y el barbudo 
Solo quieren toraidas en caliente, 
Pretenden que un poeta á ley de embudo 
Sople y haga botellas juntamente, 
Y el menos melindroso dirá al cabo, 
Al asno muerto la cebada al rabo. 

Mas nada me acobarda, y si la orilla 
De la Hipocréne toco, ó sus raudales, 
También tendrá un lauro sin mancilla, 
Gómez, Vega Giménez, y Morales: 

(*) Pué publicada en el Sibido Santo de 1837. (Nota i*kl 
Editor.) 



200 EL PARNASO ORIENTAL. 



Empero á mi poéma ó tonadilla 
Talvez cuelguen y quemen mis rivales: 
Pues ya con mal presagio y tristes dudad 
Sale en Sábado Santo como el Judas. 

Qué mormullo ! 
Que barullo ! 
Cuanta gente 
Diligente ! 
Qué aparato 
De arrebato 
Se oye en torno! 
¿Qué será? 

Caja suena, 
¡Señal buena! 
Yo me asomo; 
Ya no como, 
Mi garganta 
Se atraganta, 
Y á los toros 
Corro yá. 

¿Quién despertó azorado entre dos luces, 
O tres con su candil, y en camisola 
Se frangolló en la frente un par de cruces 
Que el diablo le deshizo con la cola? 
¿Quién cismando con toros y andaluces 
No dá cuenta de sí, ni pié con bola, 
Y sube y baja, y torna de carrera 
Hasta no ver del Circo la bandera? 



EL PARNASO ORIENTAL. 



201 



Cada cual desde el punto en que amanece 
Se mece en la esperanza, ó bien se inquieta. 
Porque el cielo ya aclara, ó ya obscurece, 
Y no cámbia al pampero la veleta ; 
Cualquier nube tormenta lo parece, 
O el ruido del tambor cualquier carreta, 
Hasta que al cabo cuando el sol asoma 
Cubre un gentío del Cordón la loma. 

Ya en dorada sopanda Olinda ostenta 
Trémulas plumas y brillante estofa, 
Célia menos feliz no desalienta 
Pisando cual colchón la tierra fofa, 
Otro grupo á lo dejos representa 
Un convoy de corsarios de alta cofa, 
Que impulsados por fresca ventolina 
Navegan viento en popa, ó á bolina. 

Cual se agolpa la gente, y suda, y pena, 
Por entrar en el circo al primer toro, 
Cuando adentro la música resuena 

Y mil palmas batiendo le hacen coro- 
De repente un cohete al aire atruena, 
Figurando al caer culebras de oro, 

Y retumba el redondo anfiteatro 

Porque ha llegado el Juez, y dan las cuatro. 

Si clama un rábula 
Con lengua crítica 
Que hoy no es política 
Tal diversión ; 
Diré que es fábula 
Su torpe lógica, 

TOM. 3 20 



202 



rx PAIINASO ORIENTAL. 



Y anfibológica 
Su insinuación. 

Malo es que un vándalo 
De sangre pródigo, 
El santo Código 
Ose insultar : 
Pero su escándalo 
No sea obstáculo 
A un espectáculo 
Tan popular. 

Nuevo aplauso del pueblo circunstante 
Se oye ai salir la espléndida cuadrilla, 
Que allá mil lauros mereció triunfante 
Del claro Manzanáres en la orilla 
Domínguez y Macías van delante 
De los héroes de capa y banderilla, 

Y detrás Luque y Puerto, que grandiosos 
Parecen á caballo dos colosos. 

Colócanse en sus puestos, y al redoble 
Sale un toro que á Carlos acomete, 

Y la potente pica de haya ó roble 
Por el morrillo con valor le mete, 
Hasta que el duro cuello rinda y doble 
Puja el membrudo Puerto, y porque apriete 
Jú-i.J dice, y el Jü-i lo acompaña 

Con eco prolongado y voz estraña. 

Por la ancha nariz brotando 
Globos de humo el toro fiero 



EL PARNASO ORIENTAL. 



203 



Sucumbe á la fuerza, y bate 
Coa ferófc hocico el socio* 

Al bravo Luque acomete 
Con nueva furia, y aun tiempo 
Tiembla á sus plantas la tierra 
Y gime el aire en sus cuernos* 

Cual fabuloso Centauro, 
Luque en su corcel soberbio, 
Es doble monstruo en un bulto, 
O estraño aborto en dos cuerpos. 

La fiera embiste, y bramando 
Contra el poderoso hierro, 
Ya trémula* ya enroscada 
Azota su cola al viento. 

En fin, su impotente furia 
Cede, y al heroico esfuerzo 
Se rinde, haciendo al caballo 
Barrer con el anca el suelo* 

Varios lancea el héroe ha sustentado 
Hasta que en lanzon voló en astillas: 
También Carlos se vio mas esforzado 
Después que se pelara las patillas* 
Al revés de Sansón que ya rapado 
Perdió e! brio en los brazos y rodillos, 
Y hay quien duda, quien fuera mas forzudo, 
Si este sin pelos, ó Sansón peludo. 

A plantar banderillas arrogante 



20i 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Sale Gómez ligero al dar la seña, 

Y de á dos y de á cuatro en un instante 
A! mísero animal cargó de leña. 
Sube al cielo el aplauso resonante 

Al ver con que valor se desempeña, 
Brama el toro, sacude los zarcillos, 

Y toca un rigodón con diez palillos. 

Golondrina tal vez le llamara 
Por lo negro del trage y ligero, 
Bien que al pueblo compete, y refiero 
El bautismo del bravo campeón : 

Mas al otro trigueño de cara 
Que le iguala en destreza y bravura. 
Sin padrinos, ni hisopo, ni cura 
Le bautizo llamando Pichón* 

Compitiendo en destreza y osadía 
En otros toros el valiente Vega, 
Los ojos nos llevaba, y yo temía 
Que iba toda la gente á quedar ciega ; 
Cargan los dos á un toro, y ya corría 
Aquel lleno de ardor. . , . mas Gómez llega, 
Llama de pronto S un lado, y al avance 
Planta sus dardos, y le roba el lance. 

Tras un cancel guarecido 
Estaba echando bravatas 
El que andubo el Circo á gatas 
El non plus ultra Vellido; 
Se oyó un éco del tendido, 
¡Qué salga Ignacio á matar ! 



EL Í'ARNASO Oft iental. 205 



Y el traga-toros sin par 
Dijo, no, que es toro infiel, 
Ando do cuernos con él, 

Y aun no lo puedo tragar. 

Alcanzando una y otra banderilla 
Anda el gordo Repollo en movimiento, 
Repollo que después de ser capilla 
No llegó á ser parroquia ni conventor 
No piensen quo le tomo con rencilla 
Por la punta ó !a proa en mi argumento; 
O diga el quo Jo infiere y lo barrunta 
Si hay repollos con proa ni con punta. 

Entretanto con rústica bravura 

El toro quo sangriento brama y muge 

Vé pintada de un chulo la figura, 

Y embiste al biombo que se cimbra y cruge; 

El corazón se oprime con pavura, 

Tiembla todo el andamio, y al empuje 

Percibe cada cual bajo su asiento 

La trémula impresión del movimiento. 

Ya Domínguez la espada animoso 
Apercibe, y al toque de muerte 
Sale al Circo, é impávido y fuerte 
Pasma á todos con ánimo audaz: 

Un susurro do quier pavoroso 
Se difunde, y el alma se apéna; 
Todos tiemblan. . ♦ .tranqui/a y serena 
Solo el héroe presenta la faz. 

¡Caán gallardo y esbélto, se ofrece 



206 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Digno objeto de Cypria y de Marta! 
En sus galas refleja y reparte 
Mas brillante bus rayos la luz: 

Con la espada» en su mano aparee* 
La capilla que al aura tremola. 
En sus bríos el alma española, 

Y en sus formas el airo andaluz. 

Llega airoso, dá un grito, y la fiera 
Que escarbando la tierra se agita, 
Contra el rojo cendal que la irrita 
De repente bramando embistió: 

En el hierro que oculto la espera 
Se atraviesa la bestia irritada, 

Y hasta el puño sangrienta la espada 
Entre aplausos el héroe mostró. 

De palcos y limetas 

De gradas y sillones 

Con mil aclamaciones 

El aura resonó. 
O valiente Domínguez, 

Solo puede, en tus dias, 

Igualarte Macías 

Mas superarte, no. 

Al insigne Macía3 considero 
Sublime en el valor, diestro en el arte, 
Y a la par de Dominguez por guerrero 
Digno del lauro que le ofrece Marte, 
Segundo espada sin tener primero, 
Una Toraida mereciera aparte, 



i 



EL PARNASO OR1KETAL. 



207 



Pues si aquel cuatro toros acomete, 
Los tres que éste mató valen por siete. 

A Domínguez un toro atropellando 
Le puso en grande riesgo; mas valiente 
Pomo perder su espada, tropezando 
Se dio un golpe en el biombo prominente; 
Así la oronda ninfa resbalando 
Lleva la mano al moño, y cae de frente 

Y se rompe las muelas; pero en suma 
Salva en el aire el peineton de pluma. 

De uno y otro campeón en su alto empleo 
Confiesan la igualdad gentes sensatas, 
Mas por lo que es Jas ninfas, ya lo veo, 
Son adictas al uno, al otro ingratas; 
Por mí si es nari-lindo, ó nari-féo 
Yo reparo en los bríos, no en las ñatas, 

Y no me importa cuando versos hago 
Si la nariz es Roma, o es Cartago. 

Mas a y, que el Pegaso 

Ya al suelo me arroja, 

Y aun no he repartido 

Las ocho coronas : 
Pues las que á Repollo 

E Ignacio se amoldan, 

Gratis et amore 

Mi afecto las obla* 
A y, que á poner iba 

El finis ccronat 

Sin haber pelado 

El rabo á la zorra. 



2©8 EL F¿H&*a9 ORIENTA!* 



Faltaba Morales 
De apuesta persone, 

Que en las banderillas 

Su nombre acrisola: 
Y el diestro Giménez 

El gozo y Ib gloria 

De todos los chulos 

Que el mundo pregona* 
Mucho les cantara, 

Aunque es á deshora, 

Y no es culpa mia 
Si Apolo lo estorba. 

Mas es, que en la lista 
Vienen á la cola, 

Y el último mono 
Dicen que se ahoga. 

RECETA SEGURA PARA QUE LLUEVA, 

O 

Sí lluvia quieres lograr 

No hay que apelar á San Roque, 

Ni de la campana al toque 

La rogativa anuncian 

El remedio singular 

Es que un cartel ó gaceta 

De los toros nos prometa 

La función apetecible; 

El llover será infalible, 

¡Mal rayo en la tal receta! 



EL PARNASO ORIENTAL* 



209 



DECIMA- 

Por D. Francitts A. de Figueroa. 

Dicen que Toros vá á haber, 
Mas. silencio! pues recelo 
Que si el run-run llega al cielo 
Al momento ha de llover ; 
Ni el cartel se ha de poner* 
Que hay nubes de observación, 
Con toda eata precaución 
Al menos se logrará 
Que si dicen — agua vá! 
Será al fin de la función. 



A LA AMISTAD* 

LETRILLA. 

Por D. M. M. Córralo. 
INEDITA. 
« 

¿Qué hay en esto mundo 
Que pueda durar 

Tom 3 27 



210 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Un año y otro aiío? 
La dulce amistad. 

¿Quien dá gustos llenos, 
Sin mezcla de mal, 
Ni desconfianzas? 

La dulce amistad. 

¿Quien en las fatigas 
Sabe franquear 
Alivio y socorro? 

La dulce amistad. 

¿Quien en compañía, 
Quien en soledad, 
Jamás desampara? 

La dulce amistad. 

¿Quien los desengaños 
Que conviene dá 
Con noble entereza? 
La dulce amistad. 

¿Quien entre las dichas 
Inmutable está 
Como en las desgracias? 
La dulce amistad. 

¿Qué eres amor solo? 
¡Miseria en verdad! 
¿Quien te hace precioso? 
La dulce amistad. 

SMS 



EL PARNASO ORIENTAL. 21 1 



A los djag de oca Dama Oriental en el Durazno, dijo c n la mean 
el siguiente— 

(Del mismo,) 
INEDITO, 
tt 

No de Marte el estrépito espantoso, 
Ni de la Corte la lisonja impía : 
No de elogios pomposos la porfía, 
Ni la opulencia de un monarca ocioso; 

No el tesoro mayor y mas precioso, 
Ni del orgullo la feroz manía, 
No del rico la audacia y tiranía, 
Ni mil y mi! placeres engañosos. 

Sino las Gracias, el amor, las flores 
De! Yic undoso las Náyades bellas, 
Te tributen obsequios y loores. 

Y en esto dia, ilustre Bernardina, 
Sirviéndote de alfombra las estrellas,. 
Lleguen mis ecos á tu faz divina. 



2WL 



212 



EL PARNASO ORIENTAL» 



AL CUMPLE -AÑOS DE UNA SEÑORA; 
Por D. Francisco A. de Figueroa. 



El luto y la angustia 
Del alma infeliz, 
Que aflijen do quiera 
Mi triste vivir: 
Hoy desaparezcan 
En torno de mí, 
Porgue es de Dorina 



O cual se insinúa 

Un gozo sutil, 

Do solo las penas 

Saben residir : 
Mi pecho al consuelo 
Torna á revivir, 
Porque es de Dorina 
El dia feliz. 

Esto nombre siempre 
Dulce para mí, 
Hoy hace mi pecho 
Mas grato latir: 

Quiero pronunciarlo 

Una vez y mil, 



INEDITA. 




EL PARNASO ORINETAL. 



213 



Porque es de Dorina 
El cita feliz. 

A par de su imagen 
Su nombre está allí, 
Que verlo pudiera 
Cualquier zahori : 

Y hoy Amor lo imprime 

Con nuevo buril, 

Poraue es de Dorina 

El dia feliz. 

Ya entonan las aves 
Gorgéos sin fin, 

Y ostentan las flores 
Su pompa en Abril ; 

Ya Febo difunde 
Rayos de rubí, 

Porque es de Doriná 
El dia feliz. 

Oh amiga del alma, 
Puedas tú vivir 
Cercada de goces 
Que tuve y perdí: 

Mas ya* tal recuerdo 

Debo reprimir, 

Pórque es de Dorina 

El dia feliz* 

Tu esposo que al cielo 
Plegué garantir, 
Digno de su patria 

Y digno de tí : 



214 



EL FARIÍA80 ORIENTAL, 



Pueda venturoso 
Su dicha sentir, 
Porgue es de Dorina 
El dia feliz. 

Tus hijos te ofrezcan 
Con gracia infantil, 
La tierna díamela 
O el suave jazmín, 
Y ledos aplaudan 
Cual yo desde aquí, 
Poraue es de Dorina 
El dia feliz. 

En fin, dulce amiga, 
Dígnate admitir 
Los votos que forma 
Mi afecto por tí : 
Afecto que acaso 
Toca en frenesí, 
Poraue es de Dorina 
El aia feUz. 



E'- PARNASO ORIENTAL- 



SOBRE? BL CLAVEL DEL AIRE 

ROMANCE 

De D. M. Jtf, Carrillo. 
INEDITO. 



Para deslindar un chisme 
Muy gracioso, bella Luisa, 
He "de templar mi bandurria 
Que ua bordón tiene por prima, 
Y tiempo hace arrinconada 
Está del ócio aburrida. 
No invoco para este lance 
Las Musas que Bon prolijas, 
Ni otras deidades, ni á Apolo 
Con sus demás baratijas, 
Que para versos ruidosos 
Dicen que se necesitan ; 
Pues para tu Juan lejbasta 
Tu influencia, hermosa Luisa. 

Has de saber que Dalmiro 
Departió ayer con Celina. . . . 
Masantes (note me enojos) 
Que aquel caso te describa. 



EL rAltNASO ORIENTAL. 



Me has de guardar el secreto 
Como de cosa perdida, 

Y este suceso no llegue 
De tu tia á la noticia, 

Porque entonces ¡Dios nos libre! 

¡Qué zalagarda andaría!! 
Si es amor, si es amistad 
Muy grave y azás garifa 
De casa en casa chismeando, 
La semana correría, 
Alborotase el cotarro, 

Y ved la cosa perdida. 
Después de esta prevención 
Seguiré la reta ¡la, 
Dicicndote con reserva 

Que regaló ; pero mira 

Disimula, óyeme y calla 

Y al uno y la otra imita. 
En fin, Dalmiro afectuoso 
Hizo el regalo a Celina 
De un lindo clavel del aire, 
Protesto de una letrilla. 
Con delicadez Dalmiro 
En ella su afecto pinta, 

El clavel (dice) es la ofrenda 
De su .... no se que te diga, .... 
Hay también dulces memorias 
Al afecto relativas, 
Dulce morada el vergel 
Sombra adorada y amiga. 
¿Todo esto tú que lo entiendes, 
Cómo lo llamarás, Luisa? 



H'* PAUIfABO ORIENTAL. 



Celina sin advertirlo 
Le contesta muy sencilla, 

Y con un fino recibo 
Se goza de envanecida, 

Y con esmero á Dalmiro 
Al grato vcrgél convida 
Para que vea su ofrenda 
Do su afecto la destina, 

Y que adornara sus trenzas 
Cou la lan grata primicia 
De la que brote primero 
Blanca ó roja florecilla. 
/Todo esto tú que lo entiendes, 
Cómo lo llamaras, Luisa? 

Después de todo esie cuento 
Ya yo sé que me replicas, 
¿Pero Juan, como Dalmiro 
Su amor 6 amistad los fia 
En un clavel y del airé, 

Y lo mismo hace Celina? 
¿Tiene firmeza un clavel 

Y su flor que se marchita? 
¿Y quien al aire se entrega 
En él no hallara desdichas? 
Para disimulo es mucho 

Y muy mas para falsía, 

A esta réplica no opongo 
Nada que te contradiga, 
Solo rogarte podré 
Ya que eres tan buena amiga, 
Cuando veas á Dalmiro 

Y des un beso á Celina, 



218 EL PARNASO OHÍKPÍTAL» 



De parte del dios de Gnido 
Le dirás por despedida, 
No hay burlas con el amor 
Como tú bien sabes, Luisa. 



A tA HElfOniA DB 

DO* FELIPE CABALLERO. 



Hija feral del orco inexorable, 
Avida parca con segur cruenta, 
Ni al cayado, ni purpura opulenta, 
Perdonas yermadora y espantable, 

En profundo gemir inconsolable 
El alma Patria sin cesar lamenta, 
De un buen hijo la perdida violenta, 
De un esposo y caudillo respetable. 

Caro Felipe tu cruel memoria, 
Llanto, luto, y dolor nos ha dejado, 
Eminente valor y patrio ejemplo. 

Inmarcesible quedará tu gloria, 
Y volará tu nombre laureado 
De la inmortalidad al sacro templo. 

Delgado y Carrillo. 



LA LEALTAD MAS ACEJVLMADA, 



r 



BUENOS-AIRES VENGADA- 



D&ANtA BU 2 ACTOS T BN VESSO, COMPUESTO POH 81. PRGSBlTEno 

D. JUAN FRANCISCO MARTINEZ, 



NATURAL DE MONTEVIDEO. 



Fué representado en una solemne función que por disposición del Ca- 
bildo de estn Ciudad tuvo lugar, solemnizando el heroísmo co« 
que rescataron sua habitantes la Capital cautiva por loa lugU- 
tea en 1806, y con eJia toda la América dej Sud, 



Nunca impresa. 



PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA 



Una Ninfa, * que represente — NToirricvrDío. 
Oiru que represa nta BusMOt-AiiLts, 



E 1 Gobernad nr de la Plaza 

Un pcrRniuVge qite represen- 
ta el Ilustre Cabildo. 

Otro que réndenla el Co 
mercio, 

Olro qée representa loa Ha 
cridados. 

El General de ]a eapediciou. 



Un oficial» 

Mane, dios protector de Ee* 

paña» 

Neptuno, dios protector de 

Inglaterra, 
Un criado. 

Acompañamiento del Pue- 
blo. 



* Aunque casi todos los personajes pon alegóricos, y la e«true^ 
tura de la composición de un gen* ro reprobado por la escuela moder* 
na, el Editor del Parnaso lia creído de su deber publicarla, sin permitir 
se hiciese en ella alteración alguna. 

El Editor. 



i 



EX l'ARNASO ORIENTAL» 



221 



La escena representará una vistosa Selva, en cayo centro habrá un 
Trono bnjo, y en él armarla y reclinaría la mano en ln mejilla, 
corrm durmiendo una Ninfa vestida tle blanco y con guirnalda 
de fl nes : al levantar el telón, lo Música tocará una brillnntc 
obertura, que finalizada seguirá otra alusiva al sueño de Jn Nin- 
fa y á la inquietud que demostrará ; concluido, representa (a 
Ninfa, 



JVinfa 1. — ¡Oh cuanto mi pecho afligen 
Los recelos do esta Escuadra! 
¡Donde vendrá á descargar 
La tempestad que amenaza! 
Estos embreados pinos 
Que en el Rio de la Plata 
Surcan, ¿fi donde sus proas 
Dirijen con tanta audacia? 
Mucho temo> mucho temo 
¡Ay Buenos Aires amada! 
Al ver que la Escuadra Inglesa 
Pasó a dar vista a tus playas : 
No porque de tu valor 
Tenga que recelar nada, 
Temo sí, que et fiero inglés 
Pueda hallarte descuidada, (Se reclina.) 

Música alusiva a CBtos afectos que concluirá en sobresalto. 

Dejadme sombras funestas, 

JVo me atormentéis el alma. (Se reclina,) 



222 



EL PARNASO OR1EWTAL. 



Música lúgubre, durante Ib cual «ule la 2. * Ninfa por un escotillón 
vestida de negro, cabello tendido, pañuelo : en la mayor cons- 
ternación, concluida la mtí»tcu, dice — 



Ninfa % — ¿A donde, ¡infeliz de mí ! 

Me conducen mis desgracias? 
¿A donde encontrar alivio 



Podré, ¡ay de mí! en penas tantas? 

De la cumbre déla dicha 

Me veo precipitada, 

A un abismo de desdichas. 

Fortuna, por tu mudanza. 

Dudo yo misma quien soy. 

Y dudo si fué soííada, 

O si fué ilusión o sombra 

Toda mi gloria pasada. 

¿Soy yo aquella Ninfa bella, 

Que servida y adorada 

De estas fértiles Piovincias 

Vivia alegre y ufana? 

¿Soy yo aquella Ciudad noble, 

Rica, hermosa, cuya fama 

Por los confínes del orbe 

La admiración excitaba? 

No : nada de esto soy : 

Soy una mísera esclava, 

Que entre grillos y cadenas 

Lloro lágrimas amargas. 

Corto periodo á% Múaica lúgubr 

Soy el ejemplar mas vivo 
De la terrible inconstancia 



EL ORIENTAL. 223 



Con que la fortuna abate 

A aquellos que mas alhaga : 

Soy una infeliz que busca 

Contra esa deidad tan vária, 

Consuelo, favor, piedad; 

¿Pero donde he de encontrarla? 
Ninfa h — En mí, donde está de asiento 

La lealtad mas acendrada* (En sueños*} 
Ninfa 2»— ¿Pero qué voz respondió Sorprendida. 

Tan acorde á mi demanda? 

;Mas qué miro! sí aquella es, 

Sin duda, rni prenda amada, 

La Ninfa Montevideo, 

Por quien vive mi esperanzo; 

Y pues buscándola vengo 

Me acercaré á recordarla- 
Música lúgubre mientras se acerca al trono* 

Despierta, que mi desdicha 
A tí también te amenaza. 

Despierta la Ninfa 1* « a ob res al ta da y baja del trono. 
JWúsica* 

Ninfa 1. — ¿Quien eres, ó qué pretendes, 

Sombra, ilusión, ó fantasma, 

Que rato há que sin cesar 

Tantas zozobras me causas? 
Ninfa 2.— ¿No me conoces? 
Ninfa l.— No: dilo, 

No te dilates, acaba, 



224 EL PARNASO ORIENTAL* 

Que el corazón con latidos 

No sé que avisos da ni alma. 
Mnfa 2.— Pues esos avisos ciertos 

Son, y yo de ellos la causa : 

Sí, la infeliz Buenos Aires 

Soy, la misma con quien hablas. 
A'infa 1 , — ¡Válgame el cielo! ¡qué escucho! 

El veneno que me ntata Jiparte* 

Apuraré de una vez: 

¿Pues cómo las ricas'galas 

En lúgubres atavíos 

Hoy en tí miro trocadas? 

¿La corona que tus sienes 

Tan justamente adornaba* 

Porqué causa oque motivo 

Hoy de tu cabeza falta? 

¿Algún Cíclope atrevido, 

Algüna mano villana, 

Sin respeto á tu grandeza 

Pudo atreverse á robarla? 

Ninfa 2, — Sí, Ninfa, me ta usurpó 
La codiciosa, la a vai a, 
La cruel Inglaterra, 

Y contra esta infiel tirana 

Vengo á pedirte socorro. {Llora) 

Mnfa 1. — Bien me lo vaticinaba 
Astrólogo el corazón, 
Bien en sueños me mostraba 
Este pesar que te aflije. 

Y que á mí me despedaza 
Pues en sueño alguna vez 
Te ofrecí lo que demandas. 



EL PA&KAfiO ORIENTAL. 225 



Ninfa 2> — Sí, y al llegar á ta solio 

Me guiaron tus palabras. 
Ninfa 1. — Sí, Ninfa, sabré cumplirlas 

Aunque en sueños fueron dadas, 

Sé que eres mi Capital, 

Y sé que estoy obligada 
A tí, por deuda de amor 

Y por ser mi soberana: 
Desahoga conmigo el pecho: 
Cuéntame cuanto te pasa. 

Ninfa 2. — Escucha, Ninfa amable, 

Si es que ee pilcarlos puedo 

Mis pecares, mis penas, 

Mis ansias, mis tormentos, 

Aunque al decirlos juzgo 

Que este vital aliento 

Entre mortales ansias 

Ha de desamparar mi triste pecho. 

Referirte las glorias 
Que gozé en otro tiempo, 
Ni lo juzgo oportuno 
Ni las ignoras creo; 

Y así, aquí encomendadas 
Se queden al silencio, 
Que el decirlas será 

Aumentar mis angustias sus recuerdos. 

Pero como mis glorias 
De mi mal causa fueron; 
Aunque al alma le pese 
Hablarte de ellas debo, 
Pero será formando 
Solo un breve diseño, 



8 



226 



EL FAKtCAiO OKUC?T¿I~ 



Sin que por breve deje 

De ser puñal agudo de mi pecho. 

En delicias gozaba 
Los alhagos muertos 
Con que Apolo y Minerva 
Por hija me aplaudieron : 
Céres con su abundancia 
Empeñada en mi obsequio 
Vistió el campo de flores, 

Y llenó con sus mieses mis gránelos* 
La Cándida Latón a 

Y el refulgente Febo, 
Del Perú en las entrañas 
Tesoros produjeron, 

Y puestas á mis plantas 
Riquezas me ofrecieron 
Que envidiarlas podría 

El opulento Rey de Lidia, Creso» 
Pero, ay! que de estas dichas 
Mis desdichas nacieron, 
Pues de Aibión envidiosa 
Suscitaron los zelos, 

Y esta soberbia fiera, 

Quo es de ambición ejemplo, 

Sus navales escuadras 

Manda, que acometan con denuedo. 

A mis playas se acercan 
Sus embreados leños, 
Donde á abortar empiezan 
Anglicanos guerreros, 
Los que de audaz caudillo, 
Ambicioso y soberbio 



FAUNAS© ORlENTAÍii 



227 



Guiados á la presa T 
Cual aves de rapiña se abatieron- 
Mil nobles hijos leales 
Con valor se opusieron 
Del robador pirata 
Al ambicioso intento ; 
Pero la suerte ingrata 
Se les mostró, queriendo 
Que al valor superase 
La ley de su destino cruel y adverso. 

Derrotados quedaron, 
Y en tan cruel momento 
De Señora hecha esclava 
Me halle, arrastrando hierros: 
¡Con que dolor lo digo! 
Miré . . • - ¡valedme cielos! 
La religión espuesta 
AI rigor de Cal vino y de Lutero: 

Miré de un yugo suave 
Pasar mis hijos tiernos 
De ün tirano dominio 
A ser míseros siervos: 
En fin, vi despojado 
Al justísimo dueño 
De la América, Carlos, 
Padre de sus vasallos alhagueño. 

¡Oh que furor me agita 
Cuando de esto me acuerdo! 
jOh cruel Inglaterra! 
;0h bárbaros Isleños! 
¿Porqué me habéis robado 




228 



KL PARNASO ORIENTAL* 



Causándome inhumanos 

Un pesar á quien siga un llanta eterno? 

Estos son, bella Ninfa, 
JVlis crueles tormentos; 
Ahora comoá hija amada 
Te pido alivio en ellos: 
Que me ayudes te pido 
A vengar los desprecios 
De tu Rey, de tu Madre, 
Que á tus plantas ¡ay triste! desfallezco. 

So arrodilla como desmayando sobre ol escotillón. 

JVinfa 1. — Levanta y esas cadenas 

¡Mas ay de mí ! que me pasma 
Un mortal yelo! yo muero! 
Piedad, o Deidades sacras! ♦ ■ . . 

Se desmaya npoyada de un árbol, cubriéndose el rostro; y ia Música 
lúgubre dará lugar a ver¿e tas dos desmayadas— desaparece por 
el escotillón la 2. * Ninfa, y volviendo en sí la 1,* dice:— 

Ninfa I. — ;A mi pies te arrojas? Como? 
Entre mis brazos descansa: 
Pero ¡ay de mí ! ¿con quién hablo? 
¡Qué confusión tan cstrana! 
¿Yo sueño ó estoy despierta? 
Sí, fueron del sueño fantasmas 
Con que el cuidado agitó, 
La imaginación turbada: 
¿Pero que digo? yó misma 
No vi arrojarse á mis plantas 
A la indita Buenos-Aires 
De su dolor traspasada? 



El PARNASO ORIENTAL. 



229 



De sus[tarraosas mejillas 

No vi correr tiernas lágrimas? 

¿No oí de sus dulces labios 

Que me decia: — " hija amada 

"A implorar vengo tu ayuda 

"Para tomar la venganza 

"Mas justa, contra el tirano 

"Que al Rey, y á tu madre agravia? J> 

¿Rl corazón oprimido 

Al mirar mi soberana 

Que se arrojaba á mis pies 

No sentí que desmayaba? 

¿Pues que dudo? no fue sueno, 

Cierto íü(\ que aun ahora me hablan 

Ansias, congojas pesares 

En que esta el alma anegada. {Llora) 

Música lúgubre corta. 

¿Buenos-Aires prisionera 
Mi Capital ultrajada 
Sus nobles hijos esclavos 
De la pérfida Bretaña? 
Carlos el bueno, ¿privado 
De esta piedra con que esmalta 
Con brillos tan refulgentes 
Su diadema regia y sacra? 
La religión, que es lo mas, 
Espnesta 6 la furia y saña 
De los hereges Ministros 

De las legiones tartáreas 

Al considerarlo ¡oh cielos! 



230 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Un mármol soy, una estatua: 

jAy Buenos-Airee! ¡Ay Carlos! 

¡Ay religión sacrosanta! {Se abate.) 

Música lúgubre. 

Pero soberbia Albion 

Ya el pecho en iras se inflama 

Al acordarme de tí, 

Ambiciosa, infiél, avara, 

Pérfida sin religión, 

Sin henor y sin palabra; 

Como lo acredita el hecho 

De Jas naves apresadas 

Contra el derecho de gentes, 

Cuando en paz el mar surcaban 

¿Juzgas que tus tiranías 

No habrán de ser castigadas? 

Pués Albion, yo te juro 

Por esas deidades sacras, 

Cuyo espíritu me anima; 

Toda soy ya contra tí: 

Irás, furores, venganzas; 

Un mongibelo respiro, 

Un Etna soy, cuya llama 

A cenizas reduciendo 

Bagetes guerreros, y armas; 

Harán que á sus luces veas 

Castigada tu arroganeia. 

Minen furiosa. 

El remedio es lo que insta, 



EL PARNASO ORIENTAL. 231 
I 

Pues ya de las amenazas 

A la ogccucion pasemos 

Que es lo demás importancia; 

En el valor de mis hijos 

Vinculada mi esperanza 

Esta, y su lealtad héroica 

Me anima á empresas mas arduasí 

Vengan pues á mi presencia, 

Hijos, vuestra madre os llama. {Alza la voz) 

Para daros ocasión 

De eternizar vuestra fama. 

Se coloca al trono» Tocan marcha de cuja y toda la Música» durante la 
cuál van saliendo por un lado el Gobernador, un oficíil y séqui- 
to; por el otro lado el Cabildo, Comercio y Hacendados con 
acorrí pagamiento el mae que se pueda. Se colocan con orden 
á loa dos lados del Trono haciendo reverencia a la Ninfa. (Ce*- 
xa la Música.) 

Gob. — Salve hermosa y bella Ninfa, 

Cab. — Salve dulce Patria amada. 

Com. — Salve ciudad leal y fiel. 

Hacendé — Salve hija de Marte y Palas. 

JYinf. — El cielo os guarde: hijos mios 
Os pido que á mis palabras 
Prestéis atención, pues es 
Vuestra madre quien os habla. 

Heroicos hijos mios, cuyo aliento, 

De Marte y de Palas heredado, 

Españoles en fin, que es lo que basta 

Para hacer vuestro elogio el mas completo, 

Que el decir Españoles tanto vale 

Como decir virtudes en concreto, 



EL PARNASO ORIENTAL* 



Pues es un Español si bien se mira; 
Del ente racional lo mas selecto* 
Firme en la religión, sábio prudente, 
Sin pár en el valor, mas no soberbio, 
Constante en au palabra, blando, suave, 
Liberal, no ambicioso, ni avariento, 
Un león en la campaña y en la guerra, 
Como urbano en la paz, dulce y modesto* 
Españoles, repito, cuya fama 
Dice de vueetras glorias aun mas que esto 
La causa de llamaros este dia 
A esplicárosla voy: oídme atentos: 
En esta selva hermosa, donde Marte 
Y Belona, noble ser me dieron; 
Agitada me hallaba, y recelosa 
Al ver que las escuadras que á este puerto 
Avistaron, de aquí, variando el rumbo 
A Buonos-Aires viage y proa hicieron. 
La ambición, el orgullo y la arrogancia 
De esa Albion tirana conociendo; 
Sustos, congojas, ansias, y pesares, 
Cruel guerra le hicieron á mi pecho; 
Mas no fueron en vano mis temores, 
Ciertos fueron, ¡ay triste! mis recelos 
De la pena agitada me rendía, 
Mejor diré á un letargo, que no al sueño, 
Cuando de una afligida Ninfa hermosa 
Me sobresaltan doloridos ecos.* 
Despierto, y hallo puesto en mi presencia 
De la aflicción un cuadro el mas perfecto 
¿Quién eres? le pregunto: y me responde, 
Anegada en suspiros y lamentos, 



EL PARNASO OBIENTAI** 233 



Yo soy tu Capital, que prisionera 
Del ambicioso Ingles hoy soy trofeo, 

Y como á hija del alma tan amada 

Tu socorro en mi angustia á implorar vengo» 
Estas voces que el alma me traspasan 
Me deja desmayada y sin aliento : 
Del rapto vuelvo, y cuando á hablarla iba, 
La Ninfa busco, pero no la encuentro: 
Solo hallo que el furor mi pecho inflama 
Contra el vil Anglicano, monstruo horrendo; 
En iras ardo, y para la venganza, 
Hijos, yo necesito vuestro esfuerzo; 
¿Que triunfe impunemente un cruel pirata 
Podrá acaso sufrir el valor vuestro? 
¿Podrá un pecho español, á su Ley santa 
Ver espuesta á las iras de Lutero? 
¿Sufriréis, españoles generosos, 
Que á vuestro Rey se usurpe sus derechos? 
¿Podrá vuestra piedad tan conocida 
Ver á vuestros hermanos prisioneros, 
A vuestra Capital, siempre gloriosa, 
Entre penas, congojas y tormentos, 

Y á sus hijos esclavos miserables 

Del dolor, de la angustia y del lamento? 
No, no podréis tolerarlo, porque fuera 
Este, de vuestra fama un borrón feo: 
Desnudad las cuchillas que temidas 
De todas las Naciones siempre fueron; 
(Díganlo Roma, Flandcs, Alemania, 

Y los nietos de Agár, á su despecho, 

Y díganlo también do Polo á Polo 
Sin escepcion alguna, el orbe entero), 



231 EL PARNASO OKIENTAL* 

Y empleadlas de la Patria en la venganza, 
Rompiendo del Ingles el yugo fiero. 
La Capital vuestro socorro espera : 
Partid, partid á socorrerla luego: 
Aquesto á vuestra fama es lo que importa; 
Yo que soy vuestra madre, así os lo ruego, 
Llevando contra el Anglo en mis suspiros 
Volcanes, iras, rabias, rayos, truenos, 
Vesubios, Etnas, llamas y un infierno, 
Gohern. — El corazón me atraviesan 

Vuestros justos sentimientos, 

Y entre el dolor y la ira 
Cruel batalla entre mí siento. 
Mas con entre ambas pasiones 
Que he de cumplir os prometo; 
Pues que de una misma causa 
Nacen estos dos efectos. 

Tu gusto, divina Ninfa, 

Veías cumplido, que el pueblo 

Por la reconquista clama 

Lo que ha pasado sabiendo; 

Sin escepcion de personas 

A voces están diciendo : 
Dentro voces — A salvar la Capital 

Marchemos todos, marchemos. 
Ninfa 1. — ¡Qué voces tan agradables! 

¡Oh que apreciados acentos! 
Gobcm. — En arma, Ninfa divina, 

Hoy todo el pueblo está puesto, 

Y desierto se quedara 

De los leales hijos vuestros, 
Si se permitiera á todos 



£>i PARNASO ORIENTAL. 



Ir á cumplir sus deseos; 
Pero la prudencia exije 
Que á dos causas atendiendo, 
Salvemos á Buenos Aires 

Y á vos^Ninfo, os resguardemos; 
Pues eác mismo pirata 

A vuestro cuello esta haciendo 
Con sus naves que se avistan 
El amago mas severo: 
Mas á iodo atenderá, 
Ninfa hermosa, el valor nuestro: 
Veréis libre á Buenos Aires 
Quedando vos á cubierto* 
De las pocas tropas que hay 
Dos partes hacer pretendo. 
Para guardaros la una, 
La otra para complaceros: 

Y aunque en numero poco, 
No dudéis el vencimiento, 
Porque va en cada soldado 
Una furia del Averno. 

Del Fijo y de los Dragones 
Irán los leones sangrientos, 
Que entre sus garras, pedazos. 
Harán los viles Isleños. 
De las valientes Milicias 
De Elandenguez y Artilleros, 
Irán soldados, capaces 
De atacar al mismo Infierno. 
Milicias disciplinadas 

Y urbanas, irán rigiendo 
Los caballos que han quitado 



236 



EL PAKKASO ORtKNTAU 



£1 mismo carro de Fébo* 
Cien valientes Catalanes 
Que en las lides, los primeros 
Son siempre, de voluntarios 
Forman un lucido cuerpo. 
La valerosa Marina, 
Cuyo gefe soy supremo, 
Con la mayor diligencia 
Forma un naval armamento, 
Para que por mar y tierra 
Do su furor y ardimiento, 
Tiemble, no solo el Inglés, 
Sino todo el mundo entero* 
De estas tropas valerosas 
A ser caudillo me ofrezco, 
Por tener parte en la gloria 
Que han de ganar sus esfuerzos. 
Cabildo. — Yo, que el Ilustre Cabildo 
En la ocasión represento, 
Con un alma que se inflama 
En vuestros propios afectos; 
Ya que á tan gloriosa empresa 
Asistir por mí no puedo, 
Con un zelo infatigable 
Concurriré a los aprestos 
De todo lo necesario, 
Y subscripciones abriendo, 
Seré de los subscriptores 
El primero, dando ejemplo, 
Sin que haya dificultad 
Ni obstáculo que á vencerlo 
De los Padres de la Patria 



EL PARWAflG ORIENTAL. 



No se aplique al noble zelo. 
De la Patria en las urgencias 
Un Argos seré, que atento 
A cualquier necesidad 
Provea el socorro luego. 
De los nobles ciudadanos 
Con proclamas á su fuego, 
Acrecentarán mis llamas 

Y aumentarán mis incendios. 
Cornac— El Comercio que es y ha sido 

Ahora y en todos tiempos, 
La base y el pedestal, 
La columna, el firmamento 
Del Estado, pues sustenta 
(Pagando justos derechos) 
Al Magistrado que juzga, 

Y en la campaña ál Guerrero; 
Cuantiosos donativos 
Ofrece, y en suplemento 
Todas cuantas sumas sean 
[Necesarias al intento: 

Y esto durante la guerra, 
Sin que se entienda por esto, 
Que á abatir al enemigo 
No haya de ser el primero. 

Hacend. — Nosotros los ricos hombres 

Que en los campos poseemos, 
Haciendas, y de aquí el nombro 
De Hacendados tenemos; 
Cumpliendo con la lealtad 
Que al Rey y á vos os debemos, 
Después de los donativos 



238 



EL FAHNAPO ORIENTA!** 



De dinerosos ofrecemos 
Cuanto las tropas precisen 
Para el forzoso sustento, 
Sin reservar cosa alguna 
Que conduzca al fin propuesto: 
Bagages, cabalgaduras, 
Carruagcs, y todo aquello 
Que vuestra prudencia juzgue 
Por -necesario al intento. 
Nuestras personas y vidas 
No están de este ofrecimiento 
Eaccntas, sacrificadias 
En honor del Rey y vuestra 

Ninfa. — Vuestras ofertas acepta 

Vuestra madre, que está viendo 
La lealtad mas acendrada 
En vuestros heroicos pechos. 

Cabildo. — Solo una dificultad 

Ahora que allanar tenemos, 
Pues nuestro Gobernador 
Ha prestado juramento 
Sobre esta Plaza, y no puede 
Desampararla en efecto; 
Y así impedido se halla 
De conducirse al trofeo* 

Comerc. — V. S. dice muy bien, 

Hacend, — No tiene duda, esto es cierto. 

Ninfa. — Pues *csta dificultad 

Que se allano lo mas presto» 

Sale un criado. 

Criado.— Bella Ninfa, para hablar 



EL PARNASO ORIENTAL» 239 

Está un oficial pidiendo 
Vuestro permiso, 
Ninfa. — Decidle 

Que gustosa lo concedo Váse el criado. 
¿Quien será aqueste oficial? Aparte. 

Sale el oficial. 

Soy quien á tus plantas puesto 
Benigna audiencia suplica 
De tan ilustre Congreso. 
Ya la: tienes, ahora esplica 
de tu venida el intento* 

Oficial — Pues oidrne: en breves razones 
Esplicaré á lo que vengo. 

Respetable asamblea, á quien el cielo 
Siempre en una inmutable edad dorada, 
Entre triunfos, laureles y victorias 
Conserve, cuanto aquella ave de Arabia. 

Un guerrero oficial soy, que sirviendo 
Al Monarca Católico de España 
Cuando atacó el Ingles á Buenos Aires, 
Destinado me hallaba en la Ensenada. 

De donde relirarme fué forzoso 
Viendo la Capital avasallada : 
Para ver mi familia y dulces hijos 
Licencia pido, y luego me fué dada 

En Buenos Aires entro, y á fé mia 
Que me pesó mil veces tal entrada? 
Pues vi en ella el dolor y la amargura 
En el ser mas perfecto retratada. 



Oficial— 
JYinfa. — 



240 EL PARNASO ORIENTAL. 



Tan profundo silencio en toda ella 
Noté, cuando bus calles paseaba, 
Que hube de persuadirme que un desierto 
Era ya Buenos Aires asolada. 

Sus plazas y sus calles, que festivos 
Algún dia sus hijos alegraban* 
Ahora tal cual por ellas so veia 
Que con lágrimas tiernas las regaba. 

Como en bóvedas frias encerrados 
Los tristes moradores en sus casas, 
Por entre loa resquicios de las puertas 
Sus ayes y lamentos se escuchaban. 

Busca en dulce esposo algún consuelo 
La consorte aflijida, y no le halla, 
Pues con gemidos tristes y el silencio 
Solamente contesta á sus palabras. 

Busca el infante tierno en el regazo 
De la madre et al hago que gozaba, 

Y ella, en vez de carino, sollozando 

El rostro le humedece con sus lagrimas- 
Todo era confusión, terror y espanto, 

Cuanto el oido y la vista registraban, 

Catástrofe terrible que á mi pecho 

En llamas de venganza le inflamaba. 
Del Britano las fuerzas con cuidado 

Examiné, y también que el pueblo estaba 

De sacudir el yugo deseoso 

Si vuestro valor á ello ayudaba. 
Los Padres de la Patria, los primeros 

Las calles y las casas visitaban, 

A los tristes alivian y confortan, 

Y á todos su lealtad les inspiraban* 



PARNASO ORIENTAL. 



241 



Los leales patriotas con sigilo, 
Tímidas, tal vez juntas celebran. 
Esponiendo sus vidas al peligro, 
Por hallar medios de salvarla Patria. 

Mutuamente se animan, se consuelan : 
Jamás en ellos muere la esperanza, 
La lealtad y el valor la vivifican, 
Cuando parecía agonizaba. 

Uno medios propone aunque arriesgados, 
Otro socorro busca en la campaña, 
Y todos á porfía cuanto tienen 
Ofrecen, y aun la vida que les cansa. 

De todo así informado, con silencio 
De Buenos Aires páso á esta otra banda 
A proponer la idea, que he sabido 
Que dejais ahora mismo concertada. 

En vos Montevideo, espera ansiosa 
Para lograr de un golpe su venganza 
La Capital, que os pide con clamores 
Le ayudéis con valor á ejecutarla. 

Las fuerzas del Britano son muy cortas; 
Nada tiene la empresa de arriesgada: 
Yo con solo quinientos españoles 
Os doy á Buenos Aires rescatada. 

Con mi propia cabeza lo aseguro, 
La que espondré en defensa de la Patria: 
A esto solo he venido, y ofreceros 
Un soldado que os sirva con su espada. 
Ninfo. — ¡Oh generoso oficial! 

Cuanto estimo vuestro aliento, 

Y á providencia divina, 

Juzgo lleguéis 6 tal tiempo. 

Toé. 3 31 



242 EL PARNASO ORIENTAL» 

Vos seréis el General 
De esto empresa, en el supuesto 
Que el Gobernador no puede 
Serlo por justos respetos. 
Gobern. — Es la elección acertada 

Y en dignísimo sugeto. 
Cabildo. — Y de su valor confiamos 

El mas cabnt desempeño» 
Oficial — Aunque indigno soy del mando, 
Por obediencia lo acepto; 
Que es empezar á triunfar 
Empezar á obedeceros. 
Ninfa. — Este bastón, héroe invicto, 
De General os entrego, 
Recibidle de mi mano, 
Que insignia es de vuestro empleo. 
Oficial — Pues de vuestra mano viene, 
La clava de Hércules creo 
Que en él recibo, y en él 
El triunfo seguro llevo: 
Ya con esta sacra insignia 
El corazón nuevo aliento 
Ha sentido, Ninfa hermosa, 
Con vuestro favor supremo; 

Y así, sin mas dilación, 
Mandad, tocad al momento 
Al arma, porque me abrasa 
De vuestro valor el fuego» 

JSinfa. — Pues, campeones valientes, 

Cruja el parche, y á su estruendo 
Repitiendo al arma, al arma* 
Publicad á sangre y fuego 



EL PAttNASO ORiGKfAt- 



24S 



La guerra al vil opresor 
De ta Capital, diciendo : 
Viva España, España viva, 

Y muera el Inglés soberbio* 
Todos. — Viva Espafla, &c. 

Batos vivan acompaño dos de e»t roen do m¡lrt»r Y y con «na brillante 
marcha, se entran todos con orden» saludando á la Ninfo, qiw 
queda sola. 

JYinfa. — Cuanto la interior congoja 

Que me atormentaba el pecho, 

Calma, al mirar de mis hijos 

Tan generosos alientos, 

Corren todos á las armas, 

Jóvenes, niños y viejos, 

Revestidos del valor 

Desu padre el dios guerrero» 

¿Cómo, pues, de la victoria 

Podré dudar, cuando veo 

A los Godos primitivos 

Retratados en sus nietos? 

Calma, Buenos Aires, calma, 

La pena de dolor violento, 

Que presto verás triunfante 

A tus plantas los Isleños . , . Cajas. 

Pero cajas he escuchado, 

Y que aquí llegan observo, 
El General de las tropas 

Y el Gobernador del pueblo. 

Sale el Grbernador y el General 



GoUru,— Bella Ninfo, todo pronto 



244 ICL PARNASO ORIENTAL. 

Está, y dispuesto e) ejército, 

Ansioso ya por mareuar, 

Sobre las armas k> dejo, 
Ninfa. — Pues mandad que por aquí di General. 

Pase, porque quiero verlo. 
Goberu. — Y haced que la retaguardia 

La formen los Granaderos, 

Porque nuestra Ninfa vea 

Su pericia en el manejo. 
General — Con el mayor regocijo 

Parto al punto á complaceros Váse. 
Ninfa. — Gobernador, nuevo Marte 

Es este AdaHd guerrero* 
Gobern. — La prudencia y el valor 

En equilibrio en él vemos. 

Marcha brillante, ecu ]a que saldrán las tropaa comandadas por el on~ 
ciai secundo; pero loa Granaderos, entro quienes saldrá la ban- 
dera, vendrán mandados por el General, liarán su véma lo* 
Gefes á la Ninfa, y formados diapondrá el General que hagan 
manejo at son de Música, y concluido descansarán sobre laa ar- 
mas; repite la venía e) General á la Ninfa y Gobernador. 

General — Valerosos Españoles, 
Españoles, digo, y esto 
Es traeros á la memoria 
Triunfos que esplicar no puedo ; 
Pues si ese celeste globo 
De blanco papel fuera hecho, 
Para escribirlos en él 
Aun fuera espacio pequeño; 
Aunque solo de Pelayo 
Las glorias do vuestros hechos 
Se empezasen, sin tocar 



Elr PAR* ASO ORIENTAL» 



A aquellos Godos primeros* 

A la Religión y al Rey, 

A la Patria y nuestros deudos, 

Un ambicioso pirata 

Ha uáurpado sus derechos: 

Mirad si es justa la causa 

Que animosos defendemos, 

Y si podrá abandonarnos 
Siendo justiciero el cielo. 
De ser vuestro General 
Puesto que la gloria tengo, 
Por una causa tan justa 
Vencer ó morir resuelvo, 

V creyendo que á lo mismo 
Y'uestro brio está resuelto, 
Dos piezas de artillería 

A nuestra espalda prevengo, 
Que sus incendios me abrasen 
O cualquiera de los nuestros, 
Que un paso volviese atrás 
Huyendo el fogoso encuentro. 
Esto es tan solo señal 
Que vencer ó morir quiero, 
Pero no de desconfianza 
De vuestro marcial aliento; 
Pues sé que los Españoles 
Jamás U cara volvieron, 
A incendios, peligro*, muertes, 
Ni á las furias del Averno. 
También, nobles Españoles, 
La humanidad os recuerdo, 
Que el enemigo humillado 



EL PARNASO ORIENTA tr 



Pasa á ser hermano nuestro. 
La moderación de España, 
De la guerra en los reencuentro^ 
A la gloria de sus armas 
Ha dado roas lucimientos, 
Y con estas prevenciones, 
Fuertes é invictos guerreros, 
A coronarnos de triunfos 
A Buenos Aires marchemos. 

Hace venía a la Ninfa y Gobernador* 

jYínfa. — Heroico caudillo, pues 

Hoy te destinan los cié lea 
A que tu cuchilla sea 
La que lime el duro hierro 
De la esclavitud indigna 
En que a Buenos Aires venios. 
Dios sea contigo, caudillo: 
Arroja de nuestro sudo 
Ese monstruo de ambición, 
Ese Anglicano soberbio, 
A ese faetón que audaz 
Se atrevió á subir al cielo 
Para caer despenado 
A los rayos de tu acero: 
A esc Hipógrifo furioso, 
Que de su correr violento 
Hará parar vuestro brazo 
A los impulsos del freno; 
Para que en elogio tuyo 
Diga la fama en sus ecos. 
Que del Antartico Polo 



EL ¥ ARNAflO ORIENTAL. 



247 



Sustentaste todo el peso, 
<J uando á su total ruina 
Se desplomaba violento* 
Y vosotros, hijos tnios, 
Que hoy mostráis ai orbe entero 
La lealtad mas acendrada 
En vuestros heroicos pechos, 
El cielo os guie y os colme 
De laureles y trofeos, 
Que en el templo de la Fama 
Hagan vuestro nombre eterno. 
Soldados, decid conmigo 
En fé de agradecimiento: 
Viva vuestra augusta Ninfa, 
La excelsa Montevideo. 
Todos. — Viva nuestra, fra. 

Acompañados de cajas: algunos tiros y música á compaz de una bri- 
Jtanle marcha ee van Jos ¡ropas, y á su vanguardia el Generaí, 
que para ello habrá hecho la venia k la Ninfa : el Gobernador 
Be vá el último, haciendo su venia. 

Ninfa. — Deidades sacras, amparo 
De vuestro solio supremo, 
Enviad á estos campeones 
E infundidles vuestro aliento.* 
Marte amado, padre mió, 
Mirad que son hijos vuestros 
Esos soldados, que hoy 
Marchan contra los Isleños: 
Sol, Luna, Aurora, Planetas, 
Estrellas del firmamento, 



246 bi» nnv^o oriental. 



Para guiar á mis hijos 
Aumentad los lucimientos. 
Y vosotras* avecillas 
De esta Selva, vuestros ecos 
Diviertan en algún modo 
La congoja coa que quedo. 



SEGUIDA PARTE. 



Xa Ninfa en su 1ro nn como al principio del Drama : M tísica dulce y 
suave, y concluida dice la Ninfo. — 

Ninfa 1 , — ¡Qué récelos m* combaten! 

¡Qué angustia me sobresalta! 
Fluctuando el alma se vé 
Entre recelo y confianza: 
No he podido sosegar 
Desde que de puso en marcha 
El ejército por tierra, 
Y ni mar ae entrego la escuadra. 
De batallar todo el dia 
La imaginación cansada, 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Busco el descanso en el'sueño, 

Y aun este alivio me falta; 
Que al que con cuidados vive, 
Cuando se cree que descanso, 
Nuevo potro de tormentos 
Le es las mas veces la cama- 
Correr presuroso el tiempo 
Vé. el que no espera ó aguarda, 
Mas los instantes son siglos 

Al que está con la esperanza. 
De una duración eterna 
Juzgo los dias que pasan, 
Sin saber que éxito tengan 
En Buenos Aires mis armas. 
De que llego á la Colonia 
El ejército y la escuadra 
Noticia tuve, también 
De la soberbia borrasca 
Coa que ese fiero Neptuno 
Que á la Inglaterra ampara. 
Coligado con Eólo 
Quiso destruirla armada; 
Pero burlados quedaron 

Y abatida su arrogancia, 
Por el valor invencible 
De la marina bizarra. 
Do la Colonia he sabido 
Que pasando á la otra banda 
El ejército brioso 

En las Conchas desembarca; 

Y que al punto á Buenos Aires 
Tomó intrépido la marcha. 



2M 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Esto tan soto he sabido, 

Y mi confusión es tanta 

Que á veces, como ahora mismo, 

Todo el aliento me falta. Se ruhnk 

jüíúeica patética que pasara á alegro. 

Ninfa. — ¿Pero qué temo? ¿mis hijos 
No son leones en campaña? 
jNo son al fin españoles, 
Cuyo nombre solo espanta? 
¿Su valeroso caudillo 
De Marte no retrataba 
En su valor y persona 
La imagen divina y sacra? 
¿De un vil isleño, que siempre 
No ha sido mas que un pirata, 
Podrá el valor español 
Tener que recelar nada? 
No : mas por mi pensamiento 
Otras reflexiones pasan: 
En el valor de mis hijos 
Bien puedo estár confiada, 
Pero sé que es muy variable 
La suene en los hechos de armas. 
Sé que á veces el valor 
Siendo la fortunu ingrata, 
Un accidente imprevisto 
Sin remedio lo desaira. 
Mil ejemplares lo ensenan, 

Y bien lo lloró la España, 



i 



E'. PARNASO ORIBftTAL* 



251 



Cuando gimió entre ios hierro* 

De las gentes africanas. 

Este temor del acaso, 

Este horror de la inconstancia 

Ue la suerte y el destino. 

Me aflijen y me desmayan. Se reclina. 



Música de languidéis, que s pocos compecee paan á tempestad; truenos 
y relámpago*, se levaeta k Niüfe despavorida, mirando á to- 
das partes* 



Ninfa. — ¡Qué horror! jqué asombro! ¡qué espanto! 
Valedme deidades sacras; 
Parece que las esferas 
Celestes se despedazan. 

Sigue la tempestad.— Sale Neptuno. 

JYepiuno— Esta selva es In que habita 

Esa que arrogante y vana, 

Contra la Divina Albion 

A sus necios hijos arma. 
JYinfa. — Hacia aquella parte veo 

Un monstruo que por las llamas 

Atraviesa, y acia mí 

Dirije la voz y planta, 
JYepteno — Ninfa, ¿conoces quien soy? 

No lo sabrás, pues me agravias: 

Te turbas? no me respondes? 

Pues oye, y sabrás quien te habla» 

Neptuno soy, deidad tan venerada* 
Y solo de tí, Ninfo, piofanada: 



252 



EL PARNASO ORIENTAL» 



Neptuno soy* cuyo poder encierra 
Toda esta vasta mole de la tierra. 
El orbe todo está por mí bloqueado, 

Y á términos estrechos limitado; 

De los mortales hombres no hay alguno 
Que no tema las iras de Neptuno» 

Y con razón, pues ya una vez airado 
£1 orbe con sus aguas vio anegado; 
Los montes mas soberbios, mas erguidos. 
Tiemblan si á escuchar llegan mis bramidos. 

Las ciudades mas fuertes, á mi amago 
Se asustan, porque piensan me las trago; 

Y lo deben temer, pues han sabido 

Que á muchas infelices me he absorvido» 

Bien alabarme puedo, 
Pues hasta al mismo cielo pongo miedo; 

Y sus deidades sumas 
Escupidas se ven de mis espumas. 

Los vapores que exhalo, hacen que Febo 
Obscurezca su luz, temple su fuego; 
El Tonante supremo notronára, 
Si mi aliento las nubes no formara. 

De ellas el rayo horrendo 
Nace, con el relámpago el trueno; 

Y así el poder que ostenta soberano 
Júpiter, !o recibe de mi mano. 

Del mar varias deidades excelentes 
A mis plantas se postran reverentes; 
El soberbio Occeano, el gran Neréo, 

Y el PaBtor y Profeta Dios Proteo. 
Entre incienso me dan adoraciones 

Diosas, Ninfas, Nereidas y Tritones; 



EL PARNASO ORIENTAL. 



2¿3 



¿Habrá, pues, de los dioses otro alguno 
Que pueda compararse coa Neptuno? 

Ninfa, deidad alguna no compite 
Con el que es digno esposo de Anfitrite; 
Tan grande es mi poder, y en paz y -en guerra 
Lo empleo en protejer á la Inglaterra. 

Del mar mando á su arbitrio que disponga, 
Mira si podrá haber quien se le oponga; 
Sus bajeles y escuadras lleva Eólo 
Por mi mandato del uno al otro Polo. 

No hay provincia, no hay reino, no hay re- 
Que no conozca á la divina Albión; (jion 
Todas pagan tributo á su grandeza 
Haciendo que sea inmensa su riqueza. 

Y han de ir por mi favor, sin duda alguna, 
Sus naves hasta e! globo de la Luna: 

¿Pues cómo, Ninfa, di, cómo te atreves 
A formar pensamientos tan aleves, 

Suscitando una tropa de villanos 
Para arrojar los fuertes Anglicanos 
De Buenos Aires, donde el poder mío 
Les concedió dominio y señorío** 

Altiva, sin respeto á mi grandeza, 
¿Juzgas acaso lograras la empresa 
Por mas que ese tu padre Marte horrendo 
Tus viles hijos vaya protejiendo? 

De Ofis y de Saturno hijo no fuera 
Neptuno, si este agravio consintiera; 
Tus hijos estarán ya derrotados 
Y de su atrevimiento escarmentados. 

Y tú, Ninfa atrevida, 
Probarás de mi furia conocida 



254 



EL PARNASO ORIENTAL, 



Los rigores, cuando el mar violento 
Tragándote, dé al mundo un escarmiento. 

Tempestad con que la Ninfa amatada ae arroja á lo* piea de Nep- 
tuoo, y dice: 

JW/?/a. — Soberano Dios Neptuno, . . * 

Marte á la embocadura de bu bastidor de ramos, 6 gruía. 

Marte, — ¿Qué haces, Ninfa, que me agravias, 

Sale precipitado. 

¿A los pies de un dios marino 

La agarra y la levanta. 

La hija de Marte postrada? 

Agradece que mis iras (°A r ') 

Aquí no te despedazan. 
JVinfa* — Padre mió! 
Murte. — ¡Qué furor! 

Calla, no me hables palabra. 

Y tú, caduco dios, húmedo y frió, 
¿Cómo á la hija de Palas y de Marte, 
A insultar en este sacro sitio, 
Sin temor de mis iras vengativas 
Hoy te has determinado y atrevido? 
Bato ha que tus raznnes escuchando 
He estado desde aquel oculto sitio, 
Reprimido, hasta ver en que paraba 
De tu jactancia el loco desvarío; 



i 



EL PARNASO ORTETÍTAL. 



255 



Mas viendo que esa Ninfa temerosa 

Ultrajaba á tus pies «J honor mió, 

Salgo, porque mi voz te signifique 

La indignación c^ue el pecho ha concebido. 

De tu poder te jactas arrogante, 

Diciendo que ta tierra has reducido. 

Sin que estenderse pueda ni ensancharse, 

A términos estrechos y prefijos. 

Idea loca de tu fantasía 

¿No ves como en tu propio señorío 

La tierra nuevas islas cada dia 

Forma con que destruye tus dominios? 

Si algún dia á inundarla te atreviste, 

Obra fué del poder alto y divino, 

Que á tu soberbia tiene aprisionada, 

Por domar tu ambición con fuertes grillos: 

Blazonas que á los dioses en la esfera 

Escupes, cuando estás enfurecido: 

¿No ves que tus furores son espumas, 

Que el aquilón deshace de un soplido? 

¿De Júpiter supremo el poder quieres 

Usurparle, blasfemo y atrevido? 

Mas no me espanto, que las humedades 

Te tienen el cerebro ya podrido. 

Que ninguna deidad en competencia 

Igualar su poder podrá contigo, 

Dices; y yo, que un dios de caracoles 

Eres solo, Neptuno,te lo digo. 

De amparara Albion haces empeño, 

Mas como es tu poder tan reducido 

En todas tus empresas quedas siempre, 

Ncptuno, tan airoso y tan lucido. 



256 



KL PARNASO ORIENTAL, 



Puerto-Rico, el Ferrol y las Canarias 
Son de tu gran poder buenos testigos». 
¿En que parte del orbe !a Inglaterra 



Y ha mirado lustrados sus designios? 
Si algún triunfo consigue, es con traiciones, 
Que estas de tí,Neptuno, habrá aprendido, 
Pues te muestras sereno al navegante 
Para lograr su ruina en su descuido. 

Esas riquezas de Albion que ensalzas. 
Con robos y rapiñas ha adquirido: 
¿Qué Nación en el orbe no hay quejosa 
De su ambicioso, avaro piratismo? 
Neptuno, de esta suerte he contestado 
A tus muchas locuras y delirios; 
Pero no está del todo hecha la cuenta, 
Aguarda que aun me falta que deciros: 
Que soy Marte no ignoras, dios guerrero, 
De Júpiter y Juno hijo querido; 
Que mi padre sus rayos, que Vulcano fraguas 

Y que Pluton sus furias, á mi arbitrio 
Me ofrecen obsequiosos, por si acaso 
Para triunfar tal vez las necesito: 

Que en el orbe ninguno, inmortal gloria 
Sin Ja ayuda da Marte, ha conseguido: 
Los Hércules, Aquiles y Antenotes, 
El ser deidades deben á mi brío: 
JL»03 Alejandros, Cides, Vinatos, 
Césares, Scipiones, é infinitos, 
Cuyo nombre inmortal y cuya fama 
Correrá la carrera do los siglos, 




10 sus empresas 



ÍX ?*RNASO ORIENTAL. 



257 



¿Por quien sino por Marte valeroso, 
Tanta gloria en el orbe han adquirido? 
¿Qué Nación, á quien Marte se ha inclinado, 
A las demás del orbe no ha abatido? 
Pues, Neptuno caduco é insensato, 
Si son los Españoles hijos roios, 
Si sabes que en el globo las Naciones 
EJ nombre do español solo han temido, 
(No digo avasallarlos) ¡qué locura! 
Pero ni aun en amago resistirlos: 
¿Podrá nunca la triste Inglaterra, 
De quien he sido siempre yo enemigo? 
Corre, Neptuno, corre presuroso, 
A Buenos Aires, donde átus amigos 
Habrán ya hecho pedazos, y abrasado 
Las furias que he mandado del Cocíto. 
Anda, ves, dale ayuda á los ingleses, 
Contra Megera Alecto y sus ministros, 
A quienes he encargado presurosas 
Fuesen á tu pesar á destruirlos. 

Y tu, Ninfa, no temas amenazas 

De quien no ha de cumplir lo prometido; 

Y siempre ten presente en la memoria 
Que eres hija de Marte esclarecido, 

Y tú, Neptuno íatuo, dios de conchas, 
Que á Júpiter ultrajas, y atrevido 

Mi sagrado respeto profanando, 
En esta Selva te has introducido 
A insultar á esta Ninfa, que es en ella 
El objeto é imán de mis cariños; 
Agradece no clave ahora en tu pecho 
Esta lanza cruel y vengativo: 



9 



EL FABNA80 ORIENTAL* 

Y te advierto también, que si presumes 
En venganza de todo lo que has oido, 
Contra alguna española navecilla 

E! tridente mover, su agravio es mió: 

Y te juro por todas las deidades, 

El dejarte en tu abismo confundido, 
Hechando sobre lí de un golpe solo 
Valles, selvas, peñascos, montes, riscos, 
Vesubios, Etnas, llamas, Mongibelos, 

Y todos los incendios del Avismo, 
Que chupen y consuman gota á gota 
El humor de tu imperio cristalino. 

JVepluno — Marte dios sangriento, horrendo y feo, 
No como tus voces he sufrido; 
Pero ya mi venganza se prepara: 
Te juro por el sacro lago Estigio, 
Que en amparo y favor de Inglaterra 
He de abortar asombros y prodigios: 
Las escuadras y naves españolas 
Ha de sorber el mar en sus abismos. 

Marte — Antea que tú lo logres, en mis brazos 
Has de rendir la vida al furor mió. 

abraza con él, y entre ruido de tempestad se hunden por el esco^ 
tilJon ose váp por entre ios ramos 6 gruta: queda sota Ja Ainf 
asombrada, y finalizada ta tempestad, dice: 

Jfínfa* — ¡Qué espanto! ¡qué confusión! 

¡Cuantas cosas por mí pasan, 
En que ácada paso encuentra 
Nuevas zozobras el alma! 
¡De los dioses la contienda 



fcL PARNASO 0¡HE2tr¿l» 



2¿9 



Me tiene absorta y pasmada! 



¡Ah Inglaterra! hasta el ciclo 
Tuj intrigas traen en armas; 
Pero si mi padre Marte 
Hoy contra tí se declara, 
JEn vano serán, Albion, 
Tus insidias y acechanzas. 
Mas vuelva mi reflexión 
A la contienda pasada 
De los dioses, que por ella 
Se alientan mis esperanzas: 
M¡ padre dijo a Neptuno 
Que á estas horas, destrozadas 
Estarían ya las tropas 
De la ambiciosa Bretaña; 
Pues á este efecto las furias 
Alecto y la cruel Megera, 
Con sus ministros, mis hijos. 
Tenia comisionadas» 
iPuéa qué dudo? ya segura 



Alienta, corazón mió, 

Y un breve rato descansa» al tronv. 



Marica dulce ínter i o h c\i*l efile pur el escotillón ia Ninfa 2, * vestid* 
da gala y con curo tía. 

Jiinfa 2, — Con cuanta complacencia 

Vuelvo á este sitio, donde mi dolencia 

El remedio á sus males 

Halló en pechos tan nobles y léale?. 




!260 



ZL PARNA50 ORIENTAL. 



Salve, Selva florida, 

A donde entrando muerta hallé la vida, 

Salve, y en trinos suaves 

Te saluden fas canoras aves* 

Dígante siempre amores 

Las calandrias, gilgueros, ruiseñores; 

Y tus fragantes flores 

El cierzo nunca ofenda á tus verdores. 
Como a la rosa y candida azucena 
El aquilón no pueda darles pena. 

Y tú, prenda querida, 

Que pn brazos de Morfeo estás rendida, 
Despierta, Ninfa hermosa, 
A abrazar á tu madre victoriosa. 
Ninfa 1. — ¡Ciclos santos! ¡son sueños! ¡desvarios? 

jísuslaJí 

Madre amada! Se abrasan. 
Ninfa 2, — Prenda del corazón idolatrada! 

Abrazadas un corto instante. Música dulce y corla* 

Ninfa 1. — Amada madre, que triunfante os veo, 
Es tal mi gozo, que aun no bien lo creo. 
Ninfa 2. — Sí, y gracias vengo á darte, 

Hija ínclita de Palas y de Marte. 

Esa Albion rendida 

A mis plañías, se muestra ya abatida: 

Sus orgullosas tropas prisioneras, 

Y hechas tapetes mios sus banderas* 
Su caudillo, que leyes me imponía, 
Hoy postrado recibe ya la mía: 



EL PAItKAftO ORIK&TAL. 



2bl 



Esta vicisitud, esta inconstancia, 

Cuanto arguye del hombre Ja ignorancia, 

Cuando tan satisfecho se gloría 

De un bien que acabar puede con el día; 

Pues aquel q 1 ha hecho el lleno en la fortuna, 

Ha de menguar al fin como la Luna» 

Corre el Sol refulgente eu carrera, 

Hasta el zenit ó centro de la esfera; 

iVlds de allí se despeña p largo paso 

A sepultar su luz en el ocaso. 

Esto á la insana Albion te ha sucedido, 

Ayer me dominó, y hoy la he vencido: 

Sobre sus ruinas miserables veo 

Fundado todo el plan de mi deseo. 

La Religión triunfante 

Y el Católico Cárlos dominante: 

Tu madre á su grandeza restaurada, 

Y de muchas victorias cotonada: 
Libres mis dulces hijos, 
Colmados de placer y regocijos. 
Buenos Aires vengada 

Queda, con tanta sangre derramada 

Del Britano, que con nobles brios, 

Batieron vuestros hijos y los rnios: 

¡Oh hermanos venturosos 

Cuyos nombres serán siempre gloriosos. 

¿Qué gracias podré darte suficientes 

A tí y á esos tu9 hijos excelentes? 

A ellos y á tí, los dioses de victorias 

Coronen, y la Fama de sus glorias 

La pregonera sea 

Donde alcanze á lucir la luz febea. 



262 



EL PARNASO ORIENTAL, 



Las Naciones admiren su heroísmo* 
Su lealtad, su valor y patriotismos 
Pronuncie con dolor la Gran Bretaña 
Sus nombres, y con gloria nuestra España* 
Temple en tu honor, ó fiel Montevideo, 
La cítara dorada el dulce Orfeo, 
A cuyo son, las Ninfas del Parnaso 
Te aplaudan del Oriente hasta el Ocaso. 
Mientras mi pecho amante enternecido 
Con lágrimas se ostenta agradecido: 
Lágrimas de placer con que, hija mía r 
Por los ojos so asoma mi alegría; 
Y lágrimas, en fin. con que elocuente 
Mi gratitud te ofrezco eternamente. 
Ninfa I. — Entre estremos opuestos 

Del amor y ternura, 

Siente mi corazón 

Batalla dura» 

Madre mia, ay de mí! 

¡Deliquios tiernos! 

Madre amada, ay de mí ! 

Yo desfallezco- " Se desmaya. 

Música dulce, ¡uterín la cual se desenareco por el escotillón la tegün 
Ninfa, vuelva la primera eo eí, y dice: 

Ninfa J. — Amada madre. * ♦ .¡mas donde! 
Como la ocasión pasada 
Se ausento de mi presencia! 
¡Oh cuan momentáneos andan 
Pe esta vida los placeres! 
Poco las dichas aguardan; 
Sombras son tan solamente, 



E", PARNASO ORIENTAL* 



263 



Y como sombras se pasan: 
¡Oh que dulce fué el instante 
Que las vocea escuchaba, 
De aquella querida madre 
A quien perdida lloraba! 
Pero aunque faltó á mi vista 
Yo me siento consolada, 
Pues ya sé que libre vive 

Y en sus glorias restaurada, 
¡Por el valor de mis hijos 
Ya Buenos Aires vengada! 
Clamar con gozo podemos. 

Dentro ciaría y voces : — 

Victoria para nuestras armas. 

Ninfa 1. — Repetidlo muchas veces 
Para recreo del alma. 



Tocan marcha militar» y salen el Gobernador con una carta en la mano, 
y eJ oficial conductor con botas y espuelas. 



Ninfa 1. — ¿Gobernador, qué hay de nuevo? 
Gobernad. — Efectos son de esta carta, 

La voz de) pueblo lo ha dicho. 
Ninfa. — Leed la t pues: anticipada dp. 

Tenia yo la noticia- 
Gobernad. — Ahora de dármela acaba 

Este oficial; dice así: 



Gob. Uc— Muy Señor mió ; Son las 12 del día, y 



264 EL ORIENTAD 



en esta hora doy á V- la plausible noticia d 
haber logrado nuestras armas una complet 
victoria contra los Ingleses. El como, lo man 
festará á V. S. el oficial dador de esta, que c 
uno de los personagcs que mas han contribuid 
á la acción. La brevedad no da lugar á ma- 
Dios guarde á V- S. muchos años, 

Ninfa. — ¡Qué regocijo! ¡qué gozo 
¿1 alma tengo anegada 
Con la dulce complacencia 
Que esta noticia me causa. 
Gobernador, al instante 
Mandad hacer una salva, 

Y el pueblo repita á voces, 
Viva nuestra augusta España. 

Gobcrn. Presto estaréis complacida. 

Que ya el pueblo ansioso aguarda. 
Hijos, vuestra complacencia {Jil bastidor 
Mostrad con una descarga, 

Y decid regocijados: 

Viva nuestra augusta España* 



Ocupa la Ninfa el trono, se repite dentro el viva, aumentando vira, 
a Buenos Aires y á Montevideo, descarga de fusi/e*-; 
concluido esto con u i>a brillante rs archa de orquesta y música 
militar, salen lo mej ir ordenado quesea posible el Cabildo, 
Comercio. Hacendados* y los que estuvieren de oficiales. 



Ninfa. — Mi cariño, dulces hijos, 

Que tan tiernamente os ama, 
Siempre con vuestra presencia 
£o consuela y se regala; 



et- parnaso orjentaIj» 



265 



Pero en la ocasión presente 
Me es vuestra vista tan grata, 
Cuanto es á la mariposa 
Amable, la hermosa llama 
A quien en torno festeja, 
Hasta que en ella se abrasa; 
Cuanto es á la bella flor 
Deleitable y apreciada 
La hermosa vista del Sol 
Después déla noche larga; 
Cuanto al navegante alegra 
Una apacible bonanza. 
Después del horror y sustos 
De una terrible borrasca; 
Cuanto á la tórtola amante 
Que en el bosque se quejaba 
Deleitable, la presencia 
Del consorte á quien llamaba; 

Y cuanto á un amante tierno, 
Después de una ausencia amarga, 
Le regocijan los brazos 

De la prenda que idolatra : 
De las plausibles victorias 
Con que hoy mi alma se regala, 
Sois, ¡oh dulces hijos mios! 
Primera eficiente causa. 
^Cómo podré, pues, miraros 
Sino con las mismas ansias 
Que mira la mariposa 
A la refulgente llama, 
Que la flor al sol hermoso, 

Y que el nauta á la bonanza, 



266 



EL fAJUf AJO OMRJfTAL* 



Que la tórtola al consorte 
Y que el amante á su amada? 
Excelso Gobernador, 
Senado de inmortal lama, 
Esclarecido Comercio, 
Hacendados, firme basa { 
De la lealtad y la fe, 
Habéis tricnfado ; mas falta 
Para mayor regocijo 
El que sepáis cnanto pasa: 
Que por esto vuestra vista 
Me es ahora tan apreciada. 
Valiente Adalid guerrero 
Dadnos la noticia exacta 
De todo Jo sucedido. 

Oficial — Ya obedezco io que mandas- 

poema. 

La triste Buenos Aires, que gimiendo 
Su duro cautiverio, se lamenta; 
El socorro que le vá, sabiendo, 
Su valor y nobleza antigua alienta: 
De secreto se alarma, previniendo 
La mas justa venganza de su afrenta: 
Siempre fiel, siempre leal, y esclarecida 
Fué nuestra Capital, aunque oprimida. 

De patriotas valientes y leales 
Se hace una agregación, y prontamente 
A unirse á nuestro ejército en sus reales 
Activa se destaca y diligente: 



EL PARNASO ORIENTAL. 



167 



Los vecinos pudiente*, pus caudales 

Prodigan á favor del indigente; 

Obra allí el patriotismo cuanto puede» 

Y en algún modo a lo posible excede. 
De todo el Anglo la noticia tiene, 

Y activo y vigilante en bus funcione*! 
Con la mayor presteza se previene 
Tomando las debidas precauciones: 
Los puestos fortifica y los sostiene. 
Abocando á la calle sus cañones, 
De artillería el fuerte guarnecida 

Un Espin parecía embravecido. 

De soldados valientes y aguerridos 
Refuerzo á Berrerford Popham envía. 
Los que hechos á vencer, jauias vencido*, 
Con ansia esperan del ataque el día: 
Nuestro ejército en tanto, á los egidos 
De aquella Capital, llegado habí*, 

Y acampados allí los escuadrones 
Se dá principio á las operaciones. 

Nuestro ínclito caudillo, luego pasa 
Un oficio, en que al Anglo vá intimando 
La entrega y rendición de aqueHa PUim, 
Que gimiendo cautiva, está á su mando: 
Bcrresford animoso lo rechaza 
Con otro oficio, en el que contestando 
Dice la sostendrá como es debido, 
Hasta versea cenizas reducido. 

El Gedeon francés, ó nvejar Marte, 
La respuesta briosa habiendo oído, 
Al arma toca, y cnal rayo parte 
De su terrible ejército seguido: 



268 EL PAftÜlM OMtiNTAI» 



Un trozo de enemigos, tiene parte, 
Que en el Retiro está fortalecido; 
Llega allí con sus tropas y severo 
Empieza Marte á ensangrentar su acero. 
Suena el clarín, herido el parche gime, 
Volcanes lanzan las volantes piezas, 

Y del incendio que el cañón esprime, 
Fueron los enemigos las pavezass 
Fuerte e! brazo español lo espada esgrime. 
Segando de los Anglos las cabezas* 

Su intrepidez faé tal, que no supieron 
Si primero atacaron ó vencieron, 

A Bcrresford el tiroteo avisa 
El riesgo de los suyos inminente, 

Y con planta veloz» nada remisa, 
Con quinientos soldados, diligente 
Marcha aJ Retiro, mas no bien lo pisa 
Cuando el estrago mira de su gente: 
Nuestra bien dirijída artillería 

En trozos los Brítanos dividía. 

Ministra activa de la Parca fiera, 
Las fraguas de Vulcano gobernando, 
HUo Megera que el Inglés huyera, 
Sus tropas á balazos destrozando: 
Nuestro ejercito ardiente los siguiera 
Pues por ir á su alcance está clamando, 
Pero prudente el Gefe les previene 
Que el dia espira y que la noche viene. 

Los valientes Miñones repartidos ] 
En pequeñas patrullas eeabanzaban, 
No escapando do ser muertoB ó herido* 
Todos cuantos Ingleses encontraban; 



It PARHASO ORIENTAL» 269 



Y anhelando por verlos destruidos 
Los piquetes de guardias asaltaban: 
Su intrepidéz, furor y valentía 
Apresura el ataque al otro dra. 

De Agosto el dia doce se contaba, 
Cuando á las diez del dicho fué avisado 
Nuestro Gefe, que el ingles se hallaba 
De los fuertes Miñones atacado: 
Previene el riesgo en que esta tropa estaba, 

Y 4 sostenerla marcha apresurado, 

La acción furioso todo el campo apoya, 
Aquí empezó ta lid, aquí fué Troya. 

Nuestro ejército en trozos dividido, 
Por varias calles el ataque emprende. 
En las que el Anglo está fortalecido 
Con el cañón y obuz que le defiende; 
Por cuyas bocas Marte enfurecido 
La tierra abrasa y la esfera enciende: 
La metralla y las balas que ílovian, 
Tem pestad de granizos parecían. 

Los fuelles Españoles, animosos 
Por entre los volcanes se arrojaban, 

Y por acometer mna presurosos, 
Con las manos )as balas apartaban: 
A los tristes Brítanoe hacen trozos, 

Y aun solo con mirarlos los mataban: 
Un Hércules Tebáno en este dia 
Aun el menor soldado parecía. 

El pueblo se entusiasma de tal suerte 
Que á Esparta misma juzgo admiraría, 
Al ver como entre el fuego, horror y muerte 
El mas tierno rapaz se introducía:' 



270 



EL PARNASO ORIENTAL* 



Mejor Tal es tria animosa y fuerte 
Furiosa peleando, allí vería; - 
Vería esta Tortísima Amazona, 
Causando envidia á Palas y Belona, 

Las furias arrojadas del Averno 
Por las calles giraban este dia, 

Y Aqueront en su barca acia el infierno 
A montón los Britanos conducía: 
Buenos Aires, el caos sempiterno 
Entre el fuego y el humo parecía; 
Toda la confusión de Babilonia 

Cifró este dia en sí nuestra Colonia. 

Cabezas por el sueio van rodando, 
Brazos, piernas sin rjueño, y sin sentidos, 

Y de otros las entrañas palpitando 
Pálido el rostro, el gesto amortecido: 
Ya del soberbio Anglicano bando 
Rio de sangre corre, en que tenido 
El suelo, transmutado se vé allí, 

De obscuro en escarlata y carmesí. 

De los Leones de España perseguidos 
Los Anglos, á la Plaza se acogieron, 
A donde del canon favorecidos 
Los esfuerzos exprimieron; 
Los terrados ocupan, y escondidos 
Vencer por emboscada presumieron, 
Pero muertos, heridos, destrozados, 
Quedaron en sus ruinas emboscados. 

Nunca tan vivos rayos fabrico 
Para batir airado á los Gigantes, 
Aquel herrero sórdido que obró 
Armas íí su entenado Radiantes: 



EL PAMASO ORTKNTAL. 271 



Ni jamás e! Tonante así arrojó 
Relámpagos y rayos fulminantes, 
Como arroja el Inglés sobre el Hispano, 
Derramando las ollas de Vulcano. 

Aquí fué de la lid lo mas sangriento, 
Aquí, donde la Parca suguadafia 
Cansada ya de herir y sin aliento, 
Para poder matar la entregó á España: 
El mismo Marte que lo mira atento 
Temió del Español la furia y saña: 
Teme ol Inglés, y teme de tal suerte, 
Que la lid deja, y parte huyendo al Fuerte. 

Cual tigres de la Hircania embravecidos 
Los nuestros, los Brítanos van siguiendo, 

Y á balazos y golpes repetidos 

Los van entre los muros escondiendo; 
En el Fuerte se encierran aturdidos, 
Con la blanca bandera seña haciendo; 
Pero ol bravo Español no la entendía 

Y al asalto foroz arremetía. 

Aquel que bebió tanta agua de Aonia, 
Sobre quien traen contienda peregrina 
Entre sí, Smirna, Rodas, Colofonia, 
Aténas, Yos, Argo y Sal amina; 
El otro que esclarece á toda Ausonia, 
A cuya voz altísona y divina 
Mincio con blando sueño se adormece, 
Pero el Tíber soberbio se embrabecc. 

Alaben, canten, digan siempre estremo5 
De esos sus seini-dioses fabulosos, 
Fingiendo Magas, Círes, Polifemos, 
Encantos y hechos de armas prodigiosos; 



272 EL PARNASO ORIENTAL. 



Que acá en el Argentino cantaremos 
De héroeB mas admirables y gloriosos 
Acciones, con que dejan confundidos 
A esos dioses soñados y fingidos. 

El caudillo Español al Anglo advierte 
Quee entregarse á discreción rendido, 
Para evadir el golpe de la muerte, 
Debe tomar, como único partido: 
Berresford se conforma con la suerte, 

Y da todas las muestras de rendido: 

Su espada rinde, y con mortal conflicto 
Arbola el pabellou de España invicto. 
Nuestro ejército mira ya flameando 
Su bandera brillante victoriosa, 

Y á su vista el furor se vá templando 
De aquella tropa brava y belicosa; 
Ya nuestra Capital se vé triunfando, 
Ya muestra alegre faz bella y hermosa; 
Ya el Anglo altivo queda escarmentado, 
Triste, abatido, preso y humillado. 

Esto es lo que ha pasado puntualmente, 

Y tan solo me resta ya que os diga, 
Que en el pueblo se escucha solamente 
Entre una aclamación la mas festiva : — 

Viva España triunfante, viva, viva. 

Todos dentro y fuera con cejis. 

Viva España triunfante, viva, viva. 



Et PAIINASO ORIENTAL. 



273 



A estas voces salen el resto de Pueblo, todos cuantos se pueda, hom- 
bree y muge res* 

Ninfa* — Buenos Aires ilustre esclarecida, 
El parabién os doy de una victoria, 
Que en mármoles y bronces esculpida 
Hará eterno tu nombre y tu memoria: 
Tanta anglicana sangre en tí vertida, 
Inmortal monumento es de tu gloria, 
Eila hablará, y su lenguage horrible 
Os hará respetable y aun temible, 
Gober. — Y vos, Montevideo, cuyo nombre, 
La fama anunciará con voz sonora, 
Dándoos por todo el mundo alto renombre, 
De muy fiel y reconquistadora: 
¿Quien habrá que al mirarte no se asombre? 
Pues si á considerarte se demora, 
Verá en tí la lealtad mas acendrada, 
Y á nuestra Capital por tí vengada. 
Ninfa. — Inclito Gobernador, 

Cuyo nombre, cuya fama 

Se eternizará en el orbe 

En bronce y mármol grabada: 

Vos cual, secundo Moisés, 

Al pueblo aflijidp salvas, 

Pues tu valor y prudencia 

Fueron las primeras causas 

Para lograr tan gran triunfo, 

Victoria tan señalada; 

Por la quo llena de júbilo 

No sé como daros gracias. 
Cabillo — Bella Niufa, de estas selvas 



TOM. ¡J 



274 EL PARNASO ORIENTAL. 



Dulcísima Patria amada? 
Hoy el Ilustre Cabildo 
Que tu persona sagrada 
Representa, el regocijo 
Que á su lealtad siempre cara 
Le causa este triunfo excelso 
De tus victoriosas armas, 
Lo espresa cuando dispone 
Con fiestas y luminarias 
Celebrar todos Jos años 
La gloria que así os ensalza, 
De la cual el parabién 
Recibid, Ninfa gallarda, 
Con los mas vivos afectos 
De la lealtad mas preclara. 
Ninfa. — Cabildo Ilustre, á quien unen 
Las deidades soberanas, 
Prudencia, sabiduría, 
Justicia, lealtad, constancia, 
Valor, y cuantas virtudes 
En otros desparramadas 
Del heroísmo de la cumbre 
Sin mérito las levantan; 
Vuestro parabién acepto: 

Y que os lo devuelva manda 
La justicia, por la parte 
Que vuestro celo, eficacia, 
Influjo y actividad 

Han tenido en esta causa; 

Y así el mismo que me dais, 
Os devuelvo con el alma» 

Comerc. — Excelsa Montevideo, 



EV PARNASO ORIENTAL. 



275 



El Comercio á vuestras plantas 
Llega, inflamado de gozo, 
Propio en la lealtad'de España:. 
A tributaros rendidos 
Plácemes, de que tus armas 
Hayan postrado triunfantes 
A la soberbia Anglicana: 
Coronadas vuestras sienes 
De triunfos, la Gran Bretaña 
Vea siempre, y por tu esfuerzo, 
Humillada su arrogancia. 

jVtnja.- — Ilustre Comercio, en quien 

Tiene el Dios de las batallas 
Para triunfar, en sus brazos 
Sus armas depositadas; 
Pues bi diestra del Comercio 
Así triunfa con la espada, 
Como cuando con su izquierda 
Sus riquezas desparrama, 
Siendo estas las que al soldado 
Sustentan en la campaña, 
Como la experiencia hoy mismo 
Con gloria vuestra lo aclara: 
Vuestros plácemes recibo, 
Mas vuelvan al mar las aguas, 
Supuesto que al mar !e deben 
El ser que ostentan ufanas. 

Haccnd. — Los Hacendados tus hijos, 

Dulce y tierna Patria amada, 
Con lagrimas dfe contento, 
Los afectos que le infirman, 
De gratitud, de placer, 



276 



EL PARNASO ORIENTAL. 



¿Cómo han de esplicar, pues faltan 



Que el gozo tiene embargada? 
Y así es fuerza que conmigo 
Vuestros demás hijos, hagan 
A vuestros triunfos gloriosos 
Entre sus vivas la salva : 
La invicta Montevideo 
Viva triunfante y ufana. 

Todos repiten con cajns. 



Ninfa. — Hacendados generosos, 



En quienes el Rey, la Patria, 
La Religión y el Estado, 
Siempre epilogados se hallan 
Liberalidad, valor, 
Lealtad y fé pura y clara; 
Vuestras mis victorias son: 
¿No sois mis hijos? pues basta. 
Hijos de Montevideo, 
Con todos mis voces hnblnn: 
Vuestras son aquestas glorias, 
Vuestras son victorias tanta?, 
Vuestro el Justísimo elogio 
Con que ha de decir la fama 
Por la redondez del orbe, 
Que á Buenos Aires vengada 
Dejasteis, manifestando 
La lealtad mas acendrada. 




EL PAKNASO ORIENTAL. 



277 



Raido de tempestad, y entre relámpagos y truéaos, spca como á 
pura fuerza Mane á Neptunr», lo arroji con furia en el suelo, 
le pone el pié encima y le apunta la lanaa al pecho. 

Ninfa. — ¡Nueva confusión es esta! 
Todos. — ¡Qué horror! 
Marte. — Júpiter ordena 



En aquesta misma selva, 
Donde tu arrogancia vana 
Prorrumpió en tantas blasfemias 
Contra todas fas deidades 
Que en esas esferas reinan: 
Manda que f\ mis plantas puesto 
Neptuno, testigo seas 
Del regocijo con que hoy 
Mis Españoles celebran 
Sus victorias y sus triunfos, 
Contra esa Nación proterva, 
Contra esos viles Isleños, 
De quien tutelar te ostentas: 
Míralos ya destruidos, 
Sin que tu favor Jes pueda 
Ni remediar sus quebrantos. 
Ni dar alivio á sus penas: 
Mira con despecho tuyo 
Y con horror de su afrenta. 
Esas tropas veteranas 
Arrolladas, prisioneras 
De unas tropas despreciada? 
De tu arrogancia y soberbia; 
Mira, en fin, á tu despecho 
Como el fuerte Marte venga 




278 EL FAlUTáSO ORIENTAL* 



Las injurias que te hacen, 
A quien su poder proteja. 

JVeptuno — La envidia, el furor, la rabia 
Me atormentan, sin que pueda 
De este tirano opresor 
Contrarrestar la violencia. 

Marte. — ¿Pero para que te oprimo? 

Levanta; y á la Inglaterra 
Comunícale tu agravio 
Dile que á vengarlo vuelva* 
Que la fiel Montevideo 
Y Buenos Aires, espera» 
Con ansia que sus escuadras 
Segunda vez acometan; 
Para que con nuevos triunfos 
Coronadas sus cabezas 
De laureles, en sus manos 
Nuevas palmas reverdezcan* 
Hijos de Marte, gloriosos 
De serlo, habéis dado pruebas^ 
H aciendo flamear laureadas 
Las españolas banderas; 
Pues decid triunfantes héroes, 
De tanta alegría en muestras : 
Vivan las dos mas ilustres 
Ciudades de nuestra América. 

Repiten todo?, y enjae. 

Vivan, &a. 



Fin del Drama. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



279 



CANCION 

DE DESPEDIDA DEL REGIMIENTO WUM. 9 r EN BD PARTIDA AL PERU, 

En el año de 1614. 

Por el Presbítero Don Juan Francisco Martínez. * 
(Hijo de Moote video.) 

£1 Regimiento nueve, 
Digno de eterno honor, 
A ganar nuevos triunfos, 
Al Perú marcha hoy; 
Y de tí, Buenos Aires, 
Cou aquesta canción 
Se despide diciendo: 
Buenos Aires, á Dios. 

Coro. 



jA la guerra, á la guerra, soldados! 
Muera el usurpador, 
Viva América libre, 
Triunfe nuestro valor, 

* Capellán del Regimiento 9 al que acompaño en bu eepedicion 
al Perú en el aii o citatlo. Este legimiento en bu totalidad era co|m- 
pueeto de Oriéntale* y fue uno de loe que maa £6 distinguieron en 
esa gloriosa campáña. (Nota del Editor.) 



280 EL PARNASO ORIENTAL. 



La piedra angular eres 
En que se cimentó 
La libertad dichosa 
De una infame opresión: 
Columna estable y fuerte 
Que firme sostiene hoy 
Al soberbio edificio 
De nuestra redención. 

Coro, 

A Dios ciudad gloriosa 
Del orbe admiración, 
Centro, compendio y cifra 
Del honor y el valor: 
No olvides estos hijos 
Que se apartan de vos, 
Para con nuevas palmas 
Aumentar tu esplendor* 

Coro. 

Recuerda la constancia, 
Y aquel bélico ardor 
Conque Monte vidéo, 
Sitiándolo nos vio 
Hasta rendir gloriosos 
La terca obstinación, 
Que sus soberbios muros 
Daba á el godo feroz. 

Coro. 



EL rAItNASO ORIENTAL» 



Recuerda que valientes 
Jamás nos aterró 
La desnudéz, miseria 
Ni el fuego del cañón;* 
Que solo nuestros pechos 
Muro de oposición 
Fueron siempre á las balas 
Del godo usurpador. 

Coro. 

Recuerda cuantos triunfos 
Con inmortal blazon, 
El regimiento nuevo 
A tus plantas rindió: 
¿Las Piedras, San José, 
Y el Cerritono son 
Monumentos eternos 
De nuestra fé y valor? 

Coro. 

Recuerda que de Marte 
Hijos valientes son 
Los bravos Orientales 
Que hoy marchan á tu voz: 
Con tan dulces recuerdos 
No puedes dudar, no, 
Te ofrezcan nuevos triunfos 
Quien tantos ya te dio. 

Coro. 



282 EL PARNASO OílIENTAL» 

Puesto el Perú á tus plantas 
Veras por el valor 
Del regimiento nueve 
Que hoy te jura ante Dios 
Que á morir ó vencer 
Van con paso veloz: 
A rendir los tiranos, 
O acabar con honor. 

Coro, 

Ninfas del Argentino, 
Cuyo hermoso primor 
Avasalla y cautiva 
Al mismo dios de amor, 
El nono regimiento 
Con pena y co n dolor 
De vosotras se aparta ; 
A Dios, Ninfas, á Dios 

Coro. 

De Belona y Diana 
Nadie duda que sois, 
Belfísimas porteíías, 
Gloriosa emulación; 
Pues en vosotras se une 
Con rara admiración 
Discreción, hermosura. 
Gracia, garbo y valor. 

Coro. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



283 



¡O dura ley de ausencia! 

¡O cruel separación 

I)e objetos tan amables! 

A Dios, ninfas, á Dios; 

A Dios, que á triunfos vamos 

Y á ganar con honor 

Palmas que á vuestras plantas 

Rindan nuestro valor. 

■* 

Coro. 

Al arma, pues, soldados; 
Repita nuestra voz: 
¡Viva America libre! 
¡Viva la dulce unión! 
¡Y viva Buenos Aires! 
A quien decimos hoy 
Entre tiernos deliquios: 
Buenos Aires, ¡á Dios! 



284 EL fARNASO ORIENTAL. 



A LOS 

SIETE DOLORES DE LA VWGEJV. 

@ 

ENDECHAS INEDITAS 
Por D. Francisco A* de Figueroj** 

Coro 
Salve triste viuda, 
Salve tierna Madre, 
De los aflijidos 
Dulce vida y salve, 

Al primer DQl*OR t 
(La Profecía de San Simeón ) 

Del Santo Profeta 
La espada anunciada 
Ya, ó Madre angustiada. 
Te hirió el corazón. 

Cual triste paloma 

Do quier dolorida, 

Llevas en la herida 

Clavado el harpón. 



Coro. 
Salve triste viucfa, 



EL PARNASO ORIENTAL» 285 



Al segundo dolor, 
(La fuga al Egipto.) 

De Herodes huyendo 

Con ta hijo inocente» 

Sufriste doliente 

Penuria fatal ; 
Tu seno amoroso 
Le abriga y tu aliento, 
Mas cada lamento 
Te clava un puñal. 

Coro. 

Salve triste viuda, lea* 



Al tercer dolor, 
(Buscando al nifio perdido.) 

Con triste congoja 
Buscabas perdido 
Al niño querido 
Tu amparo y tu bien : 

Tres dias el cielo 

Te vio en agonías, 

Y el cáliz tres dias 

Bebiste también. 

Coro, 

Salve iriste viuda, frer. 



286 EL PARNASO ORIENTAL» 

Al coarto dolor, 
i Encontrando & Jeeua en la calle de Ja amargura.) 

Llegado ya el tiempo 
Que un Dios padeciera, 
Con ansia mas fiera 
Buscaste á Jesús : 

Mas a y, que le encuentras, 

&Oh agudo tormento! 
erido y sangriento 
Cargando la Cruz. 

Coro, 
Salve triste viuda, 



Al quinto dolor, 
(Viendo espirar á au hijo en la Cruz ) 

Que inmenso martirio 

Sufriste María, 

Cuando en su agonía 

Miraste á tu amor : 
Al pié del madero 
Su sangre recibes, 
El muere, y tu vives 
Para mas dolor. 

Coro. 

Salve triste viuda. Sea. 



E'. PARNASO ORIENTAL. 



287 



Al sexto dolor, 
(Recibiendo muerto 6 Jeeua en sub brazos,) 

O tórtola triste 
Que huérfana lloras, 
Ya al hijo que adoras 
Sin vida le vés : 

Su sangre y tu llanto 

Le bañan las sienes, 

Ay! que ya le tienes 

Por la última vez!! 

Coro. 

Salve tmte viuda, fra, 

Al 8EPTIMO Y ULTIMO DOLOR, 

CA] dejar eepetitado á su SantÍBÍrao Hijo.) 

Ya entre sombras yace 
Tu sol eclipsado, 
Ya le han sepultado, 
¡Oh lance cruél! 

Al mármol te abrazas 

Llorando aflijida, 

Pues tu alma y tu vida 

Sepultan con él. 




Coro. 
Salve triste viuda, 
Salve tierna Madre, 



IrTTTO 



288 



EL PARNASO ORIENTAL. 



EPITAFIO 

EN LA SEPULTURA DE UN AMIGO. 



Por D. Francisco A. de Figueroa. 



DECIMA INEDITA. 

Aquí en funérea mansión, 
O Alen, tu ceniza cara 
Benigno cubre y ampara 
El signo de redención ; 
Tu amigo aquí en aflicción 
Llora, gime y no le oirás! 
La Parca le ha herido mas 
Aunque en tí el estrago ha hecho, 
Pues él ya murió en tu pecho, 
Y tú en su aliña vivo estás» 



EL TABNASO ORIENTAL. 



VERSO EN PORTUGUES. 

lurei sobre a pira ardente 
Jidorarlc, e firme ser. 

GLOSA 

Por D. Francisco A. efe Figueroa, 
á petición de un amigo, 

INEDITA. 

* 

garíaniaha, cu reverente 
Absorto em tua formosura 
íwespeito, amor, c ternura 
*-<iirei sobre apira ardente; 
¡>s prissoens que o peito senté 
2ao as pertendo romper; 
♦ingrata bem podes ser, 

2ada temo pois amante 

¡He minha gloría incesante 
>dorarte^ e firme ser. 



290 



EL PARNASO O R IENTA L* 



Eu vi hum retrato ideal 
Das virtudes e o teu trato 
Me diz que tu hes do retrato 
O perfeito original ; 
Por hum destino fatal 
Teu peito me nao consente, 
Mas eu fiel e permanente 
Até o deadém te agradesso 
Que amar aínda o teu clespresso 
Iurei sobre a pira ardente* 

Da Salamandra os autores 
Cóntaon que vive no fogo, 
Eu vivendo em tanto afo£0 
Sou Salamandra de amores; 
Prosegue nos teus rigores, 
Gosta de me ver morrer, 
Poís nao tendo tu o poder 
De extinguir esta paixáon 
Tcrei por consolassaoa 
Adorarte^ e firme ser. 

9amf 

Lávraon na rocha constante 
As agoas do mar chocando, 
Nao posso eu lavrar chorando 
Esse peito de diamante ; 



EL PARNASO OR1EKTAL. 



291 



Forsa lié que delirante 
De ilussoens me contento 
Que ñas saudades me alenlc, 
Que me imagine ditoso, 
E que cumpra o que amorosa 
íurei sobre a pira ardcnlc* 

m 

Como fica murcha a flor 
A quem o sol nao assiste, 
Assim murcha o pcito triste 
Faltándome o teu amor; 
Mas se do fado o rigor 
Excige o meu padecer, 
A hum fantástico dever 
Sacrifícame tirana, 
Com tanto eu possa, Mariana, 
Adorarte, c firme ser. 



292 



EL PARNASO ORIENTAL* 



un mal Cirujano que paso en su puerta (en el Janeiro) eete letrero— 
JV+deJV* — Cirurjiaon mor. 



Por D. Francisca A. de Figueroa- 
INEJJITO. 



Oh Cirurjiaon das duzias ! * oh macaco! 
Depois de teres tanta yente morta 

Teu officio e teu nome póens na porta 

¡Isto so foi consclho do Déos Baco! 

Naon fassas gestos porque assim te ataco, 
Que bem pouco toa colera me importa 
Cuando indignado o publico te exhorta 
A naon seres brayeiro> ncm belhaco- 

Passa fora impostor; pois tenho indicio 
Que a hipocratica gente se desdoura 
De seres taon patífe em teu officio ; 

E porque nesta idade, e na vindoura 

Te conhessaon melhor no frontispicio 

Manda pintar. , . ,a Parca cü a tissoura. 

Das duzias, equivale á la palabra adocenado en españoL 

Nota del autor. 



EL PAENASO ORIENTAL. 



293 



una vieja portuguesa que ponderaba mucho la diacreciou de au 
cultiparla y fea. 

SOLETO 

(Del mismo.) 
INEDITO. 



Basta ja, dona Joana, pois me impesta 
Essa sua filha exótica, e pedante ! 
Eia, longe de mini! va lá a hum vergantc 
Que ature discressaon da sua Modesta. 

Que ela seja doncela, e muito honesta, 
Que entenda a geografía, que ela cante, 
Que saiba poetizar. . . .naon he bastante, 
Pois tem a cara feia, e indigesta. 

De nada pois Ihe vale o ser doutora, 
Que para dizer uo^a diga vestra 
Falando scu latina minha senhora : 

A gente castelhana he muiio destra, 
Da cara, e naon da fala se enamora, 
E naon quer para sogra a avclha mestra. 



294 



EL PARNASO ORIENTAL. 



(Por D. Isidoro de María.) 
INEDITA. 



Cuando tranquila un din 
Desde un frondoso prado, 
A oí illas de una fuente 
Guardabas tu rebano; 
Y de mil flores bellas 
Tus marfilicas manos, 
Matizadas coronas 
Estaban figurando; 
Te ví ; y al grato son 
Del instrumento blando, 
Dulces coplas de Ovidio 
Entoné deleitado, 
Que á tu feliz tarea 
Suspenderle lograron. — 
Entonces tus divinos 
Ojos, en mí fijados, 
Llegaron a inspirarme 
De amor el fuego sacro. — ■ 
Perdí desde esc instante 
Mi reposo mas caro, 
Por consagrarme todo 
A tus gratos encantos. — 
Apenas Fcbo había 
El valle iluminado: 



E*- PARNASO ORIENTAL. 



A buscarte partía 
Contento y solitario: 

Y al divisarte, Mirtat 
De gozo enagenado, 
Altas preces rindiera 
Al Creador Soberano; 

Y en breve yo á tus gracias 
Ofrecía mi holocausto. — 
Al llegar el momento, 
¡Momento afortunado! 

£n que de mi pasión 

Te pintase un fiel cuadro; 

Te abrí, Mirta, mi pecho: 

Y tú viste su estado: 
Viste la cruel herida 
De tus sutiles dardos; 

Y en fin, la llama viste, 

La llama en que me abraso. — 
Entonces mis suspiros 
Mezclados con mi llanto, 
De tus corales labios 
Un dulce sí arrancaron. — 
Si, que de tu sonrisa 
Amena, acompañado, 
Al corazón amante 
De júbilo inundaron. — 
Las cristalinas aguas 
Del arroyuelo blando, 
Nuestros ardientes votos 
De aricarnos escucharon; 

Y deque yo sería 

El arbitro de tu mano.— 



296 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Es tiempo, pues, mi Mirta, 
Que el juramento santo, 
Ante el altar de Juno 
En breve le cumplamos: 
Que arda la hermosa antorcha 
Del himeneo deseado, 
Uniendo para siempre 
Indisoluble lazo 
Nuestros dos corazones 
Que afecto se juraron. 



EL SUSPIRO PERDIDO, 

LETRILLA INEDITA, 
Por Don Francisco Acuña de Figueroa. 

Suspiro que el alma 
Exhaló de sí, 
De amor y ternura 
Desaogo infeliz ; 
Vuélvete á mi pecho, 
Disípate allí, 
Que solo me es dado 
Callar y morir* 



EL PARNASO ORIENTAL» 



207 



En plácida calma 

Vagaba feliz 

Escento de amores 

Y su ansia febril; 

Cuando por mi daño 

AFílida vi, 

Cuyo propio nombre 

No he de descubrir: 

La vi mas brillante 

Un dia de Abril, 

Que el sol cuando alumbra 

En su alto zenit, 

Nacen azucenas 

brotan alelís, 

Do quiera que imprime 

Su planta sutil, 

Era en forma humana 

Bello Serafín, 

O del paraíso 

Lindísima Hurí. 

Su pié delicado 

Se vé reducir 

Al breve zapato 

De blanco tabí : 

Tornándose el suelo 

Florido jardín, 

Que es de su hermosura 

Dichoso pensil. 

Mil ninfas envidian 

Sus galas allí, 

Porque es mi adorada 

La reina entre mi!. 



21» 



EL ÍARXAS0 ORIENTAL- 



Las Gracias le ciñen 
Al talle gentil 
La banda elegante 
Que abrocha un zafir. 

Y en torno a la saya 
De verde pequin, 
El céfiro amante 
Exhala ambar-gris. 
Son sus bellos dientes 
Perlas del Ofir, 

Su aliento un aroma, 
Su boca un rubí. 
Tejido el cabello 
Con vário matiz, 
Cual ébano en trenzas 
Se vé relucir; 
O en bucles graciosos 
Baja á circuir 
El cuello que imita 
Torneado marfil. 
Su tez nacarada 
De nieve y jazmín, 
La forma embellece 
Del rostro infantil; 

Y en los dos hoyitos 
Que forma al reir, 
Cupido se esconde, 

Y vuelve á salir; 

Y el dedo en la boca 
Me quiere advertir 
Que $oh me es dado 
Callar y morir. 



M PAIlffASO ORIENTAL,. 



291) 



De sua negros ojos 

Bien puedo inferir, 

Que á cada mirada 

Es flecha sutil. 

Flechas que embellece 

Pudor juvenil, 

Que á fuer de inocentes 

Me vienen á herir 

Mas, ¿cuino mi triste 

Numen balad;, 

Su bello retrato 

Osa describir? 

El solo en mi pecho 

Reside, y allí 

Amor le ha grabado 

Con firme buril. 

Pues este embelezo, 

Este ángel, en fin, 

A quien diera el cielo 

Forma femenil: 

Es la que yo adoro 

Con tal frenesí, 

Que de enloquecerme 

Estoy en un triz. 

Lo estoy, pues la. ingrata 

Se goza entre sí 

De verme en silencio 

Amar y sufrir. 

Do quier mas rendido 

Que el tierno Amadís, 

Siento en su presencia 

Mi pedio latir; 



300 



EL PARNASO ORIENTA!*. 



Mas cuando mi pena 
La voy á decir, 
Su cielo se eclipsa 
Con triste cariz: 
O asoma en su rostro 
Rubor carmesí, 
Que a) labio reprimo 
Su amante desliz. 
Así pues, suspiro, 
Vuélvete acia mí, 
Y deja en mi llanto 
Tu luego extinguir: 
Quejarme no puedo, 
3Ni menos gemir, 
Que soto me es dado 
Callar y morir. 



EL PAKNASO ORIENTAL 



301 



A UNA VIEJA PRESUMIDA. 

LETRILLA INEDITA, 
Por D. M> M. Carrillo. 

Vieja maldita, 
Vieja perversa, 
¿De qué te sirve 
Ser tan coqueta, 
Con esa facha 
Mas que grotesca: 
Con esa cara 
De media legua, 
Hosca rugosa 
Y amarillenta? 
Tu escasa boca 
Como una espuerta, 
Dientes helgados 
Con sus troneras, 
Con mas portillos 
Que pared vieja. 
Tu lengua, ¡oh Dioses! 
Libradnos de ella, 
De chismes siempre 
Azás repleta. 
Larga estatura 
De granadera, 
Acanutada 



302 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Y tan reseca, 
Que por cecina 
Pasar pudiera. 
Tus piecesilos 
De una toeza, 
Con sus juanetes 
De tercia y media- 
Todo el conjunto 
Es, si lo observas, 
Caricatura; 

Pero muy fea. 
Do tus virtudes, 
Aunque de prisa, 
Tocar el cuadro 
Quiere mi idea. 
Muchacha fuiste, 
Fuiste soltera: 
No mucho tiempo 
Fuiste doncella; 
Casada, viuda, 

Y siempre chueca: 

Y á Dios las gracias 
El mundo diera, 
Por que tu prole 
Quedara huera. 
Tus lustres llegan 
Has ta 'Marquesa, 
Tus lustros pasan 
De una docena. 
Tuviste cocho. 
Fusca librea, 
Volantes siempre, 



n PARNASO ORIENTAL. 



303 



Lacayos hembras. 

Por vicios nunca 

Te diste pena, 

Ora el polvillo, 
Ora botella, 

Y con ios hombres 
Fuiste tan fiera 
Que á ciento y uno 
Dabas audiencia. 
Tu geniecito 
Pasar pudiera 
Para una harpía 
Condición buena. 
Por mas que esfuerzes 
La tu belleza, 

Y con diamantes 

Y plumas sueltas 

Y de rubíes 
Collar de perlas; 

Y con encages 

Y mangas huecas, 
Te me engalanes, 

Y te me prendas: 
Al fin y al cabo 
Tia Micaela. 



304 EL PARNASO ORIENTAL» 

EPITAFIO A UNA MADRE. 

Por Don Francisco Acuña de Figueroa. 

Aquí el despojo mortal 
De una madre amante yace, 
Aquí en vano se deshace 
En llanto el amor filial .; 
Recibe, ó polvo fatal, 
Esta ofrenda del dolor, 
Que entre el silencio y pavor 
Recuerde á tu sombra pura 
De tu esposo la ternura 
De tus hijos el dolor* 

m 

O TItO U.V^I JOVEN* 

( Por el mismo. ) 

Sucumbió cual tierna flor 
Cuando empezaba á lucir, 
Sin librarla del morir 
Virtud, belleza y candor; 
Justo es que el materno amor 
Este recuerdo le dé, 
Tú que pasas, llega y vé, 
Contempla en tu alma agitada 
Que hoy es tierra, polvo y nada, 
La que ayer hermosa fué. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



305 



LA MALA MBU N AIDA, 

ó 

LA CONJURACION dü las VIEJAS CONTRA LAS JOYEXES. 

POEMA JOCO-SERIO * 
Por Don Francisco Acuña de Figueroa. 

Dividido en 5 Cantor:— 1. El Proyecto.— 2. La reunión de las Viejas, 
— 3. El aliputniento de lata Jóvenes — 4. El Congreso y la dis- 
cusión.— y 5. Los himnos de Guerra y ia baialla. 

@ 

CANTO l.° — EL PROYECTO. 

ARGUMENTO. 

Concibe Jtíalambrvna la alta idea 
De la conspiración del viejo bando ; 
Un emjambre de brujas la rodea 
A las que arenga con furor infando; 
Citan atas las viejas de pelea 
Que en brazos de JYtorfeo están roncando; 
Salta un ratón; lo atrapa Cerberino; 
Mas ella se arma, y sale en su pollino* 

Octava 1. rf — No el sangriento combate de Lcpanto, 
Ni del Troyano el hórrido destino, 
Ni del Griego Jasón la empresa canto, 
Arrebatando el áureo Vellocino; 
Mas las guerras, los odios y el espanto 
Que vio el mundo en el bando lejn en ino 
Por los celos frenéticos y quejas 
Que alimentaban las tremendas Viejas. 



* Sacado de las poesías inéditas de eale Seoor. (Ñola del Edit) 
xom. a 39 



EL PARNASO ORIENTAL. 



Al atónito mundo en ronco acento 
Diré las was y el furor salvage 
Del escuadrón vetusto, que sangriento 
Quiso á las ninfas inferir ultragc; 
Cantaré su derrota y escarmiento, 
Y cambiando de tono y de lenguage 
Ofreceré holocaustos á las bellas 
Sus nombres ensalzando á Jas estrellas. 



En tan fiero contraste, yo os imploro 
Turbio Pluton, y Apolo esclarecido, 
Porque ora discordante, ora sonoro 
Al vario asunto imite en el sonido: 
Venga una ninfa con su fllauta de oro, 
Y un vestiglo con cuerno retorcido, 
Para hacer resonar en eco alterno 
Unas veces la flauta, otras el cuerno* 



De tiempo inmemorial no pocas viejas 
Que pasan engullendo navidades, 
Y que piensan* tiñendose las cejas, 
Cubrir con el pebete las edades, 
Miran con ogeríza y forman quejas 
De las tiernas y jóvenes deidades, 
Queriendo que los hombres (cosa fiera) 
En Jugar de salmón, coman salmuera. 



EL PARNASO ORIENTAL. 



307 



S. — Con igual ogcriza, igual deseo 

Respirando una vieja envidia y daño, 
(Pues son en cuanto viejas según creo* 
Iguales las de ahora á las de antaño) 
En tanto que en los brazos de Morfeo 
Yacen las ninfas, con furor e&trano 
Gruñendo votos y arrojando espuma. 
Se agita desvelada ea blanda pluma. 



6. — Grabado en su hondo pecho permanece 
(Perdóneme este plagio el gran Mantuano) 
El desprecio insultante que padece 

Y el olvido y desden del hombre insano; 
Recuerda que en sus aras ya no ofrece 
Tiernas ofrendas el voluble humano, 

Y hasta las heces del veneno apura 

Al contemplar marchita su hermosura* 



7. — Haciendo rechinar cual fiero zorro 
Las desiguales teclas 6 raigones, 
Con una voz tembleque como chorro 
Que se quiebra entre guijas y terrones; 
Rasgando airada la escofieta ó gorro 
Y alteradas las lívidas facciones 
Dijo al fin entre encías» no entre dientes, 
Perezcan mis rivales insolentes !! 

k Manct allá mente repostum 4ta. (Virgitio) f 



t Etla ñola y Iaa que siguen v «on del aulor. (Nota del Ediior y 



308 



EL PARNASO OK1ENTAL» 



8. — Que perezcan. 1 ! repite ; y con despecho 

Sobre el siniestro codo ae sustente, 
Incorpora su mole, y se oye el lecho 
Crugir sobre la masa corpulenta; 

Y revolviendo allá dentro del pecho 
El plan de la discordia truculenta, 
Arroja con furente desaliño 

Una mano al jubón otra al corpino. * 

9. — La ropa en el desorden y presteza 

En sus trémulas manos se trabuca, 
Ya lleva el escarpín á la cabeza, 
Ya ensaya en una pierna la peluca; 
Vístese finalmente, se espereza, 
Salta del pabellón la enorme cuca, 
El elástico muelle da un gemido 

Y queda un pozo en el colchón mullido. 



10» — Pendiente cabe el lecho un cuerno había 
O desfondado polvorin, que al punto 
Descuelga y torna la iracunda harpía 
Con un recuerdo á su último difunto, 
Al cual, del Orco en la región sombría 
Por ser de Amphitrion nuevo trasunto, ** 
Fue preciso atascándose en los cuernos 
Meterlo desmochado en los infiernos. 



* Imitación de un vereo de la Gatnm&quia 
** Amphitrion, mansísimo esposo de Alcinena, de la cual tuvo Jú- 
piter í Hércules, 



EL PARNASO ORIENTAL. 



1 1 . — La vieja Malambruna* así se llama 
Esta que el génio del furor apura 
Al ver el cuerno y la desierta cama 
Hace estremos de rabia y de locura; 

Y ciega en el incendio que la inflama 
Una joven rival se le figura 

Su sombra; que la luz pinta en la alfombra, 

Y cierra á mugicones con su sombra. 



12. — Tal se lanza con bárbara locura 
A la sombra fugaz, la vieja vizca, 
Cual viendo en un espejo su figura, 
Maulla con furor la gata arizca; 
Los fosfóricos ojos con bravura 
Le brillan, y la Firaiía y la mordizca; 
Pensando en la ilusión que la arrebata 
Que en el terso cristal hay otra gata. 



13. — Mas tornando en su acuerdo Malambruna, 
Después que anduvo trompicando al suelo, 
Torbos los ojos, y la faz perruna 
Corre ácia el campo con furioso anhelo; 
Todo es silencio. . . .La naciente luna 
Alumbra apenas en el alto cielo, 
Cuando aquella trepando en una almena 
Infla la boca, y lu trompeta suena. 



310 



EL PARNASO ORIENTAL, 



14. — Al destemplado acento que en ios cerros 

Reproducen loa ecos, cual mugido, 
Responden el ladrido de loa perros, 
De las lechuzas el fatal chillido : 
Toca otra vez el cuerno, y de cencerros 
Se oye á lo lejos áspero sonido, 
Muévese el aire, y á la vieja atenta 
Un enjambre de brujas se presenta. 

15. — Cual la maniobra del bajel que airado 

Sacude en ancho mar Noto inclemente, 

Así de tantas alas agitado 

Con fatigoso afán gime el ambiente: 

Hace alto e! escuadrón, y un monstruo aladc 

Es MalainbrunaÜ esclama de repente, 

Y atónitas las brujas una á una 
Repiten Malambrunaü Malambrunaü 

16. — Murciélago y cabrón, el monstruo odioso 

Con enroscadas vívoras por gola, 
Tiene en la frente un cuerno luminoso 

Y una cara en la testa, otra en la cola; 
Mueve del rabo el cascabel ruidoso, 

Y cada cual con grande bataola, 
Desciende de la escoba en que cabalga 
Aplicándole el ósculo en la nalga. * 

i,.* j c ^f em onio8 que usan las brujas en eus conventículos: vcaso Co 
JJui de Plancy, Diccionario Inferna]. 



EL FAUNAS O ORIENTAL. 



311 



17. — Allí se ven en formas diferentes 

Chocantes á la vista y al olfato, 
Brujas medio muger, medio serpientes, 
Otras caras de chivo y pies de pato: 
Un vestiglo con cuernos prominentes 
Largo de hocico, y de narices chato, 
Hace una vuelta, y arrastrando una ala 
£1 espolón un círculo señala. 

18. — En torno do esta marca misteriosa 

En cuclillas la chusma toma asiento, 
Con un sordo rumor, cual la frondosa 
Enramada que agita el blando viento; 
Prepárase la vieja sediciosa 
Para arengar; y en ademan atento 
El que preside al cónclave maldito 
Con el rabo en !a boca, dice chito! * 

19. — O td, empieza la vieja, que figuras 

Ser el génio ominoso del espanto, 
Y vosotras humanas criaturas 
Ministros de PJuton y Radamanto; ## 
Si el odio, la venganza y amarguras 
Como ofrenda miráis; si os place tanto 
Humana sangre, y destrucción tremenda 
Protejed mi furor* . ♦ .tendréis ofrenda. 

* Se adfierre que cuando el diablo preside en los conventículos 
no tiene manos sino alelas; en Lates casos se gobierna con el rubor 
est o es autentico. 

** Radamanto, Rey de Lucia, hijo de Júpiter y de Europa, & da 
Kgira, como quieren oíros. Y es uno de ios colegas de ;Miito& y Eaco, 
ó conjuez del -Averno. 



312 EL PARNASO ORIENTA Lp 



20. — Legadas al olvido las ancianas 

Al mirar que los hombres delirantes 
Prefieren los adornos á las canas, 

Y á las lisas castañas los turbantes, 
Devoran su despecho. . . .y esas vanas 
Preciadas de doncellas y elegantes; 
Ostentando sus galas y despojos 

Nos dan con sus conquistas en los ojos, 

21. — Cansada de sufrir tamaños males 

Y el orgulloso triunfo de esas locas, 
He resuelto acabar con mis rivales 

Y arrancarles las vidas por las bocas; 
Amor, el ciego amor Ie9 dá panales 
Que malogran con dengues y carocas, 
Yo por mi parte, ó géníos de la noche > 
SÍ he de ir á los infirnoa, iré en coche. 

22. — Para esta empresa os pido quci volando 

Deis aviso á mis fieles compañeras 
Que sacudan al punto el ocio blondo 

Y acudan á la lid con armas fieras: 
Aquí es la reunión; mas recelando 
De los hombres las máximas arteras. 
Dadles un soporífero beleño 

Que Jos embargue en el profundo sueño. * 

* Fué en efecto bien pensado el hacer dormir 6 loi hombres, Jog 
cuales se verían en gran conflicto «ni saber que partido lomar entre 
las abuelas y la* queridas. 



i 



EL PARNASO ORIENTAL* 



313 



23. — No pretendo el auxilio, ni lo imploro, 

De ancianas que prefieren en la holganza 
El nécio miramiento del decoro 
Al heroico placer de la venganza, 
Viejas que tiemblan del clarín sonoro. 
Viejas que asusta la bruñida lanza, 

Y que sordas al eco de mis quejas 
Las miro indignas de llamarse viejas! * 

24. — Sonó el fatal momento; ya las horas 

Urgen á la venganza, ya imagino 
Mirar entre mis unas vengadoras 
Desrengadas las ninfas que abomino; 

Y sabed que si somos vencedoras 
Cien docenas de infantes os deslino 
Porque os hartéis de sangre : esto aseguro 

Y ante el tremendo Demogórgon juro. ** 

25. — Asi habló Malambruna, y un tronido 

Infecta al aire en humo y alcrebíte; 
Tiembla el polo, y se agita conmovido 
El undísono seno do Anfitrite; t 
El monstruo desús brujas circuido 
Emen-keián, emen-hstán, repite, 
Con la siniestra pata bate el suelo, 
Sacude la sonaja, y toma el vuelo. 

* Eale vereo pone al poeta á cubierto de toda responsabilidad y resen- 
timiento, y puede asegurar que ninguna de las señoras mayores que 
están presentes, asistieron ó aquella revolución. 

** Demogórgon: deidad la maa anttguo, habitaba el centro de la 
tierra, deBpues abrió el vientre al caos, y sacó de allí á la discordia &a. 

f Anfitrite, hija del Occeano y de Doris, y esposa de Nepiung. 
jo*. 3 40 



3U 



EL PARNASO ORIENTAL, 



26. — Pasmada y sin temor quedo la vieja 

Fijos los ojos y el oído atento, 

Ora á la luz del cuerno que se aleja T 

Ora a! sonido que le tráe el viento; 

Todo por fin de percibirse deja, 

Mas cual sordo cohete otro momento 

La vacilante luz reáparece, 

Traspone una montaña, y se obscurece* 

27. - — Entonces descendiendo de la cumbre 

Arremanga el ropage y toma el trote, 
Sin que sus piernas sientan pesadumbre 

doble á trece lustros el cocote; 
De la luna á la pálida vislumbre, 

Y tratando su cuerpo al cstricote, 
Vuelve acia su mansión en donde encierra 
La armadura tremenda de la guerra. 

^a.- — Desde larga distancia oye el ladrido 
De su fiel Cerberino que está alerta, 

Y no como el Trifauce á quien dormido 
Dejó un Cantor, y con ía boca abierta: * 
El vigilante can la ha conocido 

Y salta y gruñe por dejar la puerta, 
Mas ya sin contenerse, parte al cabo 
Convulso el cuerpo, y enroscado el rabo* 

* El Trifauce Cerbero, que guardaba la puerta del Averno, a* 
cual adormeció cantando ó tañendo Ofeo cuando fué á buscar á s» 
esposa Euridico. 

n cTr A . 

ftCrERRATA del primer pliego de este Poema, pág, 305— En otgu* 
nof pliego* dice ai principio— La Malambunaida, léate, La Ma- 
lam.br una ida.. Pág. 303, ocl. 8, lin. 4, dice—3obre ia masa* 
léase, bajo la masa, Pág. 312, oct, 31, Un. 16, dice— ínfimo*, 
liase, INFIEUWOB,-^} 



El. PARNASO ORIENTAL. 



315 



29. — Corre, y i*, frace mil fiestas como suele 

Ora saltando al muslo, ora al zapato, 
O el pié le lame, ó por detras la huele, 
Pues no es mui melindroso en cuanto á olfato: 
Ella lo halaga, y luego lo repele; 
Mas con ansia que toca en arrebato 
Corre y vuelve; y diez veces Cerborino 
Alzó la pata, y profano el camino. 

30. — Llega en fin agitada Malambrunn^ 

Y sube acia un recóndito sobrado, 
Separando ásu can que la importuna 
Pues no está para perros su cuidado; 
El como la advirtió de mala luna 
Las orejas bajó desconsolado, 

Y aunque frustrado en sus caricias tiernas 
La sigue con la cola entre las piernas. 

31. — Allí una antigua caja á ver se alcanza 

A la luz de una triste veladora, 
Que á tener en su fondo á la esperanza 
Pudiera ser la caja de Pandora; * 
En ella á prevención, menos la lanza, 
Los maYciales trebejos atesora. 
Algunos por sus manos construidos, 

Y otros, herencia de sus tres maridos. 

* Pandora, no tuyo padres pues rué fabricad* por Vulcano: Jilpi^r 
le entrega una caja donde estaban todos loa males y. ca]u mida dea, e** 
toa ee esparcieron por el mundo luego que Lnvo ta imprudencia de 
Abrir la cajn; pero quedó cu su fondo la esperanza, 



216 EL PARNASO ORIENTAL. 



32. — Mordicantes olores el ambiente 

Espira eo torno de mastuerzo y ruda, 
Cuando ella asida al aldabón ingente 
Por suspender la tapa aprieta y suda: 
Mas al abrirla salta de repente 
Una rata tan grande y bigotuda 
Que aterrada la vieja cae de espaldas 
Tapándose los ojos con las faldas. 



33. — Y no es contradicción ni enigma obscuro 
El temer á una rata y no al demonio, 
Pues este huye al asperjes y al conjuro, 
De lo cual dan los libros testimonio; 
Mas aquel vicho roedor é impuro 
Es mas difícil; y según Pomponio 
El ratón mas ruin solo descampa 
Con gato ó perro, ó á poder de trampa. 



34. — Cual sucede al soberbio que indiscreto 
Desdeñó al inferior en su grandeza, 
Que si á una adversidad se vé eugeto 
Implora sus auxilios con bajeza, 
Así la vieja atónita en su aprieto 
Repara en Cerbcrino, y con presteza 
Chúmbale ! dice, y junto con el chumba. 
Se oye un ladrido, que do quier retumba. * 

* Chumba.. ..no ee critique eeta expresión, puei Malambrunft sotia 
utar algunas palabras provinciales. 



%*. PARNASO ORIENTAL. 



317 



3S. — Parte el perro bufando á la carrera; 
Y cada cual en bárbara apretura 
Chilla, ládra, ó reniega, en ta) manera 
Que era un dia de juicio, ó de locura; 
£1 fogoso animal con saña fiera 
A su presa persigue, acosa, apura» 
La atrapa. . . .y sacudiendo enfurecido 
La hace exhalar el último chillido. 



36. — Pasado ya el espanto inopinado, 

Tornando á bu arsenal ó arca profunda 
Saca un feo morrión do abandonado 
Está el nido, y la prole rubicunda; 
Arrójalos . . , .y al cuero apolillado 
Para aventar el polvo, dá una tunda, 
Luego ajusta á la hevilla la correa, 
Se lo planta, y ufana se pompea. 



37. — Forma su peto y espaldar peludo 
Con dos saíéas cada cual de á vara, 
De un plato de balanza hace el escudo, 

Y una picana por lanzon prepara; 
Pende del cinto el asador agudo, 

Y el trabuco de caña de tacuara, 
Colgando al cuello á fuer de parapetos 
Una sarta de chapas y amuletos. 



310 El, PARNASO ORIENTAL. 



38. — Guarnecido de pieles de conejo 
Vístese un mameluco de añascóte, 

Y en fin, de un embreado cordelejo 
Con diez dobleces preparó el chicote; 
Al pasar de esta guisa ante un espejo 
Vio al mismo Satanás con capirote, 

Y haciéndosela cruz corre al establo 
Pensando oue en su cara ha visto al diabU 



39. — Enjaezando al asno que arrogante 
La saluda á manera de trompeta, 
Con fieros ojos y hórrido semblante 
Sale al campo estribando á la gineta, 
Palidece la luna vacilante, 
Suena el eco al coinpáz de la maceta, 
Y al recio choque, y al semblante adusto 
So vé el suelo temblar pero es de susti 



40» — Sobre el asno que adornan negras bandas 
Y fúnebres penachos juntamente 
Como sombra fantástica en volandas 
Se mece Malambruna lentamente, 
Negro mandil y negras opalandas 
Cubriendo al animal hasta la frente 
Parece ser el Genio de las viejas 
Montado en una tumba con orojas 



EL PARNASO ORIENTAL, 



319 



11. — De grueso cuello el asno y gran cabeza, 
Corto de rabo, y el pisar potente, 
Soberbio con su carga y su grandeza 
Muestra una gravedad inteligente; 
Es pieza el animal, pero qué pieza !! 
Fáltale solo hablar para ser gente, 
Comoá otros, vicc-versa, en sus destinos 
Les falta el rebuznar, para pollinos. 

42. — Porque si todos, lo que valen fueran. 

Sin hacer escepcion de toga 6 farda, 
Con grande admiración doquier se vieran 
Asnos de casacon, y hombres dealbarda; 

Y tal vez, ni estos versos me sirvieran 
Para librar mi bulto de la carda, 

Y en las metamorfosis merecidas 
Me tocase la suerte del Rey Midas. 

43. — Mas vuelvo a Malambruna que al sereno 

Prosigue pensativa su camino 
Sobre el tardo animal, como Süeno 
Cuando marchaba en pos del dios del vino; * 
Grande empresa medita, un campo ameno 
De glorias le presenta su destino, 
Una nueva reforma, una asamblea, 
Combatir y reinar lal es su idea. 

* Sileno, viejo Satyro que siguió á Baco á la conquista de la India 
montado siempre en un asno. 



320 



EL PARNASO ORIENTAL. 



CANTO 2*° 

LA REUNION DELAS VIEJAS. 

« 

ARGUMENTO. 

Cual tempestuosas olas van llegando 
Las falanges de viejas temerarias, 
El blando sueño, el lecho abandonando 
Donde algunas no eslaban solitarias ; 
JITalambruna y Falcomba disputando 
Ceden de Patifone á las plegarias: 
Se hace una votación, calman las quejas, 
Y a la Peña del Bagre van las Viejas. 



Octava L — Llega la vieja al sitio, y el jumento 
AI que afloja la cincha y desenfrena, 
Sacude el lomo, y con sonoro acento, 
Que otros llaman rebuzno, el aire atruena : 
En esto, aquí y alli se ven sin cuento 
Venir viejas como ánimas en pena, 
Pareciendo á lo lejos en patrullas 
Tristes bandadas de nocturnas grullas. 



i 



tL parnaso Oriental. 



321 



¿No has visto, cuando nube tempestuosa 
Se interpone á la luz del claro cielo, 
Correr veloz su sombra vaporosa 
Figurando otra uube sobre el suelo? 
Así la muchedumbre silenciosa 
Divaga por el campo; con recelo 
Malambruna las vé, frunce las cejas, 
Y duda si son nubes, ó son viejas. 



— La primera que llega es Carcamona 
Vieja robusta, armada de una tranca. 
Desabrochado el pecho, y por valona 
Do púas guarnecida una carlanca; 
Ua verso bacanal canta 6 pregona 
Con ronco acento que del pecho arranca, 
Y entre ramos de parra y de tabaco 
Por blazon del arnés tiene al dios Baco. 



- r Sin casco ni morrión la intonsa frente 
Ciñe un tosco cendal, pues su bravura 
Contra débiles ninfas no consiente 
Otra defensa que su tranca dura; 
Así á la lid, sin lanza reluciente 
Se viene, y sin machete ni armadura, 
Y es tanto lo que fia en su fiereza 
Que estuvo por venirse sin cabeza. 



41 



322 



EL PARNASO OKftNTAL. 



5. — Siguen á aquella en batallón unido 
Con grotezcas figuras cien sayones, 
Todas con el garrote prevenido, 

Y con bombas de pipas por cañones; 
Con dos cueros de vino está Cupido 
Bordado en la bandera sin calzones, 

Y de uno y otro lado estos letreros, 

J> El vino y el Amor andan en cueros. n 



6. — En esto dos falanges aparecen 

Sonando derrepente una zambomba, 
Y agitadas las auras se estremecen 
Al impulso que trémulo rimbomba, 
Las altas plumas al marchar se mecen 
Como fúnebres carros; y Falcomba 
Las precede con rústico talante 
Ostentando sus formas de gigante. 



7. — üe sus ojos sañudos y agoreros 
Vaga la triste luz en dos cavernas, 
Que á merced de los párpados ligeros 
Se encienden ó se apagan cual lucernas, 
Ceñido á la cintura por dos cueros 
Desciende el tonelete hasta las piernas 
En las que choca, y suena formidable 
La baina de latón del ancho sable. 



EL PARNASO ORIBNTAE* 323 



8. Una pica maneja o larga tranca, 

Y ao ea la del Apóstol mata-moros, 
Sino la misma que ensayó Palanca 
Eq sendos bueyes que llamaban toros ; 
Ya en su idea derribo, hiere ó manca, 

Y respirando furia por los poros, 
Está capaz de arremeter, si topa, 

Al toro mismo de la niula Europa, * 



0. — Vestidas a la turca con mariotas 
Manda trescientas viejas ó viscachas, 
De enrejados de jaulas son las cotas 
Y de pieles de tigres las bombachas; 
Forman ala; y á par de las garzotas 
Poniendo en alto las filosas hachas 
En ademan guerrero y reverente 
Levantan una mano acia la frente. 



10. — Llegan luego con sable y con inneana 
Cien Miñonas que viene conduciendo 
Arcisona, fornida Catalana, 
De cuerpo grande y de mirar horrendo, 
El sueño la subyuga, pero ufana 
Se anima á las venganza?, y entreabriendo 
Los ojoso eclipsadas claraboyas, 
Decía ."Voto á néu, morían las noyasü" 

** Eiiropn hija cíe Agenrn-, Hoy <lo Fenicia, y hermana do Cadrae 
la ctuvírobó Jü¿>iter transíunnailo en loio.. 



12 



324 EL PARNASO ORIENTAL* 



11. — Mas al fin, cuando apenas perezosa 
Los soñolientos párpados levanta, 
Apóyase en eu lanza poderosa 
Que hace cimbrar la enorme marimanta, 
Las quijadas desplega vagarosa 
Enseñando el esófago y garganta, 
Y antes que juegue el diablo alguna treta 
Se hace dos garabatos en ia geta. 



12, — Otro escuadrón se vé que numeroso 
Por una cuesta con silencio baja; 
El son de sus pisadas pavoroso 
A medido compáz, sirve de caja; 
Le rodea y le excita fatigoso 
Un bulto que á los otros aventaja, 
Con un sordo mormullo que resuena 
Como zángano en torno á la colmena, 



13. — Hacen alto, y el suelo desparece 
Con triste velo que á la vista engaña, 
Cual la sombra fatídica que ofrece 
En el profundo valle alta montana; 
Pareciera que atónita enmudeee 
Presagiando su ruina la campaña; 
O que cubre en su inmensa sepultura 
Un paño funeral á la natura. 



PARNASO ORIENTAL, 



323 



14. — Para atajar la luna esplendorosa 

Y conocer quien manda aquellas viejas, 
Levanta Malambrnna cuidadosa 
La mano en tejadillo acia las cejas. 
Mas oh, cual se complace venturosa 
Cuando en las sueltas greñas ó guedejas, 
En el escudo y larga javalina 
Reconoce á la adusta Plutonina. 



15. — También la mira Plutonina, y cuando 
La reconoce en lo alto de un repecho, 
La hace ?eñas, al viento tremolando 
La negra banda que le cruza el pecho; 
Vuelan luego á encontrarse, y en llegando 
Se dieron un abrazo tan estiecho, 
Que abolladas corazas y rejillas 
Les crugieron á entrambas las costillas. 



J6. — De esta fiera alimaña es el pellejo 
De cascara de nuez ó burda estraza, 
Su frente con siniestro sobrecejo 
Resumida y sin muelas la bocaza; 
Las orejas en forma de conejo, 
La barba y la nariz como tenaza, 
Y rasas de pestañas y de cejas 
Las niñas de sus ojos son dos viejas. 



326 



EL PARNASO ORIENTAL r 



17. — Tal es la que coma oda el veterano 
Ejército de viudas y beatas, 
Mas de aquellas que ocultan pecho insano 

Y con falsa virtud bou mogigatas, 

En compacto escuadrón cubren eí llano 
Amenazando al cielo con bravatas, 

Y teniendo sus triunfos ya por ciertos 
Cantan un de profundis á los muertos. 



18. — Horror causan y risa al mismo Marte 
Con botargas parduzcas y chamarras, 
Unas con su asador al talabarte, 

Y con lanza y arnés las mas bizarras; 
Pintado hay un Cóndor en su estandarte 
Que suspende áun cordero entre sus garras, 

Y desplumando con el pico acerbo 

A una blanca paloma un negro cuervo. 



19. — En tanto, van llegando por do quiera 
Viejas á discreción y en pelotones, 
Que parece que el aire las lloviera 
O que brotaran viejas los terrones: 
O que Jove el prodigio repitiera 
Que hizo con las hormigas Mirmidones, 
Cuando al mundo poblaban sus patronos 
Sin mandar á Guinea por colonos. * 

* Eaco h'jo de Júpiter y Egina, habiendo perdido lodos fus vaea- 
Kos por la peste, consiguió que aquel le trajjefunnaaa eo geote laa 
hormiga* * y se llamarua Mirmidones. 



IX PARNASO ORIENTAL, 



327 



20. — Estas que llegan sueltas 6 en cuadrillas 
Cual con feo capuz, cual con penacho 
Sin orden ni igualdad, son las guerrillas 
O de viejas el vulgo y populacho, 
Zambas, derechas, rojas ó amarillas, 
Uoa oliendo á jamón, otra á gazpacho, 
Aquellas narigudas, estas natas, 
Todas parecen ximios en dos patas. 



2L— Un serai-viejo endeble y desgreñado 
Rostro aflíjido y facha herma frodita, 
Es el solo varón que se ha enrolado 

Y venir con las viejas solicita? 
Por favor de las brujas señalado 

Y porque cierto apodo lo acredita, 
Se dá el encargo á sus conatos fieles 
De fijar los decretos y carteles* 



22. — Lleva un pote de engrudo y la escalera, 

Y ana resma de bandos preparada, 
Un cartel de comedias por visera 

Y un capacho de .cuero por celada, 
Hubo vieja que viendo en tal manera 
Su figura ridicula y cuitada, 

Con pote en mano y escalera al hombro 
Le gritó aquel epodo que no nombro» 



328 EL PARNASO O&lENTÁt. 



23, — Oh cuantas marimachos distinguidas 
De presencia marcial y de alma brava* 
En rangos subalternos confundidas 
El nocturno planeta iluminaba, 
Viejas que compitieran atrevidas 
Con la que mas soberbia se ostentaba, 
Mas ya en la horrenda lid porque te asembreí 
Verás sus hechos y sabrás sus nombres* 



24, — Así que Malambruna considera 
Reunido su ejército ominoso, 
Le contempla, v se goza placentera 
En ser móvil de asunto tan grandioso, 
Luego saca su ebúrnea tabaquera 
Y en ademan pulido y melindroso 
Dando sobre ia tapa un golpecillo: 
Toma dos narigadas de polvillo. 



2b. — Y haciendo seña al trémulo vegete 
Heraldo, cartelero y ayudante, 
Le ordena que veloz como un cohete 
A la plana mayor cite al instante* 
Parte luego el estólido ginete 
En un chibo de cuernos arrogante, 
Y haciendo' citación por graduaciones 
Las reúne y las lleva á trompicones. 



i 



EL FARM ASO ORIENTAL. 



329 



26.— Treinta ancianas componen el cortejo, 
De diversas edades y figuras 
Que adornadas del bélico aparejo 
Muestran las mas estrañas cataduras, 
Cual camiua sobervia con despejo, 
Cual arrastra las piernas mal seguras, 
Y entre las treinta harpías 6 vestiglos 
Se cuentan ambulantes veiuto siglos. 



27. — Llegan adonde estaba M alambruna 
A la que hacen su venia reverente, 
Y obtienen el honor y alta fortuna 
De darle un beso en la rugosa frente 
Ella á hablar se dispone, y cada una 
Apiñándose en torno atentamente 
Suspensa délos labios do la vieja 
La escucha con la mano tras la oreja. 



28. — Mas es tan reservada en expresiones, 
De tal misterio y de sustancia poca, 
Que de puro preñadas sus razones 
Andan con las barrigas á la boca. 
Capitanas, les dice, estas legiones 
Que el cielo inspira, y que mi voz convoca, 
A una alta empresa á dirigir me obligo, 
Vosotras la sabéis bastante os digo. 



TOM. 3 



330 EL PARNASO ORlf?NT AL. 



29. — Para otro caso el esponeros dejo 

Nuestra común ofensa, n&eetro Ultrage, 

Y causas de la guerra: en el consejo 

Lo haré al estenso, y en mejor ienguage: 

El proclamar aquí ya es uso añejo, 

Es mas de moda hacerlo en un mensage 

Donde puede un espíritu discreto 

Hacer lo verdo azul, lo blanco prieto. 



30.— Mas ya el velo nocturno descorriendo» 
Veis á la aurora con sus manos bellas, 
Ya vén ante su luz despareciendo 
La amante de Endimion y las estrellas; # 
Vamos á un sitio oculto, porque entiendo 
Que no debe alarmarse á las doncellas; 
Aquí hay riesgo, tratemos con holganza 
Y en el secreto el plan de la venganza. 



31 — Tras la pena del bagre, en emboscada 
Yace un palacio antiguo y espacioso, 
Que de brujos y espectros fué inorada 
Guardado por un hondo y ancho foso; 
Allí podernos. . . .Basta! gritó airada 
Falcomba con acento tempestuoso, 
Que palacio, que espectros, ñique brujos, 
Yo quiero guerra abierta, y no tapujos ! ! 

(*) Endimion hermoio pastor a quien amó Diana, la coa! •■ lam- 
ia Luna. 



BL P4A2TAIO ORUUTAL* 331 



32. — V larobustü molo incorporando 

Póoeseeu pie veloz como una bala, 
Coo disimulo el sayo despegando 
Que tas redonda* formal le aeñala, 

Y es fama que do estubo descansando, 
Por los efluvios que su cuerpo exhala. 
Cuál si fuese animado mongibélo 
Dejó tostado el pasto y seco el suelo» 

33. — Y asi prosigue en fieras expresiones, 

¿Porqué quieres, comadre, hacer alarde 
De las formas que inventan loa mandones 
Disfrazando en lo astuto lo eobarde? 
Si ya prontas se ven nuestras legiones, 
A que fin esperar pnra mas tarde? 

Aparezcan las jóvenes. no importa, 

El dia es largo, si la noche os corta. 

34. — Que vengan á la lid cuantas vinieren, 

Ya el sable empuño, y el ropnge enfaldo, 

Y aunque pérfidos hombres acudieren 
Tendré con sus despojos mi aguinaldo; 
Mas si ctiigo y me asaltan, porque infieren 
Que la gallina vieja hace buen caldo, 

No haré, nó, de Lucrecia el desatino 
Aunque cada varón fuera uu Tarquiuo * 

35. — Basta ya! dice la otra dando un grito, 

El Dios de ta discordia te aconseja, 

Turquino R mtm ttoIA á I/tcrecia tupou da Cclutin*, 

«11» dtj f)<Mftdtíinbf« *a*uicul¿ tnJBjdiiUfuame. 



332 E'„ PARIÜABo ^ 



Tú oponerte á los planea que medito! 
¿Es esto ser comadre, ó comadreja* 
Estraño tu insolencia, lo repito, 

Y tus voces, tu escándalo y tu queja, 

Y no sé á la verdad como concuerdes 
Cabello blanco, y pensamientos verdes: 

36. — No es un oculto plan, ni es cobardía 
Invitará un congreso que discreto 
Nombre la Generóla, á quien seria 
Yo la primera en tributar respeto; 

Y guárdate de hablar con demasia, 
Pues no te ha de valer si te acometo 
Esa pica det Ínclito Palanca, 

Ni aunque tuvieses de Hércules la tranca. 

37 — Cesa ya en imposturas insolentes! 

Truena Falcomba; y la otra respondiera 
¿Qué es lo q* osas decir, yo miento?— mientes 

Y aquí lo digo, y lo diré doquiera: 
Respeta mi poder, momia sin dientes, 
Le grita Malambruna, . , y la otra fiera 
Esto me importas tú, dice, y altiva 
Escupe al suelo; y pisa la saliva. 

38.— Cual zumban con susurro destemplado 
Los negros mangangás, del mismo modo 
Las viejas circunstantes acia un lado 
Se hablan, se guiñan, y se dan del codo, 
Tal hay que á Malambruna con agrado 
Le hace señal de aprobación en todo, 



i 



*L PARNASO ORIENTAL. 



Otra á Falcomba excita á los denuestos 

Y luego por detras les hacen gestos. 

39. — Mas viendo la prudente Patifone 

Que de andar á la morra hay apariencia 
Entre las dos rivales se interpone 
Por cortar el escándalo y pendencia; 

Y calmadas un tanto, les propone 
Que la plana mayor dé la sentencia 
Si se ha de ir al combate, ó ex-profeso 
A la pena del bagre a hacer congreso. 

40. — La astuta Malambruna bien conoce 

Cuan grato es dominar n una asamblea, 

Y confiada en su influjo, el alto goce 
De facultades amplias saborea: 
Debiendo la cuestión votarse in vocc, 
¿Al Bagre queréis ir, ó la pelea? 

Les pregunta con cara de vinagre, 

Y ellas responden luego*.-.al bagre, al bagre!! 

41. — La furente Falcomba así se aplaca 

O disimula su despecho y pena, 
Cual mastín que sujeto á gruesa estaca 
Finge lamer, y muerde su cadena; 
Mas su rival triunfante el cuerno saca 
Con eco formidable el aire atruena, 

Y á esta señal de marcha el campo entero 
Se empieza á remover como hormiguero. 

42. — Corren las Capitanas prontamente 

Todas al puesto que el deber exije, 

i 



tu 



tf> PiftJiíO ORIENTAL. 



V marcha ya el ejército imponente 
Al cual ni el frió ni el cansancio atííje,' 
Montada en su pollino prominente 
Mala m bruna las lleva y las dirije T 
Con cada ojo encendido como un horno. 
Unas veces delante, otras en torno. 

43. — ¿No has visto alguna vez larga manada 

Subir de un valle, ó descender de un cerro* 

Cuando al caer el sol apresurada 

La conduce ó arrea un solo perro, 

Que si una oveja sale alborotada 

La repunta y la lleva basta su encierro? 

Pues así el grande ejército se aleja 

Siendo su conductor la infunda vieja. 

44. — Kn tanto que las cucas veteranas 

Siguen su marcha al nuevo acampa mento f 
Hablare de las Ninfas, que galanas 
Se aprestan á la lid con ardimiento; 
iMas dejad que respire, pues de ancianas 
Tan impregnado estoy, que ya me siento 
Vieja la percepción, la voz caduca, 
Y hasta el núínen con canas y peluca» 



Fin del Tercer Tomo. 





ItfmcK d* las eoMfoiiciosirs métricas qu* coNxiifri tais 

VOLUMEN 



Página. 

Oda al 25 de Mayo de 1836 3 

Himno ai mismo día 10 

Himno al mismo k , \n 

Décimas 17 

Himno al 23 Je Mayo de 1636 ]g 

Octavas eu el bem:fir.io ile ln tím Piaccemini 33 

Himno al cumple-u fine del Í*rf?.- i líente de la República... 25 

Cutí recitada en ci teatro por aficionados . . 29 

Oda nlcm ideiü ídem 32 

Oda al Sn| de Julio » 35 

Ocla al ¿b de Mayo 4# 

Oda al cerrarse los trabajos parlamentarios de la «efunda Legisla- 
tura ConsUtuciunol - 43 

Versos dedicados al Heroico Pueb!o Oriental por los actores dra- 

malico? > 49 

El Dic* 11 o* iraiiucidn en verso 49 

Eegia á la calamidad pública 59 

Comedia i?n un acto timlnüu la Tontina 65 

O^la á la aper¡ur 1 del Mercadu \\% 

Letrilla — la curiosa inucénle* I-¿2 

Lu tBinJa del Sol „ » l¿fj 

Ocia ¿-obre /n escarlatina 127 

Oda á la música 131 

DUtico , , .^134 

Dialogo— Las resulta* de una intriga 135 

El recibo del clavel del aire ÍSQ 

A mas de la media noche, la \ul 139 

soneto á la Paz de 1828 ,140 

Fábula 141 

Epigrama t , 144 

Eaphcaeion miiojó^ica en décimas de loe signos del Zodiaco 146 

Uécimns de incierto autor glosando una cuarteta , 157 

Otra gíoai en décimas de fa misma cuarleta lf»9 

Recuesta del autor glosanco (a misma en loa mismo* consonantes . 16L 

Otra glosa de ]a misma 163 

Elegia 166 

Octava á un Fanfarrón 163 

Suplemento á la lorairla publicada en el 2.° tomo de eeta obra 169 

Otra á la corrida del 29 de Noviembre 178 

Otra: toraida con morrión , . . 18S 

Oaa : rabona :...:ifld 



Otra de aleluya 199 

Décima: receta segura para que Huera 208 

Otra ♦ 209 

Letrilla á Ja amista ti , ibíd 

Soneto á loa días de una Dama Oriental..., t 211 

Letrilla al cumple-años de una señora 212 

Romance — A Luisa. . . . . ♦ . • 215 

rioneto á la memoria de D. Felipe Caballero. * . . . . ♦ > * 218 

Drama en dos actos: La Lealtad mas acendrada y Ha. As. rengada... 2 19 

Canción: Despedía del Regimiento 0 ♦ * . .279 

Endechas á los siete Dolores de ta Virgen, * * 284 

Décima; Epitafio en la sepultura de un amigo ' *288 

Décimas en portugués; glosa - ¿ 289 

Soneto: a un mal cirujano * ¿ 29*"! 

Otro: a una vieja portuguesa , ¿93 

Letrilla; á Mirta . , . . ¿94 

Otra: ef euppiro perdido .290 

Otra: á una vieja presumida » . • < - 301 

Epitafios: á una Madre y á una joven* 904 

Los dos primeros cantos del Poema no concluirlo— La Malambru- 

naida 6 la conjuración de las viejas.^— Can lo L° el proyecto. « .305 
Canto 2. ° — La reunión de las viejas , 



SEÑORES SUSCRIPTORES AL 3« TOMO 

DEL 

PARNASO JDRIENTAL- 

Ejemplares 

El Sr. Vicp-Presidente de la Rtíptíblicn, D. Carlos Anaya ... 2 

El Sr. Ministro de Gobierno» Dr. D. Francisco Llamdí I 

El Sr. Ministro de la Guerra, Brigadier General, D. Pedro Len- 
guas , 2 

El Sr. Ministro de Hacienda, D. Francisco J. Muñoz 1 

A 

Bjemp Ejemp* 
SS. D.Antonio Diaz... 1 V SS. D. Antonio Rio? i 



Andrea Manuel Duran. 

Augusto Lasa la 

Antonio Cea 

Avelino Lerena 

Antonio Machado 

Antonio Campagne. . . 

Adolfo Soctoa 

Andrés Gómez 

Antonio T. Carevia,,. 
Antonio Mancebo .... 

Ambrosio Mitre 

Alejandro A'var^z 

Antonio M Guimoraenz 

Antonio Rrjoy 

Augusto LaF-Ctana. . 
Andrea Lamas 

SS. D. Bernardo Berro 

Basilio F 4 de la Luz.. . 
Benjamín Villademoros 
Bernabé Magariños... . 

Benito L*rraya 

Bartolomé Q,<jiies 

Sra, Da. Cipriana Várela .... 
SS. D. Carloe G .Vi lindera o roa 

Crisloval JShlvañach, 

Ceaaro Villegas 

Carlos «un Vicente, . 

Cario*- Zucchi 

Conrado Huquer 

Claudio Casal... ... 

8S, D. Domingo Atboleya. ... 
Domingo L. Costa .... 

Doroteo Gwcn 

Diego Furriel 



B 



Amoiin Mazariegos .. 1 

Alejo Villegas 1 

Amonio Acuña 1 

Anlonio Riobc. 1 

Agustín Castro 1 

Antonio Fariña I 

Antonio Morales 1 

Apolsnario G-riyozo. . . . 1 
Antoüio D. Costa... . X 

Angel Plaza 2 

Agustín Murguiondo. - . 1 

Antonio Otero 1 

Ambrosio Velazco . ... I 

Antonio M. Pérez I 

Antonio Maturell *. . . 1 
Agustín Almeida I 



8 3. D. Bernabé Cara via , , .. \ 

Benjamín Briu i 

Benito Baena 1 

Benito Maurell 1 

Benito Domínguez .... I 
Bartolomé Quinteros., i 



SS. D. Cirilo Bnrbíit I 

Calixto Acevedo 1 

Cayetano J. St.urla. .. ► 1 

Carlos Juan ico 1 

Cayetano Regalía.... I 

Cosme Cattá 1 

Cario* Carballo 1 

Cruz Benavidea 1 

3S. D. Dionisio A del Sote. .. I 

Doroteo Pérez. ...... 1 

Diego NohJe y Ca.-.. 1 

Dámaso Larra Daga.. . . 1 



* Los nombres que van acompañados de tsla señ^l (*) indican 
que di aceptároste volumen se han suscripto all*° y 2. ° 



Sra. Da. Emilia Ropende. 
S3. D. Estevan Donado.. 

Eugenio Gmon. .. 

Ensebio Gonzalo*. 



Bjemp. 



Sra. Da. Francisca Homero, . 
SS. D. Florentino C'iKteJJoooa 

F' r'irü O'non^z* 

í'V.ivuino Pin.MIn 

F «n cisco Muñoz, hjo. 

Fernando Jirfepíaa . . . , 

Francisco Pardea. , , 

Francisco Arroyo. ... 

Francisco Martines. . . 

Felipe Matura na 

Francisco Arauclm. . 

Fabio J. M a juez 

Francisco S. do AntuBa 

Fernando Qu'jtino , 

Felipe Mprnrifs 

Francisco Taborda 

Francipr-o Juanicíi.... 

Felipe Pesio an 

Pr. P. Francisco López... . 
P, Francisco Ouar 

53. D, Gabriel Aníernicra. . , 

Gaspar- Rt<it>eig 

Gerónimo Surera 

Gregorio Lecoq 

Gregorio Pérez 

SS. D. Hilario Pin 

Iljüriquü Juuiicó. , . 

SS. D. Ildefonso Correa 

Isidoro (hondo 

Ignacio Soria 

SS, D. Juan A. La valle-ja. *. 
José !tf« Revea. 
José Montoro. ... .... 

Jüfié E. ZiB 

.Tuan B< JBidnco 

Juan Br*UC-i e Irfgfoyen 

Jueé Rielen dez 

José Aguirre 

Joaquín tíuorez 

Josa Quijano * 

José Coala 

Juau Süübic!a 



Ljetnp. 

SS.D. Fsrevan Lombardo . . 1 
Estanislao G. deZüoiga 1 

Eulogio Mentaati 1 

Eüst'uio Cabrai 1 

l 

SS. D. Ferro i n F^r reirá 1 

Francisco K'isflig 1 

Fíumencio Mudo» 1 

Francisco Laáaia*,. . 1 
Francisco Kodriguez,. 1 
Frmci?co Tosanes , . » . 1 
Francisco Pri rejas . ... i 

Florencio Várela 1 

Francisco Lebrón. ... 1 
Francisco A£ruil«v ... 4 
Francisco X. G. Zúniga 1 
Francisco Lívida, podre 1 
Francisco X La viña, h. 1 
Francisco Furias.,... I 

Félix Garzón I 

Frai. cisco Córdoba ... 1 
Fzderioo Ros^nde . , . . I 
Francisco A. Figueroa. *«¿ 
Faustino Santos 1 



:áS. D. Gabriel Pérez ,1 

Gabriel A. Pereyra... 1 
Gregorio Dañobeiiia . . 1 
GuiJermc Moutier . ... I 



SS. D. Hilario AecUBubi.,*. . I 

¡SS. D. Isidoro Viv*« 1 

Ignacio Echague ♦ Ü 

Isidoro de María 2 

¡3¿á. D, Jobc Ronden u 1 

Juan Cordero ....... 1 

Jopó Britos del Pino.. . 2 

Joan P. G. Vallejo,... X 

Juan A. Acoata- 1 

Juan I*. tfn'vuñach. ... I 

Juan Coala * 1 

Juan Martínez 1 

Juan Villarino.. « . ... 1 

José B. Lamas. ....... 1 

Juí-é Maria Muñoz. 1 

Juan AL do la Sola... . I 



SS. D, Juan Ja na n 

Juaqum Requena 

José Vidal .. 

Juan Mari a Pe reí 

Jo<e A. Vianqui 

Juan C. Paez 

José Monja i me 

Joaquín Revi lío 

José Mana Roo. ,. . 

José del Poso 

Juan García 

Juan José Fernandez. . 
José Julián Maciel.,. 
Joaquín de VWia. .... 

Jorge Linan 

Joaquín Sagra y Períz. 

Juan Corre» 

Joaquín Chrpitea 

Jaan G. García 

José Pallares 

Juan Kuüno Díaz . ... 

Joaquín Campana 

José María Platero». . . 

Juan G Corta 

Juan Gow'frnd 

Juan I. Días 

Juan Mario Prieto. .. 
José Rodríguez Braga. 
José Félix Antuña 

José Ge«jtal 

Juan Nin 

JoecSoloona , P . 

Juan Sevilot 

fíS^D, Lorenzo J. Petez.... 

Luía B. Cavia f . 

Luis Larrobia. 

Luis Lerena 

Lucas Moreno 

Luh C. de ta Torre.. . 
Laureano Anaya . . 
Luis G. Vallejo 

Sra. Da. María J, Je Olivera.. 

María A. Sanche^.... 
SS. D. Manuel Errazquiu ... 

Matías Arooleya 

Marce'ino Santurio. . 

Miguel A Berro 

Manuét Baillo 

Manuel Mímica 

Manuel Tejera 

Miguel Molina 



Ejemp. 



SS. 



SS, 



Ejemp. 

D, José Gereda . 

Justo D. González. . . . 

Juan G» Síenra 

José A, Anavitarte 

Juan José Ruzz. ..... 

Juan Carlos Blanco. . . 

Joeé Marios 

José Agustín Iturrisga. 

Joeé G. Roqueña 

Juan G. Wích 

José María Esievez. . . 

José Dobal 

Juan B: Capurro.. - 
Juan Piquiman.. . 
José Esteran Caravaca 

Jaime Estraauíae 

José Toribio 

Juan Correa Morale.s.. 

Juan Domínguez 

Juan Zufrtategui 

Jesé Alonso 

Juan Pedro González.. 

Joeé Alvarez 

Juan G. y Larmoni..* 

Jorge Tornquist 

JoséT. Mftílraeo 

José Ell un 

Juan Francisco Arrien. 
Jaime Hernández» del 
comercio de libros en 

Montevideo 30 

Joáé L. Loureiro 

José Antuña. . , 

D. Luis Ferrando 

León Pereda 

JjUie Goddeffroy 

Luía Arboleya 

Lasaro Luis de Mana., 

Luis A. Pereyra 

Leonardo Olivera . - . < 



Miguel 
Manuel 
Manuel 
Manuel 
Manuel 
Manuel 
Manuel 
Manuel 
Manuel 
Manuel 



Brid. 

Reiaaig 

Ftgueroa 

L de la Torre., 

Languerrein 

Aviles 

Mengano 

More lio 

F. Luna 

Méndez « 



^S. D. Miguel Echeverriarza. 

Manuel Costa 

Martin X míe no 

Manuel A. Crtspo .... 

Modeslo Sánchez 

Máximo Ximenez. . . . 

Ainnueí Igarzabal 

Manuel del Carrillo..,. 

Melilon González 

Manuel H. y Oliva. . . . 

Manuel X- Gómez 

Manuel Correa 

Manuel Gradi» 

Manuel H. y Obcs 

Manuel Baa . . . ...... 

SS. D. Narciso Ferrer 

Narciso D. Tenorio . . 
Nemecio del Soto 

SS. D. Pedro Nieto 

Pablo Olí omego 

Pedro Someterá 

PantaJeon Pérez 

Pedro dft Nava 

Pedro Vitlademoro? . . , 
Pedro Este vez 
Pedro Feliciano Cavia . 
Pedro P. de la Sierra. , 
Paulino G. Vailejo 
Pedro Cachara vil bi . . 
Pedro J. Otamenüi . . ; 
Pablo Douoeneche 

SS. D, Ramón Maaini 

Román Ach;i , . r . . . . 

Ruque Aviles 

Roque Rivero 

Rnmon Arta^aveitia . . 
Rafael Zipiiria ...... 

Ramón Viaíllac 

Román J. García 

Ramón Rodríguez. . . 

Sra. Da. Simona Montoro . . . 
D. Santiago Vázquez • . * 

Salvador Mandíá 

Salvador Tort 

Santiago González . . , 

SS. D. Teodoro M. Vilardebó. 

Toribio Tutzo. : 

Tomaa Casares . 

BS. D, Valentín San Martin. . 
Vicente Vázquez 



SS. D. Manuel DoiojD£utfZ. 

Marcos Rincón 

Manuel N. Tapia. . 

Manuel Ayala 

Manuel Llamas 
Manuel Araucho. . 
Miguel Vacani, padi 
Manuel Guerreros., 
Manuol Martinez - . 
Mompié é Une, del 
merejo do libros 
Bueno? - Aires . 
Manuel Pezzi . . . f 
Miguel Sulsona . . * 



1 

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S9. D* N. (Quintana I 

N, Qúesada . . , ... I 



SS. D. Pedro A. de la Serna I 

PeJro Giraldez * I 

Pedro G. Pérez I 

Pablo Zufíriategui .... I 

Pablo Duplessis I 

Pascual Costa I 

Pabto Ramón ....... I 

Pedro Llatfibí I 

Pedro Aguilar 2 

Plácido Laguna G 

Pedro A. Lombardini . I 
PabJo Nin I 



SS. D Rf.mon M. del Pclaez . I 

Rafael Méndez I 

Rosendo Rosendo .... I 

Ricardo Al vareas I 

Rafael Machado I 

Ramón Liñan I 

Ramón Aguirre * . . . . I 

Rafael Ruano 1 

Raimundo Ximenez. . . I 



SS, D. Santiago Eatrazulas . . 2 

Simón Miranda I 

Santiago Gadca 2 

Santiago O^er I 

Saturnino Revuelta ... i 



j SS.D. Tomas Cué I 

1 Tomas Viana I 

1 I SS. D. Vicente Lapido 

2 Ventura Arzac !¿ 

FIN.